Capítulo 5
Luego de aquella persecución Aren y yo nos reímos demasiado por las expresiones que habían puesto al verlo y cuando le conté como le di un rodillazo al chico. Fue divertido. Nos la pasamos hablando sobre eso y sobre el entrenamiento que continuamos al detener las risas.
Pero me di cuenta de que el tiempo avanzaba más rápido. Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, y luego... esos meses se volvieron tres años hasta ahora.
Aren siempre que venía me traía comida para mí y mi madre. A veces venía Miriam a ver como estábamos y ella fue muy amable en comprar medicina para mamá. No sabía como pagarles por todo esto que están haciendo por nosotras aunque ellos insistían en que no era necesario pagar.
Ambos me hablaron de cómo siempre han odiado como el Rey ignoraba a los pobres como mi madre y yo. Él festejaba en su castillo, rodeado de riquezas y todo lo que para nosotros era solo un sueño imposible.
Mi madre estaba estable pero yo temía porque su salud empeorara... Aren seguía ayudándome a entrenar.
Hasta me había dado una daga para ayudarme, yo la tenía siempre escondida entre mi ropa, en mi cintura.
A veces quería llorar y abrazarlos por tanto apoyo que nos han dado...
Aren y yo pasábamos todo el tiempo posible estando juntos, aunque suelen haber días en que nunca aparecía, según por lo que me ha dicho es por asuntos familiares de los que no quiere hablar. Yo entendía y respetaba eso, por lo que no decia nada ni lo juzgaba.
-Bien, mejoraste mucho más de lo que hubiera imaginado -menciona Aren sonriendo ampliamente.
-Gracias a ti -respondí de igual forma.
Me senté en el suelo y noté cuando Aren se pasaba la mano por el cabello, suspirando un poco cansado por el entrenamiento...
Había cambiado mucho desde que nos conocimos...
Ahora tenía el cuerpo joven pero fuerte de un chico de diecinueve, mientras que yo tenía dieciséis.
Sinceramente, pude notar y admirar su cambio. Se veía mejor, más fuerte y alto, más... atractivo.
-¿Sucede algo, Delia? -pregunta él mientras me observa.
Reaccioné dándome cuenta de que me había quedado mirándolo. Mis mejillas arden y me sentí apenada, negué sonriendo.
-No, nada, nada.
Él se sienta a mi lado sonriendo, bebemos agua y nos acostamos para mirar al cielo y encontrarle formas a las nubes como ya es nuestro pasatiempo luego de los entrenamientos. Aunque ahora me siento más ansiosa y... nerviosa estando a su lado. Un sentimiento raro que crecía en mí y no podía descifrarlo.
Sentí su mano sujetar la mía delicadamente haciéndo que mi corazón se acelerara dentro de mi pecho.
-Creo que ya estarás bien aunque yo no esté... -comenta repentinamente mientras sonríe.
-¿No estarás? -cuestioné confundida y dándome la vuelta para verlo.
-Digo que cuando yo no pueda venir o llegue tarde... estaré tranquilo porque sabré que tú podrás defenderte -responde mirándome, asentí como respuesta.
Decidí arriesgarme a pesar de mi nerviosismo y acercarme a él, acosté mi cabeza en su hombro mientras que él me rodeaba y abrazaba. No era algo nuevo estar así con él, pero de igual forma me sentía nerviosa y se me complicaba moverme para acomodarme así.
-Oye, tengo algo para ti -dice de repente y rebusca en sus bolsillos.
-¿Qué es? -pregunté curiosa.
Él me sonríe antes de sacar de su bolsillo un precioso collar que dejo colgar frente a mí. Me senté mientras lo observaba y miraba con asombro. Las cuerdas eran finas y al igual que el dije en forma de media luna estaba hecho de plata.
-Es... hermoso... -comenté sin aliento.
Vi entonces que en su muñeca izquierda tenía una pulsera parecida al collar pero las cuerdas eran más gruesas y hechas de cuerpo. Pero la medialuna era la misma y con los mismos detalles.
-Aren... esto es... es increíble. Pero...
Me mira sonriendo aunque levanto sus manos para detenerme.
-Sé lo que vas a decir. No hay devoluciones, es tuyo. Y no importa cuánto contó -dijo rápidamente.
Resoplé negando con la cabeza antes de reír ligeramente y rodar los ojos.
-Bien, tú ganas.
Sonríe ampliamente al escucharme aceptar. Entonces yo me di vuelta y levanté mi cabello.
-¿Me ayudas a ponérmelo? -pregunté un poco apenada.
-Por supuesto...
Él pasa el collar frente a mí y lo coloca en mi cuello, sentí cuando lo abrochó y lo dejó colgar. Dejé caer mi cabello y me di vuelta nuevamente para verlo y abrazarlo.
-Gracias... por todo, Aren.
-No tienes que agradecer, Dalia...
Yo asentí porque creía que sí tenía que hacerlo. Sentí sus brazos estrecharme con fuerza y cariño. Me sentía tan bien a su lado, tan querida y protegida...
Finalmente nos separamos, decidimos que era tiempo de irnos así que él me acompañó a casa como suele hacer. Nos despedimos estando allí y él alejó mientras yo entré.
-Hola, mamá -saludé al estar junto a ella.
-Hola, cariño. ¿Cómo te ha ido? -pregunta adormilada pero sonriendo.
-Bien, Aren dijo que ya puedo defenderme sin su ayuda, he avanzado.
Ella sonríe aún más pero con debilidad y me mira. Ve el collar y levanta su mano, la cual temblaba, para tomarlo con delicadeza.
-¿Él te lo dio? -asentí-. Es muy hermoso...
Repentinamente comienza a toser, sujete su mano un segundo antes de apresurarme a ir por un vaso con agua y hacer tomar del contenido. Ella suspira profundo pero me agradece.
-Ya mamá, mejor descansa...
Dejé el vaso a un lado y la hice acostarse de nuevo, ella respira un poco más agitada luego de toser tan violentamente. Cierra los ojos y pronto se queda dormida. Agarré su mano y le di un ligero apretón de apoyo, la miré sonriendo antes de bajar la cabeza y quedarme pensando.
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