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Capítulo 31

-Hoy quiero que te quedes a mi lado, tendré mucho que hacer y necesitaré de ti...

El rey acaricia mi mejilla mientras yo estaba sentada a sus pies como él me ordenó y él sentado en su trono.

-Sí, Majestad -respondí agachando la mirada.

Él me hace levantar la barbilla de nuevo pero me acerca hasta levantarme en mis rodillas y colocarme entre sus piernas. Me mira al rostro y sonríe.

-En estos años te has puesto aún más hermosa... ahora estás más madura. No quiero separarme de ti nunca.

Y eso era lo que yo más quería. Aún no sé como es que pude aguantar otros cuatro años después de mi enfermedad con alguien como él. Besa mis labios y baja a mi cuello con ansias.

-Hm... realmente eres una tentación, pero que mal que tengamos que esperar.

Se separa de mí y suspiró estresado por tener tanto que hacer. Yo volví a sentarme sobre mis pies junto a él pero entonces escuchamos un estruendo fuera del castillo...

-¿Pero qué...?

La puerta se abre de golpe y entran dos guardias apresurados que se acercan a nosotros.

-¡Majestad! ¡Se aproxima un gran ejército! Han destrozado la muralla y están entrando.

¿Qué...? ¿Podrá ser...?

El rey se levanta de su trono extendiendo su brazo con autoridad.

-Que preparen a todos los caballeros del reino, ¡defiéndanme! ¡No pueden entrar aquí!

-Pero señor, ¿qué hay de los civiles? -pregunta uno.

-¡Hagan lo que les digo! ¡O haré rodar sus cabezas!

-¡S..Sí señor! ¡Lo que diga, señor! -uno de los guardias se va corriendo.

Quise levantarme pero el rey se da vuelta y vuelve a estar cerca de mí, me mira amenazante haciendo que volviera a bajar la cabeza y juntara mis manos sobre mi regazo. Él se sienta de nuevo en el trono, chasquea sus dedos y me tiende la mano. Apoyé la mía sobre la suya y él dejó reposada nuestras manos en su regazo.

-¿Quienes se han atrevido a atacarnos? -pregunta al guardia que aún estaba aquí.

Ya podía escuchar la pelea afuera, una gran pelea que empezaba a ser la más grande de la historia de nuestro reino.

-He visto varias banderas... nuestros enemigos se han unido para acabar con nosotros -comenta.

-¡¿Qué?! Imposible, ¿hicieron algún tratado?

-No sabemos más, pero señor... no es todo. Sus hijos... ¡sus hijos están con ellos!

Abrí los ojos de par en par al escucharlo. Mi corazón se acelera y la alegría invadió mi interior al instante... Lo habían hecho, estaban aquí.

-Recibimos otras noticias... Han matado a su hermano, Majestad. Sus sobrinos igualmente se han unido a los enemigos.

-¿Cómo es posible...? Todos son unos desgraciados ¡traidores! ¡Matenlos a todos! ¡No dejen a nadie con vida o haré rodar sus cabezas!

-La única cabeza que saldrá rodando será la tuya si no sueltas a mi mujer en este instante.

Me enderecé sintiendo mis ojos cristalizados al verlo en la entrada del salón.

-Aunque... aún si lo haces no puedo dejar que salgas de aquí con vida... Padre.

-Aren... Tú, maldito bastardo... Tú has hecho todo esto -el rey se levanta de su trono y mira a su guardia- ¡Mátalo! ¡¿Qué esperas?!

-Pero señor... e..es su hijo.

-¡Hazlo ahora!

El guardia mira a Aren y saca su espada. Corre hasta él pero Aren estaba muy tranquilo, caminó de frente y con un solo movimiento demasiado rápido como para verlo bien, cortó la cabeza del guardia. El cuerpo cae y Aren sacude su espada para quitarle la sangre y seguir acercándose por el largo pasillo.

-Esto es el final... Se acabó. Un saco de huesos como tú no puede seguir como rey. Tampoco podrás vencerme, maldito anciano... En la fuerza y la inteligencia yo soy el mejor.

Sonreí mientras sentía que mi piel se erizaba. Aren me mira de reojo y me guiña un ojo mientras sonríe de lado. Vuelve la mirada al rey quien apretaba los puños con frustración, mira a todos lados en busca de algo que lo ayude.

-Te he dado demasiado tiempo para rendirte. Creo que ya fue suficiente -Aren vuelve a acercarse.

-¿Rendirme? -el rey sonríe de una manera desdeñosa que me dejó intranquila.

