ఌ | Capítulo 4
Las chicas subían de una en una al bus que las llevaría a la estación de radio. Había un aire de tranquilidad entre todas, ya que la jornada anterior había sido intensa y les aguardaba otro día lleno de compromisos. Mina subió al autobús después de sus compañeras, y justo cuando estaba buscando un asiento vacío, sintió una mano ligera en su hombro.
— ¿Me puedo sentar contigo, Mina unnie?
— preguntó Chaeyoung, su voz suave pero cargada de una expectativa que Mina no pudo evitar notar.
Mina titubeó un momento antes de responder, sus pensamientos aún atrapados en lo que había ocurrido la noche anterior.
— Lo siento, Chaeyoung, pero prefiero ir sola. Capaz duerma y no quiero incomodar a la persona que vaya a mi lado. ¿No te molesta?
— respondió Mina con una sonrisa nerviosa, tratando de sonar casual.
Chaeyoung la miró por un momento, procesando la respuesta. Sabía que algo estaba mal, pero no quería forzar la situación.
— Para nada... Me sentaré con Nayeon unnie
— respondió finalmente con una sonrisa, pero Mina pudo notar la incomodidad tras esa expresión.
Mientras Chaeyoung se alejaba para sentarse con Nayeon, Mina dejó escapar un suspiro silencioso y se dejó caer en su asiento. El recuerdo de lo que había sucedido entre ambas la noche anterior la consumía. Jamás en su vida pensó que llegaría a tener una conexión tan íntima con una compañera de su grupo, y mucho menos con Chaeyoung. Sentía que había cruzado una línea y no sabía cómo volver atrás.
Se repetía a sí misma que había sido algo del momento, algo que simplemente se descontroló, pero entonces, ¿por qué se sentía tan nerviosa y culpable ahora? La idea de intimar con una amiga y compañera de grupo no dejaba de parecerle mal, confuso, y terriblemente complicado.
Chaeyoung se acomodó en su asiento junto a Nayeon, pero sentía el peso de las palabras no dichas entre ella y Mina. No podía quedarse tranquila, así que, después de unos minutos de silencio incómodo, decidió enfrentarla. Se levantó de su asiento y volvió al lado de Mina.
— Unnie, ¿te pasa algo? — preguntó Chaeyoung en voz baja, tratando de no llamar la atención del resto. — Has estado muy distante... en especial conmigo.
Mina tragó saliva, sintiendo la presión creciente de la conversación inevitable.
— Chaeyoung...— murmuró, sin saber realmente qué decir.
— Mina unnie, ¿qué somos exactamente?
— interrumpió Chaeyoung, inclinándose un poco más hacia Mina, su voz llena de vulnerabilidad. — Anoche no solo nos besamos... fuimos más allá, y lo sabes. Ambas quisimos hacerlo, ambas deseamos lo que pasó. No podemos simplemente ignorar eso.
Mina apartó la mirada, incapaz de sostener el peso de esas palabras. Sabía que Chaeyoung tenía razón. Habían cruzado una línea mucho más allá de un simple beso; se dejaron llevar por el deseo y la cercanía, por la intimidad que las había envuelto en ese cuarto de hotel. Sabían lo que estaban haciendo, y ninguna de las dos intentó detenerse. Eso lo hacía todo más real, más difícil de ignorar.
— Chaeyoung, yo... — Mina dudaba en cómo continuar. Sabía que estaba haciendo daño, que estaba evadiendo lo que ambas habían sentido, pero el miedo al cambio y las consecuencias la paralizaban — ¿Qué somos nosotras?
— Eso quiero saber yo, Mina — respondió Chaeyoung, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación — Amigas. Compañeras de grupo. Hermanas... eso no es suficiente para describir lo que pasó entre nosotras anoche
— comentó con una tristeza notable en su voz.
— Pero las amigas no hacen lo que tú y yo hicimos ayer, y lo sabes — continuó Chaeyoung, su voz suave pero cargada de dolor. — No sé cómo puedes estar actuando como si nada hubiera pasado, cuando todo fue tan real, tan... intenso.
Mina cerró los ojos por un momento, sintiendo la presión de la culpa y la confusión apoderarse de ella.
— Fue algo del momento, Chaeng. Haz como si nada hubiera ocurrido — mintió, aunque la mentira le doliera a ella también.
Chaeyoung no pudo evitar sentir cómo su corazón se rompía un poco más con esas palabras.
— Pero... — intentó argumentar, pero Mina la interrumpió rápidamente.
