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EPÍLOGO 🔞

La recepción fue bastante tranquila y agradable. Por decisión de los novios, se optó por no servir mucho alcohol para que no se perdiera el control entre los invitados; una gran cantidad de personas borrachas en una boda no era para nada bueno, sin mencionar que habían niños presentes y sus padres debían estar completamente conscientes para cuidar de ellos.

Un ejemplo de ello era Jaejin, quien se hallaba en una esquina bebiendo gaseosa mientras veía a sus padres bailar en la pista. Al verlo tan solo, Taehyung se acercó a él y se sentó a su lado.

—¿La estás pasando bien, Jae?— revolvió sus cabellos amablemente, ocasionando que el infante de nueve años riera.

—Sí, la fiesta está genial— un suspiro seguido de ello le indicó al castaño que el menor estaba mintiendo o estaba preocupado por algo.

Buscó a Jungkook con la mirada para pedir algo de ayuda, pero optó por no hacerlo cuando lo vio charlando con un grupo de amigos. Sin decirle nada al pequeño, se levantó para ir a la mesa de bocadillos y tras tomar unos cuantos, volvió con el menor y le entregó la mitad de ellos.

Jaejin los tomó confundido y metió uno de ellos a su boca.

—Ahora sí, cuéntame ¿Qué tienes?

El menor se mordió los labios, miró a sus padres aún bailando y cuando se percató de que no le prestaban atención, se dirigió al esposo de su tío, dispuesto a contarle aquello que le preocupaba.

—Papá dijo que la semana próxima viajaremos a Tailandia— confesó, a lo que los ojos de Taehyung se abrieron en clara sorpresa.

—¿En verdad? Bueno... Eso es genial, vas a poder conocer lugares y ver paisajes. Tailandia es muy bonito aunque no haya tenido la dicha de ir.

—Pero eso no es todo. No vamos para pasear, ¡Nos vamos a mudar allá! Ya no vamos a estar más junto a ustedes— su semblante decayó notoriamente y Taehyung entendía la razón.

Le ponía triste separarse de Jaejin, Hesseung y Jisoo. Ellos fueron su familia por mucho tiempo e inclusive, gracias a ellos, pudo regresar al lado de Jungkook, pero también entendía las razones de su concuñado para tomar esa decisión. Hace poco él les comentó sobre el viaje y les explicó que le había salido una buena oferta de trabajo en Bangkok que simplemente no se podía dar el lujo de rechazar. Se alegraba por él, pero le daba pena por Jaejin puesto que todos sus amigos estaban en Corea.

De pronto, se le ocurrió una forma de hacer que el menor se alegrara.

—Oye, no estés triste. Te prometo que Jungkook y yo iremos a visitarlos varias veces al año— los ojitos del infante brillaron al escuchar eso.

—¿De verdad? ¿Me lo prometes?— lo miró fijamente con la esperanza reflejada en su mirada.

—Te lo prometo, Jae. Por la garrita— hizo un ganchito con su dedo meñique y esperó a que el menor lo enrollara con el suyo.

Este no tardó más de dos segundos en hacerlo.

—¡Gracias, gracias!— lo abrazó con fuerza y se levantó de su asiento —Iré a avisarles a mamá y a papá— dicho esto, le regaló una bonita sonrisa antes de salir corriendo en dirección a sus progenitores.

Taehyung rió por lo bajo y se levantó de su lugar para ir en busca de su esposo, aunque en realidad, no tuvo que hacerlo, pues éste apareció en su campo de visión y lo atrajo hacia él en un cálido abrazo seguido de un beso.

—Aquí estás, cariño— murmuró contra sus labios —Tenemos que irnos.

Taehyung lo miró confundido por la noticia, pero perdido al mismo tiempo por tenerlo tan cerca.

—¿A dónde?— consiguió preguntar, pero no recibió respuesta inmediata.

Jungkook le guiñó el ojo para acto seguido, jalar su brazo con cuidado para hacer que lo siguiera. Empezaron a caminar por la playa hasta llegar a la salida de ésta, unos pasos más adelante, el castaño logró distinguir un auto negro, esperándolos en la calle.

Iba a preguntar, pero el azabache colocó un dedo sobre sus labios y solo le indicó con la cabeza que subiera al automóvil. No tuvo más remedio que obedecer puesto que el conductor ya estaba abriendo la puerta trasera para él. Tras agradecer, subió al auto y se acomodó en el asiento, Jungkook no tardó en imitar su acción y segundos después, ya se encontraban rumbo a un lugar desconocido para el menor.

—Kookie, sé que jamás me harías daño, pero esto me está dando miedo... Ugh— sus palabras fueron calladas debido a que el mayor se subió sobre él y atacó sus labios en un beso caluroso que le arrebató el aliento.

Gracias al acto tan repentino, perdió el equilibrio y cayó acostado boca arriba sobre el asiento con el mayor sobre él. Sus labios danzando al compás de los movimientos de sus cuerpos, los cuales empezaron a acalorarse por los trajes.

Las dedos de Taehyung se enredaron en el cabello de Jungkook y jalaron un poco de él, ganándose un gruñido por parte de su amante. Éste metió sus manos por debajo de su camisa y comenzó a acariciar sus pezones, haciéndole gemir bajito debido a la vergüenza de estar siendo escuchados por el conductor.

—Ahh, Kookie— tragó saliva con dificultad cuando el susodicho empezó a dar embestidas falsas contra su entrepierna. Ambos miembros se encontraban erectos y sobresalían por la tela de sus pantalones.

El azabache lo miró con ojos oscuros, deseándolo y muriéndose por hacerlo suyo por primera vez como esposos.

—¿Ya vamos a llegar?— preguntó con voz ronca al conductor.

—Sí, señor Jeon, faltan cuatro cuadras para llegar.

Con eso bastaba por el momento. Esperaba que recorrieran ese tramo lo más pronto posible porque de no ser así, le haría el amor a Taehyung en ese mismo lugar, no le importaba si el conductor los oía y veía.

Para su buena suerte, el hotel que reservó hace unos días pronto apareció frente a sus ojos. Tras acomodarse sus ropas lo mejor que pudieron, Jungkook le pagó al hombre y bajó junto a su esposo del auto.

El proceso de verificación de la reservación se les hizo eterno; cinco minutos jamás habían sido tan largos. Cuando les dieron su llave e indicaron el número de habitación, no tardaron en dirigirse al ascensor que los llevaría allá. Mientras subían, volvieron a besarse con necesidad mientras luchaban por quitarse la ropa ahí mismo. Si ese ascensor tenía cámaras de seguridad, los guardas debían haber pensado que se trataba de un par de degenerados, claro, sino supieran que ambos acababan de casarse y estaban locos por iniciar con su noche de bodas.

Cuando el sonido del ascensor se hizo escuchar, supieron que habían llegado. Caminaron a pasos atropellados hacia la habitación que les correspondía, pero al ingresar, Taehyung detuvo todo movimiento y se quedó con la boca abierta.

Esa no era una habitación cualquiera, se trataba de una suite presidencial.

La cama matrimonial que se hallaba en la mitad del espacio, estaba cubierta por unas finas sábanas blancas y sobre ellas, un corazón de pétalos de rosa salía a relucir. El suelo también estaba lleno de pétalos, unas cuantas veladoras blancas alumbraban el lugar y varios globos de color rojo se repartían estratégicamente por toda la habitación.

Sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas y una hermosa sonrisa se esbozó en su rostro.

—Kookie, esto es precioso— se giró hacia él para abrazarlo por el cuello y darle un piquito en los labios —¿Todo esto lo hiciste tú?

Jungkook rió nervioso mientras correspondía al abrazo —Yo mandé a organizar esto, pero en realidad, fueron los empleados del hotel los que lo hicieron— admitió, mirando el lugar —Hicieron un gran trabajo, es exactamente lo que quería para ti.

