• CAPÍTULO 55 •
______________________
55. Pacto con el lado oscuro.
______________________
Las vacaciones de navidad solían ser un período que la mayoría de los estudiantes ansiaba. Este año para Nina era imperioso el hecho de que estas llegaran cuanto antes para poder viajar a su casa y también para poder ver a Fred, le urgía saber el estado del señor Weasley después del ataque en el ministerio. No había sido nada fácil separarse del pelirrojo en esas condiciones y de manera tan abrupta.
El viaje en el expreso fue relajado; al parecer la mayoría de los profesores consideraba que los estudiantes necesitaban tranquilidad por lo que el tren salió a primera hora desde la estación de Hogsmeade.
El grupo de estudiantes de Slytherin se acomodó en su vagón, Nina se sentó con un libro en la mano y Draco a su lado para dormir. Cuando hacían eso daban a entender que no querían conversar con el resto del mundo, Astoria y Theo se sentaron frente a ellos a sabiendas que serían prácticamente nulas las interacciones que tendrían para con ellos.
Sin embargo algo les conocían y no les juzgaban cuando entraban en aquel estado de abstracción.
Nina había escogido leer para evitar conversar con los demás. Era una manera educada de mantener a raya el torrente de pensamientos que la embargaban dentro de su mente y no hablarlos con cualquier persona. Lo que menos necesitaba era que estos fueran a dar a los oídos de Xavier Zimej que yacía sólo a unos metros de su cubículo.
El expreso avanzó con la rapidez que solía hacerlo siempre, en menos de dos horas estuvieron en la estación de Londres. Nina sabía que probablemente Fred estaría aguardando por ella, no obstante antes de que él quisiera irse con ella a la Madriguera o a donde fuera que estuvieran, ella necesitaba primeramente hablar con sus padres, debía contarles lo que estaba sucediendo, las imágenes que estaba viendo, las voces y situaciones que veía dentro de su mente, la capacidad inexplicable que tenía de hablar Pársel.
Al notar que el tren disminuyó la velocidad, removió a Draco con delicadeza y este abrió los ojos con cuidado. Se acomodó a su lado incorporándose y notó algo de tensión en el cuerpo de su amiga.
—¿Estás bien?—le susurró, omitiendo por completo que Astoria y Theo yacían en el mismo compartimento.
Nina asintió con la cabeza y cerró el libro de golpe, sobresaltando a Theo quien también despertó.
—Vamos, debemos ir a revisar el resto de los carros para evitar que alguien se quede a bordo.
—Los estúpidos enanos debieran estar pendientes cuando el tren llega a Londres.
—¿Tal como tú?—inquirió la chica que comenzó a notar su repentino cambio de humor.
Avanzaron por los vagones mientras les indicaban a los más jóvenes hacia donde tenían que dirigirse, sin embargo Nina sabía que lo único que estaba haciendo era tiempo porque no quería enfrentarse a hablar todavía con su familia sobre lo que le estaba sucediendo.
Junto a Draco recorrieron los vagones a pesar de que probablemente los delegados a bordo ya lo habían hecho y solamente estaban haciendo un trabajo innecesario.
—Oye, no tienes que fingir conmigo— comentó Draco—, no quieres bajar del tren ¿eso porqué, acaso no quieres ir a intercambiar saliva con el pelirrojo que evidentemente está esperándote?
—No puedo ir con Fred—susurró observándose en el reflejo del vidrio—, primero debo ir con papá que será quien viene por mí—comentó —, vamos a pasar todos juntos pero primero debo ir a casa para poder saber que mierda es lo que está pasando conmigo, con mi cabeza, con la magia que estoy experimentando.
—No hay nada malo contigo, Nina.
—Soy una bomba de tiempo, Malfoy. Tú lo sabes, yo también lo sé. ¿Acaso crees que es normal ver sucesos perturbadores en tu cabeza?
Draco se acercó a ella y le abrazó con cuidado, esta suspiró y pudo absorber el aroma elegante de la loción del rubio y trató de calmarse ante la contención de su mejor amigo.
—¿Crees que tus padres puedan saber lo que te está sucediendo?
—Creo que al menos podrán ayudarme en algo, con algún hechizo, con algún tipo de magia. Algo que me ayude a estar más tranquila— siseó—, no tan errática como me encuentro en este momento.
—Sabes que puedes escribirme en cualquier momento, trataré de que estas fiestas no sean tan miserables como años anteriores.
—¿A qué te refieres?
—Voy a pasar las fiestas con los Greengrass.
Nina entendió a lo que se refería.
—Astoria ha sido muy paciente contigo. No hagas que se decepcione de la imagen que tiene sobre ti. A ella no le interesa tu dinero, a ella le interesas tú, puedo notarlo.
Caminaron hacia el compartimento en el que ellos viajaron, sólo quedaban sus maletas allí, sin embargo a través de la ventana observaron que ahí estaba Theo y Astoria aguardando por ellos. Draco removió entre sus cosas y le entregó dos cosas.
—Feliz navidad, Nina.
Siempre se hacían presentes, como cada año Nina enviaría el de él a la mansión Malfoy para evitar que este lo abriera antes de tiempo.
—Ya sabes donde estará tu presente— sonrió.
—Lo sé.
Ambos jóvenes se abrazaron y bajaron del tren. Nina sintió que lo demás era un frasco que después notaría de qué se trataba. El sol se percibía a través del techo del andén, sin embargo la brisa era refrescante, se podía sentir el invierno en el aire.
La bruja habló brevemente con sus compañeros hasta que divisó entre las personas a su padre y a Fred quienes hablaban más allá. El pelirrojo tenía la mirada atenta en ella, por lo que cuando hicieron contacto visual, ella se sonrió de inmediato, recibiendo el mismo gesto por parte de él y un guiño.
—Por favor, cuida de Draco— le dijo a Astoria cuando se despidieron—, que no vaya a hacer nada estúpido en estas semanas.
—No te preocupes, estará en buenas manos.
—No tengo dudas de eso, Tori.
Nina avanzó con la maleta despidiéndose de algunos compañeros y sonriendo a algunos estudiantes que le hacían señas.
Al llegar a donde se hallaban ambos magos abrazó a su padre con cariño y este le hizo elogios sobre lo hermosa que se encontraba; cuando sus brazos se entrelazaron con los de su novio, sintió por fin la calma que le había hecho falta en los últimos días.
—No sabes lo mucho que te eché de menos.
—Y tú a mí, Freddie. Me hiciste falta.
—Creo que si hiciéramos una competencia de quien extrañó más a quien, ganaría yo esta vez. Te he necesitado demasiado.
Hablaron un momento más en el andén hasta que el pelirrojo comenzó a decirle cosas sobre la casa de los Black y que nuevamente se estaban quedando allí para poder ver que era lo que estaba sucediendo.
Nina sonrió débilmente hasta en el instante que su padre se distrajo hablando con un ex compañero de escuela pudo apartar brevemente a Fred y conducirlo cerca de unas pilastras de metal apartadas del bullicio.
—Debo decirte algo, no puedo ir inmediatamente a tu casa. O a donde sea que te estés quedando.
—¿Te encuentras bien? Creí que te iba a venir a buscar para eso.
—Pero llamé a mi padre porque necesito que me explique ciertas cosas. Te juro que te lo contaré todo y que apenas pueda platicar con él en privado le pediré que nos vayamos a pasar las fiestas a tu casa, por favor no te incomodes y disculpa si te hice venir de manera innecesaria hasta aquí.
—Me dejarás sumamente preocupado, Nina ¿de qué se trata todo esto?
—Te lo contaré cuando tenga más respuestas. Porque hasta ahora no sé mucho más.
John se acercó a ellos cuando observó que platicaban algo alejados y la cara de ambos denotaba preocupación. Sin embargo no quería involucrarse si se trataba de una disputa de pareja, pues sería incómodo para todos.
—Te amo, por favor no te demores en ir a casa. Me haces falta— dijo Fred tomando una de sus manos para besarla.
—¿Cuál es el plan finalmente?—preguntó el mago cuando observó que no estaban discutiendo y se trataban cariñosamente otra vez.
—Debo ir a casa por unas cosas primero, papá. Así que Fred irá a Grimmauld Place, pues debe realizar unos encargos para su madre— le mencionó antes de que John comenzará a hacer preguntas, su cara denotaba dudas pues su entrecejo estaba frunciéndose.
—Nos veremos luego entonces, le diré a tu madre que se vaya directamente para allá, supongo.
—¿Mamá no está en casa?
—No, tiene todavía mucho papeleo con un caso, pero me envió un memo para saber cuales eran los planes definitivos de la navidad.
—Pues ahora ya los conoces.
—Así es la vida, Fred. Después sólo tienes que hacer lo que ellas dicen.
Ambos hombres se rieron y después John comenzó a caminar tras despedirse, para darle un poco de intimidad a la pareja.
Los labios del pelirrojo se posaron suavemente en los de la chica y ella correspondió gustosa al beso que él le estaba proporcionando. Solía dejarse llevar por la calidez que los besos que se daban desprendían.
Había que admitirlo. Ambos estaban completamente enamorados el uno del otro.
