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• CAPÍTULO 57 •

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57. ¿Así que te gustan las artes oscuras, Illich?
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—Ten, libros nuevos para tu lectura sobre artes oscuras— siseó Draco una vez que subieron a una de las últimas carrozas en Hogsmeade.

Las vacaciones de Navidad habían terminado y era implacable que cada uno de los estudiantes de Hogwarts tuviera formación en cuanto a lo que quería conocer. Dolores Umbridge había realizado un comunicado acerca de los TIMO's y estos al parecer tendrían un ítem de razonamiento lógico, lo que quería decir que habrían contenidos que aparecerían en el examen pero que ella no se molestaría en entregarle a la clase.

—¿Dejaste a tu padre sin libros tenebrosos en sus estanterías?— le respondió cuando echó una hojeada—, esto es sórdido.

El rubio se incomodó, después de todo su padre era una de las personas más oscuras que conocía. Uno de los magos que estaba dispuesto a vender en alma con tal de ver al señor tenebroso en el poder.

—Él te vió en el andén...

—¿Tu padre? ¿Y... ?

—Te vió con Fred.

—Fred es mi novio, Draco. No voy a ocultarlo porque tus padres son puristas que consideran a los Weasley traidores.

—Él no hizo comentarios, sólo había algo en su mirada...

—¿Qué es lo que tratas de decirme?

—Nada, sólo que fueron incómodas algunas preguntas que hizo.

—¿Sobre mí o sobre Fred?

—Eso no importa, le borré la memoria.

Nina se sobresaltó, el encantamiento Obliviate era sumamente complicado, ni siquiera se los habían entregado en la malla de la asignatura. Además era mucho más abrumador el saber porqué lo había hecho.

—Draco, ¿qué demonios?

—Deja de preguntar cosas, sólo hice lo que tenía que hacer— respondió comenzando a alterarse—, créeme que no lo hice por algo tan idiota como que no quiero que sepa que sales con él, deberás confiar en que lo hice bien y por motivos reales.

Nina se concentró en las facciones algo duras del rubio. Sintió que sus emociones lejos de calmarse, se inquietaban aún más; Lucius Malfoy jamás había estado entre sus preocupaciones o al menos jamás lo consideró como una, pero la revelación de Draco fue sorpresiva y abrupta, sin embargo decidió que sería una de las cosas que podría preguntarle a Astoria luego, debido a que había pasado las vacaciones con el rubio.

—¿Qué tal las fiestas con Astoria?

Pudo vislumbrar una sonrisa fugaz en los labios del chico. Tenía que admitir que la chica realmente le estaba dando una especie de felicidad que no tenía considerada vivir.

—La verdad es que va mejor de lo que esperaba. Siento que ella es algo que no creía merecer, pero ha estado conmigo. No quiero que se aleje.

—Pues entonces debes cuidarlo, las cosas no se mantienen con sólo decirlo, pero me alegro que estés feliz. No sueles estarlo muy a menudo.

El retorno a Hogwarts estaba siendo tenso y algo más que abrupto. Dolores había comenzado a apoderarse de muchas de las actividades que se suponía debían ser del director Dumbledore, que en el último año no estaba siendo muy visible dentro del establecimiento educativo.

Las rondas de prefectos eran simples y muy poco extensas, a la Suma Inquisidora no le agradaba que nadie estuviera dando vueltas por los pasillos y jardines de Hogwarts, pues cada situación donde habían más de tres estudiantes implicados, consideraba que estaban conspirando contra ella. Inclusive comenzó a hacer interrogatorios por supuestas actividades ilícitas dentro de la escuela.

Las clases transcurrían con regularidad y todos se hallaban mayormente estresados sabiendo que los exámenes se acercaban a pasos agigantados. Sin duda alguna la ayudante del ministro estaba dejando la escuela patas arriba.

No obstante la clase de pociones solía ser una buena oportunidad para distraerse y aprender contenido real, sin tener que usar libros y plumas en todo momento. La clase solía ser compartida por Gryffindor y Slytherin que intentaban llevar la fiesta en paz dentro de la mazmorra, debían evitar además de todo, los castigos de Severus Snape.

Los susurros se sentían por debajo de los borbotones que manaban de los calderos de peltre que hervían con líquidos y aromatizaban la estancia. Sin embargo la paz entre ambas casas rivales no siempre solía llevarse a cabo al pie de la letra.

—Lo bueno de que Umbridge esté en la escuela, es que los impuros se han mantenido a raya, ya no tienen la protección innecesaria de Dumbledore— cuchicheó Pansy en el mesón que compartía con Nina y Blaise.

—Pues sí, debemos admitir que Dumbledore tiene en la ruina a esta escuela—Draco de inmediato se colocó a comentar el tema.

—Yo opino que todos ustedes están felices porque Umbridge es una arpía como todas las serpientes.

—Potter— siseó Draco—, tenemos un tema en los mesones de Slytherin, ¿acaso no puedes dejar de entrometerte?

Silencio— interrumpió Snape—si les vuelvo a oír, tendrán menos calificación.

—¿Te das cuenta cómo les molesta no ser el centro de atención?— continuó Pansy—, estamos hablando y dando nuestras opiniones y no pueden dejar de estar al pendiente.

En ese instante fue Hermione quien levantó la vista y suspiró estresada ante los comentarios provenientes de la casa de Salazar Slytherin. En Gryffindor existía una lealtad absoluta hacia Albus Dumbledore, lo que provocaba que los ánimos comenzaran a ponerse densos con rapidez.

—No son opiniones si es que hablas mal de una persona que no está presente. Agradezcan que Dumbledore está en la escuela, de lo contrario muchas cosas serían diferentes.

—Exacto, tú no estarías aquí—replicó la Slytherin—, sangre sucia inmunda.

Las risitas entre los Slytherin se propiciaron rápidamente y Hermione se volvió con rapidez para no perder la paciencia. No podía negar que todo el grupito le sacaba de quicio con facilidad.

—Cállate— siseó Harry desde su sitio.

—¿O qué, me acusarás con tus padres?—se burló Pansy.

En ese momento Hermione caminó hacia la pelinegra para lanzarle un hechizo, sin embargo tropezó con el mesón y uno de los calderos se volcó, salpicando gotas de líquido caliente en la pierna de Parkinson. Nina quién no había estado pendiente de la discusión, pues quería terminar a tiempo, levantó la vista, reaccionando al oír los gritos de Pansy.

—¡Asquerosa, impura me has quemado la piel!

De inmediato se armó un revuelo intenso dentro de la sala. Snape reaccionó rápidamente y llevó a Pansy a la enfermería; su pierna no se veía tan mal, pero probablemente le quedaría una cicatriz notoria cuando esta sanara. Aparentemente no era una quemadura profunda, no obstante Pansy montaría un teatro considerable para culpar de forma incisiva a Hermione.

—¡Fue un accidente!

—¡No seas mentirosa!

—¿Qué te crees, Zabini?

—¡Quisiste arrojarle el caldero a mi novia! Eres una perra, Granger.

—¡No tuve esa intención!

Ambas casas se volcaron en medio de una turba intensa, pues Draco comenzó a intentar golpear a Harry y viceversa, Ron aparto a Hermione y Zabini alegaba mediante gritos.

En ese momento llegó al salón Dolores Umbridge, quien de inmediato realizó un conjuro para dejarles inmóviles, sin poder moverse, evitando así un enfrentamiento con golpes dentro del salón de clases.

—¡Son unos bárbaros!—parloteó con intensidad antes de dar una clase de moral y ética a la clase—. Esto no se quedará así, señorita Granger, acompáñeme por favor, pues creo que tendrá algunas horas de castigo junto a mí.

Nina salió veloz en compañía de sus compañeros en dirección a la enfermería. Quería visitar a su amiga y saber como estaba, a pesar de que Parkinson era una chica temperamental y desagradable, habían logrado estrechar lazos, por lo que realmente le preocupaba su estado.

Claramente la encontraría allí chillando sobre la belleza de su piel y lo descarada que había sido Granger para atacarla, la bruja esperó a que hablara Draco y Blaise con ella antes de pasar brevemente a verla. Yacía en la camilla, con la pierna vendada y quejándose de malestar. Madame Pomfrey había untado  su piel con ungüento y ahora sentía que la piel estaba sanando, pero la picazón y el dolor la estaban matando.

—¡Lo que más lamento es que voy a perderme el partido de Quidditch!

—Lo importante ahora es que descanses.

—No puedo dejar de pensar en que me quedará una cicatriz enorme, maldita impura, espero que Blaise haga algo al respecto o que Umbridge la expulse—alegó con estrés—¡es lo mínimo que se merece!

Nina se sonrió al notar que ni en un minuto como ese, dejaría de hacer notar su malestar por Hermione.

—Si te prometo que haré una poción que te ayude con la cicatriz y la haga desaparecer, ¿dejarás de chillar como un Duendecillo de Cornualles?

—Si es que dejará mi piel como antes sí, Madame Pomfrey no piensa en la belleza ni en la estética al curar—respondió.

Nina se puso junto a ella y en su cara se formó una mueca coqueta.

—¿Veo que con Blaise va todo bien?—preguntó y la sonrisa no pudo quedarse atrapada, afloró de los labios de la morena de inmediato—, fue el primero en llegar aquí y jamás lo había visto tan preocupado por alguien.

—Pues creo que al fin siento aquella conexión con alguien—pronunció—, eso que después de todo no se busca, que sólo aparece.

—¿Sientes que es real? No te sientes así como con Malfoy.

Pansy pensó por un momento y después su rostro realizó una expresión de calma que no era muy usual en ella.

—Lo que sentía por Draco era un encaprichamiento, jamás sería algo real. Sé que no es comparable, pues todos viven las emociones de manera diferente, pero creo sentirme de la misma manera en la que tú te sientes con Fred—siseó—, si bien ustedes se superan en lo melosos y vomitan arcoíris cada vez que se miran, siento que con Blaise podría llegar a tener aquello.

—Me alegro, pues mereces a alguien que te haga sentir así, que note que eres única, incluso cuando seas la persona más detestable del mundo— se burló Nina, dejando un beso en la cabeza de su amiga —, descansa; ya hasta pareces enamorada.

***

Gryffindor había recibido un golpe bajo, pues el último partido de Quidditch terminó siendo un total desastre, Dolores Umbridge presenció una pelea entre ambos bandos, expulsando de los equipos a Harry y a los gemelos Weasley, lo que provocó caos cuando requisó sus escobas.

La mayoría de los estudiantes vociferaba desde las gradas y todo estuvo a punto de terminar en una estampida en contra la Suma Inquisidora. No obstante los exámenes y los deberes no daban tiempo a seguir molestos por mucho tiempo, el enojo consumía momentos que podían aprovecharse de mejor manera.

Fred siguió yendo a las reuniones del Ejército de Dumbledore, sintiéndose culpable por no poder compartirlo con Nina, no obstante también sentía deseos de aprender más de lo que Umbridge les hacía leer. Si bien no tenía intenciones de dedicarse a ninguna rama mágica que implicara las artes oscuras, quería saber defenderse.

Tal como lo estaba haciendo Nina, quien mientras leía los libros que Draco le había convidado, se dedicaba a terminar la poción cicatrizante que le ofreció a Pansy para la quemadura en su pierna.

Después de clases solía quedarse investigando en uno de los salones de  Slytherin junto a su caldero para darle tiempo y las capacidades curativas que la poción necesitaba, no obstante estar frente a ese escritorio le daba momentos a solas en donde podía leer sin que la interrumpieran.

Eso hasta que un día una presencia se hizo notar sin que ella se percatara.

—¿Así que te gustan las artes oscuras, Illich?—La voz de Xavier se deslizó por sus oídos al momento en que levemente dejó caer sus labios para dejar un suave beso en el cuello de la chica, aprovechándose que esta se hallaba de espaldas y con el cabello recogido.

Sintió recorrer un escalofrío por su espalda y percibió la sensación de repulsión una vez que notó que la voz pertenecía a su compañero. Tomó su varita al volverse y le apuntó sin pensarlo dos veces.

—¿Qué demonios te sucede, imbécil? ¿No te bastó con lo que hiciste el año pasado?

Xavier sonrió y se apoyó cerca de ella, sin inmutarse ante sus acciones, menos con la reacción de ella.

—Creo que ambos sabemos que exageraste, perfectamente esto podría quedar entre los dos, sin tener que meter a nadie en medio.

—Tú no entiendes un no por respuesta.

—No cuando sé que soy mejor que Weasley. Sabes que podría haberte dado el mundo—susurró—, pero te decidiste por el peor partido.

Comenzó a acortar la distancia entre ambos cuerpos. Quería intimidarla, quería que su cercanía fuera capaz de sacarla de sus cabales y que cediera ante la presión que estaba colocando. Xavier estaba jugando con fuego y no sabía que las cosas no saldrían bien.

A Nina no le gustaba que jugaran con ella.

Menos quienes ella jamás había ofrecido una partida.

Sin dudarlo con la varita le apuntó y realizó un encantamiento que había visto en el libro de Draco. El chico se tomó la cara pues sintió que una fina herida surcaba desde su ojo hasta la mejilla.

—¡Eres una hija de puta!

Se avalanzó sobre ella, golpeando su cuerpo contra la pared, pero antes de que la situación se saliera de control; la presencia de Severus Snape se hizo notar en la pequeña sala dentro de la estancia de Slytherin.

—¡Señor Ximej! ¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Supongo que tiene claro que se encuentra en graves problemas?

Hubo algo distinto en los ojos del chico cuando cruzaron con los de la bruja antes de que este fuese llevado a la oficina. Un brillo que denotaba que esa situación no le había importado en lo más mínimo, que incluso lo había hecho por el mero placer de hacer sentir a la chica vulnerada, sumisa e incómoda.

No se disculparía.

A ojos de Xavier Ximej, Nina Illich y Fred Weasley debían tener su merecido y aquello implicaba un escenario desfavorable que el mismo se esmeraría en crear, tardara lo que tuviera que tardar.

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