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CAP 16: "Agradable coincidencia"

Abrió sus ojos pesadamente, mirando instintivamente hacia la ventana sellada. Se levantó con sigilo y corrió a ponerle seguro a la puerta, hoy se cumpliría una semana de estar intentando escapar de ese lugar y confiaba en que hoy sí lo lograría.

La ventana estaba sellada con un candado que la aferraba a la parte inferior del marco, impidiéndole así poder abrirla como normalmente lo hacía. Había buscado reiteradas veces la llave, pero al parecer, todas estaban en la habitación de sus padres. Después de pensarlo mucho, se dio cuenta de que no le quedaba de otra, debía destruir la ventana si quería salir.

Sus padres lo matarían, pero tenía que correr el riesgo.

Inclusive, se perdió de su graduación. Hace unas semanas se había celebrado y por estar internado en el hospital, no pudo asistir. Por esto mismo, también desconocía lo que había pasado con sus dos mejores amigas, estaba preocupado por Taehyung, pero también por Jennie y Lalisa. Según tenía entendido, los padres de éstas se habían enterado de todo, pero no llegó a saber qué clase de medidas tomaron contra ellas.

Todo se había ido a la mierda en un solo día.

En fin, volviendo a su plan de huida. Había reunido un par de cosas que le servirían para escapar: una tabla de su cama y una sábana. Rezando siete 'Padre Nuestro', agarró la tabla con ambas manos, la puso a la altura de la ventana y cerrando sus ojos, corrió hacia ella.

El estruendo que se generó fue más fuerte de lo que pensaba, estaba seguro de que sus padres lo habían escuchado y solo era cuestión de segundos para que fueran a su habitación. Dio un suspiro antes de quitar las esquirlas del marco con la misma tabla y segundos después, poner la sabana en la parte inferior de éste para no cortarse.

—¡Jeon Jungkook, abre la puerta!— los insistentes golpes en el mueble de madera lo alarmaron, pero no flaqueó en su decisión.

Con determinación, se trepó a la ventana y brincó hacia el jardín, teniendo que doblar las piernas para no rompérselas. Fue una buena caída a pesar de haber brincado desde un segundo piso.

Sin perder tiempo, salió a la calle y empezó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían. No estaba seguro de que Taehyung siguiera viviendo en la misma casa con su padre, pero debía llegar allá lo más pronto posible. Aún le faltaban varias cuadras, pero estaba seguro de que llegaría. Sin embargo, su corazón se detuvo al ver de reojo un auto siguiéndolo a toda velocidad. Trató de escabullirse, pero su padre fue más rápido y lo interceptó con el auto. Solo fue cuestión de segundos para que el hombre saliera enfurecido del vehículo, lo tomara por el brazo con fuerza y lo arrojara dentro del mismo.

Sin darle chances de decir nada, colocó los seguros en todas las puertas y cerró las ventanas.

—¡Déjame salir!— empezó a golpear con fuerza el vidrio de la ventana, logrando agrietarla un poco —¡Estás loco!

Pero justo cuando estaba a punto de hacerla pedazos, su padre frenó en seco, haciéndolo golpearse fuertemente la cabeza contra el asiento delantero.

Lo último que alcanzó a escuchar fue un "Esto te costará caro, Jungkook" antes de que todo se volviera borroso y luego completamente negro.

Desde que regresó a Tailandia, no había vuelto a saber casi nada de su hermano. Hablaba con sus padres, sí, pero cuando les preguntaba por Jungkook, se limitaban a decir que estaba bien y que obtenía buenas calificaciones en el colegio. También hablaba con él, pero era muy escasa la vez que podía hacerlo, pues su trabajo y su familia la consumían mucho. Durante el último mes había tratado de contactarlo, pero sus padres eran quienes siempre contestaban el teléfono y le decían que Jungkook estaba castigado, pero aparte de eso, no le decían nada más y la dejaban con la intriga.

