CAP 07: "Dudas"
Jungkook abrazó posesivamente a Taehyung mientras miraba a Lalisa, no quería, no estaba dispuesto a compartir a su bebé por nada del mundo. Con el castañito pasaba igual, no quería tener que presenciar cómo su Kookie fingía estar con una chica, aunque fueran sus mejores amigas, la situación no le agradaba y podía intuir que a Jennie tampoco.
La castaña miraba aún desconcertada a la mayor —Debes estar bromeando.
—No lo hago.
—¡Me parece increíble que se te ocurra un disparate como este!— se levantó enojada del suelo para encarar a su novia —Quieres que finjamos estar en una relación hetero para no levantar sospechas, pero no te pones a pensar en que nuestros padres tarde o temprano van a terminar descubriéndolo. ¿Qué pasará cuando vean que no nos damos muestras de cariño? Cuando vean que no nos damos besos, van a dudar de esto y todo va a resultar siendo una pérdida de tiempo.
—Yo solo quiero que no nos separen— se defendió con la cabeza gacha —Esto es lo único que se me ocurre. Si seguimos así como vamos, ellos no tardarán en darse cuenta... Al menos con mi propuesta, ganaremos algo más de tiempo.
La idea no terminaba de convencer a ninguno, se mantenían repelentes al hecho de fingir una relación frente a sus padres, por lo menos, a Jungkook le enfermaba la idea.
—Yo sé que ninguno quiere y lo entiendo, a mí también me desagrada la idea de compartir a Jennie, pero no va a ser de verdad. Solo actuaríamos como pareja frente a nuestros papás, pero nada de besos ni caricias, solo palabras y tratos bonitos, sin pasarse de la línea.
Taehyung se quedó pensando unos momentos; si bien no le agradaba ni un poco aquella descabellada propuesta, entendía el punto de vista de Lalisa. Ella, al ser la mayor, se propuso desde un principio a cuidar del bienestar de su grupito, aun si las decisiones que tomaba no eran de su total comodidad. Vivían una situación donde estaban en desventaja y debían aprovechar cualquier oportunidad para cambiar los papeles. Por lo que, con mucho pesar, terminó moviendo su cabeza de arriba a abajo en señal de aceptación.
—Está bien— los dos restantes miraron al castaño —Solo lo haríamos cuando sea estrictamente necesario y ya no tengamos de otra ¿Verdad?— recibió un asentimiento por parte de Lalisa —Muy bien, por mi parte, acepto.
—¿Hablas en serio, bebé?— preguntó incrédulo el azabache —¿Tú también vas a apoyar esto?— le dolía, pero en cierta parte, trataba de entender el porqué de su decisión, trataba de aceptarla y comprenderla.
—No quiero que nos separen— demandó decidido —Solo lo haremos si nos llegan a descubrir y en realidad no hay de otra.
Jungkook y Jennie soltaron un suspiro pesado. Al final, terminaron aceptando y planeando bien cómo sería todo para no verse perdidos a última hora si llegaba a ocurrir lo indeseado. Deseaban que, en realidad, nunca tuvieran que recurrir a este plan.
Después de ello, siguieron con sus vidas como hasta entonces; gracias al cielo, no se vieron en la necesidad de usar el plan de Lalisa y eso les aliviaba. Como era de esperarse, con el tiempo, los progenitores de los cuatro empezaron a cuestionarse si sus hijos tenían alguna pareja o por lo menos un crush.
Inclusive, a causa de ello, vivieron un momento bochornoso cuando salieron un día de la escuela y Jennie olvidó su maletín dentro del salón. La castaña iba a salir corriendo en su búsqueda hasta que uno de sus compañeros llegó con el objeto en sus manos, era un chico bastante amable que le caía muy bien a todos, por lo que todo resultó relativamente normal. Normal hasta que los padres de la niña hicieron acto de presencia y malentendieron la situación, empezaron a preguntarle a aquel niño cuanto tiempo llevaba de novio con su hija y un montón de preguntas más que lograron incomodarlo en sobremanera.
Solo dejaron el interrogatorio cuando entre todos les explicaron que solamente eran compañeros y no tenían ninguna relación sentimental, claramente, esto los decepcionó mucho. Cuando vieron el gesto tan lindo —según ellos— que tuvo aquel chico con su hija, comenzaron a maquinar un montón de ideas que al final terminaron siendo equivocadas. Se sentían ansiosos y desesperados. Cualquier padre normal se enfadaría cuando su adorada hija le presentara un novio, pero ese no era el caso del señor Kim. Lo único que éste quería era ver a su pequeña con un chico, al menos así desecharía el pensamiento tan "horrible" que lo venía atormentando.
