Narrador: Sabrina.

Jesica es mi mejor amiga y después de lo que me contó, quiero ayudarla a sentirse mejor.

Creo que hay onda entre ella y Nico, si consigo que sean novios, eso, sin duda, mejorará mucho el ánimo de Jesica.

-¿Pero cómo? –me pregunto mientras que el profesor escribe el trabajo práctico en el pizarrón, entonces él sale del curso y aprovecho para acercarme a Jesica.

-Sabes, estaba pensando, que en la tarde podemos salir los tres juntos y mostrarte toda la ciudad. –le comento a Nico.

-Sí claro, no tengo nada importan que hacer a la tarde. –él acepta de inmediato, pero a Jesica no le gusta la idea.

-No tengo tiempo, debo preparar me valija para mudarme a la otra punta de la cuidad con mi mamá. –responde seria.  

-¿No podes hacer eso después? –Cuestiono.

-No –Responde seca. Miro a Nicolás como pidiendo que me ayude a convencerla.

-Si ella no puede, nosotros dos la ayudaremos, ¿Qué dices? –dice sonriendo.

-No… -Jesica intenta oponerse.

-Que buena idea, Nico y después te mostraremos la ciudad, de noche es más linda. –interrumpo estando de acuerdo, en ese momento ella me mira fuerte como diciendo: -“Estás loca”

-Sabrina  regresa a tu asiento. –ordena el profesor cuando entra al curso, mientras que él escribe el trabajo en el pizarrón, Jesica me pasa un papel doblado discretamente por debajo de la mesa.

Miro por todos lados para asegurarme que nadie me vea y leo el papel:

-“Ya sé lo que pretendes, ¡Estás loca…! No me haré novia de este tarado”

-Tengo que convencerla. –pienso teniendo el papel en mi mano, entonces escribo: -“Me descubriste, pero no lo llames así, no seas tan cruel. Debes darle una oportunidad”.

Le devuelvo el papel y se toma su tiempo para leerlo, cuando acaba ella se pone de perfil y me nuestra como rompe el papel con rabia reprimida.

De repente toca el timbre y todos salen corriendo en estampida como si fueran un montón de animales.

Jesica se levanta y se dirige al baño, dejando a Nico y a mí con el aula vacia, unos minutos después, detengo a Jesica en la puerta.

-¿Qué puedo hacer para que al menos sonrías? –pregunto preocupada por su ánimo.

-¿Quieres que sea feliz? déjame sola. –responde y se sienta en el último rincón de curso, se pone los auriculares y escucha música.

-Esto será más difícil de lo que pensé. –suspiro de cansancio, entonces veo que se acerca, caminando por el pasillo, Darío; el chico que le gustaba a Jesica el año pasado.

-¿Jesica está adentro? –me pregunta, parece que está nervioso, creo que por primera vez se peinó y se bañó en perfume.

-S-sí. –contesto apartándome de la puerta.

-Mmm… ¿qué será lo que quiere? –pienso seriamente.

-Hola, soy Nico. –saluda sonriente, Darío solo lo saluda con la mano y camina hacia Jesica, entro inmediatamente y saco a Nico del brazo.

-Ven conmigo. –le digo, las aulas tienen unas ventanas que está cerca del techo, pongo dos mesas contra la pared y subo hasta la ventana, Nico y yo observamos todo desde allí.

-Jesica, ¿podemos hablar? –le pregunta Darío, pero ella no responde, ni siquiera lo ve porque se encuentra con los ojos cerrados y con la música muy fuerte.

Entonces él le saca los auriculares llamando su atención.

-¿Qué quieres? –pregunta seria poniéndose de pie.

-Vengo a decirte  que… -suspira hondo, su voz se oye temblorosa, me extraña que Jesica no esté nerviosa o algo así.

-¿Qué? –ella indica que continúe.

-Que… tú me gustas y nunca tuve el coraje de decírtelo, hasta ahora. –completa la frase.

-Es una declaración de amor, no lo creo. –digo emocionada.

-¿Crees que ella acepte? –me pregunta Nico.

-Claro que sí, Jesica estaba enamorada de él, el año pasado. –respondo segura.

-Sólo quería que lo sepas… -Darío continúa pero ella lo interrumpe diciendo:

-¿Y? ¿Qué quieres que haga, que me ponga a tirar cohetes o saltar en una pata? Será mejor que regreses a tu curso ahora. –su respuesta es inesperada por todos, tanto que Darío sale sin decir nada del aula y Jesica vuelve a escuchar música actuando como si nada hubiera pasado.

-Eso dolió… -digo angustiada.

-Ella fue muy cruel. –habla Nico bajándose de la mesa, ambos seguimos a Darío hasta el patio, él se encontraba en el último rincón, son unas escaleras un poco viejas cubiertas de tierra y pasto, un árbol grande da una sombra perfecta y tapa el pequeño caminito que se dirige a las escaleras.

-Hola… -digo para que sepa que estamos allí.

-Quiero estar solo, no quiero hablar con nadie, tampoco contigo. –responde estando sentado en las escaleras de espaldas.

-Escucha, vimos todo lo que pasó con Jesica… –comenta Nico.

-Soy un idiota, ella no me ama. –se dice molesto.

-No, se requiere mucho valor para hacer lo que tú hiciste. –lo contradice.

-Sí, lo que le dijiste fue muy tierno. Además no es tu culpa, Jesica pasó por muchas cosas todo este tiempo. –lo consuelo.

-Vamos, Sabri, no podemos hacer nada más. –me dice Nico, entonces lo dejamos solo, pensando en todo lo que le dijimos.