ఌ | Capítulo 7
Después de la tensa reunión y el regreso al hotel, las chicas estaban agotadas. Aunque algunas intentaban distraerse con el teléfono o viendo televisión, el ambiente seguía siendo denso, especialmente entre Mina y Chaeyoung. Aunque habían tenido una conversación honesta, había muchas cosas no resueltas y la incomodidad seguía presente.
Mina entró a su habitación, cerrando la puerta tras de sí, y se dejó caer en la cama. Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar su mente. Sentía el peso de todo lo que había pasado, y aunque había prometido a Chaeyoung que enfrentaría sus sentimientos, no era fácil sacarse el miedo de encima. Cada pensamiento parecía llevarla de vuelta a la preocupación de arruinar no solo su relación personal, sino también la profesional.
Unos toques suaves en la puerta la sacaron de sus pensamientos. Se levantó lentamente, sin saber qué esperar al otro lado.
— ¿Quién es? — preguntó con un tono cansado, aunque intuía quién podría ser.
— Soy yo — la voz de Chaeyoung sonó baja desde el otro lado de la puerta. — ¿Puedo pasar?
Mina vaciló un segundo, pero luego abrió la puerta. Chaeyoung estaba allí, con una expresión mezcla de duda y esperanza. Sin decir una palabra, la menor entró en la habitación.
Ambas se quedaron de pie en medio del cuarto, sin saber exactamente cómo empezar. El silencio que las envolvía era pesado, pero no incómodo. Había algo en sus miradas que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar en ese momento.
— Solo... quería asegurarme de que estabas bien
— comenzó Chaeyoung, rompiendo el silencio.
Mina asintió, pero no pudo evitar sentir cómo su corazón latía más rápido al verla allí, de pie frente a ella, tan vulnerable y al mismo tiempo tan fuerte.
— Estoy bien. Bueno... — corrigió, sonriendo débilmente. — Estoy tratando de estarlo.
Chaeyoung se acercó un poco más, sus ojos buscando los de Mina. Quería decir muchas cosas, pero temía que cualquier palabra pudiera deshacer el pequeño avance que habían logrado.
— Sé que no es fácil — dijo finalmente. — Y no quiero que te sientas presionada, Mina. Si esto es demasiado, lo entenderé.
Mina negó con la cabeza, sintiendo la urgencia de aclarar lo que realmente sentía.
— No es que sea demasiado, Chaeyoung. Es que... no quiero hacerte daño. No quiero arruinar lo que tenemos. Sé que ambas lo deseamos, lo que pasó anoche lo demuestra, pero... también tengo miedo de que se salga de control.
Chaeyoung suspiró, acercándose aún más hasta que solo unos centímetros las separaban.
— Anoche fue... — hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras correctas. — Fue algo que ambas quisimos. Y no me arrepiento de nada. Pero no quiero que sigamos caminando en círculos, fingiendo que no pasó o que no queremos que pase de nuevo.
Mina miró a Chaeyoung a los ojos, sintiendo la intensidad de sus palabras. Había algo en su mirada que la hacía querer ser completamente honesta. Se acercó lentamente, hasta que sintió la calidez del cuerpo de Chaeyoung. Tomó sus manos con cuidado, como si el más mínimo movimiento pudiera romper ese delicado equilibrio entre ellas.
— No quiero que finjamos más — murmuró Mina. — Solo... tengamos paciencia. De a poco, paso a paso.
Chaeyoung asintió, y en un gesto inesperado, se inclinó hacia ella y dejó un suave beso en la mejilla de Mina. Era un gesto simple, pero lleno de promesas. Ambas sabían que las cosas no se resolverían de un día para otro, pero también sabían que, al menos, estaban dispuestas a intentarlo.
— De a poco — repitió Chaeyoung, con una pequeña sonrisa en sus labios. — No tienes que enfrentarlo todo de golpe.
Mina sonrió y, por primera vez en días, sintió un pequeño alivio. Las cosas no estaban completamente bien, pero al menos habían dado un paso adelante.
Al día siguiente, las chicas recibieron una noticia inesperada: su próxima actividad había sido cancelada por problemas de logística, y tenían el resto del día libre. Al principio, todas pensaron que sería un momento de alivio, pero la tranquilidad fue interrumpida cuando, apenas unas horas después, recibieron un mensaje urgente de su manager.
— Chicas, lamento informarles, pero hubo un problema en el hotel — la voz del manager se escuchaba tensa en el altavoz. — Al parecer, hubo una fuga de agua en varios pisos y necesitamos que desalojen sus habitaciones temporalmente.
— ¿Qué? — exclamó Jihyo, claramente alarmada. — ¡Pero si apenas estamos comenzando a relajarnos!
— Lo siento mucho — continuó el manager.
— Estamos trabajando para solucionar el problema lo antes posible, pero necesitarán volver al autobús. Los llevaremos a otro hotel por el momento.
El caos no tardó en instalarse entre las chicas. Algunas comenzaron a empacar apresuradamente sus cosas, mientras otras simplemente se quejaban en voz alta. Jeongyeon y Dahyun, en particular, estaban especialmente molestas, mientras Momo y Tzuyu intentaban encontrarle el lado positivo.
Mina, por su parte, trató de mantener la calma. Mientras recogía sus cosas, sus pensamientos seguían girando en torno a Chaeyoung. La noche anterior había sido un pequeño respiro en medio de todo, pero ahora, con el caos a su alrededor, se sentía nuevamente en un terreno inestable.
Chaeyoung, que estaba en la habitación contigua, apareció en la puerta de Mina justo cuando esta estaba guardando sus últimas pertenencias. La miró, con una expresión entre cansancio y resignación.
— ¿Lista para otro cambio repentino?
— preguntó Chaeyoung con una sonrisa forzada.
Mina asintió, tratando de mostrarse tranquila.
— ¿Alguna vez estamos realmente listas para esto? — respondió, tratando de aligerar el ambiente.
Ambas salieron juntas de la habitación, llevando sus maletas hacia el ascensor donde el resto del grupo ya estaba esperando. Aunque el caos reinaba a su alrededor, había algo reconfortante en saber que, al menos entre ellas, las cosas estaban comenzando a sanar, aunque fuera lentamente.
Cuando finalmente llegaron al autobús que las llevaría al nuevo hotel, Mina y Chaeyoung se sentaron juntas, algo que no había sucedido en días. A pesar de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, el simple hecho de estar una al lado de la otra, sin presiones, era suficiente por ahora.
El viaje hacia el nuevo hotel fue tranquilo, pero ambas sabían que lo más difícil aún estaba por venir. La tensión entre ellas no había desaparecido del todo, pero al menos estaban en el camino correcto, dispuestas a enfrentar juntas lo que fuera que viniera después.
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