Capítulo 5
Ya está anocheciendo mientras que arreglo el colectivo para que Robú pueda dormir en él. Recogí mucho pasto para hacer una alfombra que cubra todo el suelo del mismo y lo muestro a mi amigo.
-Así está mejor ¿No? –Digo satisfecho con mi trabajo, pero Robú no le parece cómodo -Si entras encontrarás una sorpresa –Lo empujo y consigo que suba, él comienza a olfatear todo el lugar y en una esquina encuentra un montón de zanahorias, así consigo que duerma allí. Una vez que Robú está cómodo, lo tapo con una manta tejida que la tía hizo para él -Que descanses –Me despido y cierro la puerta, después de cenar pizza me acuesto a las 9 de la noche para poder comenzar bien la escuela.
Cuando el despertador suena, indicando la 6 de la mañana, me levanto ansioso por conocer a mis compañeros y maestros, ordeno la cama; doblando delicadamente las sabanas y frazadas. Mi tía preparó y dejó el uniforme del colegio bien planchado sobre una silla, pero el día comenzó bastante extraño; cuando estoy lavándome los dientes tranquilamente en el baño, una rueda rompe la pared y termina sobre el inodoro.
-¿Y esto de dónde salió? –Me pregunto saliendo del susto, me asomo al hueco que dejó la rueda y veo que vino del puente avenida, una camioneta se descompuso y detuvo el transito. Entonces logro reconocer a esa chica amable que me trajo a la ciudad; Jesica.
-¡Maldita sea! ¡Esta porquería se descompuso! –Grita furiosa mientras patea su auto, los demás autos comienzan a tocar las bocinas impacientes -¡Cállense! –Ella los regaña, un auto comienza a avanza haciendo la camioneta a un lado, Jesica dirige su vista hacia el edificio, yo la saludo con la mano teniendo el cepillo de diente y un poco de espuma en mi boca.
Ella no parece alegre de verme, golpea su frente con la mano al verme y baja caminando a toda prisa del puente avenida.
-¿A dónde va? –Me pregunto, abro la canilla del lava manos y enjuago mi rostro para despertarme mejor, por último seco mi cara con una toalla blanca que está colgada a mi izquierda.
En ese momento alguien toca la puerta.
-Ya va –Dice mi tía, ella abre la puerta y Jesica está parada, con el ceño fruncido, apoyándose con el brazo extendido por el marco de la puerta.
-Hola, estoy buscando…
-Ya sé a quien buscas, llamaré a Nico enseguida –Le interrumpe y me llama.
-No yo…
-Hola Jesica, pensé que habías olvidado tu rueda, te ayudaré a llevarla –La saludo sosteniendo la rueda de su camioneta sobre mi hombro.
-Gracias… -Agradece de ante mano mientras baja por las escaleras.
-¿Una rueda? Ten mucho cuidado con ella creo que está un poco loca –Susurra mi tía.
-No te preocupes –Le tranquilizo siguiendo a Jesica.
Cuando salimos a fuera del edificio, Robú me saluda felizmente y también nos acompaña al puente avenida. En ese momento, una grúa levanta la camioneta.
-¡Esperen! ¡No se la lleven! –Ella intenta detenerlos pero ya es tarde y sólo consigue poner la rueda dentro del auto.
-¡No! Ahora ¿Cómo llegaré a la escuela? –Se queja tirando su cabello hacia atrás.
-Tú me trajiste a la ciudad y yo te llevaré a tu escuela –Digo ofreciéndole mi ayuda.
-No quiero caminar las 30 cuadras que faltan –Responde dándome la espalda.
-Robú nos llevará –Propongo.
-¿Ese burro? Refiero caminar –Se niega, entonces la subo al lomo de Robú y nos dirigimos a la escuela. Jesica se ve malhumorada, no sé porqué pero siempre esta de ese ánimo.
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