Capítulo 22
Narrador: Jesica.
Los intentos de homicidio, el robo de las tierras de Nico y la destrucción de mi casa sólo es el inicio del plan maquiavélico de ese empresario.
-¿Dónde pasarás la noche? –pregunta Sabri.
-En tu casa. –respondo como si fuera obvio.
-No… mis parientes están de visita y no hay espacio. –niega con la cabeza.
-Entonces… -pienso, ella pone sus manos sobre su cintura y me señala con los ojos a Nicolás.
-Ah… no. –digo seria.
-Ah… sí. –habla Sabrina.
-Hey ¿Puedes quedarte conmigo? –interrumpe Nico.
-No es necesario, me gusta dormir al aire libre. –invento una excusa, en ese momento, unas nubes grises cubren el cielo y amenaza con llover.
-Vamos. –él insiste y me toma de la mano, una sonrisa de satisfacción queda gravada en el rostro de Sabrina. Luego de que los bomberos apagaron en incendio de la casa y de darles nuestros testimonios a la policía, conduzco mi camioneta hasta el edificio donde vive Nicolás, en el camino dejamos a Sabrina en su casa, cuando llegamos Robú nos recibe alegremente, tanto que derriba a su dueño de pronto.
-Hola amigo, yo también te extrañé. –dice Nico riendo.
-Ten Robú. –le lanzo una zanahoria y él la atrapa en el aire.
-¡Tía, ya llegué! –avisa con un grito cuando entramos por la puerta de apartamento.
-Hola Jesica, ¿Viniste a visitarme? –saluda la tía Blanca.
-No, ella pasará la noche aquí, su casa explotó. –le explica.
-No quiero ser una molestia. –hablo estando insegura con la idea.
-No eres una molestia, pasa, siéntete como en tu casa. Si me necesitan estaré en mi habitación.
-Gracias señora. –ordeno el sofá para dormir en la pequeña sala pero Nico me ofrece su cama.
-Yo dormiré en el sofá. Mi cama es más cómoda.
-No, ya es suficiente con que me dejes dormir en tu casa, no te quitaré tu cama. –me opongo sentándome en el sofá.
- Bien dormiré contigo. –se sienta a mi lado, entonces me alejo de inmediato.
-Pensándolo bien, dormiré en tu cama, buenas noches. –acepto y cierro la puerta del cuarto, solo una fina pared de madera nos separa, la cama es de una plaza y tiene sabanas de color azul, la almohada es bastante cómoda. Me acuesto y puedo sentir el olor del perfume de Nicolás, impregnado en las telas.
Ya son las 3 de la madrugada y no consigo dormir por los ruidos de los autos pasando por el puente avenida, tapo mis oídos con la almohada pero es inútil.
-¡Ah… no puedo dormir! –grito con mi cara pegada por el colchón, es como si algo me faltara, me siento vacía.
-Jesica… -susurra alguien detrás de la puerta entre cerrada.
-¿Qué?
-Jesica, soy yo. –se trata de Nico, él abre la puerta causando un oxidado rechinido.
-Shh… ¿Qué quieres? –le pregunto en voz baja sentándome en la cama con las sabanas cubriendo mis piernas.
-Te traje esto. –él me pasa mi ratón de peluche.
-Es Bigotes, pensé que… -lo tomo y lo abrazo con fuerza.
-Lo salvé de la explosión, sé que es muy importante para ti. –habla con una sonrisita en su cara, abro grande los ojos al darme cuenta que me estoy comportando como una niñita, en ese momento suelto el peluche diciendo desinteresadamente.
-No, ¿Esta cosa vieja? No debiste, pero gracias.
-No fue nada. Que descanses. –me da un beso en la frente y cierra la puerta. Miro el ratón y lo vuelvo a abrazar.
-Esto era lo que faltaba… -me acuesto teniendo a Bigotes entre mis brazos y por fin consigo dormir.
Cuando el sol comienza a salir y se escuchan el ruido de las aves volando por el cielo azul. La brisa fresca sopla y muchas moscas vuelan a mi alrededor.
-¡¿Qué?! –me levanto rápidamente y miro a mi alrededor, a mi lado está Nicolás, cómodamente durmiendo con una frazada sobre él.
-Ah… que tierno. –pienso, entonces lo golpeo con la almohada y lo despierto.
-¿Jesica? –él bosteza y se estira un poco.
-Lamento perturbar tu sueño, pero ¡Estamos en un basurero!
-No llames así al departamento de mi tía, puede ser pequeño y sucio pero no es un basurero. –se acomoda de nuevo para seguir durmiendo.
-No, ¡Estamos en un basurero! –lo empujo, Nico se sienta en la cama con los ojos entrecerrados, los frota y mira a su alrededor; como dije, estamos en un basurero, la cama está en medio de los montículos de basura y muchos camiones llegan a arrojar más suciedad.
-¿Cómo terminamos aquí? –me pregunta.
-Que se yo. –contesto tomando a mi ratoncito y comienzo a explorar, Nico me sigue, hay de todo tipo de cosas tiradas por aquí, desde un envoltorio de chocolate hasta unos autos oxidados, más adelante logramos encontrar a la tía Blanca, ella está sentada en su sillón tejiendo como si nada.
-Tía Blanca, ¿Estás bien? –Nico se acerca a ella preocupado.
-Sí, ¿Cómo llegamos aquí? –pregunta confundida.
-Alguien nos arrojó en este lugar como si fuéramos basura. –interrumpo, de repente escuchamos unos fuertes golpes contra el metal, detrás de unos autos viejos encontramos el colectivo y Robú está pateando la puerta para poder salir.
-Espera. –Nico corre a ayudarlo y abre la puerta, el burrito lo saluda alegremente.
-Miren, todos los que vivían en el edificio está aquí. –habla la tía Blanca.
-No puede ser. –subo arriba de una montaña de autos apilados y puedo ver el puente avenida y el edificio siendo destruidos por una máquina demoledora.
-Ahora tenemos que acostumbrarnos a vivir el basurero como en esa novela de “Avenida Brasil”. –menciona la tía.
-¿Qué?
-No, primero robaron las tierras de mi abuela y ahora destruyen la mitad de la cuidad dejándonos en la calle. Ya estoy cansado, pelearé contra ese empresario. ¿Quién irá conmigo? –habla Nicolás, jamás lo he visto tan serio y decidido.
Todas las personas se quedan calladas o miran hacia otro lado.
-¿Nadie va a enfrentarlo? –pregunta algo decepcionado.
-Yo iré contigo. –acepto, quiero decirles sus verdades a el señor Aguilar.
-Yo también.
-Y yo. –la señora Gomes y su esposo Marcelo también nos acompaña junto con la tía Blanca, incluso Robú viene con nosotros.
Nico va montado en su burrito mientras que yo llevo a los demás en mi camioneta, llegamos a la oficina de ese empresario, está ubicada en la parte más alta del edificio del centro. Nico y yo logramos pasar a seguridad con el cuento de que el señor Aguilar mandó a comprar un poni para su hija, que de hecho es Robú disfrazado.
Nos dejan pasar a la oficina, el empresario se encuentra sentado en unos cómodos sofás blancos haciendo nada y luego dice que está muy ocupado.
-¿Este es el poni que ordené? –pregunta con los ojos entre cerrados.
-Sí, es uno de los más elegantes y con la descendencia más fina. –comento como si fuera que Robú es de marca.
-Bueno llamaré a mi hija. –toma su celular, entonces las ligas que sujetan las orejas del burrito se rompen y acaba con la farsa.
-¡¿Qué?! Me mintieron. –se enfurece.
-Escuche señor, usted robó las tierras de mi abuela y trató de matarme varias veces. –Nico lo enfrenta.
-Eso no es cierto, aún sigues aquí y… acaso no sabes que debes leer lo que firmas. Con respecto al puente avenida y ese horrible vecindario; el intendente me lo vendió y está todo en regla –junta sus manos como criticando y nos muestra los contratos, todos legales pero injustos.
-Aun sigue vivo porque yo lo salvé, anoche mi casa explotó y esta mañana desperté en el basurero. Robaste esas tierras, lo engañaste. –digo molesta.
-No tienen pruebas. –murmura inclinándose hacia adelante.
-¡Papi! ¿Dónde está mi poni? –chilla una vocecita a nuestras espaldas, volteamos rápidamente y se trata de Ana.
-¿Ana? –dice Nico.
-¿Papi? Ya entiendo… -pienso al darme cuenta de todo.
-¿Qué hacen ustedes aquí? –pregunta seria.
-Nosotras ya nos íbamos. –interrumpo, tomo del brazo a Nico, quien está entre lastimado y furioso, los de seguridad nos hachan a patadas del edificio.
-¿Qué pasó? –nos preguntan los demás.
-No nos escucha, dice que todo está en regla. –se queja Nico.
-Es un maldito que está pudriéndose en plata. –digo furiosa con un rechinido en mis dientes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro