Just a nightmare
Eran ya varios los días en los que Akaashi se había estado comportando de manera algo... distante con Bokuto, y por consecuente, su moral feliz y usualmente despreocupada se hallaba bastante por debajo a como solía estarlo.
Ya no había besos al despertar en las mañanas para darse los buenos días, ni tampoco en la noche antes de irse a dormir. A decir verdad, no los había a ninguna hora del día.
Tampoco recibía una bienvenida cuando regresaba a casa tras haber finalizado sus entrenamientos usuales con los chicos del MSBY, ni un simple «hola» o «¿cómo te ha ido?» salía ya de sus labios.
Llevaban viviendo juntos casi un año entero, pues eran novios desde hacía cinco, por lo que decidieron que ya era hora de dar un paso de mayor importancia como lo era el establecerse juntos. Al menos de una manera "temporal" ─además, les salía más rentable mantener un apartamento entre dos que uno solo─, hasta que se sintiesen lo suficientemente preparados como para decidir si marcar de manera oficial un para siempre entre ellos.
Aunque ahora, era como si Kōtarō volviese a vivir solo.
Keiji estaba allí también, claro, al fin y al cabo seguían durmiendo en la misma cama y comiendo en la misma mesa; pues convivían en ese mismo piso, el cual para colmo era algo reducido en cuanto a espacio se refería. Pero... hasta Bokuto era lo suficiente atento como para darse cuenta de que algo no estaba marchando del todo bien en su relación.
Y eso le frustraba demasiado.
Apenas hablaban, ni tan siquiera para contarse sus anécdotas rutinarias o cualquier otra cosa que les surgiese a lo largo del día. Los mimos y palabras cariñosas entre ellos habían ido desapareciendo poco a poco hasta acabar por ser nulos, como si estos desde un principio hubiesen sido inexistentes. Incluso ahora las comidas, las cuales eran de esos pocos momentos donde podían charlar y olvidar por un momento sus quehaceres de la vida adulta, se habían vuelto increíblemente incómodas y silenciosas a pesar de los continuos intentos de Kōtarō por sacar un tema de conversación o conseguir que el muchacho riese como antes solía hacerlo con alguna de sus espontáneas ocurrencias.
Pero ahora era como si la mente de Akaashi se encontrase por completo en otro lugar, uno lejano al suyo, tal vez demasiado, al que parecía querer escabullirse constantemente. Como si la presencia de Bokuto en verdad le incomodase.
Había hasta veces en las que el mayor llegaba y la casa se encontraba sola. Akaashi ya no estaba allí para cuando él regresaba, y eso era algo que se le hacía sumamente extraño teniendo en cuenta que antes por lo general solía ser Keiji quien llegaba primero debido a que en las tardes continuaba trabajando desde casa.
Bokuto siempre era ahora el primero en llegar, solo para encontrarse con ese lugar solitario nublado de oscuridad, carente de ese clima venturoso que antes lo engullía nada más poner un pie en la entrada, sustituido ahora por ese nuevo ambiente que quedaba lejos de poder ser considerado como el de un «hogar feliz».
Al principio Bokuto se mostró algo preocupado al no recibir ningún mensaje de Akaashi alertándolo sobre su inusual retraso, pero este último ni tan siquiera se molestó en responderle ni una de las llamadas que le dejaba con la única intención de preguntar por si hubiese ocurrido algo.
Al final terminó por acostumbrarse y dejó de insistir.
Para cuando Keiji volvía era tarde, en ocasiones incluso había cenado ya, o alegaba no tener hambre, pero el caso era que a Bokuto le tocaba acabar cenando solo a pesar de haber estado esperando el regreso del otro para que así pudiesen hacerlo juntos.
Aquello acabó por convertirse en una rutina diaria, y entre esa soledad que empezaba a hacerse presente, su cabeza comenzó a reflexionar acerca de si todas aquellas excusas que Akaashi le ponía no serían más que un pretexto inventado para no pasar tiempo con él.
Pero, ¿y a qué se debía ese distanciamiento repentino?
Que él recordase no había hecho nada malo, o al menos nada que pudiese haber herido o molestado de esa forma tan grave al contrario.
¿Por qué razón entonces se estaba comportando de esa manera tan fría?
Bokuto no lo entendía, y el no poder comprenderlo solo lograba hacerlo sentir inútil, algo culpable, y también notablemente apagado.
No quería que esa persona a la que tanto amaba estuviese enfadada con él, menos aún por un motivo que desconocía. Solo deseaba volver a pasar tiempo con Keiji, hacer todo lo que estuviese a su alcance para reír como antes lo hacían o poder besarle otra vez para así, quizá, escucharlo decir de nuevo que le amaba.
Añoraba esa felicidad insaciable que meses atrás había experimentado cuando estaba junto a él, pues ahora, hasta el irse a dormir le angustiaba. Era doloroso el ver cómo a pesar de estar en la misma cama, cada uno estaba vuelto hacia el lado contrario para así no tener que verse las caras.
Y en esas noches terriblemente largas y desapacibles, una duda empezaba a carcomer su mente.
«¿Akaashi se habría aburrido de él?»
Porque no encontraba otra explicación a ese alejamiento carente de sentido, y necesitaba una razón; algo que aclarase aquel malentendido o lo que quisiera que fuese, así que hubo una tarde en la que ya no pudo seguir conteniendo dentro aquella incertidumbre, y aprovechando que Keiji no había salido esa tarde, se atrevió a hablar:
—Oye, Akaashi...
—¿Sí?
—Verás, me he estado preguntando algo... ¿dónde has estado yendo todos estos días?
Notó cómo el pelinegro enseguida se tensó un poco, deteniéndose de teclear para levantar la mirada de la pantalla.
Por primera vez en muchos días le miró directamente a los ojos.
—¿Para qué quieres saberlo?
—Bueno... —mordisqueó un poco la cara interna de su mejilla, no sabía bien el cómo decirle sin estropear aún más de lo que ya estaba la situación—. Si no quieres decírmelo no importa, es solo que como siempre llegas tarde ya apenas nos vemos, y la verdad es que yo...
Le habría gustado decir lo que de verdad estaba torturándolo, que se sentía solo, pero las palabras no querían salir de su boca aunque se lo ordenase, se quedaban estancadas en su garganta debido a ese pinchazo traicionero que le obligaba a mantenerse callado.
—Tenía algunos asuntos importantes.
—Oh, ¿del trabajo?
—No —respondió finalmente, aunque se lo pensó durante varios segundos—, no eran del trabajo.
—Entiendo.
El ambiente se había tornado incómodo de nuevo. Akaashi no añadió nada más y devolvió toda su atención al trabajo a pesar de que se había mostrado algo anonadado al principio, pues no esperaba que Bokuto le preguntase por la verdadera razón que lo había mantenido ocupado en esas semanas.
—¿Sabes? —el mayor volvió a romper el silencio. Sus labios curvaron el intento de una sonrisa, pero esta se estropeó a mitad del camino resultándole sin querer una mueca apenada—. No me gusta que estemos así. Siento que estás molesto conmigo por alguna razón, casi no hablamos, y ya ni siquiera hacemos cosas juntos como antes... —le tembló un poco la voz al pronunciar lo último, por lo que trató de disimularlo— ¡Es decir! Sé que tienes mucho trabajo y estás ocupado con cosas más importantes como para andar perdiendo el tiempo en tonterías, no quiero molestarte ni nada por el estilo, es solo que... te echo de menos a todas horas.
Su expresión solo emanaba tristeza y pesar mientras hablaba, carecía de ese brillo intenso que solo él desprendía. Su ánimo se había desvanecido por completo.
—Llevo queriendo hablar contigo sobre eso hace semanas —cerró entonces la pantalla del laptop, jugueteando un poco con sus dedos.
—¿De verdad?
—Sí. Lo he estado pensando muy bien en estos días y... bueno, me he dado cuenta de que ya no es igual que antes.
—Ya, yo también lo he estado pensando mucho —afirmó bastante más relajado ahora, pues a su punto de vista todo parecía indicar a que al fin iban a resolver aquel dilema—, ¡por eso quería que lo arreglásemos cuanto antes, Akaashi! ¿Qué es lo que he hecho mal? Puedes decírmelo, intentaré no volver a hacer nada que te moleste.
—No, no es eso, tú no has hecho nada malo.
—¿Entonces? —ladeó un poco la cabeza, de nuevo confuso— ¿Por qué ya no es igual que antes?
—No me refería a nuestra relación, o al menos no del todo... Me refería a cómo me siento yo.
Quedaron en silencio mientras la mente de Bokuto procesaba a qué se querría referir exactamente con esas palabras.
—¿A cómo... te sientes?
Asintió.
—Creo... creo que ambos sabemos que lo mejor sería que terminásemos, esto ya no está funcionando.
“Terminar”.
¿Cómo una simple palabra podía llegar a poseer el poder de romper en el acto un corazón?
—¿Pero, por qué? —la voz le volvió a temblar, mas esta vez no se molestó en ocultarlo— Si crees que algo no está funcionando siempre podemos intentar arreglarlo para que vuelva a funcionar de nuevo, puedo... podemos intentarlo. Pero, ¿qué es lo que he hecho mal para hacerte pensar así?
—No va a volver a funcionar —sonaba completamente seguro al pronunciar aquellas palabras—. Ya te he dicho que no has hecho nada malo, es simplemente que... los sentimientos en ocasiones cambian.
Se quedó callado, mientras era analizado fijamente por el de cabellos bicolor.
—¿Te has hartado de mí?
A él mismo le dolió pronunciar aquellas palabras tan directas, pero, ¿cómo no iban a lastimarle? Siempre había tenido esa dolorosa inseguridad habitando su cabeza, el qué pasaría si algún día acababa por desesperar a Akaashi. Bokuto era consciente de que podía llegar a ser algo enérgico de más a veces. Había madurado en varios aspectos respecto a cómo fue una vez en su adolescencia, pero su energía casi infinita era algo que aún preservaba, además seguía siendo muy parlanchín, y sabía perfectamente que aun cuando la mayoría lo consideraba como «un buen tipo», no todo el mundo estaba dispuesto a soportarlo por mucho tiempo.
Temía que alguna vez esa personalidad suya llegase a cansar hasta al propio Keiji.
Pero lo que acabó por romperle del todo fue el no recibir ningún refutamiento a su pregunta. Nada. En cambio, solo obtuvo una mirada de disculpa.
Una mirada que solo se podía interpretar como que, efectivamente, Akaashi se había terminado por aburrir de él.
Dio un respingo sobre el colchón.
Estaba sudando frío, su pecho subía y bajaba debido a su respiración errática, mientras que su corazón palpitaba con inusual fuerza, consecuencia de haber despertado de aquel horrible sueño.
Intentó moderar sus jadeos, mirando bien a su alredador a pesar de que todo estaba oscuro, dándose cuenta en el proceso de que se podía escuchar otra respiración más en aquel cuarto; una suave y relajada, al contrario que la suya. Dirigió entonces su mirada hacia el cálido cuerpo que descansaba a su lado, encontrándose con que Akaashi dormía prácticamente aprisionado entre sus brazos.
¿Significaba eso que, todo lo anterior, había sido una pesadilla?
Todo parecía indicar a que sí, pero aún así, se había sentido tan real que Bokuto necesitó cuestionarse durante unos largos segundos si verdaderamente habría sido tan solo eso, un mal sueño.
Hacía años que no había sufrido una pesadilla, menos aún recordaba haber despertado así de afectado en la noche alguna otra vez. Pero... es que había percibido la voz de Akaashi de una manera tan real que aún dolía.
Porque, ¿quién le aseguraba que algo como lo de aquella pesadilla no sucedería algún día? ¿Y si Akaashi quería que rompiesen? Después de todo, existía esa posibilidad de que en cualquier momento se llegase a cansar de él como pareja. Si había algo que sus compañeros de Fukurodani repitieron una y otra vez cuando aún iban a preparatoria, eso era la increíble e inagotable paciencia que debía de cargar ese pobre chico como para poder soportarlo todo el día, y aunque Kōtarō sabía de sobra que solo bromeaban, le fue imposible el evitar aumentar sus inseguridades respecto a ese tema.
¡Y no era como si estuviese dudando sobre si Akaashi lo amaba o no! Sabía que sí lo hacía, de lo contrario no estaría viviendo con él en esos momentos. Pero el temor porque alguna vez dejase de hacerlo, sumado a que no quería nunca resultar ser una carga para el chico, solo conseguían incrementar más y más sus temores.
Aunque pudiese sonar incluso algo egoísta de su parte, realmente no lo era, pues él era el primero que buscaba anteponer la felicidad de Akaashi ante todas las cosas, y si para poder conseguir esa felicidad debía de aceptar dejarlo ir con otra persona... Bueno, el tenía que estar dispuesto a aceptar su decisión aunque esta le doliese, no podía forzarlo. A pesar de que uno de sus más fuertes deseos era el ser esa persona que siempre le hiciese feliz, sabía que algún día podría dejar de serlo.
Antes de poder siquiera darse cuenta se le escapó un sollozo apenas audible, que fue acompañado por algunas lágrimas rebeldes que escaparon de sus ojos a pesar de haber intentado retenerlas. De manera instintiva apretujó a Akaashi más fuerte hacia él, como si temiese por que se desvaneciese en cualquier momento, mientras una mueca se dibujaba en sus labios en un intento por calmarse.
No quería molestarle con sus crisis en plena madrugada.
Sin embargo, ante este gesto ─tal vez algo bruto─ Akaashi despertó. Tras darse cuenta de que la presión que estaba medio afixiándolo únicamente se trataba de los brazos de su novio que le rodeaban por la espalda, cerró los ojos de nuevo con la intención de continuar durmiendo. Aún estaba demasiado adormilado como para mantener los párpados abiertos al completo. No obstante, cuando le pareció escuchar un quejido bajito tras de sí, se obligó a abrirlos de nuevo algo preocupado.
—¿Bokuto-san? —musitó ese apellido que a veces se le escapaba por costumbre, aun cuando ya llevaban el suficiente tiempo juntos como para llamarse por sus nombres de pila.
—Lo siento, te he despertado.
Antes de responderle se sorbió la nariz. Su voz se escuchó abatida, por lo que Akaashi pudo confirmar que efectivamente había estado llorando hacía apenas unos segundos.
Retiró uno de los brazos del mayor para poder voltearse de tal manera que quedase frente a frente con él. No podía verle debido a la oscuridad de la noche, pero acercó con cuidado su mano hacia las mejillas del contrario, limpiando algunas de las lágrimas que ya habían tomado carrera y bajaban por estas. En respuesta Bokuto volvió a sorber su nariz, atrayendo al chico hacia él en un abrazo.
Keiji se mantuvo unos minutos en silencio para así darle tiempo a relajarse, acariciando ligéramente su espalda con cuidado hasta que notó como poco a poco su respiración se iba acompasando.
—¿Por qué llorabas? —. Bokuto no respondió— ¿Tuviste una pesadilla?
—Sí, perdón, no quería molestarte.
¿Por qué razón se disculpaba tanto?
—No molestas —aclaró—, cualquiera puede tener un mal sueño. ¿Qué fue lo que soñaste?
Bokuto frunció los labios, pensándose bien el si contarle o no.
Es decir, Akaashi podía enfadarse, había soñado que lo dejaba, ¿podría interpretar eso como una especie de indirecta de que no confiaba en él? Bokuto estaba seguro de que eso no era así, pues confiaba plenamente en ese chico azabache desde hacía varios años ya, pero el otro tal vez podía entenderlo de la otra forma.
—No pasa nada si no quieres hablar sobre ello —lo tranquilizó. No iba a obligarlo, sabía por experiencia lo difícil que podía ser contar a alguien más sobre una pesadilla.
Subió su palma hacia uno de los cachetes todavía mojados del chico para comenzar a acariciarlo con sus dedos.
—He soñado que tú me dejabas —se decidió por confesar entonces, aún susurrando a pesar de que las únicas dos personas que residían en el apartamento eran ellos dos y se encontraban despiertos—. Te había terminado aburriendo, y por eso ya no querías estar más conmigo.
—¿Por qué ibas a aburrirme?
—Pues porque yo soy un poco pesado a veces —expresó con obviedad, sorprendiendo un poco al otro—. Y soy consciente de ello, solo que me sale sin querer, ¿sabes? En el momento no me paro a pensar en si mis ideas pueden llegar a cansarte alguna vez, o en si mis anécdotas tontas te están aburriendo. Y para colmo soy un egoísta, porque sabiendo como soy y que estoy lleno de defectos, no quiero que te alejes nunca de mí.
Aunque pareciese una tontería, si Bokuto temía aquello era porque ya había vivido anteriormente algunas situaciones similares. Le había sucedido en la escuela media, cuando salía con sus compañeros ─si es que se podían hacer llamar así─ del club a entrenar. Él empezaba a hablar y hablar sin parar, pensando que el resto le escuchaba; creyendo que realmente se estaban entreteniendo con lo que su boca soltaba sin maldad, pero para cuando se daba cuenta, estaba corriendo él solo.
Y no quería imaginar que algo similar pudiese ocurrirle con Akaashi, aun sabiendo con certeza que ese chico ni de lejos se comparaba a los chavales que le abandonaban en su niñez, le era inevitable el pensar a veces sobre que aquella posibilidad sí que existía.
Era mínima, sí, pero de todos modos existía.
—Bokuto-san, puedo afirmar que probablemente tú eres la persona menos aburrida que conozco —informó sonriéndole un poco aun cuando no podían verse bien—, una de las cosas que más me gusta de ti es tu personalidad, ¿por qué iba a aburrirme de ella entonces?
Se hallaba hablando con total sinceridad, la personalidad de Kōtarō era algo que amaba. Esa aura alegre y despreocupada conseguía hacer que se olvidase por momentos del resto de problemas ─y esos sí que eran aburridos─ que le surgían en el día, ese carácter puro y sin maldad definitivamente era la chispa que lograba mantenerlo alegre cada día y sacarle una sonrisa desde tempranas horas de la mañana.
—¿Lo dices en serio?
Su voz se escuchó tan conmovida que Keiji pudo sentir cómo su propio corazón se apretaba un poco. Pensaba que lo conocía a la perfección, sabía que había ciertas cosas que lo inquietaban o hacían sentir mal, sin embargo, jamás habría imaginado que Bokuto tendría de inseguridades como aquella atormentándolo.
—Muy en serio —asintió—, así que no te preocupes por cosas así, porque nunca van a pasar. No voy a dejarte.
El de ojos ambarinos, que aún retenía a Akaashi entre sus brazos, lo separó un poco para así acercar su rostro y emprender una búsquedad entre la negrura de la noche con destino a sus labios, rozándolos con cautela y dulzura cuando logró tantearlos.
—Gracias por todo —habló al ratito, cuando ya se habían separado. El pelinegro iba a rebatirle el por qué le agradecía, pues no es como si hubiese hecho nada del otro mundo, pero antes de que pudiese abrir la boca Bokuto lo volvió a abrazar—. Te quiero mucho, Keiji. Mucho, mucho, muchísimo.
Sonrió.
—Yo también te quiero, Kōtarō.
Ahora era Akaashi quien se cuestionaba, ¿cómo se le había podido pasar siquiera a Bokuto por la cabeza que iba a abandonarlo? Si él era el primero que deseaba estar al lado de ese muchacho por siempre.
Supuestamente esto iba a ser un angst, pero no podía dormir tranquila separándolos y al final terminó siendo un fluff (?
O bueno, no sé que terminó siendo, solo sé que me puso soft escribir la última parte y que me gustó más así que lo que tenía en mente al principio flwswjk
Perdón, pero es que estos dos son una de mis debilidades, ah ♡
Traeré más cositas de ellos, claro que sí, y también de otros ships de Haikyuu en los que estoy trabajando, pero por el momento, espero que este one shot haya sido de vuestro agrado. 💕
~Massy
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro