Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 53 •

_________________________

53. Prácticas privadas.
_________________________

Desde que Dolores Umbridge llegó a la escuela, colocando tablones con decretos institucionales, suspendiendo estudiantes de las clases, quejándose de los modales de los estudiantes, fastidiando profesores y persiguiendo a todo aquel que no llevara el uniforme como correspondiera; habían comenzado a desarrollarse un sin fin de actividades ilícitas que implicaban diversión y rebeldía en contra de la Suma Inquisidora. 

Así como la fiesta de Halloween que se había gestado en uno de los salones cerca de la torre de Ravenclaw. Muchos estudiantes desde cuarto a sexto año habían sido convidados y asistido con disfraces icónicos como los que habían llevado Nina y Fred, quienes habían encarnado a Cleopatra y Marco Antonio pues quisieron hacerlo en conjunto. 

La noche no duró más allá de la una de la madrugada, pues Dolores se las ingenió para descubrir las artimañas que usaron los chicos para ocultar inicialmente la fiesta, dando término a la que sería una de las últimas celebraciones de los estudiantes de séptimo año, entre ellos; los gemelos Weasley. 

A Fred no le importaba mayormente el castigo que sabía le impondrían, no obstante no quería que su madre volviera a regañarles llegando a casa para navidad, quedaban más o menos dos meses para que saliera de vacaciones y deseaba descansar y pasar tiempo con Nina. 

La sala común de Gryffindor siempre estaba repleta de personas los fines de semana, los paseos a Hogsmeade habían sido limitados a menos horas durante los domingos y el ambiente de tensión dentro del castillo había llegado a su límite, nadie quería caer en las fauces de la bruja que solía vestir trajes rosas.

—¿Qué se supone que es esto, eh Sabelotodo?—cuestionó cuando Hermione le entregó un galeón —¿Acaso tienes mucho dinero y lo comenzaste a regalar? Créeme que no me hace falta, Sortilegios Weasley va de maravilla y pronto irá mucho mejor. 

—Es la invitación a una reunión que tendremos en Cabeza de Puerco, asegúrate de no decírselo a nadie, ni siquiera a Nina— declaró algo apesadumbrada. 

Fred frunció el ceño, él no guardaba secretos para con ella y por lo que tenía entendido, ellos nunca habían tenido problemas directamente, por ende le llamó demasiado la atención la actitud que la castaña estaba teniendo. 

—¿Y eso debido a qué? No es como que andemos pegados para todos lados, pero creo que estás siendo algo radical, Hermione. 

—Lo siento— farfulló la leona—, pero debes asumir que es demasiado cercana a Malfoy y lamentablemente esto es algo que no convoca a los Slytherin— dijo en tono de disculpa—, te esperamos a las cinco. 

El pelirrojo no pudo evitar sentir incomodidad con respecto a la situación en la que sus compañeros lo ponían, no obstante tenían razón. Nina era una persona que tenía toda su confianza, pero jamás había estado seguro sobre Draco por completo, generalmente era un patán y un engreído, que sólo había comenzado a tratarlo con decencia por ser el novio de su mejor amiga.

Se rascó la cabeza y decidió que iría para saber qué era lo que sus compañeros estaban tramando, sin embargo se sentía culpable por estarle ocultando algo a Nina a sabiendas de que a ella no le molestaría; ambos tenían una individualidad y derecho a mantener secretos que no buscaran compartir, siempre y cuando estos no afectaran a su relación.

—¿Te avisó Hermione?—le preguntó George al verlo bajar al gran comedor—, no tienes una buena cara. 

—Sí lo hizo y fue muy explícita en decir que nada de Slytherins en la reunión. 

George se rió de la actitud que Fred estaba teniendo. Jamás había notado que su hermano había entrado en la fase de hago todo con mi novia y la prefiero antes que a todos. Sabía que no podía juzgarle, ya que probablemente el sería igual si tuviera la posibilidad de tener algo así de especial con alguien.

—Nina es una persona muy objetiva y racional, Freddie. Ella no va molestarse por el hecho de que vayas a una reunión secreta sin ella, además también tienes que admitir que Gryffindor y Slytherin no serán buenos amigos aunque trates de decir que sí lo es— sonrió tratando de darle ánimo. 

—Sí, sí. Ustedes se olvidan de la lealtad. No me incomoda el hecho de ir sin ella, me molesta el hecho de que me pidan no llevarla como si fuera una especie de soplona o una indeseable de la casa Gryffindor— respondió molesto—Quiero que sepan que iré a la maldita reunión, pero estoy muy ofendido con todos ustedes.

