ఌ | Capítulo 16
La fiesta había terminado, pero el eco de la música seguía resonando en la mente de Mina. Había estado bebiendo más de la cuenta, el vino tinto desdibujando los límites de su razón. Con cada sorbo, se había sentido más liberada, más atrevida. Ahora, en la soledad de su habitación, el arrepentimiento comenzaba a calar en su pecho, recordándole la pelea que había tenido con Chaeyoung.
"¿Qué hice?" pensó, mientras intentaba encontrar el equilibrio para levantarse. La imagen de Chaeyoung, con los ojos llenos de decepción, la atormentaba. Había cruzado una línea, y eso la hacía sentir como si se estuviera ahogando.
Decidida a arreglar las cosas, se puso de pie, tambaleándose un poco, y se dirigió a la habitación de Chaeyoung. Pero antes de llegar, alguien la detuvo.
— ¿Que piensas hacer ahora, Mina? ¿No crees que ya hiciste suficiente? — Dahyun habló, claramente molesta.
— Dub... yo lo siento... — murmuró Mina.
— Se que arruine las cosas, yo sé que actúe mal, pero si soy sincera... no sé que me ocurrió.
Dahyun cruzó los brazos frente a Mina, bloqueando el camino hacia la puerta de Chaeyoung. Su mirada era firme, dura, cargada de una decepción que Mina sintió como un golpe en el pecho.
— ¿No sabes qué te ocurrió? — repitió Dahyun con sarcasmo. — Mina, ella te dio todo. ¿Y tú? ¿Solo decides romperla porque no sabes cómo lidiar con tus propios sentimientos?
Mina apretó los labios, sintiendo el peso de sus palabras. — Lo sé, Dahyun... No tienes idea de cuánto me odio por eso.
— ¿De verdad lo sabes? — Dahyun dio un paso hacia ella, bajando la voz pero sin suavizar el tono. — Porque si lo supieras, no estarías aquí ahora mismo, después de lastimarla así.
— ¡Por eso estoy aquí! — Mina levantó la voz, con desesperación en los ojos. — Sé que no hay excusa, pero no puedo dejar que las cosas terminen de esta manera. ¡Tengo que explicarme, pedirle perdón!
— ¿Perdón? — Dahyun soltó una risa amarga.
— ¿Crees que eso lo arregla todo? Mina, ella está ahí adentro, destrozada, tratando de recomponerse después de lo que le hiciste. Y yo... yo no voy a dejar que vuelvas a entrar solo para destrozarla otra vez.
Mina sintió un nudo en la garganta, pero no retrocedió. — No voy a lastimarla, Dahyun. Solo quiero que me escuche.
— Y si no quiere escucharte, ¿qué? — Dahyun la miró con desafío. — ¿Vas a obligarla? Porque te recuerdo que esta vez, tú no tienes el control.
— Por favor, Dahyun... — susurró Mina, casi inaudible. — Déjame intentarlo.
Antes de que Dahyun pudiera responder, una voz apagada se escuchó desde el interior de la habitación.
— Dahyun... — Chaeyoung habló con un tono débil, casi tembloroso. — Déjala pasar.
Dahyun giró hacia la puerta, sorprendida, mientras Mina contenía el aliento.
— Chaeng... — Dahyun trató de razonar, su tono más suave ahora. — ¿Estás segura?
— Por favor... — susurró Chaeyoung desde el otro lado, con una tristeza que traspasó la puerta.
— No quiero escucharlas pelear. Solo déjala entrar.
Dahyun cerró los ojos con frustración, apretando los puños antes de dar un paso al lado, dejando el camino libre.
— Más te vale no volver a lastimarla, Mina
— murmuró con voz tensa antes de irse.
Mina se quedó frente a la puerta, con el corazón pesado, antes de girar la perilla y entrar, encontrándose con una Chaeyoung que parecía peor de lo que jamás había imaginado.
— Chaeyoung... — dijo, su voz un poco más alta de lo que había planeado. No hubo respuesta, pero Mina podía sentir la tensión en el aire.
La habitación estaba oscura, la única luz provenía de una lámpara tenue. Chaeyoung estaba sentada en la cama, sus ojos entrecerrados por la luz, mirándola con tristeza.
— ¿Qué quieres, Mina? — preguntó, su voz suave pero tensa.
Mina dio un paso adelante, sintiendo cómo el alcohol ardía en sus venas. Se acercó, dejándose llevar por el impulso.
— Solo quiero hablar... — comenzó, acercándose un poco más, sintiendo cómo el aire entre ellas se cargaba de una tensión palpable.
Chaeyoung la observó, el ceño fruncido, y Mina sintió que su corazón latía con más fuerza.
— No creo que sea un buen momento, Mina. Estás... — Chaeyoung hizo una pausa, como si buscara las palabras correctas. — Estás ebria.
— Sí, pero eso me hace más valiente — respondió Mina con una risa entrecortada, acercándose aún más, hasta que su rostro estaba a unos pocos centímetros del de Chaeyoung.
Chaeyoung la miró, sus ojos reflejaban preocupación, pero también una chispa de curiosidad.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó, su voz baja.
Sin pensar demasiado, Mina se inclinó hacia adelante, rozando sus labios contra el cuello de Chaeyoung. La piel de Chaeyoung era cálida, y el roce hizo que un escalofrío recorriera su espalda.
— Quiero pedirte perdón — susurró Mina, sus labios aún rozando la piel de Chaeyoung. — No debí haberte herido. No sé qué me pasó, estaba celosa... y asustada.
Chaeyoung se quedó quieta, la respiración entrecortada. Mina sonrió, sintiendo la conexión entre ellas.
— Déjame mostrarte cuánto lo siento — dijo, dejando que su aliento acariciara el cuello de Chaeyoung, sintiendo cómo la tensión se transformaba en algo más cálido y dulce.
Mina subió un poco más, rozando su nariz contra la de Chaeyoung, disfrutando de la cercanía. Se sentía audaz, casi atrevida, como si el vino le diera la fuerza que necesitaba para ser honesta.
Chaeyoung, atrapada entre el deseo y el miedo, finalmente dio un paso hacia adelante, pero Mina la detuvo, tomando su rostro entre sus manos.
— Solo... déjame ser la que te haga sentir bien, al menos por un momento — susurró, antes de acercarse un poco más, sus labios apenas rozando los de Chaeyoung.
Chaeyoung sintió que su corazón latía con fuerza, y aunque el dolor de lo que había pasado todavía estaba presente, no podía negar la atracción que sentía por Mina.
— No deberíamos... — comenzó a decir, pero las palabras se desvanecieron cuando Mina la besó suavemente.
El beso se volvió más intenso, y Mina se acomodó en el regazo de Chaeyoung, sintiendo cómo sus cuerpos se conectaban. Se dejó llevar por el momento, sintiendo que el mundo se desvanecía a su alrededor.
— Mina... — dijo Chaeyoung, con un hilo de voz, pero Mina la interrumpió al deslizar sus labios por su cuello nuevamente, dejando un rastro de pequeños besos.
— Solo quiero que sepas que te necesito, Chaeyoung. No quiero que pienses que no me importa. Eres todo para mí — declaró Mina, dejando que la sinceridad fluyera mientras sus manos buscaban el calor de la cintura de Chaeyoung. — Se que soy una cobarde y tienes razón en todo lo que dijiste antes, pero tenía miedo, miedo a ser juzgada por el resto.
Chaeyoung sintió un torbellino de emociones. Las palabras de Mina la atravesaban como cuchillos, pero también la llenaban de calidez. Con una sonrisa triste, tocó la cara de Mina.
— Pero esto no resuelve lo que pasó, Mina. Necesitamos hablarlo... — murmuró, pero sus palabras se perdieron en otro beso.
Mina se reía entre besos, sintiendo que cada roce la llenaba de una euforia que no podía resistir. El roce de sus labios se intensificó, y con cada beso, Chaeyoung parecía ir cediendo ante la fuerza de la conexión que había entre ellas.
Finalmente, después de un momento, se separaron, ambos respirando pesadamente, los rostros sonrojados.
— No sé si esto es lo que necesitamos — dijo Chaeyoung, su voz temblando entre la duda y el deseo.
Mina se mordió el labio, mirando a Chaeyoung a los ojos.
— Tal vez no, pero creo que es un buen comienzo — respondió, sonriendo de manera coqueta, desafiando a Chaeyoung con su mirada.
La tensión en la habitación era palpable, y aunque las palabras no se habían dicho completamente, ambos sabían que había algo más profundo entre ellas que solo un malentendido.
Chaeyoung tragó saliva, sintiendo cómo el deseo se mezclaba con el dolor. No estaba segura de hacia dónde llevaría esto, pero una parte de ella sabía que quería dejarse llevar por el momento.
— Está bien, pero prometeme que mañana hablaremos de esto de verdad — dijo Chaeyoung, y aunque su voz era seria, sus ojos brillaban con complicidad.
— Lo prometo — respondió Mina, acercándose una vez más, dispuesta a dejar que la conexión entre ellas se convirtiera en un nuevo comienzo.
Y así, entre risas y susurros, se dejaron llevar por la magia del momento, mientras la noche continuaba, envolviéndolas en un abrazo cálido y lleno de posibilidades.
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