X. Soledad
Diez años después.
Habían pasado ya diez años, diez años desde ese día donde todo había empezó, porque desde ahí había empezando el sufrimiento de Milo, fue así trascurriendo los años, Milo y Camus fueron creciendo, ambos tenían un aspecto diferente, Milo ahora tenía catorce años y Camus diez años. El cambio de Milo había sido demasiado, su cuerpo detonaba un poco más alto, esbelto y no marcado, su cabello bajaba por sus hombros de una manera alborotada, sin contar que su piel había cambiado un poco, sus ojos zafiro y rasgos juveniles le hacía verse muy guapo, pero algo pasable para las chicas ya que lo veían como el chico solitario que siempre molestaban, además de que había veces que se le veía usando lentes de descanso. El pequeño Camus había crecido, era un poco mas alto, pero no mas que su hermano, su cuerpo delgado un poco formado, de una cintura pequeña y caderas anchas, sus ojos enormes y de un color amatistas, sin contar que su lacio cabello llegaba por debajo de su espalda, sus piernas eran largas y torneadas sin contar que su piel era tan blanca como una muñeca de porcelana. Para su edad Camus era muy hermoso y tenia buen cuerpo, todos quedaban encantados con la figura de Camus, el galo era muy popular en la escuela las chicas se morían por él, más el prefería estar con su mejor amigo Surt. Camus era el chico popular serio y frio además de su inteligencia que era como de universitario, más muchos morían por ser su amigo mas este era distante, mientras que Milo solo se conocía como el chico solitario hermano del chico mas popular e inteligente de la escuela.
Todos estos años no habían sido fáciles para él, sus padres siempre le restregaban en la cara que Camus era mejor que él, era horrible lo hacían sentir muy mal. Su abuelo Krest había muerto después de que Camus cumpliera un año, para el fue muy duro la perdida de su abuelo ya que lo quería demasiado, se mantuvo triste unos meses. Después de que entrara a primero de primaria en la escuela fue peor de lo que espero, estuvo solo y conoció a tres personas que empezaron a molestarlo y hacerle la vida imposible, que hasta ahora lo siguen haciendo, Milo nunca se demostró débil ante ellos, pero en su soledad se derrumban en llantos, sus heridas repartidas en toda su piel, nunca faltaba que llegara con heridas a su casa, más sus padres ni cuenta se daban o atención le prestaban, solo lo pasaban por alto, mientras que el en su habitación era una tormenta, lloraba en silencio, sus heridas cada día eran mas profundas que las anteriores, su escuela era un tormento, cada día tenia que luchar por mantenerse de pie, los insultos no faltaron por parte de sus compañeros ni mucho menos los golpes, las criticas y las miradas de asco que le echaban por culpa de esos tres, se había convertido en el juguete de su escuela, que podían venir y lastimarlo sin piedad o previo aviso. Desde que su mejor amigo se fue del país la había pasado tan solo, nadie nunca se quiso hacer con él y los malos comentario de que era un niño raro hacia que todos se alejaran más de él quedando solo. Siempre teniendo miedo de pasar por esos pasillos con su mirada baja mientras las risas quienes lo veían no faltaban, aun recordaba como los conoció, a esos tres que hasta ahora le hacían la vida un infierno.
[~🍎❄️🍎~]
Milo estaba en una banquita solo, estaba apartado de los demás niños, nadie quiso acerca a él, aunque intento tener amiguitos no pudo, se sintió bastante triste, no le gustaba la idea de estar solo. Con su mirada baja solo mirada sus piecitos moverse, hasta que alguien le hablo llamando su atención.
—Hola pequeño —saludo una voz que no conocía, alzo su vista encontrándose con tres chicos un poco más mayores que él, la persona que lo había saludado tenia el cabello color azul al igual que sus ojos, los otros dos que estaban con él, uno tenía los cabellos celestes y ojos del mismo color que su cabello, y el otro tenia los cabellos verdes oscuros al igual que sus ojos, era raro que aquellos niños más grandes que él le estuvieran hablando. Tímidamente les respondió.
—Holas... —respondió algo tímido.
— ¿Como te llamas pequeño?, ¿Porque tan solo? —pregunto el mismo peli azul, el pequeño lo miro un poco mas tímido, el mayor le regalo una sonrisa para brindarle confianza.
—Me llamo Milo... Y estoy solo porque no tengo amiguitos... —respondió un poco bajo, mas los mayores le habían entendido bien.