Fred era demasiado temperamental y dudaba que alguna vez fuera a dejar pasar aquella situación. Cruzó una mirada con Nina quien estaba en la mesa de Ravenclaw conversando con Luna; esta le sonrió y el pelirrojo se puso de pie para ir a su encuentro.

—¿Por qué estás tan molesto?— susurró cuando el rostro de Fred se acercó al de ella.

Él tomó sus facciones entre las manos para dejar un delicado beso en sus labios. Ella seguía notando la incomodidad emanar de su actuar, él no solía enojarse jamás, por lo que era extraño verlo en esa faceta confrontacional, sobre todo con sus compañeros.

—Es sólo que hay veces en las que no estoy de acuerdo del todo con ellos— mencionó sobandose la nuca.

—Me agrada cómo frunces las cejas cuando te enojas. Haces una mueca muy linda.

Este sonrió, ella conseguía que los enfados terminaran antes de haberlo notado.

—Hoy saldré con George a una reunión.

—¿Es necesario tanto misterio?

—Pues sí, no sé de qué trata, sin embargo es algo que no debe saberlo nadie que no sea de Gryffindor— siseó —, o algo así entendí.

Nina no se molestó, sólo llamó su atención de inmediato. No era desconocido para nadie que los leones solían inventar cosas que después terminaban siendo relevantes en la escuela.

—¿Tú que harás?


El corazón de Nina saltó, detestaba guardarle secretos a Fred, no obstante tampoco podía mencionar que se juntaría con Draco para practicar las artes oscuras que este le estaba enseñando.

—Pues estaré con Draco, haciendo cosas de Slytherin— se apresuró a decir—, no eres el único que puede tener secretos —declaró al fin.

—Supongo que serán cosas como matar aves o diseñar planes para dominar al mundo de los muggles ¿no es así?

—Probablemente— dijo emcogiéndose de hombros.

—¿Me das otro beso?

Nina se colocó de puntillas y depositó un tierno beso en los labios del pelirrojo, cada vez que esto sucedía habían fuegos artificiales en la cabeza de ambos, querían tener más contacto y deseaban que no se terminara jamás.

Fred adoraba besarla y ella también. Los besos del pelirrojo eran especiales y sentía que no querría dejar de rozarlos en ningún instante.

Su momento especial en medio de todo el mundo, ignorandolo; terminó cuando sintieron que alguien se aclarba la garganta tras de ellos. Dolores Umbridge los observaba con mirada de apremio y de reprobación, claramente estaban quebrantando un montón de reglas y ella lo haría notar.

—Creo que está más que claro que los estudiantes no pueden estar en ese nivel de cercanía, ¿o no se entiende?

Ninguno dijo algo, Fred cogió a Nina de la mano y esperó a que les dijera algo que tuviera que ver con un castigo. Estaba molesto y si ella decía algún comentario inapropiado probablemente se desquitaría en su contra.

Mhm, la próxima vez serán suspendidos y se llevarán una anotación en su hoja curricular.

La vieron caminar en dirección al señor Filtch, quien la esperaba con ansias aguardando castigar a algún niño chillón que corriera por algún pasillo no habilitado u otro que estuviera jugando gobstones en horario de clases.

—Alguien debe detener a esa mujer —murmuró Nina, quien no estaba nada contenta con tenerla de maestra de una de sus clases favoritas.

—Pero no serás tú —señaló Fred con recelo, conocía muy bien de lo que podía ser capaz Nina, tenía una lengua que podía salpicar veneno a varios metros de distancia.

—¿Y por qué no?— preguntó ella con desafío.

Sin embargo su semblante cambió, en la mente de la Slytherin comenzaron a correr unas imágenes sin que quisiera, pensamientos que ella no querría tener ni en sus peores pesadillas. La imagen era similar a la que había tenido en la ronda de prefecta, no obstante ahora no era Draco el afectado, era Fred.

Se soltó del agarre que tenían sus manos y Fred la observó preocupado. Ella sintió como si una corriente eléctrica la hiciera apartar la mano de la de él.

—¿Hey, sucede algo Nina? ¿Cariño estás bien?

Estaba tan impactada que debía haber algo para salir de allí pronto, no quería preocupar a Fred, no deseaba que este quisiera averiguar que estaba pasando por su mente porque claramente no era grato de escuchar.

—Sí, es sólo que olvidé que los deberes de pociones son para mañana. Ni siquiera los he iniciado— mintió —, Snape quiere unos pergaminos sobre los ingredientes prohibidos en una poción y no he investigado nada.