¿Y si su hija era lesbiana?
Aquel pensamiento se le cruzó por la mente un día en el trabajo en el que, accidentalmente, escuchó hablar a dos de sus compañeros. La conversación trataba de la hija de uno de ellos; el hombre se quejaba de que la chica metía a su novio a su habitación y salía con él todo el tiempo.
Si aquel hombre supiera que él sería feliz si su hija hiciera eso.
Jennie acababa de cumplir quince y, hasta el momento, no había llevado a ningún chico a la casa a excepción de Taehyung y Jungkook, pero ellos no contaban, ellos eran amigos de la infancia y, por lo tanto, sería relativamente imposible que sintieran alguna atracción ahora, o eso pensaba él de cómo funcionaban las hormonas y el comportamiento de los jóvenes.
Por lo que, gracias a esto, decidió invitar a cenar a uno de sus amigos; el hombre tenía un hijo que hasta donde él conocía, era muy educado, respetuoso e inteligente. Perfecto para su niña.
—Jennie— tocó dos veces la puerta antes de entrar, encontrando a la susodicha haciendo sus deberes escolares en su escritorio personal —¿Tienes un segundo?
—Si papá ¿Qué pasa?— apartó el cuaderno para prestarle más atención.
—Hoy va a venir un amigo a cenar y va a traer a su hijo, así que vístete bonito... Ponte el vestido rojo que te compró tu mamá en navidad, ese te queda bien.
La castaña frunció el entrecejo confundida, o más bien, se estaba haciendo la tonta para no pensar que era otro horrible plan de su padre para conseguirle novio.
—¿Y por qué me tengo que poner bonita? ¿Son personas importantes?— se cruzó de brazos, mirándolo retadora.
—Jennie, no te hagas. Sabes a qué me refiero— mierda, sí se refería a eso —Es un buen muchacho ¿Sí? Dale una oportunidad.
—No quiero— se levantó de golpe —¿Por qué tanta insistencia, eh? Yo no quiero ni necesito un novio. Tú y mamá me han dicho perfectamente que me concentre en mis estudios, entonces no veo la razón de que ahora quieran ponerme una distracción en frente. Por eso no tengo un celular, porque ustedes no quieren que baje mis notas— suspiró pesadamente y retiró un mechón de cabello de su frente —A veces hacen cosas tan contradictorias.
El señor Kim no dijo nada por el momento. Solo se acercó a ella y acarició su cabello con cariño, desconcertándola un poco. En silencio, se dirigió a la puerta, pero antes de salir, pronunció algo que le hizo detener el corazón.
—Jennie... Por favor, no me hagas pensar mal de ti, te lo suplico.
La puerta se cerró, dejándola nuevamente en la soledad de antes. Pasó saliva y se sentó en el borde de su cama, pensando en aquellas palabras. Su papá ya tenía sospechas hacia ella, era evidente, la manera en que la miró, sus ojos solo reflejaban temor y desconfianza. Ella no podía permitir que la descubrieran, no solo ella se vería perjudicada, sino también su novia y sus amigos.
Soltó un suspiro y se levantó, caminó en dirección al armario y sacó el vestido rojo que su padre había mencionado. No lo usaba desde navidad y no planeaba hacerlo hasta una próxima celebración especial, pero la ocasión lo ameritaba y debía tratar de llevar las cosas en paz para sacarse a su progenitor de encima.
Luego de darse un baño y arreglarse, salió de su habitación en dirección a la sala, allí, sus padres se hallaban conversando, pero al verla, detuvieron su charla para apreciar lo hermosa que se veía. La chica tenía su cabello castaño bien peinado en una coleta caída hacia el frente, el vestido sin mangas y cuello alto, la falda hasta un poco más arriba de las rodillas... Mejor dicho, si Lalisa la viera, estaría babeando como un perrito afuera de una carnicería.
—Te ves muy linda, princesa— animó la fémina antes de levantarse y caminar hacia ella. La tomó delicadamente por los brazos y los acarició con suavidad —Te vas a robar las miradas de ese muchacho.
—Gracias— se limitó a decir, no queriendo soltar algo fuera de lugar.
En ese momento, el timbre de la casa sonó, provocándole escalofríos a Jennie. El señor Kim fue a abrir y dejó pasar a su amigo y a su hijo. Apenas la vieron, ella solo pudo sonreír con desgano y soltar un suspiro disimulado, el chico era bien parecido y podría decirse que hasta guapo, pero a ella no le gustaban los hombres, sin importar que fueran horribles o los hijos de la mismísima Afrodita.
La cena transcurrió algo normal, todos conversaban entre sí y en la mayoría de las charlas, la incluían a ella. Sus padres no paraban de hablar maravillas sobre su persona: que era buena estudiante, inteligente, amable, sonriente... Por decir algunas de sus cualidades expuestas en la mesa. Se sentía incómoda, sobre todo por los ojos del chico posados sobre ella, ya ni siquiera recordaba su nombre, lo único que quería era que dejara de mirarla.
—Siwon ¿Quieres ir a charlar con Jennie un rato?— ofreció el padre del susodicho, mirándolos con una sonrisa a ambos.
—Por supuesto, si Jennie quiere, claro está— miró a la chica, esperando una respuesta por parte de ésta.
La castaña miró a sus padres con disimulo, los cuales le pedían/ordenaban en silencio que accediera a la invitación.
—Está bien— aceptó muy a su pesar, levantándose de su asiento.
—¡Genial! Vamos— la tomó de la mano y abandonaron la estancia, dirigiéndose hacia cualquier lugar de la casa.
El silencio incómodo entre ambos jóvenes era palpable, Siwon venía hablándole a Jennie sobre temas banales desde hace rato para aligerar el ambiente, pero la chica simplemente se negaba a continuar con la conversación y solo respondía con monosílabos distraídos.
—¿Y tienes novio?— aquella pregunta la hizo voltearse y prestarle atención.
—No.
Tengo novia.
El chico sonrió y se sentaron en una banca/columpio que había en el jardín. La noche era fría, por lo que Jennie no pudo evitar estremecerse cuando una corriente de brisa la envolvió. El vestido que portaba no le proporcionaba ningún tipo de calor y empezaba a desesperarse.
—¿Tienes frío?
No, como se te ocurre.
—No.
—Ay vamos, no seas tan orgullosa. Yo sé que tienes frío— sin esperar a recibir permiso, la abrazó por los hombros y se pegó a su cuello.
Inmediatamente reaccionó y trató de apartarlo, pero no consiguió más que hacer que él se aferrara más a ella.
—¡¿Qué haces?! ¡Sueltame!— intentó gritar, pero la mano del contrario se estableció con fuerza en su boca, evitando cualquier intento por zafarse del agarre.
—Quédate callada, si gritas, te va a ir peor— sin aflojar el agarre en su cintura y su boca, la recostó en la banca y se posicionó sobre ella.
Sus ojos se abrieron como platos y empezó a patalear para lograr zafarse, únicamente logrando que el chico hiciera más presión en su agarre y dejara su mano marcada en su cintura.
—Te das muchos aires ¿No, señorita?— susurró en su oído, golpeando con su aliento caliente la oreja de la muchacha —Vamos a ver si sigues siendo tan jodidamente orgullosa después de esto— deshizo el agarre de su cintura para llevar su mano al borde de su falda.
Aquel momento fue aprovechado por la castaña para propinarle una patada en su entrepierna, la cual fue lo suficientemente fuerte como para hacer que la soltara.
—¡Mierda!— se quejó por lo alto, llamando accidentalmente la atención de los adultos que yacían en la sala.
Éstos salieron al jardín con rapidez, precisamente en el momento en que la muchacha se abalanzó a los brazos de sus padres con el cabello desordenado y las lágrimas cayendo por sus mejillas.
—¡¿Pero qué está pasando?!— el señor Kim miró al muchacho doblado en el suelo por el dolor.
—¡Trató de violarme!— gritó señalándolo, aferrándose con miedo al vestido de su progenitora.
—¡¿Pero qué dices?!— su padre caminó hasta Siwon y lo levantó por el cuello de la camisa —¡¿Eso es cierto, malnacido?!
—¡Es mentira! Yo no intenté sobrepasarme con ella, está mintiendo porque me le declaré y no quiso aceptarme.
—¡No lo niegues, idiota! ¡Admite lo que hiciste!— se sentía indignada, asustada e iracunda al mismo tiempo. No podía entender cómo un chico podía llegar a ser tan cínico.
—Váyanse— ordenó el dueño de la casa —No vuelvas a pisar mi casa, Chanyeol. Mi hija nunca mentiría con respecto a algo tan delicado ¡Lárguense!
El hombre levantó a su hijo del suelo y sin decir palabra alguna, salieron de la casa, dejando a los señores Kim furiosos y a Jennie temblando por el miedo.
Ahora tenía más razones para no gustar de los hombres.
©AlejaDeMin
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