—Ohh que lindo nombre Milo, me presento mi nombre es DeathMask el chico peli celeste de aquí es Afrodita y el otro de aquí es Shura, así que te encuentras solo, ¿Quieres hacerte con nosotros pequeño? —sonrió, Milo se sorprendió un poco era el primero que le pedía eso, sonrió de la misma manera que el mayor.
—Siii —se sentía emocionado, por fin tendría amiguitos o eso creía.
—Bien Milo, entonces ven, vamos por ahí a jugar —dijo quien el pequeño afirmó gustosamente para seguirlos.
Había pasado semanas y con ellos los meses en los que Milo ya no se sentía solo en el colegio, la pasaba bien con sus nuevos amigos, ellos siempre lo cuidaban y lo protegían, el pequeño bichito se sentía bien, más en su casa era un poco distinto, Camus ya estaba aprendiendo hablar bien y eso daba que sus padres lo ignoraran aún más, sus amigos siempre levantaban los ánimos sacándoles risas y obligándolo a jugar cuando no quería. Hasta ese horrible día en que descubrió en desconfiar de todos.
Ese día era como cualquier otro, el pequeño no aguantaba las ansias que lo consumían en salir al descanso, ya que estaría con sus amiguitos y les había traído algo para ellos, cuando sonó el timbre no duro ni un segundo en salir pitado del salón en búsqueda de ellos. Se había demorado un poco en encontrarlos, pero por fin les había hallado, como sus piernitas lo dejaban corrió hasta ellos quienes le daban la espalda al pequeñín, cuando esté llegó hasta ellos dio un pequeño respiro para hablar y poder llamar la atención de los mayores.
—Chicos, chicos, miren les traje estos dulces y unos juguitos que mi mami me dio, vamos a tomarlos donde siempre comemos —sonrió, más estos aún le seguían dando la espalda—. ¿Chicos?... —DeathMask fue el primero en reírse, el pequeño se sintió confuso, los tres mayores se giraron a verlo con una sonrisa maliciosa y burlona.
—Jum, y piensas que iremos a comer eso contigo y esos juguitos de cajita para niños. Ja, no me hagas reír —había estallado en risa, el pequeño aún se sentía confuso más intentaría convencerlos.
—Oh, entonces podemos comernos los dulces no hay problema —sonrió, los tres se echaron a carcajadas, el pequeño se empezó a sentir un poco incómodo y río un poco con ellos.
—Mira Milo, no haremos eso contigo —hablo el peli celeste tomando uno de los juguitos que el pequeño traía para abrirlo—. Eres bastante inocente para creer eso... —sonrió con malicia para tomar la cajita de juguito y empezó a esparcirlo por todo el cabello del menor.
El pequeño había dejado caer todo lo que traía en sus manos mientras intentaba entender que estaba pasando, los tres chicos se empezaron a reír al ver al pequeño todo mojado, no obstante, los otros dos se les unieron al peli celeste al hacerle lo mismo al pequeño con las otras cajitas con dicho liquito para regárselo encima de su ropa. El pequeño quería llorar y solo bajo su miraba mientras tomaba su ropita con fuerza, los chicos notaron eso y se burlaron de él, los demás niños miraban como el pequeño niño de cabellos morados estaba empapado.
—Oh miren va a llorar, que nena eres —lo tomo de sus cortos cabellos haciéndole daño al pequeño que suplicaba que lo soltaran, el mayor le importaba menos si lo lastimaba o no, con sus otros cómplices comenzaron a pegarle tirándole esos pegajosos dulces a su ropita, jalándoles de sus cabellos y lastimándolo, los demás niños eran apoyando a los mayores para que siguieran así con el pequeño. Milo había empezado a llorar Death lo estaba golpeado muy fuerte mientras que Afrodita lo estaba arañando muy profundo con sus largas uñas y Shura lo estaba apretando muy fuerte para que no pudiera escapar de ellos. Cuando toco el timbre todo mundo se quedó quieto hasta los agresores del menor.
—Te salvaste del timbre idiota, para mañana no saldrás de esta, ¿Me oíste? —escupió en su pequeña carita lastimada, todos se empezaron a reír de él, no pudo más y como pudo salió corriendo de ahí mientras los demás no dejaban de burlarse de él.
No había entrado a clases se había escondido detrás de la escuela a llorar, su pequeño cuerpecito estaba muy lastimado, se sentía herido, había confiado plenamente en ellos y solo se burlaron de él y lo lastimaron, ya no confiaría más en la gente, ahora su mente pensaba que toda la gente era muy mala, no quería volver a la escuela, no quería volver nunca.
Tras ese día Milo ya no confiaba en nadie, día a día era lo mismo los tres venían a golpearlo o a burlarse de él, y como si fuera poco ya toda la escuela sabía qué clase de niño era, todos lo creían un niño busca problemas y raro, sus padres nunca le creyeron que ellos eran los que siempre lo amenazaba con golpearlo y lo hacían, más fácil les creyeron a ellos tres que solo decían mentiras de Milo a los padres del pequeño, quienes se sentía bastante decepcionados y enojados con él. Cada día fue igual, un infierno una odisea que no sabía cómo salir de ella, había dos opciones, seguir de pie y vivir o dejar de seguir y caer ante la muerte, pero hasta el mismo tenía miedo de ambas opciones que lo atormentaban cada noche en su habitación.
[~❄️🍎❄️~]
Una vida dura que solo él vivía, aún que los años pasarán las cosas se volvían peor cada día, no le gustaba la idea te tratar con su hermano, no era ni capas de mirarlo, siempre traía consigo mismo una cara de amargura y tristeza, sus ojos que solían ser brillantes estaban apagados, Milo no demostraba felicidad alguna, su mirada era inexpresiva, con esos ojos azulados que más bien estaban apagados como si no tuviera vida. No tenía con quién contar siempre estuvo solo, bueno, tenía a sus abuelos Zaphiri y Ecarlate más estos se mantenían en viajes de negocios y eso lo hacía sentir aún más solo. Su soledad era su única compañía, donde sabia todos sus secretos, cada noche antes de llegar de la escuela se encerraba en su habitación a hacerse daño, Milo se cortaba los brazos y piernas, se odiaba así mismo, odiaba su cuerpo, dejó de comer tantas veces que estaba bastante flaco y un poco pálido, siempre con ojeras en su mirada de trasnochar todas las noches en llantos innumerables, sus ojos se estaban secando de tanto derramaba lágrimas, varias veces intento suicidarse con una navaja, pero el miedo siempre lo inundaba cuando tenía la punta de esa filosa arma lo hacía arrepentirse, lo único que podía ser era menospreciar su cuerpo, algunas veces tomaba pastillas para dormir, siempre con la intención de tomar muchas, más solo podía tomar solo una por el miedo que lo inundaba después, el solo quería dormir para siempre y saber que nunca despertaría, en sus sueños se sentía más seguro y feliz, pero siempre cuando despertaba la realidad era otra, vivir luchando por algo que para él no tenía sentido, solo deseaba con todo el corazón desaparecer y no a ver nacido, por qué sus padres alguna vez se lo desearon y estaba seguro que cumpliría esas palabras tan hirientes que le quemaban por dentro, decían que era un amargado sin sentimientos, pero él los tenis y sentía cada minuto como pedazos de el moría.
La vida no siempre es fácil para algunos, algunos habían nacido con el destino de sufrir y él era uno de ellos que pensaba igual que aquellas personas que se tiraron por el mismo abismo que durante años intento tirarse, pero por el miedo nunca lo hizo.
[❄°🍎]
Buenas, buenas, en la historia ya han pasado diez años en los cuales Krest murió en el primer año de Camus, en el trascurso de tiempo Milo empezó a ver la vida diferente y ahora es una tormenta, el pobre chico es depresivo y eso lo causa lo que está viviendo en su alrededor que es un mundo toxico en sí.
Se que la historia va a hacer de aquí en adelante un poco mas pesada en referencia a crueldad hacia el personaje principal cuyo papel ocupa Milo.
Antes en la edición pasada de la historia muchas comentaron que esta historia hace llorar por su trama y crueldad hacia un personaje que empezó viviendo todo bien y termino en un desastre total.
Espero que entiendan y sepan comprender la historia y pues que la disfruten como siempre si las hacen llorar o sufrir, mi idea es demostrar un papel que yo he vivido en algunos casos que se han visto en la historia y más en la adolescencia.
¿Qué le habrá pasado al pobre bichín en los 10 últimos años?
Pues descúbranlo en el próximo capitulo de violadores extremos, digo digo, me equivoque de libro ( ͡° ͜ʖ ͡°)
Los estoy leyendo <3
—AzakaAcha
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