
04 | Límites y confusiones
Just A Friend To You
LUEGO DE LA PRÁCTICA y que el muppet cumpliera sus obligaciones con los medios, nos devolvimos al hotel, donde Lando se llevó la grata sorpresa de enterarse que nos hospedamos en el mismo.
Ni bien dejó a Luisa en su habitación me siguió hasta la mía. Apenas abrí la puerta se tiró en la cama de Lele como Pedro por su casa.
—¿Qué hacemos? —dijo con aburrimiento.
Una cosa sobre el niño era que no se podía quedar quieto, siempre buscando hacer algo para entretenerse.
—¿Hacemos? Pero si no se supone que debía estar aquí —hablé con sarcasmo dando vueltas en la silla giratoria.
—Ay, supéralo. Estar tan amargada de tan joven es malo para la salud —se estiró en su lugar, recibiendo segundos después un almohadazo de mi parte—. ¿Qué? ¡Es cierto!
—Ya cállate mejor, sigo resentida.
—¿Con esta carita? —batió sus pestañas.
—Sí, no creas que te salvarás esta vez.
Lando suspiró—Lo intenté —miró alrededor por un momento—. Oye y ¿tuviste la oportunidad de hablar con Luisa?
Se hizo el desinteresado, pero lo conocía lo suficiente para saber que en realidad sí le interesaba mi opinión.
—¿Sí? ¿Por?
Apoyó su rostro en su mano—¿Qué opinas?
Lo pensé por un momento tratando de buscar las palabras adecuadas—Pues... se escucha como alguien interesante.
No batió ni una pestaña—La odias.
—¿Qué? No la odio —fruncí el ceño.
—Tal vez no, pero no te cae bien —se encogió de hombros.
—¡No dije nada malo de ella!
—No tienes que, sé cuando mientes.
—Eso es una mentira.
Tenía que serlo. Yo ni sabía identificar cuando él mentía.
—No, cuando mientes se te abren las fosas nasales —hizo un gesto señalando su nariz.
—¿Qué haces mirando mis fosas nasales en primer lugar?
—Ese no es el punto. El punto es que no te agrada —acomodó una almohada bajo su brazo.
—Lando, la conozco desde hace un día. Sabes como soy, no puedes esperar que la ame a menos de 24 horas de conocerla, soy desconfiada —me defendí.
—¿Pero primera impresión? —me miró fijamente. Y me sentí terrible, como si rompiera todas sus esperanzas y sueños con pocas palabras.
—Yo... pues lo que importa es que a ti te guste, no a mí, ¿recuerdas? Fue lo que me dijiste cuando salía con Cole.
—Cole era un idiota, Luisa es dulce, pensé que se llevarían bien.
—No es culpa de ella, ¿sí? Se ha comportado como un encanto, pero... no sé, me recuerda a unas chicas que me solían molestar en el colegio. Lo que, de nuevo, no es su culpa, solo que todavía no me siento cómoda con ella —traté de explicarle lo mejor posible.
—...Está bien —dijo finalmente luego de unos momentos de silencio.
—Pero estoy segura que entre más tiempo la conozca, eso cambiará —seguí.
—Claro.
—Y todo estará bien, y tu pequeño mundo en paz.
—Ali, está bien, puedes odiarla si quieres.
Alcé ambas cejas y él continuó hablando—Tú lo dijiste, lo que importa es que a mí me guste y créeme que me gusta mucho.
—Eso es bueno —afirmé, pero por dentro sentí como si mis interiores se revolvieran.
—Y perdona que mencioné a Cole, sabes que no te merecía. Eras mucho para él —me sonrió y lo odié por unos instantes.
Era difícil estar enojada con Lando.
—No importa, ya está en el pasado.
—¿Y quién está en el futuro? —subió y bajó sus cejas con esa picardía en su rostro a la cual estaba acostumbrada.
—Nadie.
—¿Ni siquiera que te llame la atención?
Y juro que no tenía idea de lo que pasó por mi mente, pero dije lo primero que se me ocurrió, dándole la espalda en la silla giratoria pronuncié un—De hecho; sí.
Lando sonaba intrigado—¿Y quién es el desafortunado?
Le saqué el dedo del medio y se rió.
—El afortunado —recalqué—... Es... Oscar —pronuncié con dificultad sintiéndome extraña en el momento en que el nombre salió de mi boca. Volteé a ver de reojo su reacción.
La cara del muppet era un poema.
¿Confusión? ¿Asombro?... ¿Molestia?
—Es buen tipo —dijo luego de unos segundos.
—Sí... me intriga mucho —seguí con mi mentira, sintiendo un mal sabor en la boca.
¿Qué boludeces estaba diciendo?
—Pues espero que lo conozcas mejor este grand prix —por algún motivo sentí como si me estuviera regañando aunque no fuera así.
—De hecho, muppet, quería ver si lo podía invitar a cenar con nosotros —Alguien cálleme. Cálleme y no me dejen volver a pronunciar ninguna palabra.
—Pensé que era algo más íntimo, ¿no? —se rascó el cuello.
¿Qué carajos significaba eso?
—Luisa va a estar y Max y yo no la conocemos muy bien.
—Sí, pero Luisa es mi novia, a Oscar lo conoces un día —dijo a la defensiva.
—¿Y?
Podía notar que le molestaba, y no sabía porqué me provocaba satisfacción.
—Pues que si quieres conocerlo invítalo a salir luego, no hoy, no te veo desde hace tres meses y quiero pasar tiempo contigo.
—Estás pasando tiempo conmigo —respondí obvia.
—Sabes a lo que me refiero.
—No, de hecho no. No veo cuál es el problema.
Él resopló levantándose de la cama—¿No podemos dejar esto para luego? Solo vayamos a cenar y ya.
—No entiendo tú drama.
—Ali, no quiero pelear, solo deja las cosas como están.
—No, Lando —me levanté igual para enfrentarlo—. Siempre me dices que quieres verme feliz, que deseas que conozca a alguien y ahora te digo de la posibilidad de tener algo con Oscar y te pones como un niño pequeño a protestar. ¿Quién te entiende?
—Basta —me miró con advertencia.
—No, por Dios, es una cena. ¿Qué te cuesta?
—No lo quiero ahí y punto. ¿Contenta? —apretó los labios.
—Ningún y punto, ¡yo borro tu punto!
—¡No puedes porque está con marcador permanente! —comenzó a caminar hacia la salida sin mirarme.
—¡Pues lo borro también!
Se cubrió las orejas—Lalalalalala.
—¡Lando Norris, vuelve acá! —lo empecé a seguir.
—¡Si no escucho no aplica!
—¡Enfréntame como un adulto, cobarde!
—¡No te escucho! —y cerró la puerta detrás de él.
Maldito duende.
[...]
A pesar de seguir molesta con él por su inmadura actitud, decidí asistir a la cena sin rechistar, por lo cual tuve que pedirle ropa a Lele para que me prestara.
Me senté en el carro al lado de la parejita feliz y soporté todo el camino escuchándolos acaramelados con el otro sin vomitar en mi boca.
Cuando llegamos al restaurante fui la primera en bajarme del carro y buscar con la mirada a mi querido Max, pues era el único que evitaría que me terminase matando en plena cena.
De repente en medio de mi búsqueda sentí como alguien me tocaba el hombro y pegué un salto en mi lugar mientras sostenía mi pecho escuchando las escandalosas risas de mis dos mejores amigos.
—¿Me buscabas, Ali? —soltó entre risas, Max.
—No, no te creas tan importante —me crucé de brazos todavía algo avergonzada por mi reacción.
—Oh, vamos, me extrañaste —me abrazó por los hombros zarandeándome de un lado a otro.
—Ajá, si eso quieres creer.
—Lo creo porque es cierto —me soltó y me dedicó una pequeña sonrisa—. Yo sí puedo admitir que extraño tu comida.
—Yo no te extrañé nada. Roncas como oso y de paso pegas gritos en la madrugada por tus benditos videojuegos esos.
—Pero así te mantengo entretenida.
Lando rió rodeando nuestros cuellos con sus brazos—De nuevo los roommates reunidos.
—Sisi, vamos a sentarnos —solté su mano de mi cuello sintiendo por un momento un cosquilleo en donde hicimos contacto.
¿Calambres? ¿Electricidad? El punto es que no importaba.
Una mesera se nos acercó con una sonrisa—Buenas noches, bienvenidos, ¿mesa para cuantos?
—Cuatro —dijo Lando retrocediendo y tomando la mano de Luisa entre las suyas. La misma que hace apenas unos segundos estaba entre las mías.
¿Qué estaba pensando? Se nota que tenía hambre.
—Claro, síganme por favor —nos guió hasta nuestra mesa y nos pasó los menús—. ¿Los puedo ir ayudando con algo para tomar?
Fui a pedir un agua cuando Luisa me interrumpió.
—No, gracias, creo que esperaremos a que venga con la comida —respondió por todos sin alzar la mirada de su menú.
Gracias por preguntar, supongo.
—Bueno, mi nombre es Paula, yo los estaré atendiendo esta noche así que avísenme cuando estén listos para ordenar —sonrió y se retiró a atender otras mesas.
—¿Algo que les llame la atención? —preguntó Luisa mirándonos.
Yo todavía ni había chequeado bien el menú, pero Lando vio algo que hizo que se le iluminara todo el rostro.
—Sí, yo creo que ya sé que voy a pedir.
—Yo igual —añadió Max.
Seguí escaneando el menú con la mirada sin entender absolutamente nada de los platillos italianos. No sé cuánto tiempo había pasado, pero cuando volví a concentrarme en mi entorno los demás estaban ordenando.
—...Y a mí me va a dar una pizza margarita y a la señorita una carbonara —indicó Lando a la mesera.
Yo volví a ver mi menú—Y a mí un... —me quedé dudando hasta de mi existencia. Estaba por pedir el primero esperando que fuera de mi agrado cuando el muppet volvió a hablar.
—Tranquila, te acabo de pedir una carbonara. Creo que te va a gustar —cerró el menú y se lo pasó a la mesera.
Lo imité algo confundida.
Yo juraba que se lo había pedido a Luisa.
Cuando la miré se veía desinteresada, pero no sabía si lo estaba en realidad o solo pretendía estarlo.
—¿Y qué bebidas les puedo traer a usted y su novia? —nos miró a ambos expectante.
Joder, lo que faltaba.
Una mueca se apoderó del rostro de Lando viendo de reojo a Luisa, quien si antes pretendía que no le afectaba, ahora sus ojos estaban clavándole dagas imaginarias al piloto.
—No... no somos... —trató de explicar.
—Él no es... —lo señalé negando con la cabeza y la chica se vio avergonzada.
—Oh, disculpen, fue mi error. Perdón por asumir. ¿Qué les puedo traer? —carraspeó.
—A mí un agua y a ella... —Lando volteó a verme, de repente cayendo en cuenta que lo estaba volviendo a hacer.
Siempre le había gustado ordenar por mí, y yo lo dejaba, pero podía notar como eso hacía a Luisa sentirse incómoda, y con motivos.
Me aclaré la garganta—Una limonada, por favor.
La chica terminó de anotar—Listo, en un rato les traigo sus platos y sus bebidas —terminó de recoger los menús y se retiró.
Lo que nos dejó con un silencio un poco tenso.
—Ali, no me has dicho en qué trabajas —Luisa enfocó toda su atención en mí mientras entrelazaba sus dedos con los de Lando por encima de la mesa. Mis ojos no pasaron por desapercibido ese movimiento.
—Soy diseñadora gráfica por ahora —me limité a decir.
—¿Por ahora?
Lando interrumpió—De hecho, Alya nos ha ayudado con muchos de los gráficos que ves en Quadrant —le explicó a su novia mientras yo asentía.
—¿Y por qué por ahora? He visto los gráficos y son geniales —me alabó con una sonrisa.
—Bueno, yo de hecho busco dedicarme al arte abstracto. De ese tipo que te llevas a tu casa y cuelgas o ves en los museos —llegó la camarera con un plato de panes y no perdí el tiempo en coger uno y comenzar a devorarlo.
—Oh, ¿y por qué no lo haces? —preguntó con inocencia.
Yo volteé a ver a Max y a Lando, quienes al igual que yo se mostraban incómodos y tratando de ver a cualquier otro lugar mientras se sonaban las manos o se aclaraban las gargantas.