— Amigas, Chaeng. Amigas. Eso somos — sonrió, aunque su propia sonrisa se sentía forzada.
Chaeyoung dejó escapar un suspiro profundo, y aunque su rostro trataba de mantener la compostura, su interior estaba completamente destrozado.
— De acuerdo — dijo finalmente, con una sonrisa forzada que apenas disimulaba su dolor. — Me iré a mi asiento.
Se levantó del lado de Mina y caminó hacia el pasillo, pero en lugar de volver a su asiento, caminó hasta la parte trasera del bus, donde se escondió en el baño. Cerró la puerta con fuerza y se dejó caer al suelo, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a caer.
Sana, quien estaba sentada unas filas atrás y había escuchado parte de la conversación, decidió intervenir. Se levantó y se acercó al asiento de Mina, cruzando los brazos con una expresión de reproche.
— ¿Qué carajo, Myoui Mina? ¡Eres la más idiota de las idiotas! — la reprendió Sana.
— Perdonen que me meta, pero Sana tiene razón — añadió Nayeon, que también había captado lo sucedido. — Si sigues así, la perderás y te costará recuperarla, Myoui.
— ¡Ya lo sé, me puse nerviosa! — exclamó Mina en un susurro angustiado, pero ambas sabían que el daño ya estaba hecho.
Mientras tanto, en el baño del bus, Chaeyoung lloraba en silencio. El frío y pequeño espacio parecía encoger aún más su corazón roto. Sus lágrimas caían sin control, mientras se abrazaba las rodillas, buscando un consuelo que no llegaba. El silencio del bus hacía que sus sollozos fueran lo único que resonaba en sus oídos.
Nadie sabía que una pelinegra estaba en ese momento llorando con el corazón destrozado.
Mina permanecía en su asiento, mirando hacia la ventana, intentando calmar la tormenta emocional que se había desatado en su interior. Sana y Nayeon tenían razón; había lastimado a Chaeyoung, alguien que significaba mucho más para ella de lo que estaba dispuesta a admitir en ese momento. Pero el miedo a perder la estabilidad del grupo, la relación que tenían todas y con los fans, la hizo actuar con cobardía.
Las palabras de Chaeyoung seguían resonando en su cabeza, repitiéndose como un eco doloroso: "Pero las amigas no hacen lo que tú y yo hicimos ayer"
Sabía que era verdad. Sabía que lo que sentía por Chaeyoung iba más allá de la amistad, pero el temor al qué dirán, a las consecuencias, la mantenía atrapada en una red de dudas y negaciones.
Mientras tanto, Nayeon, con la paciencia de una hermana mayor, se inclinó hacia Mina y le dio una palmada suave en la espalda.
— Mina, lo que sea que estés sintiendo, debes ser honesta contigo misma antes de que todo empeore. No es justo para ti ni para ella — dijo Nayeon con calma.
— Lo sé... — murmuró Mina. — Pero es difícil...
Sana asintió con comprensión, pero su mirada seguía firme.
— Claro que es difícil, pero lo que realmente importa nunca es fácil. Si sigues huyendo, Chaeyoung también huirá, y te quedarás con un vacío mucho más grande que este.
Mina permaneció en silencio, procesando lo que ambas le habían dicho. Sabía que tenían razón. Tenía que enfrentar sus propios sentimientos, no solo por el bien de Chaeyoung, sino por su propio bienestar emocional. Lo que había comenzado como una relación de amistad ahora había evolucionado, y negarlo no haría que todo volviera a la normalidad.
Finalmente, después de varios minutos de reflexión, Mina se levantó lentamente de su asiento.
— Tengo que hablar con ella — dijo, más para sí misma que para las demás.
Sana y Nayeon intercambiaron una mirada cómplice, satisfechas de que finalmente Mina estuviera dando el primer paso.
Mina caminó por el pasillo del bus hasta el baño, donde sabía que Chaeyoung se había escondido. Se detuvo frente a la puerta, su mano temblando ligeramente antes de llamar suavemente.
— Chaeyoung... ¿puedo entrar?
Al principio no hubo respuesta, pero después de unos segundos, escuchó el clic del cerrojo. Chaeyoung abrió la puerta apenas un poco, sus ojos rojos por las lágrimas, pero dejó que Mina entrara.
Mina cerró la puerta detrás de ella y se inclinó para abrazar a Chaeyoung, quien se aferró a ella con fuerza, dejando que las lágrimas fluyeran una vez más.
— Lo siento... — susurró Mina, con la voz quebrada. — Fui una cobarde.
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