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• CAPÍTULO 60 •

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60. «Él ha vuelto»
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Nada bueno tendría lugar en los acontecimientos que vinieron como una avalancha que fue llevándose todo a su paso. Como si el buscar protección hubiera sido una epifanía que reveló que nada favorable pasaría de ahora en más en el mundo mágico.

Cuando Dolores Umbridge descubrió al ejército de Dumbledore, los participantes tuvieron un castigo ejemplificador. Y no podían pasar de largo el hecho de que habían más sospechosos en los radares de la incisiva Hermione Granger, Cho Chang sólo había sido un eslabón para dejarlos en evidencia con la Suma Inquisidora, toda la brigada estaba involucrada a los ojos de los Gryffindor.

Y eso también los conducía a Nina.

Cuando la Slytherin se percató, no dudó en ponerle freno a los rumores que corrían entre los pasillos del castillo.

—Quiero saber qué es lo que pasa, no entiendo porqué mi nombre ha empezado a circular entre los posibles candidatos de quienes los acusaron con Dolores Umbridge—dijo echando afuera directamente , sin darle la posibilidad a los aludidos a ponerse de pie, desviar el tema o a eludir las preguntas realizadas por la serpiente.

Ella los observó con las cejas fruncidas, sentada frente a la castaña que cambió la dirección de su mirada de inmediato.

—¿No van a responder nada?

—Eres demasiado cercana a Malfoy—respondió Ronald al final, notando que Harry y Hermione no hallaban las palabras adecuadas para contestar —. Eres la novia de Fred y eres prácticamente de mi familia por ese motivo, pero no podemos cambiar el hecho de que te juntas con personas para nada confiables.

Ronald dejó de hablar, esperando que alguno de sus amigos pudiera continuar con la perorata que claramente no era del agrado de la chica; para ella esa era una respuesta que no tenía validez ante una acusación de ese tipo.

—Yo no te considero una mala persona, pero vives en la cueva junto a las serpientes. Te mimetizas con ellos y es algo difícil...

Nina levantó una ceja y tuvo que bostezar, realmente era algo aburrida aquella excusa sin sentido. Pestañeó un par de veces intencionalmente, pues sabía que se veía adorable haciéndolo, sólo que estaba siendo sarcástica.

—De verdad es una decepción que piensen de forma tan prejuiciosa acerca de las personas—siseó—. Sólo por si acaso, no le agrada que las personas inventen rumores sobre mi, prefiero que averigüen en verdad sobre la que he hecho o no. Si voy a ser la villana, pues quiero serlo por algo real.

—Nina, creo que no es así.

—Harry, debes aprender a no ser tan cordial y gentil con quienes no te agradan.

—Tú sí me agradas.

Mhm, no es necesario que mientas, Potter— susurró—, lo único que voy a decirles, es que se preocupen por sus propios asuntos, porque lo necesitarán, no hay que ser muy inteligente como para saberlo.

—Nina, no es que no nos agrades.

—Hermione, la verdad es que prefiero mantenerme alejada de las personas que tienen enemigos imaginarios—declaró —, espero de verdad que no los expulsen, lo digo sin sarcasmo.

Harry, Ron y Hermione eran unos de los personajes más peculiares de la escuela
Siempre estaban metidos en problemas, además de que solían estar involucrados en una serie de eventos que tenían que ver con el señor tenebroso y las extrañezas que el mundo mágico tenía detrás. A Nina le bastaba y sobraba con sus visiones, sueños y herencia.

Sólo que detestaba estar en medio de rumores que no tenían que ver un ápice con su persona. Caminó en dirección a su mesa tras haber hablado con el trío de oro, dejando en el olvido aquella ambigua conversación.

Luna se acercó a su mesa al verla aparecer en el comedor y luego de abandonar la mesa de los leones. Ella había escuchado sobre lo que hablaban de su amiga y la defendió todo en cuanto pudo.

—¿Cómo estás?— preguntó, observando a la chica, sentándose a su lado.

—Estaré bien si de verdad crees que no tengo que ver con que los planes de liquidación del Ejército de Dumbledore —contestó con hastío.

—Oh, creo que si fuera verdad, habrías conseguido expulsarnos a todos— respondió Luna, sonriendo abiertamente a su amiga.

—¿Umbridge te maltrató?— le preguntó muy preocupada, tomando sus manos entre las de ella.

—Me ayudó el ungüento que hiciste para Pansy, ya no me queda nada— dijo mostrando la piel de sus manos—. ¿Crees que podrá irse del colegio ahora que Dumbledore se fue?

—Creo que está atornillada acá y es un dolor de muela— suspiró Nina—, desearía que sucediese algo que de verdad la sacara de aquí.

—Pues esperemos que Merlín y Morgana te oigan— contestó la rubia mientras ignoraba las miradas extrañas de algunos Slytherin sobre ella por estar sentada en una mesa que no le correspondía.

Ambas amigas se quedaron compartiendo durante un momento. Comiendo frutas, pan dulce y café negro durante la hora del desayuno. Luna se colocó a trenzar el cabello de la chica al final de la mesa, no habían tenido mucho tiempo de conversar debido a que ambas estaban preparando los exámenes, no obstante sabía que Nina quería hablar sobre la de Xavier con alguien que no fuera Fred.

—¿Estás segura de que estás bien?— volvió a preguntar.

—Hay mucho que debemos hablar, siento que tengo todo atascado en la garganta.

—¿A qué hora es tu TIMO?

—A las diez y media—contestó con cansancio.

—¿Después del exámen? ¿En el lago negro?

—Lo necesito—declaró, abrazando a la Ravenclaw quien siempre tenía las palabras, gestos y miradas precisas para contenerla en los peores momentos.

Luna tenía la capacidad de dar tranquilidad y de saber escuchar. Algo que no siempre era tomado en cuenta como algo valioso. No obstante, para Nina; Luna era una de las personas más importantes de su vida, de no ser por ella no podría mantener la cordura muchas veces.

Se separaron y se percató de que Fred no se encontraba con el uniforme; estaba con George junto a las escaleras, como si estuviesen tramando algo que no debía ser escuchado, ni notado por alguien más.

¿Qué estaba sucediendo?

Nina se acercó extrañada, pues no entendía el porqué debía de estar allí, sin prepararse para las clases. Aunque para ser honestos, Fred y su gemelo jamás fueron muy asiduos a las clases o a la puntualidad en las actividades escolares.

Freddie..., ¿qué se supone que hacen?

Fred sonrió y demostró una vez más que su sonrisa tenía una especie de don que conseguía iluminar una estancia. Su personalidad chispeante no podía ser mermada por ninguna situación desfavorable, esa era una de sus más bellas características.

—Cariño, ven—Fred la apartó y la llevó detrás de uno de los pilares grises del corredor—, debo decirte algo.

Fred y George intercambiaron una mirada cómplice y traviesa. Aquella mirada que solían tener cuando tenían una idea descabellada y ambigua. Una idea que probablemente su madre detestaría y ellos no tenían la menor intención de reprimir.

—¿Por qué no estás con el uniforme? ¿Acaso estás suspendido de las clases?— le interrogó sin entender del todo el comportamiento misterioso y algo ansioso de su novio.

Fred se pasó una mano por el cabello y fue incapaz de reprimir su sonrisa. Después de todo, aquel día su vida cambiaría parcialmente. Quizás demasiado para asumirlo con la tranquilidad que sus facciones denotaban.

—Vamos a irnos de Hogwarts... —Fred notó la manera en que las facciones de Nina cambiaron y se preocuparon tras oír aquella confesión.

—¿De qué hablas, Fred?—murmuró, sintiendo que un breve ataque de pánico haría presa de ella.

—Hemos dado nuestros últimos exámenes hace unas semanas. Prácticamente sólo es teoría lo que viene de ahora en adelante y de verdad alguien debe darle una lección a esta vieja maldita.

—¿Y ustedes están dispuestos a sacrificarse por ello?

—La verdad sí, tenemos en mente hacer otra cosa de nuestra vida. No es que necesitemos su firma en nuestra hoja de vida —sonrió intentando lograr que Nina quitara la expresión de exasperación de su rostro.

—¿Cómo voy a saber que estás bien? ¿Enserió no volverás a la escuela?

—Si Dolores Umbridge sigue al mando, dudo que podamos pasar después de lo que pensamos hacer hoy. Seremos indeseables número uno por este sitio gobernado por la peste rosa.

A Nina no le quedó más que echarse en sus brazos y darle un abrazo fuerte, pues sabía muy bien que no podría sacar de la cabeza del chico la idea de perturbar la carrera en la institución de la Suma Inquisidora. Los labios de Fred buscaron los de ella y la aludida correspondió al beso con energía, sentía que si Fred llegaba a irse de la escuela lo echaría mucho de menos, pues ya no se verían todos los días de ahora en más.

—¿Vas a echarme de menos?

—Vendré el fin de semana, para ir a pasear por Hogsmeade contigo, no me lo perdería por nada del mundo.

—Trataré de no hacer nada estúpido para esa fecha, para no estar castigada— sonrió al decir aquel sarcástico comentario.

—Es imposible que tú hagas cosas estúpidas. En esta relación ese es mi trabajo —susurró para volver a atrapar los labios de la chica con los de él.

Tras separarse unos segundos, Fred apretó las manos de la joven con cariño. Nina debía ir a su examen y esperaba poder realizarlo con tranquilidad, puesto que había estudiado mucho para poder tener una calificación decente en vista y considerando que Umbridge no la tenía en alta consideración, por ende no recibiría ninguna contestación si surgía en ella alguna duda en el proceso.

—Cariño, sé que hoy tienes tu examen TIMO'S, y sé también que te irá de lujo. Sólo que probablemente no podrás terminarlo. Si eso es así, fue sin intenciones.

—No te creo...

—Te amo, Nina.

Nina rodó los ojos y le devolvió la sonrisa, pues probablemente Fred Weasley siempre tenía sorpresas por entregar, aunque estas fueran salidas de lo común e inesperadas.

***

Dolores Umbridge se sentó en una gran poltrona de madera con respaldo y con un toque de su varita, consiguió que el gran reloj que medía el tiempo para rendir el examen comenzara a funcionar. El segundero comenzó a moverse y los estudiantes comenzaron a escribir sobre las hojas que tenían delante de ellos.

El examen era una prueba de conocimientos generales y específicos sobre cada asignatura. En el caso de defensa contra las artes oscuras, habían demasiadas materias que debían estar presentes y que los estudiantes tenían conocimiento solamente desde la lectura, después de haber entregado los libros de texto y leerlos en varias ocasiones, la prueba no debía de ser un problema para ninguno de los magos que allí yacían.

Nina anotó de forma prolija todo lo que recordaba de las materias, no es que la Suma Inquisidora fuera de gran aporte educativo ese año, ella había aprendido por su cuenta. Le echó una rápida mirada a Draco unos asientos por delante de ella, escribía sin problemas aparentes en el pergamino. Asumió que ese examen pasaría sin pena ni gloria y en ese minuto deseó con fuerzas que la maldición que Tom Riddle había dejado sobre el cargo de maestro de la asignatura en cuestión, se cumpliera.

No sabía si toleraría estar con Dolores Umbridge otro año más como profesora de una materia tan importante para su formación. Después de todo, sus aspiraciones a ser aurora como sus padres seguían intactas.

De pronto, tras una hora de tiempo transcurrido, sintió unos golpes en el corredor. Dolores se levantó de su asiento con expresión de desconcierto; Nina supo lo que significaba y suspiró al notar que había contestado todo sin problemas, pues el examen no tenía ningún grado de dificultad. En ese instante sabía lo que significaba y lamentó lo que venía para la mujer que caminaba hacia las puertas del salón.

Un zumbido fuerte ingresó en el salón y las voces de los gemelos Weasley resonaron sobre los reclamos de la mujer, quien manoteaba desde el piso, sin ser objeto de atención de ambos magos que volaban sobre los pupitres en sus escobas.

—¡Bajen inmediatamente! —chilló la bruja—, les juro que si no me hacen caso, esto tendrá consecuencias gravísimas.

—No nos interesa, Suma Inquisidora— respondieron Fred y George al mismo tiempo, lanzando chispas con sus productos, echando por los aires los exámenes y generando la algarabía y los vítores entre los estudiantes que rápidamente se levantaron a seguir el juego de los Weasley.

Los gemelos eran de los estudiantes más populares de la escuela. Eso era innegable, ni siquiera los estudiantes de Slytherin podían sentir aversión por ellos, pues tenían un encanto natural que conseguía que fueran líderes innatos.

Entre tirar petardos, polvos de oscuridad instantánea y el griterío dentro de la sala. Fred se acercó a Nina unos segundos y esta se colocó de puntillas para besarlo rápidamente.

—Te ves hermosa, debes contarme cual fue la cara que colocó cuando vea lo que dejamos en el pasillo afuera de su oficina— murmuró para después dejar un rápido beso.

—¿Qué? —. Sin embargo no hubo tiempo para más explicaciones, George lanzó el último petardo, el cual tenía la forma de un dragón gigante que persiguió a la bruja, logrando las risas de todos en medio del salón, los cristales que sostenían los decretos educacionales fueron destruidos y los Weasley salieron en sus escobas por el gran ventanal, seguidos de los vítores de todos los estudiantes allí presentes.

Nina suspiró y sonrió para sí misma.

Fred Weasley era único e irrepetible.

De eso no había dudas, no se percató de nada más en ese momento, estaba demasiado concentrada en aplaudir el espectáculo que había dejado su novio y la gran W brillante que dejaron en el cielo, dejando un recuerdo memorable para las generaciones venideras.

Y efectivamente, ni los Slytherin habían quedado indiferentes ante las ocurrencias de los gemelos.

—¡Eso fue fantástico!— comentó Draco en la sala común, mientras terminaban el chocolate caliente que bebían—, debo admitir que sí que tienen estilo.

—¡Viste la cara de Umbridge al ver el pantano!— comentó Pansy—, parecía que la carne se le comenzaría a caer a pedazos ¿sabes si podrán graduarse?

—No lo sé, pero la verdad es que eso a ellos no les interesa mucho. Tienen otros planes.

—¿Qué pasará con la escuela? ¿Ella estará aquí de por vida? —Después de tanto hablar con Nina, Pansy estaba convencida de que no era una buena maestra.

—No lo sé, pero estoy muriendo de sueño—replicó Nina—, quiero ir a dormir.

Ella se levantó y se dirigió a su habitación. Se sentía cansada y su cuerpo echaba de menos el colchón cómodo de la habitación. Irina de inmediato se acurrucó a su lado y comenzó a ronronear, amasando al lugar a su lado.

Poco a poco el sueño comenzó a invadirla.

Y pronto comenzó a perder la noción de la realidad, sin saber si lo que estaba viendo era real o ya era parte de un sueño.

Ella caminaba, caminaba por un pasillo de espejos. Era largo y solitario.

Era un pasillo tenebroso.

La única persona que estaba allí era ella, hasta que se encontró a una figura encapuchada.

—¿Quién eres tú, qué haces aquí?

La figura encapuchada se liberó de la tela que cubría su cabeza y el cabello largo y negro cayó en cascada a cada lado de su rostro.

Nina se sobresaltó y trató de correr.

—¡No! —gritó.

Al correr podía notar que ya no había nadie más.

Pero al ver su reflejo en el espejo, volvió a desesperarse.

La persona encapuchada era ella y le sonreía a través del cuarto de espejo.

Despertó de sobresalto y trató de respirar.

Pensando que sólo era una pesadilla.

Ajena a que fuera de los muros de su habitación, la guerra había comenzado.

Pues él había regresado.

Lord Voldemort estaba de vuelta.

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