Jisoo era fotógrafa en una reconocida empresa y casi todos los fines de semana era contratada para fotografiar eventos como bodas, bautizos, cumpleaños y reuniones importantes. Hesseung, por su parte, estaba haciendo pasantías ya que hace poco había terminado su carrera como ingeniero, también era él quien se encargaba de cuidar a Jaejin mientras Jisoo estaba trabajando.

Ese fin de semana, como siempre, tenía un evento que necesitaba de un fotógrafo. Después de despedirse de su esposo e hijo, se dirigió hacia la dirección donde se llevaría a cabo todo. Era el cumpleaños de un hombre de sesenta años que se celebraría en la provincia de Buri Ram; le quedaba algo cerca de su casa, a unos treinta minutos en auto para ser exacta.

Al llegar, estacionó su auto frente al lugar y con su equipo de trabajo, se adentró en la casa. La anfitriona llegó sonriente, la saludó y le indicó que el cumpleaños se celebraría en el jardín trasero, el cual por cierto, era bastante grande.

Su trabajo era fotografiar al festejado, la familia y los demás invitados. Fue bastante sencillo, tomó algunas fotos de los amigos del hombre, las sobrinas y primas, algunos pequeños que corrían por el jardín y, por supuesto, la mayoría de las fotos fueron dedicadas al cumpleañero, algunas de él solo y en otras, acompañado.

Fue algo entretenido, hasta le ofrecieron comida cuando terminó su trabajo, misma que, por el gran hambre que sentía, no se podía permitir rechazar. Se sentó en una mesa algo apartada para no incomodar y se dedicó a disfrutar del khao niao mamuang que se sirvió.

Todo iba bien, dentro de un par de horas podría irse, y solamente tenía que editar las fotos y enviarlas por correo. No obstante, detuvo por completo sus acciones cuando su atención se posó en una muchacha que había entre los invitados, una que conocía desde muy pequeña y que reconocería en cualquier parte.

Guardó su cámara en su estuche y se lo echó al hombro antes de caminar discretamente en su dirección. La rubia estaba sentada en una de las mesas, comiendo una rebanada de pastel, por lo que no se percató de su presencia sino hasta que la mayor carraspeó un poco para llamar su atención.

—¿Lalisa?

La susodicha alzó su mirada desinteresada hacia la persona que la llamaba, pero al ver a la hermana mayor de Jungkook frente a ella, sus ojos se abrieron desmesuradamente.

—¿Jisoo?— se levantó de golpe y talló sus ojos para asegurarse de que la imagen de la mujer frente a ella no era un espejismo. Al percatarse de que era completamente real, la abrazó con fuerza —Dios... ¿Qué haces aquí?

—Vine a fotografiar el cumpleaños del señor Khunta Manoban ¿Tú qué haces aquí?

—Ah... El señor Khunta Manoban es mi abuelo— respondió con algo de gracia, separándose del abrazo. En ese momento, Jisoo se reprendió a sí misma por no haber caído en cuenta de ese dato tan obvio —Había olvidado que estabas aquí en Tailandia.

Ambas se encaminaron hacia un lugar más apartado para poder hablar con más tranquilidad. Al final, consiguieron entrar a la casa e ir directamente a la habitación de la menor, por petición de la misma. Jisoo estaba sorprendida de ver a Lalisa en Tailandia, pues tenía entendido que ella vivía con sus padres en Corea ¿De qué tanto se había perdido el último mes?

Al entrar, Lalisa cerró la puerta con seguro y ambas se sentaron en la cama. Hubo un corto silencio antes de que la rubia retomara la palabra.

—Dios, yo... No sé cómo empezar, me sorprende bastante verte aquí— admitió apenada con una sonrisa nerviosa.

—Lo mismo digo ¿Cuándo regresaste a Tailandia? Creí que seguías en Corea.

Al decir esto, pudo ver cómo el semblante de la menor cambiaba a uno más sombrío. En ese instante, se arrepintió de haber dicho algo malo, por lo que quiso disculparse, pero la rubia consiguió hablar primero.

—Mis padres me mandaron a vivir con mi tía hace unas cuantas semanas, es la mujer que organizó la fiesta— aclaró. Jisoo asintió con lentitud, aún sin entender mucho del asunto.

—¿Y por qué te enviaron aquí?— volvió a preguntar, esta vez viendo cómo los ojos de Lalisa se llenaban de lágrimas.

—¿Quieres saber la razón?— Jisoo asintió algo dudosa —Se enteraron de que soy lesbiana y esta fue su medida para separarme de Jennie.

Al oír esto, abrió sus ojos en demasía y por acto de reflejo, se levantó de golpe. Eso no podía ser, si lo que decía Lalisa era cierto, entonces...

—Sí, nuestros padres ya lo saben todo— dijo de repente, como si hubiera leído sus pensamientos —Y si te lo preguntas, sí, tus padres ya saben que Jungkook es gay.

Inmediatamente, sus manos empezaron a temblar y a su mente llegaron las últimas conversaciones que había tenido con sus padres ¿A eso se referían al decir que Jungkook estaba castigado? ¿Por eso no lo dejaban hablar con ella? Estaba preocupada, no quería ni imaginarse lo que sus padres habían hecho con su hermanito, conociéndolos cómo eran, no le sorprendería que lo hubieran encerrado en su propia habitación.

—Pero ¿Cómo se enteraron? Ustedes siempre fueron muy cuidadosos.

—Lo éramos, pero cuando a Jungkook lo internaron en el hospital, la señora Jeon vio cómo Taehyung lo besaba en su habitación y se armó una guerra en la sala de espera...— iba a seguirle contando, pero la mayor la interrumpió.

—Espera ¿Cómo que Jungkook estuvo internado en un hospital?

Desde hace cinco meses no visitaba a su familia y por consiguiente, lo que sucedía con ésta escasamente llegaba a sus oídos, no porque no preguntara, sino porque sus padres se empeñaban en ocultar la mayoría de las cosas. Lo había sospechado ¿Pero que le hubieran ocultado que su hermanito estuvo en el hospital? Eso no lo iba a tolerar.

Lalisa se dedicó a contarle con pelos y detalles todo lo que había sucedido, hasta donde ella sabía. Desde que fue obligada a regresar a su país de origen, no volvió a saber nada de su novia ni de sus mejores amigos. Lo primero la tenía loca, pues por petición de sus padres, su tía no la dejaba acercarse a ningún dispositivo que pudiera comunicarla con la castaña, por esto mismo, no tenía celular ni ningún otro tipo de aparato electrónico.

Al finalizar su relato, pudo observar cómo la pelinegra tenía sus manos hechas puños y su entrecejo fruncido por el notorio enojo que sentía ¿Qué creían sus padres? ¿Que Jungkook no tenía quien lo defendiera? Pues se habían equivocado.

Al caer la noche, supo que ya era hora de irse, por lo que tomó el maletín donde guardaba su equipo de trabajo y se lo colgó al hombro. Lalisa creyó que Jisoo se iría así nomás, pero la pelinegra se giró en su dirección y le sonrió de una manera que le produjo escalofríos.

—No te preocupes, me encargaré de todo esto.

—¿Qué vas a hacer?— indagó con el temor y la curiosidad adueñándose de su organismo.

—¿No es obvio? Mañana tomaré el primer vuelo que salga y viajaré a Corea. Mis padres se van a llevar una sorpresa.

Luego de acordar unas cuantas cosas con la menor, salió de la habitación y, posteriormente, de la casa. Debía regresar pronto a la suya para empezar a hacer las maletas, tendría que hacer un viaje muy largo mañana que, sin saberlo aún, le cambiaría por completo la vida.

©AlejaDeMin

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