—Te veré después— susurró Nina dejando una caricia en su mejilla—¿En qué irás a casa?
—Me he robado el Ford Anglia, así que volaré. Te lo perderás.
—Espero podamos hacerlo después— comentó poniéndose de puntillas para besarlo nuevamente.
*
El camino a casa no fue largo, lo que tenía a Nina en el borde de la ansiedad, quería abrirse tal como un frasco repleto y vaciarse, tener respuestas y poder sacar conclusiones de lo que estaba pasando en su mente.
Se fueron conversado sobre unos discos viejos que su padre había comprado recientemente a un anticuario en el mundo muggle. Su padre sin duda tenía un excelente gusto en lo que a la música infería.
—Espero que mamá no se harte y tire tu tocadiscos, imagino que ya los has colocado un montón de veces en lo que lleva que los tienes.
—Tu madre me ama, no sería capaz de arrebatarme la felicidad de esa manera— dijo al momento en que llegaron a casa.
Nina suspiró y sonrió al ver su hogar; adoraba la escuela, no obstante que en ocasiones la melancolía le podía y no hallaba la hora de encontrarse en medio de su habitación repleta de libros. Entró y pudo notar que su madre había cambiado el papel tapiz y que habían lámparas nuevas en la sala.
—Voy a poner la mesa para el almuerzo. Tú acomódate y luego bajas para comer juntos.
Nina asintió y llevó sus cosas a la habitación, su madre había cambiado su ropa de cama para evitar que esta tuviera aroma a polvo o humedad, había puesto cortinas que lograban que la habitación estuviera luminosa.
Suspiró y sonrió al notar que aunque ella estuviera en la escuela, sus padres se esmeraban en sentirla en casa durante todo el año. Observó su escritorio y se percató de que había un libro nuevo sobre él.
Su madre era una mujer cariñosa y siempre se preocupaba por los detalles. Leyó con amor la nota sobre el libro y decidió guardarlo en el bolso que llevaría a Grimmauld Place para empezar a leerlo durante las noches. Decidió tomar una ducha y después cambiarse de ropa, se sentía algo acalorada por el viaje.
—¡Tardaste!—mencionó su padre al verla llegar al comedor—. Voy a servirte de inmediato para que no se enfríe.
Si padre había preparado raviollis con champiñones, tenían el hábito de cocinar como solían hacerlo los muggles. Decían que era una forma especial de demostrar cariño y afecto, sin mencionar que Amelie Illich era una chef extraordinaria, John trataba de seguirle los pasos.
—Huele delicioso—respondiendo tratando de colocar el tema sobre la mesa sin generar que el ambiente familiar se evaporara por el hecho de hablar de un tema tan denso como aquel.
Nina le preguntó a su padre sobre el trabajo, sobre el ministerio y cosas sin importancia con la finalidad de darse el valor de hablar del asunto sin caer en la histeria o preocupar a su padre más de lo debido. A su vez él comenzó a preguntarle por sus clases y cómo estaba siendo Umbridge en el salón de clases.
—La verdad es que es terrible—siseó Nina después de beber un sorbo de jugo de frutilla—, suele regodearse en su experiencia de trabajo, cuando a la larga lo único que ha hecho es hacernos copiar y copiar páginas de un libro mediocre.
—Vaya...
—A la larga no estamos aprendiendo nada en la clase y creo que es necesario en este momento.
John se percató de que el rostro y las expresiones faciales de su hija cambiaron. Apartó el plato y bebió de su jugo, observándola atento.
—Papá, yo he venido porque necesito que hablemos. Necesitaba hablarte de algo que me está sucediendo y no puedo esperar a mamá.
Si padre se preocupó de inmediato, pues Nina solía ser una chica que no pedía ayuda con situaciones que podía solucionar por sí misma.
—¿Dime, cariño? ¿Ha sucedido alguna cosa? —le cuestionó rápidamente notando que Nina estaba realmente afectada por la situación—¿Acaso tiene que ver con el hijo de los Zimej?
—Oh, no. Eso no. Tiene que ver con algo que está pasando conmigo...
—Nina...
—Papá, de un tiempo a esta parte siento que mis pensamientos o algo dentro de mí no está bien.
—¿Por qué dices eso?
—Desde hace un tiempo que he comenzado a ver cosas..
—¿Qué tipo de cosas?
—Cosas terribles, veo sombras que atacan a las personas. Veo sombras que se convierten en la marca tenebrosa, veo sombras que envuelven y te hacen desaparecer— comentó sin ser capaz de verlo a los ojos—.Al principio creí que sólo era mi miedo o que solamente era parte del estrés, pero no sé fue con el tiempo, es más, ha aumentado.
—Hija...
—¿Hay algo mal en mí? Siento aquellas cosas acecharme, no es normal. No es normal que hable pársel, que no sepa cómo hacerlo y que en las situaciones de estrés, peligro o extrema oscuridad pueda utilizarlo, no es normal que te GA visiones de sucesos trágicos...—dejó la frase sin terminar.
—¿Por qué no hablaste con nosotros?
—No creí que fuera algo de lo que debía preocuparme, hasta ahora.
John se colocó de pie y dio una vuelta por la habitación. Se pasó las manos por la cara y el cabello, la incertidumbre y la preocupación eran visibles.
—¿Acaso sabes algo?
—Con tu madre no estamos seguros de que sea lo que pensamos.
—¡Osea que lo saben!
—No tenemos la certeza, lo sospechamos cuando nos contaste que habías hablado pársel en la escuela de forma tan especial y poco usual.
—¿Por qué no me contaron sus sospechas?
—Porque no queríamos que estuvieras preocupada, no pensamos que estas situaciones se harían recurrentes.
El peso en la voz del mago era palpable y se veía afectado en completo. No esperaba que fuera requerido mencionar estos pasajes en la vida de su esposa.
—¿Vas a contarme o no?
Se aclaró la garganta y se sentó en el sofá. Nina se puso de pie y se cruzó de brazos, como si eso fuera a protegerla de algún maleficio o maldición en caso de que fuera poseedora de algo que requiriera hacerla llegar a San Mungo o a algún exorcismo.
—Cuando tu madre aún vivía con tus abuelos, me contó algunas cosas algo oscuras sobre ellos—relató— nosotros recién nos estábamos conociendo y un día mientras comíamos me contó esto a modo de anécdota.
Nina se encontraba totalmente abstraída por aquella historia. No pensaba que la situación se remontaba a tiempos antiguos.
—¿Qué es lo que te contó?
—Me contó que la familia Saintclaire desde hace muchos años se dedicaba a realizar algunos ritos o ceremonias privadas, donde hacían ciertas ofrendas para conservar su linaje y la magia poderosa de la que siempre fueron acreedores desde sus inicios.
» Estuvieron ligados siempre a la magia oscura que al menos en Francia, jamás estuvo prohibida hasta que Grindelwald comenzó a generar caos. En ese instante temieron por perder su magia debido al caos que estaban generando los muggles en su mundo, por lo que realizaron ciertos ritos donde ofrecían sus poderes a cambio de eterna pureza y habilidades para su familia.
La magia de los Saintclaire comenzó a desvirtuarse ya que supieron que podían conseguir muchas cosas. Decidieron ofrecer un miembro que estaría ligado para siempre a las artes oscuras, que llevaría la magia tenebrosa como don prácticamente por herencia, por gracia, como ellos lo llamaron.
—¿Mamá... ?
—Tu madre jamás vio nada raro en ella, jamás sintió esa especie de poder tenebroso, inclusive sentía algo de temor, tu abuela la repudio por aquello durante algún tiempo, hasta que naciste tú...
—¿Hay algo mal en mí?
—No es nada malo, simplemente no puedes evitarlo, cariño. Hay herencia familiar, sangre mágica y rituales que tu abuela debió haber realizado a escondidas de tu madre.
—¿Para qué?
—Para que fueras poderosa, para que tuvieras tendencia a las artes oscuras, para que tu sangre fuera más sobresaliente que la de los demás.
—¿Y no puedo hacer algo? ¿Cómo explica lo que me pasa?
—Cuando nos contaste de tu habilidad de hablar pársel lo entendimos. Es algo que está en ti, que vive en ti, son dones o magia que tienes que explotar, de cierta forma asumo que esas visiones o aquellos episodios que vives son parte del poder que tienes dentro y que te resistes en usar.
—No quiero tenerlo, aquello me hace ¿Malvada?
John se levantó y la abrazó con apremio.
—No, cada uno escoge su camino, Nina. No podemos cambiar lo que somos en el interior, pero si podemos usarlo con fines mejores, puedes usar tu magia para hacer lo correcto.
—¿Cómo sabré qué es correcto y qué no?
—Lo sabes, siempre lo haz sabido. Eres una gran bruja, una gran persona y te estás convirtiendo en una gran mujer.
Ahora no sabía si se sentía mejor o peor, había algo en su interior, algo que reclamaba salir, ser usado, ser expuesto. Entendía todo, las piezas iban encajando y quizás todo lo que estaba sucediendo con ella era lo inevitable.
Era lo que su familia había pedido a la magia tenebrosa para ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro