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Capítulo 29

  Tomamos las joyas y comenzamos con la huída, escapamos son la motocicleta de Lucas, Nico es el que maneja pero al llegar a un semáforo en rojo se detiene.

-¿Qué haces? –le pregunto.

-Está en rojo. –me indica con su mano.

-¡Harás que nos atrapen! –digo enojada. Entonces unas patrullas vienen hacia nosotros, Nico acelera y dobla la esquina, nos detenemos en un callejón y ocultamos la moto con una caja de metal parecida a un contenedor de basura.

Escondemos la bolsa y no quitamos las mascaras.   

-¿Crees que aún nos reconocerán? –pregunta Nico sacándose los pantalones, ambos cambiamos nuestras ropas por completo, él se pone una musculosa gris y unos jeans azules, yo me visto con una remera blanca con rayas negras a los lados y unos pantalones a unos centímetros sobre mis tobillos, en ese momento las patrullas pasan a toda velocidad pero una de ellas avanza lentamente, los policías nos miran con seriedad y prejuicio.

-Disimula. –murmuro tratando de no mirar a los policías.

-Okey. –sin advertencia Nico me toma de la cintura apegándome a él y me besa.

La patrulla continúa su camino, me separo de Nicolás y le doy la espalda lamiendo mis labios.          

-Bien pensado… -Susurro pasando los dedos por mi cabello -¡No lo vuelvas a hacer! –digo molesta apuntándolo con el dedo índice.

Al día siguiente planeamos los siguientes robos, todos ellos fueron exitosos y no tuvimos que disparar en ningún asalto, falta robar un solo banco; la sede principal pero esta vez será más difícil. El empresario Aguilar mandó a incrementar la seguridad y tiene sospechas sobre nosotros, es natural por haberlo amenazado en su oficina. Lucas estudia el objetivo de pies a cabeza y todos sus movimientos. No estoy hablando de un banco o algo por el estilo sino de Sabrina.   

-Jesica ¿Cuáles son las flores favoritas de Sabri? –me pregunta en voz baja porque ella se encuentra cerca tejiendo junto a la tía Blanca.

-Lo natural no van con Sabrina. –Bromeo –Pero le encantas los osos de peluche.

-¿Peluches? Gracias. –sonríe y sale por la puerta rápidamente, estamos en el basurero, vivimos allí, hicimos casas para todos con basura y plásticos, son muy cómodas para estar hechas de basura.          

-Y así terminamos con la bufanda. –dice la tía Blanca levantando el tejido.

-¡Me salió! –Sabrina festeja levantando su tejido pero su sonrisa desaparece cuando ve un agujero en medio de la bufanda.

-Buen intento. –la consuelo.

-Nico y tú deben prepararse para su siguiente aventura. –habla Sabrina teniendo la vista en su tejido.

-Esta vez llevaré dos armas por las dudas, habrá más seguridad. –pienso en voz alta frotando mi barbilla.

-No hablo de los robos. –interrumpe mirándome a los ojos con una sonrisa a medias, su cara ya lo dice todo.    

-Espero que te lleve a un mejor lugar que una alcantarilla para su próxima cita romántica. –Agrega doña Blanca dejando de tejer –pronto tu muñeca dejará de estar vacía.

No entiendo lo que quiere decir con eso pero estoy concentrada en matar a Nicolás, de seguro él les contó a todos lo que pasó allí abajo.  

Salgo de la casa hecha una furia y lo busco por los alrededores, encuentro a Nico jugando con Robú en un escampado.

-Hola Jess… -él la saluda alegremente.

-¡Tú! ¡¿Por qué les contaste a todos lo que pasó en las cloacas?! –le grito enojada.

-¿Qué?

-La maldita cita de 10 minutos que tuvimos. –le recuerdo.

-Fue tu culpa, dejaste el radio prendido. –responde tranquilamente.

-Eh… -el enojo se esfuma por arte de magia dejando solo culpa por haber acusado a Nicolás.

-Te perdono. –dice él sonriendo.

-Soy una tarada, tienes derecho de enojarte. –hablo avergonzada.

-No puedo enojarme contigo, vamos. –Nico monta a Robú y me extiende su mano, yo la tomo un poco desconfiada pero lo acompaño.

Robú trota energéticamente hasta llegar a las ruinas de una casa abandonada, las paredes están cubiertas de moho y de plantas trepadoras. Nico abre la puerta la cual está cayéndose a pedazos, ni siquiera hay techo pero en interior está decorado con telas y flores.

-Wau… ¿Tú preparaste este lugar? –pregunta mirando alrededor.

-Sip… es el lugar perfecto para darte esto. –él toma delicadamente mis manos y me entrega una pulsera de plata con eslabones delgados y en centro es más ancho con grabados en forma de rosas.

-¿Qué es esto? –digo mirándola.

-Es un regalo para ti, hace tiempo te lo quería dar, era de mi madre. –murmura colocándola en mi muñeca derecha.

-G-gracias… -hablo mirándolo a los ojos. Él sonríe entonces veo que tiene la llave de la puerta en su bolsillo, yo la tomo rápidamente y corro a la puerta.

-Jesica ¿Por qué corres? –dice arqueando la ceja.

-No corro. –murmuro cerrando la puerta con llave y lanzo la misma por encima de las paredes, en ese momento Nico traga saliva.

-Jess… no nos apresuremos. –Nico retrocede lentamente al mismo tiempo que yo avanzo.

Sin previo aviso, salto sobre él directamente a su cuello, no hace falta decir lo que sucede en ese momento y pasamos todo el día, juntos. Ya está anocheciendo y salimos agotados de la casa abandonada.

-Wau… liberaste a la fiera ¿No? –habla Nicolás limpiándose mi labial de la cara.

-Tú no te quedas atrás. –sonrío arreglándome mi remera y recogiendo el cabello.

-Fue una noche de bodas inolvidable. –agrega él tomándome de la cintura, está bromeando sin duda.

-Debo irme. –digo separándome de él.

-¿Qué? Primero me encierras, me violas y… ¿Después te vas? –comienza a hacer pucheros.

-Pues sí, tenemos un golpe esta noche y necesitamos descansar. –respondo sincera.

Cuando me alejo veo a Nicolás dejándose caer sobre Robú estando exhausto.

-Él me provocó. –pienso sonriendo mientras miro la pulsera que me regaló. Ahora sé que significo mucho para Nico, antes lo sabía, pero esta pulsera es la prueba.

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