Capítulo 12
Narrador: Jesica.
-Ja jaja, se la creyó, le dije lo que quería escuchar. –rió para mi adentros cuando veo que Sabrina quedó en shock.
-Este es el cuarto. –le digo al encontrar una puerta blanca con una chapa con el número 13.
-Mmm… “13”, la yeta. –pienso mientras giro el picaporte, entonces Sabri reacciona y viene a mi lado. Ambas entramos despacio y sin hacer ruido porque Nico puede que esté descansando.
Él está acostado en una cama bastante alta, tapado con sabanas de color celeste y recostado por una cómoda almohada.
-Hola, son ustedes. –nos saluda sonriendo, sentándose.
-Hola. –contesto sentándome en el borde de la cama, Sabri se sienta en una silla que está al lado de la cama, ella me mira con una cara, qué estará pensando, pero eso no importa. Sabrina me hizo un favor sin saberlo, Nico puede decirme qué hacía en las escaleras así poder aclarar todo el misterio.
-¿Vinieron a visitarme? –pregunta.
-Sí, eres nuestro amigo. –dice Sabrina, pero cuando pronunció “amigo” quiso decir otra cosa, pero no me preocupa porque Nico no entiende las indirectas.
-Gracias, pero… -respira hondo -¿Saben dónde está Ana? –pregunta estando un poco triste. Cuando él pronunció el nombre de Ana, pude ver que los ojos de Sabrina se llenaron de odio.
-No seguramente debe estar descansando de alguien bastante molesto. –responde Sabrina refiriéndose a él con otra indirecta.
-¿Quién la molesta? –dice serio.
-No, lo que Sabri quiso decir es que no la vimos desde ayer. Tal vez quiere estar a solas. –interrumpo, Nico corre las sabanas dejando descubierto el yeso en su brazo derecho. Sabrina no tuvo mejor idea que proponer: -¿Quieres que te firme el yeso?
-Sí. –él acepta, ella saca un fibrón de su bolsillo, ya tenía todo planeado y escribe:
“Que te mejores, te quiere tu amiga Sabri” dibuja un pequeño corazoncito sobre la “i”.
-Te toca. –me dice entendiendo su brazo para pasarme el fibrón, lo tomo y me inclino un poco para escribir: “A la próxima rómpete a una pierna” y para que Sabrina se la siga creyendo también escribo tres silabas que todos usan “TKM”, que significa “te quiero mucho, pero para mí significan (te quiero matar) en buena onda.
-Extraño a Ana. –dice agachando la cabeza.
-Si la viste ayer, ¡Solo pasó un día! –se le acaba la paciencia a Sabrina. –Ahora que me acuerdo, te traje algo para que ayude a cicatrizar la herida. –dice revolviendo su bolso hasta encontrar una crema que tiene como componente penicilina, cuando Nico lo ve se altera un poco: -Aleja eso de mí.
-¿Por qué? –pregunta confundida.
-Soy alérgico a eso, puede matarme. –responde agitado.
-Okey, el remedio puede matarte. –piensa Sabrina en voz alta.
-¿Qué le habrá sucedido a Ana? –dice Nico pensativo.
-Algunas personas necesitan estar a solas durante un tiempo. –hablo pasándole el fibrón a Sabri, pero por desgracia ella interpreta esto como otra indirecta.
-Tengo que ir al baño. –miente mientras se levanta de la silla, cuando camina hacia la salida me dice en voz baja: -Ya entendí, quieres que de deje con Nico a solas. –rápidamente sale y cierra la puerta, estoy más que segura de que Sabrina está detrás de ella con la oreja pegada tratando de escuchar nuestra conversación.
-Me dan ganas de matarla. –pienso.
-¿Estás bien? te veo cansada. –me pregunta Nico, inclinándose hacia la derecha para bajarse de la cama.
-Solo estoy cansada. –respondo, en ese momento él se levanta y camina al baño; no sé por qué pero los doctores le pusieron una de esas batas celestes y cuando entra el baño puede ver sus… paragolpes por así decirlo; la bata está atado a la altura de la espalda dejando lo demás descubierto.
-No puedo creer esto. –pienso un poco avergonzada agachando la cabeza, tiene su atractivo y todo, además en mi interior había una vocecita gritando, como una fan de One Direction en uno de sus conciertos.
Ahí es cuando el vuelve y nota lo muy sonrojada que estoy.
-¿Estás bien? –Pregunta mirándome fijamente mientras se recuesta en la camilla. Yo asiento aun avergonzada –No parece, estas muy colorada ¿No tienes fiebre o algo? –Pregunta preocupado inclinándose para inspeccionarme.
-Estoy bien Nico –Le regalo una pequeña sonrisa para tranquilizarlo, él me la devuelve, en ese momento se queda en silencio pensando en algo.
-Me tengo que ir, ya se terminó el horario de visita. –le digo levantándome de la cama, camino a la salida y cuando todo el picaporte de la puerta, él me detiene diciendo: -Mañana de dan el alta, ya terminaron de examinar mi cabeza y todo está bien, nos vemos en la escuela. –sonríe.
-Ah, okey. -respondo saliendo y como lo pensé, Sabrina estaba escuchando todo con la oreja pegada a la puerta, al abrirla le golpeo la cabeza, pero no tan fuerte.
-Ay, lo hiciste a propósito. –se queja frotándose la cabeza.
-Claro, ¡estabas espiándome! –la acuso molesta.
-¿Por qué tu cara está tan roja? –pregunta cambiando de tema, luego de un segundo una sonrisa malvada que ya me dice en todo lo que está pensando.
-No es lo que estas pensando. –hablo de inmediato.
-No escuché nada comprometedor, pero hubo un silencio… ¿Qué pasó allí adentro? –pregunta curiosa, cuando una idea se le mete a la cabeza, no para más.
-Nada. –contesto mientras camino hacia el ascensor.
-¿Cómo Nico no se da cuenta de que…, o sea no siente la brisa o algo? –pienso enojada con él.
-Te sonrojaste, ¿Te dijo algo lindo?
-No, este rojo es de vergüenza. –le aclaro.
-¿Qué pasó, qué viste? –ella insiste.
-Luna Llena. –respondo cuando presiono el botón para bajar.
-¿Luna Llena? Pero son las 16:30h de la tarde. –habla mirando su reloj de pulsera. Entonces entiende, pero ya es tarde, las puertas del ascensor se cierran conmigo a dentro.
-¡No, espera! –grita apoyándose por las puertas e intenta abrirlas.
-¡Ah! Mierda, con todas las cosas que pasaron, me olvide de preguntarle a Nicolás detalles de su accidente. –me digo furiosa casi arrancándome los cabellos.
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