Taehyung le sonrió en grande, sus ojos llenos de amor por el hombre que tenía en frente —Pues me encanta.

—Y eso no es todo— se separó un poco, dejándolo confundido —Cierra los ojos.

Confiaba plenamente en él, por lo que obedeció y se quedó esperando por su próximo movimiento. Pudo sentir las manos contrarias sobre las suyas y a tientas empezó a caminar por donde el azabache le indicaba.

—No vayas a mirar.

—No lo haré.

Escuchó una puerta corrediza siendo abierta y segundos después, pudo sentir la helada brisa impactar contra su rostro. El pecho de Jungkook se apoyó contra su espalda y las manos del primero condujeron las suyas hacia el barandal. Cuando estuvo seguro, susurró contra su oído.

—Ya puedes abrir los ojos.

Al hacerlo, la hermosa vista de la ciudad y el mar por partes iguales apareció en su campo de visión. Estaban demasiado alto, en la última planta del hotel para ser exactos, lo que debía equivaler al treintavo piso. Sin embargo, esto no le dio miedo, no tenía tiempo para temer cuando tenía el privilegio de apreciar una vista tan maravillosa junto al hombre que amaba.

—Este es tu tercer y último regalo— sintió el cálido aliento del azabache contra su oído —Voy a hacerte el amor en este preciso lugar.

Aquellas palabras calaron en lo más profundo de su ser y enviaron corrientes eléctricas a cada parte de su cuerpo. Tuvo que morder su labio inferior para no dejar escapar el gemido que quiso salir, pero aun así, se permitió responder.

—Entonces dámelo, me muero por recibirlo.

Esa fue la luz verde para que Jungkook estampara sus labios contra los suyos y empezara a comerle la boca como solo él podía hacerlo. Los brazos de Taehyung se enrollaron en el cuello de Jungkook al tiempo que las manos de éste se afirmaban a su cadera y lo pegaban lo más posible a él. Esto era perfecto, su noche especial apenas empezaba y él ya se sentía en el paraíso.

Con movimientos torpes, quitó el saco de su esposo y procedió a desabotonarle la camisa, cuando lo consiguió, lo jaló de la corbata y volvió a besarlo. Jungkook se dejaba hacer mientras caminaba hacia atrás para regresar a la habitación. Al llegar, el castaño se sobresaltó al sentir unos fuertes brazos levantándolo del suelo; instintivamente, enrolló sus piernas en la cintura contraria y solo tuvo que esperar un par de segundos para sentir su espalda chocar contra las suaves sábanas de la cama.

Algunos pétalos rebotaron por el impacto y fueron a dar a su rostro, dándole un aspecto mucho más bello a los ojos del mayor.

—Eres tan perfecto— murmuró contra sus labios antes de volver a besarlo.

El proceso de quitar las prendas restantes fue lento, pero disfrutable. Ambos se dedicaron a apreciar y recordar cada facción de su acompañante para atesorar este momento para siempre. Cuando no hubo prenda más qué retirar, atrajeron sus cuerpos en un abrazo y se besaron lentamente.

Cuando el menor sintió el frío del lubricante allí abajo, se removió un poco incómodo, aunque sabía que esto era necesario para no salir lastimado.

Sus piernas fueron separadas y colocadas a la altura de su pecho para facilitar el proceso. Tres dedos lo expandían de la manera más deliciosa mientras él se deshacía en gemidos por lo increíblemente bien que se sentía. Sus ojos se voltearon para atrás y una gran sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

—Veo que estás listo— comentó el azabache con una sonrisa mientras retiraba los dedos y los reemplazaba por la punta de su miembro.

Tomó las manos del castaño y las entrelazó con las suyas antes de comenzar a penetrarlo, sus oídos siendo bendecidos por los increíbles gemidos de su esposo.