No pienso que lo decía a propósito, era una pregunta válida para alguien que no sabía del mundo del arte.
Con dificultad me dispuse a responder su pregunta aunque también era un tema complicado para mí.
—Porque... es bastante difícil entrar a ese mundo sin ayuda, y aun así no es sencillo. El arte es competitivo, nepotista, elitista y clasista —enumeré dejando mostrar mi disgusto.
—Ya veo... ¿y Lando no podría ayudarte? —volteó hacia él y le negó con la cabeza.
—No, ni siquiera Lando podría ayudarme. Pero está bien, sobrevivo por ahora con mis diseños y estoy trabajando actualmente en algunas piezas para una exposición en España que me consiguió mi profesor de la universidad. No es un gran evento, pero va a venir mi artista favorita...
—Jackie Foster —completó la oración Lando, quien parecía hasta más emocionado que yo por la oportunidad que tenía con mi idola—. Y supuestamente quiere conseguir a quien será su reemplazo porque planea retirarse.
—Exacto, así que si todo apunta en mi favor tendría una oportunidad única de aprender de mi idola y a su vez hacerme un espacio en el mundo del arte —concluí.
En realidad estaba muy ilusionada con la posibilidad de trabajar con ella y por ello llevaba esos tres meses preparando todas mis piezas para que queden perfectas. Todavía me faltaban dos, pero apenas regresemos a Inglaterra planeaba ponerme a trabajar en ello.
—Y estamos seguros de que lo vas a conseguir porque eres talentosa, Ali —alzó Max su copa con agua hacia mí, y reí un poco—. Brindaría si tuviéramos champaña o vino, pero me siento idiota haciéndolo con agua, perdón.
—Tranquilo —sonreí divertida—. Y personas talentosas hay muchas, solo esperemos que sea lo suficiente para impresionar a Jackie.
—Pues te deseo mucha suerte con tu sueño, Ali —me sonrió Luisa.
—Gracias, Luisa.
—No hay de qué.
Seguimos conversando toda la cena de temas triviales. La carbonara que me pidió Lando estaba espectacular, tendría sueños con aquella pasta toda mi vida. Luego a pedido de Max, ordenamos unos cannolis para compartir entre los dos ya que Luisa y Lando seguían un régimen alimenticio del que ya habían abusado.
—No sabes lo bueno que está —habló con la boca llena Max para molestar a Lando.
—Mmm nunca había probado un cannoli así de bueno —le seguí la corriente mientras el muppet tan solo se reía para no llorar.
—¿Y el relleno? Uff, está buenisimo.
—Y tiene ese azúcar impalpable por encima que le gusta a Lando.
—No, yo creo que no le gusta. Míralo —lo señaló—. Estoy seguro que no se muere por probar este platillo.
—Claro que no, Lando respeta mucho su dieta como para romperla —lo "reñí".
—Tienes razón. Más para nosotros —y continuamos atragantándonos de comida bajo los ojos llenos de antojo de Lando.
—Son unos monstruos —declaró al final entre lágrimas de risa cuando terminamos todo.
—¿Tú querías? Ay, pero si no nos dijiste nada —hice una mueca de lástima fingida.
—Nos hubieras dicho —reclamó Max siguiéndome el rollo.
—Los odio a ambos —se levantó de la mesa a pagar la cuenta mientras nosotros tan solo nos reíamos.
[...]
Volvimos al hotel y ya yo estaba con la pijama que me había prestado Adora y quitándome el maquillaje cuando tocaron la puerta.
Traía tan solo una camisa de Nirvana más grande que mi persona y ningún short, pero no me preocupé, lo más seguro era que sería Lele.
Abrí la puerta y para mi sorpresa quien estaba detrás no era Lele, si no Lando. Por inercia me cubrí el cuerpo sintiéndome algo expuesta, pero él entró pasándome por al lado sin reparar mucho en ello.
—Oye no se entra así —reclamé casi que corriendo a mi cama para taparme con mis sábanas.
—¿Por qué? ¿acaso estás desnuda? —bromeó y quise golpearlo.
—No, pero pude estarlo.
—¡¿Sueles abrir la puerta desnuda?! —Abrió mucho los ojos
—¡No!
—¿Entonces? —se mostró hasta confundido con mi reclamo.
