Capítulo 21
-¿Ya se fue? –Le pregunto en voz baja a Sabri, levanto la cabeza y miro por el parabrisas a Nicolás alejarse caminando con las manos en los bolsillos de sus pantalones, su cabeza agachas expresa su tristeza.
-¿Qué te dijo Nico? –pregunta curiosa mi amiga.
-Nico quiere que me aleje de él para siempre. –respondo.
-No te creo.
-Dijo que es para protegerme. –agrego.
-¿Lo harás?
-No dejare a ese tonto en paz. –murmuro seria.
-Nunca te vi así de decidida. –comenta un poco asustada.
-Sí, pero shh… me estoy haciendo la enojada para que él mismo vuelva conmigo y lo hará esta noche. –confieso en voz baja.
-¿Si? ¿Cómo lo sabes?
-Le dije lo que quería escuchar, como hice contigo. Deberías darme un Óscar por actuación –sonrió y cambio de tema -¿Viste a Lucas? cambió completamente. –digo para hacer que se moleste.
-No que vergüenza, él me trató muy mal. –habla enojada.
-No, sólo te pagó con la misma moneda. –comento sonriendo de costado.
-Aún así, es muy lindo que el enojo se me pasa en seguida. Me encantan sus ojos verdes. –suspira.
-Bien, puedes disculparte y tal vez te haga caso. –menciono encendiendo la camioneta.
-¿Tú crees? –pregunta insegura.
-Claro que sí, Lucas estaba enamorado de ti. –respondo mientras conduzco.
Al llegar a mi casa, Sabrina decide quedarse a dormir y hacer una especie de piyamada. Estamos sentadas en mi cama jugando verdad o reto.
-¿Verdad o reto? –pregunta.
-Reto. –contesto.
-Siempre escoges reto, no elige verdad. –se queja.
-No.
-¿Quieres pasear por el jardín en ropa interior? –advierte señalándome con el dedo índice.
-No serias capaz. –dudo.
-Sí que lo sería. –se cruza de brazos.
-Okey, elijo verdad. –no quiero pasear en calzones por la jardín más de uno de mis vecinos vendrían a ver el espectáculo.
-¿Besaste a Nico? –pregunta con curiosidad.
-Bueno… ¡¿Qué te importa?! –contesto seria.
-Es cierto, eres muy mala e insensible nadie querría besarte aunque le gustes mucho, como se me ocurre. –piensa en voz alta.
-Mmm… -guardo silencio rodando los ojos y mordiéndome el labio inferior.
-¿Qué? No, no puede ser ¿O sí? –mueve la cabeza de un lado para el otro confundida.
-Justamente hoy. –agrego.
-¡Ah! No puedo creerlo, ¿Cómo fue? –está muy emocionada por saberlo todo.
-Cuando estábamos en el colectivo, pero alguien interrumpió. –la miro.
-Lo siento. –se disculpa.
-Pero cuando te fuiste, lo bese. –termino con una sonrisa el recordar ese momento.
-Te tardaste mucho.
-No tú besas a cualquiera muy pronto. –la corrijo.
Narrador: Nicolás.
Voy caminando por las calles pensando en lo que sucedió, tal vez no debí tratar a Jesica tan mal, pero lo hago por su propio bien. No puedo dejar de pensar en el beso que nos dimos, ni siquiera Ana pudo hacer latir tan rápido mi corazón como lo hizo Jesica.
-Creo que puedo ir a verla, por última vez. –pienso al pasar frente a su casa.
Subo por el árbol que da a su ventana, me asomo a ella con cuidado, noto que está abierta entonces aprovecho para entrar, esa es la ventana de su habitación por esa razón la encuentro en su cama dormida. Me acerco en silencio, Jesica está de perfil, tiene un ratoncito de peluche entre sus brazos, ella no deja ver esta forma de ser, es frágil y delicada, parece un ángel.
-Ha… -suspiro al verla, me arrodillo aun lado de la cama y apoyo mis brazos en el borde.
-Eres tan bella. –susurro levando un poco de su cabello, que está en su rostro, hacia atrás, Jesica pudo sentir la caricia, por ello comienza a abrir lentamente los ojos.
-Nico… ¿Qué haces aquí? –ella bosteza y rota sus ojos, inesperablemente me besa.
-No… -murmuro cortando el beso a pesar de que extrañaba sus labios.
-Te extraño. –susurra con sus ojos llenos de lágrimas listos para llorar.
-Jesica, basta. –digo haciendo lo posible por quitar mi vista de sus maravillosos ojos, pero me siento hipnotizado por ellos.
-Tú dices que quieres protegerme, pero ¿No entiendes que alejándote de mí me haces mucho daño? –contraataca con la voz quebrada, un nudo de angustia aparece en mi garganta.
-Yo… tienes razón.
-Entonces no te alejes de mí. –me interrumpe tomando mi rostro, yo me inclino y pego nuestras frentes.
-Está mal…
-No diga nada más. –habla mirando de costado.
-Esto es tu culpa. –digo con recelo.
-¿Por qué? –junta las cejas molesta.
-Eres… tan pero tan irresistible para mí.
-¿No pudiste esperar hasta mañana para decirme eso? –bosteza profundamente.
-Tienes razón, te desperté si querer. –me disculpo.
-No, no importa. –trata de ordenar su cabello con sus manos, es ondulado pero se enreda con facilidad, entonces escuchamos un ruido extraño que viene de la cocina.
-Iré a ver, seguro es Sabrina buscando algo de comer en la heladera. –dice ella bajándose de la cama, tiene un pequeño short gris que deja ver sus piernas y una musculosa suelta violeta, creo solo usa esa ropa para dormir. La sigo y la alcanzo en el pasillo, la puerta de otra habitación se encuentra abierta y Sabrina se encuentra durmiendo allí.
-Sabri, despierta. –dice Jesica en voz baja sacudiéndola suavemente.
-¿Qué? –se despierta, cuando me ve se sorprende -¿Nico?
-Sí, es él, yo gané la apuesta. –interrumpe Jesica.
-Shh… -los ruidos de la cocina se detienen de repente, está claro que no es Sabrina la que está allí.
Jesica llama a la policía de inmediato, ellos llegan rápido pero ya es tarde, la cocina está vacía.
-Saldré a hablar con los polis. –habla Sabrina poniéndose una bata, la vemos por la ventana acercarse a los patrulleros.
-¿Usted llamó avisando de un robo? –le preguntan.
-Sí, pero…
-Brindar falsa información a la policía es un delito. –interrumpe el oficial.
-Genial, iremos todos a la cárcel. –dice Jesica molesta.
Algo brillante en la esquina llama mi atención, parece ser una pálida luz, en un momento cae al suelo creando una línea de fuego por la calle que se dirige a la casa, siento un olor extraño en el lugar.
-Es gas… -murmuro, entonces me doy cuenta de lo que sucede.
-¡Jess, corre! Ahora –le digo, la alzo en mis brazos y corro hacia la puerta trasera, el fuego alcanza el gas haciendo que la casa explote por completo, los policías y Sabrina se resguardan detrás de los autos.
Jesica y yo atravesamos la puerta de vidrio, rompiéndola en miles de pedazos y la fuerte explosión nos lanza al interior de la piscina, el agua nos protege de las llamas, no la suelto en ningún momento, mantengo a Jesica rodeada con mis brazos para protegerla, no tengo duda de que es otro intento para matarnos a ambos.
Respiramos hondo al salir de la piscina, estamos completamente mojados pero vivos.
-Agr… -ella tose el agua que tragó.
-Parece que ahora estamos a mano. –sonrió al verla ilesa.
-Me salvaste… gracias. –ella me abraza muy fuerte rodeando mi cuello con sus brazos.
-No fue nada. –contesto tratando de no hundirme, Jesica se separa un poco y me mira a los ojos, su flequillo mojado cae sobre su rostro y unas minúsculas gotas de agua están sobre sus largas pestañas.
-Jesi… -murmuro quitando el cabello de cara.
-S-sí. –su voz se vuelve un hilo, avanzo lentamente pero ella me detiene juntando nuestras mejillas.
-Sabía que volverías. –susurra en mi oído tiernamente, entonces me besa apasionadamente, nos concentramos tanto es eso que nos sumergimos en la piscina.
Solo nos separamos para salir y respirar.
-Perdón. –Jesica y yo nos reímos al mismo tiempo.
-¡Jesica, Nico! –Grita Sabrina preocupada, al vernos reír nos mira con la ceja levantada y confusa -¿Qué les pasa?
-Nada estamos bien. –contesto saliendo de la piscina.
-No, no están bien… ¡La casa explotó y ustedes solo se ríen!
-¿La casa? Ah, sí, no importa, por suerte todos estamos bien. –habla Jesica, yo le extiendo mi mano para ayudarle a salir, ella sonríe y la toma. A nuestras espaldas la casa arde en llamas, todo está destruido, humo y cenizas se levantan al cielo.
-La única forma de parar esto es atacarlos, ¿Pero cómo? –habla Jesica molesta.
-Te ayudaré en todo. –digo, Sabrina también acepta y juntos planeamos la mejor manera de acabar con todo esto.
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