CAP 10: "El amor a veces duele"
Todos en la sala se quedaron estáticos ante aquella declaración, los padres de Jennie y los de Jungkook no dejaban de verlos como si hubieran visto un par de fantasmas, jamás en la vida se lo hubieran imaginado.
—¿Están hablando en serio, chicos?— preguntó la madre de la castaña.
—Sí, señora Kim. Yo soy novio de su hija desde hace un mes— confirmó el azabache, tomando la mano de Jennie y acariciándola suavemente.
Sentía su estómago revuelto al estar mintiendo de esa manera, no era que le enfermara mentir, lo que le molestaba era estar diciendo esas palabras mientras que a su lado estaba su verdadero novio, mirándolo decaído.
Perdóname, TaeTae.
El padre de Jungkook arqueó una ceja y miró a la parejita.
—Entonces, si es así ¿Por qué no nos habían dicho nada?
—Porque queríamos esperar a que pasara más tiempo, queríamos hacerlo público de una manera más especial— esta vez fue Jennie quien contestó la pregunta de su "suegro".
Poco a poco, sus progenitores fueron alivianando sus expresiones para pasar a tener sonrisas de felicidad en sus rostros. Al fin, lo que tanto habían querido se estaba haciendo realidad, ya hasta podría decirse que el enojo por lo que pasó en el colegio había desaparecido casi por completo.
—Ahora que estamos siendo sinceros...— habló la rubia —Yo también tengo que decirles algo.
—Te escuchamos, Lalisa— indicó su madre.
La susodicha se levantó y caminó hacia Taehyung para tomarlo de la mano y hacer que se levantara. El castaño correspondió al agarre y se pegó un poco a ella para hacer más creíble lo que estaban a punto de decir.
—Taehyung y yo también somos novios— informó la muchacha, mirando con ternura al castaño, quien asintió efusivamente.
—Así es, llevamos unas dos semanas— el chico mostró su particular sonrisa cuadrada y recostó su cabeza en el hombro de la chica, ya que ésta era un poco más alta que él.
Los padres de los dos se quedaron igual de petrificados. Obviamente, no se lo esperaban, sus hijos habían formado una relación a escondidas, pero lejos de estar enojados, estaban felices porque así podían descartar las locas teorías que habían creado sobre la homosexualidad de sus hijos.
Teorías. Sí, claro.
Al igual que Jungkook, Taehyung se sentía mal por estar recostado de esa manera tan cariñosa a Lalisa mientras que ésta le daba mimos en el cabello. En otro escenario y situación, le habría encantado estar siendo mimado de esa forma, pero ahora no, mucho menos cuando podía sentir la fuerte mirada de su novio sobre él, casi como si le estuviera gritando en silencio que se apartara de ella.
El ambiente se tornó incómodo para los chicos, por lo que el azabache decidió aligerarlo, preguntando lo que todos ellos querían cuestionar, pero no se atrevían.
—Entonces...— carraspeó —¿Ya no están enojados por lo que sucedió?
Hubo un silencio sepulcral durante algunos segundos.
—Creo que hablo por todos nosotros cuando digo que ya no estamos enojados— contestó la madre de Taehyung, mirando a los demás, quienes asintieron lentamente —Dejaremos pasar este incidente con la única condición de que no se vuelva a repetir.
El grupito se miró entre sí antes de responder cabizbajos.
—Está bien.
Tal vez habría sido mejor que se mantuvieran en aquella sala con los adultos, porque de ser así, no se hubiera desatado la tercera guerra mundial entre la pareja de jóvenes.
Una vez sus padres les dijeron que podían retirarse, los cuatro caminaron hasta un parque con los nervios a punto de estallar, pero no lo hicieron hasta que llegaron.
El primero en explotar fue Jungkook.
—¡¿Por qué tenías que pegarte tanto a Lalisa?!— gritó con los puños cerrados, señalando a la susodicha.
—¡¿Y tú por qué tenías que acariciar a Jennie de esa manera?!— le siguió Taehyung con los ojos acuosos.
—¡Tenía que hacerlo para que se viera real! Además, solo fue un toque, por amor de Dios, Taehyung.
—Pues si esa es tu excusa, entonces yo te respondo de la misma manera ¡Lo hice para que se viera real, Jungkook! Nuestros padres nos estaban viendo, cualquier equivocación nos habría costado caro.
—Pero esa no era la forma, al menos podías bajarle dos rayitas a tu sobreactuación.
La pareja de novias miraba a sus mejores amigos con la cabeza gacha, cerrando sus ojos con fuerza cuando alguno de los dos gritaba demasiado fuerte. No se suponía que debía ser así.
—Chicos, basta.
—Dejen de pelear, todo fue por una buena causa...
—¡¿Buena causa era que Taehyung se restregara contra ti?!
Las dos se quedaron con la boca abierta cuando la mano de Taehyung se alzó en el aire y fue a dar directamente a la mejilla de Jungkook.
—¡Eres un idiota!— el castaño, para este punto, ya había dejado salir todas las lágrimas que hasta el momento mantuvo retenidas; que su novio le gritara ya era suficientemente doloroso, pero que hubiera dicho eso fue la gota que derramó el vaso.
Jungkook llevó su mano al área rojiza de su mejilla e hizo una mueca de ardor ante el roce de sus dedos, miró a su novio asustado y molesto, pero al momento de ver su rostro empapado de lágrimas, toda la molestia desapareció para dar lugar a un sentimiento de completo arrepentimiento.
—Tae, yo...
—Vete al demonio, Jungkook.
Se dio la vuelta y se fue caminando hacia quien-sabe-donde, dejando a su novio en medio del parque con el corazón dolido y un nudo en la garganta.
¿Qué fue lo que hice?
Se había pasado toda la tarde buscando al castañito junto a ambas chicas, pero no lo encontraron en ninguna parte. El sol cayó, dando paso a la fría noche que los envolvió de inmediato. Jungkook soltó un suspiro cansado, no había dejado de marcarle a su novio en todo este tiempo y en todas las veces, el teléfono sonaba apagado. La única parte donde no lo habían ido a buscar era su casa, pero realmente dudaban en ir por lo recientemente ocurrido con sus padres.
—Esto es un asco, Jungkook. Debemos ir a casa, vamos a contraer un resfriado en cualquier momento— la rubia abrazó a su novia para brindarle calor. La castaña ya tenía su nariz rojiza desde hace varios minutos.
—Lo siento... Ten, Jennie— se quitó su bufanda y se la colocó a la susodicha, ésta agradeció con una pequeña sonrisa y se escondió en el pecho de Lalisa —Vayan ustedes a casa, yo seguiré buscando.
—Jungkook ¿No te has puesto a pensar en que, tal vez, Tae está en su casa? Es el lugar más sensato al que iría.
El azabache rascó su cabeza, haciendo una mueca; claro que lo había pensado, pero si iba a su casa, posiblemente volverían a discutir y eso sería desfavorable para todos en estos momentos. Aún no podía creer lo que le había dicho a su pequeño ángel; él no tenía intenciones de hacerle daño, pero se había cegado por el enojo y dejó salir palabras que, en realidad, no quería decir. Debía pedirle perdón cuanto antes.
—Está bien, chicas. Iré a su casa, pero si las cosas se salen de control, yo ya no sabré qué hacer— Lalisa posó su mano sobre el hombro de Jungkook y le sonrió con ternura.
—Descuida, si las cosas se salen de control, veremos la manera de solucionarlo. Ahora ve y recupera a tu novio.
—Lo haré— asintió con una sonrisa —Gracias... Nos vemos mañana.
Luego de despedirse, las chicas se fueron caminando hacia sus respectivas casas mientras que Jungkook se dirigía a la de Taehyung. Aún no sabía qué le diría, lo único de lo que estaba seguro era que pasara lo que pasara, esta noche le haría saber a su novio lo mucho que lo amaba y lo arrepentido que estaba de haberlo lastimado.
No tardó mucho en llegar a su destino, podía ver que la habitación de Taehyung tenía la luz apagada, pero el resto de la casa estaba iluminada. Lo más sensato para cualquier persona al ver esto, sería tocar la puerta y esperar a que le abrieran, pero como Jungkook no estaba pensando claramente en estos momentos, optó por lo que solía hacer cuando la señora Kim no lo dejaba ver a Tae o lo castigaba.
Entrar por la ventana.
Se escabulló por el jardín y se acercó a la ventana de su novio, se asomó con cuidado y allí lo vio. El castaño estaba llorando con la cabeza recostada en las piernas de su padre, mientras éste le acariciaba con suavidad el cabello sin hacer nada más que tratar de consolarlo.
La escena le partió el alma.
Temeroso, tocó dos veces la ventana con sus nudillos para llamar su atención, consiguiéndolo de inmediato. Su suegro caminó hasta la ventana y la abrió, mirándolo de manera severa y hasta podría decirse, intimidante.
—Yo... ¿Puedo pasar, señor?
El hombre lo pensó por un momento, volteó su mirada hacia su hijo, quien lo miraba sollozando desde la cama. Volvió su vista hacia su yerno y dejó salir un suspiro cansado.
—Taehyung está muy mal en estos momentos, ya me lo contó todo y no quiere verte, Jungkook.
—Señor, si ya sabe lo que sucedió, debe entender que quiero pedirle perdón a Tae, estoy muy arrepentido de lo que dije— hizo sus labios una línea para no dejar salir alguna lágrima traicionera.
El señor Kim pareció meditarlo por algunos segundos, para después dar un asentimiento con su cabeza y dejarlo pasar. Apenas lo hizo, el azabache cerró la ventana y se quedó de pie en medio de la habitación, esperando a que su suegro lo dejara solo con su novio.
—Llevaré a mi esposa a cenar para que tengan más privacidad para hablar— posó su mano sobre el hombro de Jungkook y lo miró de una manera que no supo descifrar —Por favor, no vuelvas a dañar a mi hijo.
El azabache asintió decidido —Descuide señor, no lo volveré a hacer, se lo prometo.
—Bien— se apartó un poco y se dirigió a Taehyung —Saldré con tu madre, tienen hasta media noche para arreglar las cosas.
El castaño no respondió y solo se ocultó bajo las sabanas de su cama. El hombre le brindó una leve sonrisa a su yerno antes de salir por la puerta y cerrarla. Desde adentro, podían escuchar cómo el señor Kim invitaba a su esposa a cenar y ésta aceptaba encantada. Luego de unos minutos de completo silencio, la fémina gritó un "Nos vemos luego, Tae" y ambos esposos abandonaron la casa.
En ese momento, Jungkook se acercó a la cama y se sentó en la orilla de ésta, tocó levemente el hombro del castaño y lo llamó con voz suave.
—TaeTae... Por favor, mírame.
—No entiendo porqué mi papá te dejó pasar, pero quiero que te vayas Jungkook— su voz sonaba quebrada y no se atrevía a mirarlo.
—Tae, bebé...— lo abrazó por encima de la sábana —Te estuve buscando toda la tarde, quería pedirte perdón... De verdad no quise decir lo que dije, yo... Me dejé llevar por los celos y dije cosas que en verdad no pensaba ni sentía.
—¡Pero las dijiste, Jungkook!— por primera vez, el castaño le dio la cara, mostrándole sus mejillas empapadas y sus ojos rojos de tanto llorar —¿No te pusiste a pensar en que eso me iba a doler? ¿No pensaste que a mí también me dolió estar abrazado a Lalisa, estar diciéndole a mis padres que ella era mi novia, cuando debería estar presentándote a ti como tal?— los sollozos volvieron a hacerse presentes, pero antes de que el mayor pudiera articular palabra, el menor volvió a hablar —¿Cómo crees que me sentí cuando presentaste a Jennie como tu novia y la acariciaste de esa forma? ¿Tú crees que me sentí muy bien al respecto?
Jungkook mordió su propio labio inferior con brusquedad al no saber qué decir, se sentía como un completo idiota. Las lágrimas se fueron deteniendo y poco a poco, los sollozos dejaron de escucharse, alzó su vista hacia Taehyung, notando que éste se veía un poco más calmado.
—Tae, acepto que me equivoqué... Me pasé contigo y no me puse en tus zapatos cuando debí haberlo hecho— llevó su mano a la del castaño y acarició el dorso con su pulgar —Creí que el único que estaba sufriendo con esto era yo, cuando no era así... Por favor, perdóname, yo de verdad no quise hacerte daño y no volveré a hacerlo— dirigió su mano libre a la mejilla del menor para acariciarla y limpiarla —Yo te amo.
El castaño alzó su mirada y la llevó a los ojos de su novio, quien lo veía como si fuera lo más valioso y precioso del mundo. Sonrió de manera leve y cerró sus ojos por un momento ante el suave tacto de la mano contraria contra su piel.
—Yo también te amo, Kookie— acarició la mano contraria que se posaba sobre su mejilla para posteriormente, besar sus nudillos con cariño —Y te perdono, no puedo quedarme enojado contigo... Solo no vuelvas a decirme esas cosas tan feas nunca más.
—Te lo prometo, cariño— besó sus manos repetidas veces antes de abrazarlo y caer acostados sobre el colchón.
Ambos se quedaron viendo unos segundos antes de fundirse en un beso profundo y lleno de sentimientos. Para Taehyung, Jungkook era el chico más tierno y dulce del mundo, pero también podía ser torpe y hasta un poco idiota a veces, pero así lo amaba, no cambiaría nada de él porque todo eso hacía parte de su esencia.
El amor del azabache hacia él, su sentido del humor, su torpeza, sus momentos cursis y detallistas, sus maldades y su sonrisa de conejo, son las cosas bonitas de las que estaba hecho su novio.
Se separaron unos centímetros para recuperar el aire que el beso les arrebató. Jungkook no pudo evitar sonreír ante la bonita escena que sus ojos tenían el privilegio de presenciar: Su novio. Jamás se cansaría de repetirlo, Taehyung era un ángel precioso y perfecto desde los pies a la cabeza. Sus ojos llenos de lágrimas, sus mejillas sonrojadas, su respiración agitada y su boca roja e hinchada, era lo más bonito que alguna vez pudo haber visto.
—Taehyung... Mi amor— llevó sus labios hacia el cuello contrario y allí estableció algunos besos húmedos que hicieron temblar al castaño —Permíteme demostrarte esta noche cuanto te amo.
Taehyung se halló asintiendo perdido entre tantas emociones. Quería esto, lo quería tanto.
Con delicadeza, fueron apartando sus ropas hasta quedar completamente desnudos, todo esto sin despegar ni un segundo sus labios de los contrarios. Las caricias no se hicieron esperar y los gemidos ahogados tampoco.
Cada segundo quedaría recordado en sus mentes como el tesoro más valioso. Mientras Jungkook le hacía el amor a su novio sin temor a ser descubiertos, le susurraba palabras de cariño y no dejaba de repetir lo mucho que lo amaba. Por una noche, no tuvieron miedo de mostrarse y entregarse el uno al otro. Por una noche, no tuvieron miedo de gemir en alto el nombre del otro al momento de llegar a la cúspide del placer más encantador, jamás sentido. Se pertenecían, sin importar lo que pasara al día siguiente, ellos no dejarían de pertenecerse.
©AlejaDeMin
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