—Agh, olvídalo. ¿Qué haces aquí? —lo analicé con la mirada, no se había ni cambiado.
—Pues venía a hablar contigo —dijo con tono obvio.
—¿De qué quieres hablar? —ladeé la cabeza.
—Creo que sigues molesta.
—¿Tú no lo estarías? —Alcé las cejas en su dirección—. ¿O cómo reaccionarías tú a que en tres meses no te mencione de que tengo un novio?
—Lo dices como si lo hubiera hecho a propósito para herirte.
—No digo que sea así. Solo digo que te pongas en mi lugar —me crucé de brazos—. Se supone que nos lo contamos todo.
—Lo sé.
—Entonces si lo sabes porqué no se te pasó por la mente decirme —repliqué en tono obvio.
—Ya tenías mucho en tu plato y te conozco, ibas a sobre pensarlo todo; de cómo te tenías que comportar con ella y lo que cambiaría, y no es lo que buscaba.
—Pues sería idiota de tu parte pensar que nada va a cambiar ahora que tienes una novia —rodé los ojos—. Es obvio que no podemos tener la misma relación que teníamos antes. No digo que hiciéramos nada inapropiado, pero por ejemplo hoy. ¿Sabes lo incómoda que se sintió Luisa de que tú ordenaras por mí? y no la culpo. Yo me sentiría así si mi novio le está pidiendo comida a su mejor amiga teniéndome a mí al lado —traté de hacerle ver lo jodido de la situación.
—Y yo lo siento, ¿sí? también le pedí disculpas a ella. Solo que estoy acostumbrado a hacer algunas cosas por ti que ahora tengo que reprogramarme a mí mismo para no hacer.
Por algún motivo esa declaración que no debió provocar nada en mí hizo que algo revoloteara en mi estómago.
Supongo que nunca me había fijado en la cantidad de cosas que hacía por mí.
—Y eso está bien. Lo que yo quiero saber es ¿por qué no me dijiste? todos parecían saber menos yo. Ninguno de estos meses me has invitado a las carreras. ¿Planeabas mantenerme alejado de ella por siempre? ¿O cuál era tu grandiosa idea? —lo miré seria.
Él se relamió los labios y se quedó en silencio unos segundos que se me hicieron eternos—No sé porqué en mi mente de alguna forma pensaba que... si la tenía a ella, te iba a perder a ti.
—Lando, eso es lo más estupido que me has dicho.
—No, no lo es. Puedo notar como no llevas ni un día de conocerla y ya te estás alejando —insistió.
—Estoy poniendo límites, lo que es diferente.
—Eso es lo que te dices, pero estás sobre pensando todo.
—De hecho, si hoy me demostró algo es que no estoy sobre pensando lo suficiente.
Lando resopló—Ese no era el punto al que quería que llegaras.
—El punto aquí es que la mejor amiga se adapta a la novia, no la novia a la mejor amiga —traté de explicarle como si habláramos con manzanas.
—¿No podemos simplemente llevar la fiesta en paz?
—Si te estoy diciendo todo esto es porque es lo que quiero —repliqué con tono obvio.
—Bien, entonces dejémoslo así, ¿ya? —se levantó y podía notar que estaba molesto—. Construye todos tus muros de nuevo y sé feliz, Ali.
—Lando, tampoco te pongas así —lo miré darme la espalda.
—No, en serio. Haz lo que tengas que hacer para vivir en paz y ya, pero déjame fuera —y cerró la puerta detrás de él.
Esto sería más complicado de lo que pensé.
[...]
Al siguiente día las cosas entre los dos seguían tensas, por lo que ni me molesté en ir al paddock a ver la quali y me quedé en el hotel hablando por teléfono con mi mejor amiga, Malia.
Yo no sentía que estaba haciendo absolutamente nada mal, creía que tan solo estaba queriendo respetar su relación y parecía que ni él mismo planeaba respetarla. Ese ya no era mi problema.
No quería ser una de esas mejores amigas tóxicas a las cuales las novias describían como una pesadilla.
El domingo decidí dejar de lado nuestras diferencias e ir a apoyarlo en la carrera.
Esta vez me acompañó Max hasta el circuito y de ahí al garaje de McLaren en donde Lando se estaba preparando.
Cuando me vio se acercó con grandes zancadas y antes de que dijera algo soltó un—Lo siento.
Alcé una ceja invitándolo a seguir.
—Tienes razón en eso de poner límites. No quería que nada cambie, pero la realidad es que ya lo hizo... —sonrió apenado—. Solo... no dejes de ser mi mejor amiga solo porque tengo novia, no lo soportaría.
Asentí viéndolo a los ojos—Nunca.
Me envolvió entre sus brazos con uno de sus famosos abrazos. Eran reconfortantes, supongo que porque los conocía de toda la vida.
Sin embargo, parece que se tomó mi palabra a pecho porque fue uno tan fugaz que se sintió como si fuera un saludo de hombres. No me había ni bien abrazado cuando ya se estaba alejando de mis brazos.
Y me dolió.
Yo misma había pedido esto y ahora que lo hacía dolía como el demonio.
—Deséame suerte —dijo mientras se colocaba su casco.
—Suerte, muppet.
Sonrió—¿Crees que consiga un podio hoy?
—Oh, estoy segura que sí —le correspondí la sonrisa viendo como se montaba en su plaza y segundos después lo llevaban hasta la línea de formación.
Con el corazón en la boca observé cuando arrancó haciendo la vuelta de calentamiento y poco después dio inicio la carrera.
Sabía que P3 era un buen lugar, pero no había tenido un gran comienzo.
Yo no podía ver las carreras. Se me revolvía el estómago solo de pensar en las posibilidades de que todo se fuera a la mierda en cuestión de segundos.
Por lo que me dediqué a hablar con Lele y Max en la parte de atrás y de no mirar las pantallas.
No fue hasta la vuelta 53 que Adora tuvo un pequeño accidente y tuvieron que retirar el carro que volví a prestar atención.
Lando estaba en P3 y con tan solo 10 vueltas para terminar todo apuntaba a que ese sería el resultado.
Cuando Lando cruzó la línea de meta no pude contener mi emoción, abrazando eufóricamente a Max y a Lele.
—¡Lo hizo! ¡Podio para el muppet!
Recogí mis cosas e intercambiando sonrisas con Luisa me acerqué a Adora.
—Vamos, estoy segura de que querrá verte ahí —la alenté a que me acompañara a abrazarlo antes del podio. Sabía que podía ser algo conflictivo para ella el felicitar a su compañero de equipo cuando el podio no era propio, pero no dijo nada y caminó a mi lado hasta donde el duende se encontraba celebrando con su equipo.
Estaba sudando y traía una sonrisa de oreja a oreja que me resultó contagiosa cuando corrió hacia mí para alzarme del suelo en un abrazo—¡Lo hice, Ali! —rió con emoción—. De ahora en adelante no te puedes perder de ninguna carrera, eres mi amuleto de la suerte —depositó un beso en mi frente que suavizó mi corazón de piedra antes de voltearse hacia Adora—. ¡Primer podio de la temporada, bebé!
Y mientras abrazaba a su compañera de equipo traté de recomponerme de mi corazón acelerado y de sentir la boca de repente seca.
Cuando volví a la realidad Lando estaba besando a Luisa... y no sabía porqué deseaba ser ella.
¿Qué?
Dios, no podía pensar esas cosas de Lando.
No era correcto.
Lo vi dar sus entrevistas tratando de ignorar los pensamientos intrusivos que me atormentaban.
Se veía tan feliz. Estaba orgullosa de él.
Finalmente inició la ceremonia del podio y verlo ahí, agitando su puño con una de las más grandes sonrisas que había visto en su rostro, mirando hacia donde estaba y guiñando el ojo... me pareció atractivo.
Era como si lo viera con otros ojos.
Y mientras mi corazón parecía querer salirse de mi pecho llegué a una
realización: Estaba muy jodida.
▌│█║▌║▌║ —— ║▌║▌║█│▌
N/A: Las cosas se comienzan a poner picantes 👀🤭
Creo que la mayoría hemos pasado por situaciones similares a las de Alya así que le deseo mucha buena suerte descubriendo estos nuevos sentimientos sin explorar.
Espero que les esté gustando, comenten y voten
Se despide,
Val
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