Rápidamente me toma del brazo para levantarme y saca su espada de su funda hasta ponerla contra mi cuello. Aren se sobresalta y detiene sus pasos.

-¿Qué has dicho? ¿En la inteligencia eres el mejor? Pues ahora no lo pareces... ¿Qué harás ahora, hijo mío? Tengo tu vida entera en mis manos, ¿no? ¡No puedas hacerme nada o ella vendrá conmigo!

Traté de voltear a ver al rey pero él me remueve para advertirme de que no me moviera y amenaza mi cuello apretando su espada en él.

-Tú no te muevas... No querrás que por accidente corte ese lindo cuello tuyo. ¿Cierto? Es una pena que esto termine así... porque lo haces tan deliciosamente que no quería que eso terminara.

Sabía que quería hacerle saber a Aren lo que me hizo, quería provocarlo... hacerle saber que ya era tarde para él conmigo. Que él lo había hecho... Aren abre los ojos de par en par al darse cuenta, sabe de lo que hablaba este viejo asqueroso. Me mira pero le sonreí con tristeza. Aunque... no le hice una seña con la mano para que aguardara un poco.

-¿Y porqué tiene que terminar? -hablé de repente.

-¿Hm...? -volteé la cabeza hacia el rey quien me dejó hacerlo al ver mi sonrisa seductora.

-Digo... ¿Por qué quiere terminar con esto? He de admitir que pudo conmigo, ha hecho que caiga a sus pies como usted quiere... ¿por qué terminarlo cuando ya me empezó a gustar?

Levanté lentamente mi mano consiguiendo que la espada se aflojara, la pasé hasta sujetarlo por la nuca con delicadeza.

-No quiero que esto termine, mi rey...

Lo atraje hasta mí y besé sus labios sorpresivamente. Abrí un ojo para ver a Aren quien estaba sorprendido pero asintió al notar que lo estaba viendo. Sonreí porque sin palabras... ambos ya sabíamos lo que estábamos pensando.

El rey bajó la espada mientras disfrutaba de este momento creyendo que había ganado. Pero cuando mi cuello estuvo fuera de peligro yo moví lentamente mis manos hasta agarrarlo por la ropa.

-Mi rey, eso que haz dicho sobre la inteligencia... -murmuré sonriendo.

-¿Sí? -cuestiona de igual forma.

-En serio no queda contigo.

-¿Qué?

Pateé sus piernas y lo lancé sobre mi cuerpo sin darle tiempo a reaccionar. Lo golpeé contra los peldaños de la escalera haciendo que escupiera algo de sangre y se quejara, doblaba su muñeca con la espada hasta casi partírsela.

-Realmemte me das asco.

-¡M..Maldita sea...!

Aren se acerca de nuevo haciéndome distraer y sonreír por él. Entonces el rey agarra mi muñeca y me jala para acercar mi cabeza y darme un golpe con el mango de la espada antes de lanzarme por los peldaños, que no eran pocos.

-¡Delia!

Sentía mi cuerpo rodar y doler. No tuve las fuerzas necesarias para levantarme por un momento. Aren se acerca y me toma entre sus brazos.

-Aren... -murmuré apenas pudiendo verlo, sentía algo derramarse por mi frente pero yo intenté apoyar mi mano en su mejilla-. Realmente eres tú...

-Sí, Delia... soy yo. He venido por ti, amor mío... -agarra mi mano y la besa con ternura-. He venido a liberarte finalmente.

-¿Y cómo piensas hacerlo? -el rey agarra su espada y se levanta adolorido-. No puedes pelear y proteger a esa mujer a la vez.

-Tiene razón... -comenté.

-No voy a dejarte -responde Aren decidido.

Él salta conmigo en brazos justo a tiempo cuando el rey había saltado unos peldaños hasta nosotros. Consigue esquivarlo y su espada queda clavada en el suelo. Se endereza y camina hacia nosotros con su espada en mano. Agarré a Aren por la ropa y lo jalé hasta mí a la vez que pateaba los pies del rey evitando que cortara la cabeza de mi príncipe y cayera al suelo.

Aren se levanta y me ayuda a hacer lo mismo, estaba mareada por los golpes en mi cabeza. Apoyé mi mano sobre la zona y al verla noté la sangre en ella.

-¡Agh!

Aren me agarra por la cintura, da un paso al frente y detiene con su espada la espada de su padre frente a nosotros. Lo patea en el estómago y lo lanza hasta golpearlo contra los peldaños de nuevo.

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