Cuando hubo entrado todo, dio suaves besitos en los labios del menor y en sus mejillas para hacer que se relajara. Delicados jadeos salían de la boca del menor y sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas debajo suyo.

—Ya puedes moverte— le anunció cuando se sintió listo, relajando sus músculos para recibir lo que su esposo tenía para darle.

Éste tomó sus caderas con firmeza y comenzó un vaivén lento que le arrebató suspiros a ambos. El menor atrajo en un abrazo al mayor y lo pegó más a su cuerpo para poder sentir sus latidos mientras hacían el amor, asimismo, el azabache se deleitaba con sentir el acelerado corazón del menor palpitar contra su pecho.

Pronto, la velocidad fue aumentando y como consecuencia, el volumen de sus gemidos también. La habitación se llenó de chapoteos y sonidos obscenos. Se sentían en el mismísimo cielo y ninguno quería detenerse.

De un momento a otro, el mayor salió de él para darle la vuelta y volver a penetrarlo, sus caderas moviéndose rápidamente, tratando de encontrar aquel punto que haría delirar a su acompañante. Taehyung, por su parte, mordía la almohada con fuerza mientras se deshacía en gemidos y alzaba más su trasero para recibir más. Un agudo gritito de su parte le anunció al mayor que había encontrado lo que buscaba.

—¡Ahí, Kookie!— gimoteos desenfrenados salían de su boca cuando sintió al susodicho dar varias veces en su punto.

Éste se inclinó sobre él para pegar su pecho a su espalda y así seguir embistiéndolo, una de sus manos acariciaba los pezones del menor mientras que la otra se encargaba de bombear su erección.

—Te amo tanto— gimió ronco contra su oído —Eres tan hermoso, me encantas demasiado— el aumento de sus embestidas le indicaba que estaba próximo a correrse.

—¡Yo también te amo!— los dedos de sus pies se doblaron cuando no aguantó más y se corrió en las sábanas, gimiendo por lo alto su nombre —¡Jungkook!

Unas cuantas embestidas más y el susodicho se vino dentro de él, llenándolo con su esencia caliente.

Un suspiro abandonó sus labios y acto seguido, su cuerpo se derrumbó sobre la cama con su respiración descontrolada y algunos mechones de cabello pegados a su frente por el sudor. Se giró un poco para ver a su pareja y sonrió de lado al verlo de la misma forma, su piel perlada y su corazón latiendo rápidamente.

Éste también se dejó caer sobre la cama, atrayendo al menor hacia sí para ponerlos a ambos en posición de cucharita. El contacto era tan correcto que se sentían seguros, sabían que no habría compañía más especial que la del otro y eso les aliviaba, porque a pesar de todos los años transcurridos, seguían amándose como cuando aún eran niños.

Minutos después, cuando ya se hubieron repuesto, el menor rompió el abrazo para sentarse a horcajadas sobre su esposo. Éste lo miró confundido hasta que las manos de Taehyung se situaron en sus mejillas y comenzó a besarlo.

—Quiero que lo hagamos otra vez— susurró contra sus labios —Quiero que me hagas el amor toda la noche.

Jungkook le sonrió de lado al tiempo que colocaba sus manos en las nalguitas del menor —¿A dónde fue el Taehyung inocente que conocía?

El castaño rió para sí mismo y se encogió de hombros —No lo sé... ¿Vas a hacerme el amor sí o no?

Una fina carcajada abandonó los labios del azabache antes de que éste asintiera emocionado. Muy bien, si eso era lo que su lindo esposo quería, se lo daría sin reparo alguno.

Porque lo amaba.

Porque se amaban.

No me especializo en escribir lima, así que no sé si quedó bien jsjsksksj. Traté de no hacerlo tan explícito como suelo hacerlo, pero ustedes decidirán eso.

Con esto damos un fin definitivo a este fic. Muchas gracias por su apoyo, los invito a leer otros de mis fics en mi perfil, son bienvenidos cuando quieran uwu.

Atentamente:

©AlejaDeMin

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