—¿Segura que no quieres que te acompañe?

—No es necesario —siseó con pesar—, ¿nos vemos en la noche?

—Sí, podemos salir a tomar el fresco al lago negro cuando llegue el atardecer.

—Eso me parecería perfecto.

Él dejó un beso en sus nudillos y se fue en dirección a donde George esperaba tranquilamente, coqueteando con algunas chicas que pasaban por allí.

¿Qué estaba sucediendo con ella?

Caminó hacia dónde había quedado de verse con Draco.

Se sentía miserable por el hecho de guardar secretos, por esconder los pensamientos que estaba teniendo, por las imágenes que se estaban apareciendo en su cabeza, por ocultar que ahora lo que más leía eran artes oscuras y no las novelas muggles de las que tanto disfrutaba.

No podía ser sincera con Draco.

No podía serlo con Fred.

Tampoco podría serlo con sus padres cuando llegara a casa.

Ellos podrían llegar a entender, no obstante les decepcionaría.

Al llegar al salón de las mazmorras que habían escogido, Draco se puso de pie de manera inmediata pues les esperaba una tarde de entrenamiento que sería agotador y extenso.

El rubio no tenía todos los conocimientos que seguramente podrían llegarles a servir si eventualmente tuvieran que afrontar las fuerzas tenebrosas, pero él se esforzaba para darle todos los conocimientos que había aprendido de forma clandestina de su padre.

—¡Legeremens!

Nina luchó contra la incidiosa varita de Draco que luchaba de forma muy leve para meterse dentro de su cabeza. Él no conocía la técnica a la perfección; aunque aún así era capaz de penetrar las barreras más sutiles de la bruja.

Allí donde habían recuerdos bellos de Luna, de el, de Fred, de sus padres.
Draco pudo vislumbrar vagas imágenes de ella, donde pudo notar que su magia mejoraba y también alcanzó a denotar que ella no se encontraba bien.

Jamás hubiera permitido que alguien mirara en sus recuerdos.

—¡Expelliarmus! —chilló ella y Draco saltó unos metros hacia atrás.

Nina respiraba de forma irregular, estaba agitada y agotada. Suspiró al percibir que su cabeza punzaba, no llevaban ni media hora ensayando y se sentía completamente acabada.

—¿Qué te sucede? Hay algo ahí en tu cabeza que no te deja cerrar tus ideas al resto ¿Estás bien?

—No, creo que no estoy bien.

—¿Puedes contarme?

No podía, no debía o podría creer que se había vuelto loca.

—No, debo aprender dominarlo, debo aprender a ser disciplinada.

—Aprenderemos juntos, ya lo verás.

Sin que lo hubiera planeado, Draco era la persona con la que más tiempo pasaba, el chico irritante que se convirtió en el que la escuchaba y había estado para ella en todo momento. El rubio la había escogido y ella a él para transitar por él difícil camino de convertirse en magos.

Era su apoyo y la persona a la que sin dudar confiaría su vida.

—Continuemos, debes enseñarme hasta que lo haga de una forma aunque sea decente—pidió Nina.

Allí estuvieron toda la tarde hasta la hora de la cena. Los dos buscaban cierto propósito para estar aprendieron artes oscuras.

Draco para fanfarronear y Nina para resguardarse.

—Creo que ha sido demasiado por hoy, estoy agotado. Pero creo que ha salido genial.

Nina sonrió, sabía que se estaba metiendo en un terreno del que no podía salir. Cuando le preguntaran seguramente le juzgarían, pero Draco lo lo haría, sabía que estaría para él.

Sin darse cuenta ellos habían crecido juntos, ya no eran los niños de once años que habían chocado por casualidad en la misma casa y en las mismas clases.

—¿A quién acudirías si estuvieras a punto de morir, Draco?

Nina era un alma melancólica.

No era extraño que planteara esas consultas existenciales.

—Pues a tí— contestó encogiendose de hombros.

El sentimiento era mutuo.

Su amistad era cada vez más fuerte.

—Y sé que si estuvieras en la misma situación acudirías a mí.

—¿Y me ayudarías?

—No tienes para qué preguntarlo, somos como hermanos.

En ese instante se estaban creando alianzas, ellos desconocían que en otro lugar se había firmado el pergamino con los nombres que conformarían el Ejército de Dumbledore.

Pero allí, en ese salón estaban creando una alianza mucho más fuerte.

Nina y Draco eran más fuertes si estaban juntos.

Ellos lo sabían, sólo que desconocían que deberían demostrarlo tarde o temprano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro