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• CAPÍTULO 51 •

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51. Se trata de ser una mala persona.
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Todo estaba comenzando a ir tomando forma como solía hacerse después de iniciadas las clases en Hogwarts. Aunque ahora habían ciertas diferencias; la tensión causada por el supuesto regreso del señor tenebroso, la presencia de Dolores Umbridge y el señor Filch más pendiente que nunca en cuanto a castigos eran parte del panorama de la escuela.

Eso y que los cuchicheos por el retorno de Xavier Zimej no se hicieron esperar.

Xavier había sido suspendido el ultimo año debido a las acusaciones en su contra. El profesorado había concluido que sería separado de la escuela durante los meses que restaban del año anterior y daría exámenes libres para no repetir el año, no obstante eso se había acabado y ahora volvía a la escuela entre los rumores y chismes de los estudiantes.

Nina no estaba contenta con aquello, ella había sido el blanco del estudiante durante el año pasado y por como la había mirado la última vez en la oficina del director Dumbledore, sabía a la perfección que esa enemistad no se le habría olvidado aunque estuviera separado de las inmediaciones de Hogwarts. 

No quería preocuparse en extremo y tampoco causarle desconfianza a Fred o a sus amigos que evidentemente querrían protegerla en caso de que viera alguna situación riesgosa. Suspiró y recordó el encuentro que habían tenido al cruzarse en la sala común el primer día de clases tras la cena de bienvenida. 

«—Tanto tiempo sin vernos—Había mencionado con la ironía asomada en su voz—, espero que esta vez no te enfades conmigo»

Ella le había observado y avanzó sin responder. Entendió perfectamente que eso no era un saludo amistoso ni mucho menos una oferta de paz. No quiso tomarlo como advertencia porque no quería volverse paranoíca, no obstante sabía que tendría que cuidarse mucho la espalda estando él presente dentro de la sala común nuevamente.

Decidió despejarse un momento y buscó dentro de su baúl uno de los vinilos que había traído desde casa. Sin duda habían cosas que le gustaban mucho del mundo muggle y entre ellas estaba la banda de rock Queen. Se hallaba sola en la habitación por lo que colocaría un poco de música en el tocadiscos para distraerse mientras realizaba la lectura de un libro de magia egipcia para historia de la magia.

«Every day (every day), I try, and I try, and I try
But everybody wants to put me down
They say I'm goin' crazy
They say I got a lot of water in my brain
No, I got no common sense
(He's got) I got nobody left to believe
Yeah, yeah, yeah, yeah

Oh, somebody
Can anybody find me somebody to love?
Anybody, find me someone to love.»

De pronto se incorporó pues era hora de alimentar a su mascota que debía de estar revoloteando por los alrededores de la sala común. Abrió la puerta y se dispuso a llamarla.

—¡Irina! —habló con voz fuerte pues en ocasiones el bullicio de la sala no permitía que la gata oyera la voz de su dueña.

La gata no acudió a ella.

—¡Irina! —volvió a llamarle, sin embargo no obtuvo una respuesta.

Eso la inquietó, Irina solía estar en la sala común y las veces en las que había salido de esta era en compañía de Nina o para jugar con los demás gatos de los estudiantes, no obstante esto era sabido por su dueña. Salió en su búsqueda por los salones que formaban la sala común de Slytherin, indagando en el resto de habitaciones y consultando a sus compañeros en caso de que la hubieran visto.

—La última vez que la ví, estaba en el sillón grande de la sala— le comentó Daphne Greengrass quien comía una barra de cereal—, eso fue en la mañana a primera hora, antes de las clases.

Ante esa respuesta, el animal debía de haber escapado en un instante en el que alguien abrió la puerta. Podría andar por los pasillos de la escuela, no obstante no solía saltarse las horas de las comidas y eso causaba intriga y un sentimiento extraño en el interior de la joven bruja.

Salió de la sala común con la finalidad de hallarla jugueteando por allí. A Irina le gustaba jugar y correr junto a Crookshanks –el gato de Hermione–, por lo que existían muchas posibilidades de que estuviera en los jardines o en la torre Gryffindor.

Irina era un animal mágico e independiente, no obstante solía buscar la contención, calidez y el cariño de su dueña. No era común que vagara y merodeara por el castillo, pues parecía más una princesa que un animal de aventura. De serle posible se hubiera quedado en Francia y no hubiera viajado a Londres cuando la familia Illich se mudó, ya que detestaba salir de su zona de confort.

Nina revisó los horarios y se percató que Gryffindor tenía clases de criaturas mágicas, por lo que se dirigió hasta la entrada del bosque junto a la cabaña del gigante guardabosques con el fin de vislumbrar a alguno que otro estudiante de quinto que pudiera ayudarle, en especial Hermione.

—¡Hola, Nina!—le saludó Hagrid con alegría. Este nunca había simpatizado mucho con los estudiantes serpientes, sin embargo la bruja nunca había tenido malos comentarios o miradas hacia él a diferencia del resto de sus compañeros y la gente con la que frecuentaba.

—Hola, Hagrid; has estado algo desaparecido estas últimas semanas.

El aludido se sintió algo nervioso, no podía decirle nada a ella que sus ausencias se debían a que había comenzado a cuidar de Grawp.

—Pues he tenido mucho trabajo— mencionó intentando pasar desapercibido—, dime ¿qué te trae por aquí?

—Irina está perdida; no la he encontrado en las cercanías del castillo y venía a hablar con Hermione para saber si le había visto junto a Crookshanks—contestó.

Hagrid la condujo hasta donde estaban los estudiantes y se acercó para hablar con la castaña, quien estaba muy concentrada en el monstruoso libro de los monstruos. La Slytherin se aclaró la garganta para hacer que ella despertara de su ensoñación; al verla, Hermione se sorprendió bastante, hace tiempo que no hablaban como en sus primeros años.

—Nina, ¿cómo estás?

—Bien— sonrió —¿y tú?

La Gryffindor suspiró, pues no le estaba yendo muy bien como esperaba ese año. La presencia de Dolores Umbridge estaba fastidiando las clases de defensa contra las artes oscuras y la leona no era capaz de comprender tamaña tontería por parte de la mujer del ministerio.

—Algo cansada —contestó al final —¿sucede algo?

Nina le explicó lo que había sucedido con su gata, lamentablemente Hermione tampoco le había visto, sin embargo si tenía información sobre ella le avisaría de inmediato. Neville quién también se hallaba cerca y escuchó, fue a saludar a Nina y le ofreció su ayuda en lo que fuera necesario; ambos solían llevarse bien y compartir la clase de Astronomía y Adivinación.

Decidió ya no saltarse otra clase y dirigió sus pasos hacia las aulas de defensa que le correspondían en esa ocasión. Iba tarde, lo tenía claro; y lo más seguro era que Umbridge no la dejara ingresar a la clase.

Tocó despacio y se alisó el cabello y el uniforme. Cogió sus libros fuerte y aguardó a que la maestra se dignara a dirigirse a la puerta.

Cuando abrió, Dolores la observó de arriba a abajo con aquella expresión cínica e indescifrable que solía mantener. Nina rodó los ojos de manera disimulada pues sabía que ahora la regañaría y le desearía las penas del infierno por llegar tarde.

—Illich, ¿estas son horas de llegar a la clase más importante de tu malla curricular?

—Profesora, tuve inconvenientes personales.

—No son personales si vienes aquí de igual manera a estas horas.

—Mi mascota está perdida y estaba buscándola.

—Oh, ¿y no sabe volver a tí? Tus cuidados deben ser bastante deficientes en ese caso.

La bruja más joven sintió su cara arder y deseó haberla hechizado en ese preciso momento debido a sus comentarios hirientes y fuera de lugar, no obstante no dejaría que la pasase a llevar.

—¿Me dejará entrar o no?— inquirió de una forma mucho más dura de la que pretendía.

Dolores se hizo a un lado y entró al aula, fue rápidamente a posicionarse en su puesto junto a Draco, quien la observó con preocupación.

—¿Qué te sucedió?

—Irina está perdida— susurró —fui a donde.  .  .

—Mínimo que si vienes tarde, tengas un poco de respeto y mantengas tu boca cerrada ¿o acaso necesitas un muffliato? —le interrumpió la bruja quien de espaldas escribía en el pizarrón—, no seas irrespetuosa, a tus padres no les vendría bien que te hagas de una mala reputación en Hogwarts.

Eso la dejó en silencio. Detestaba que sacaran en medio de las conversaciones a sus padres pues ellos no tenían nada que ver en las cosas que ella podía fallar o equivocarse. Apretó los puños por debajo de la mesa y observó a Dolores dispuesta a rebatir.

—Mis padres no tienen nada que ver aquí.

—Pues creo que deberían haberte enseñado a ser puntual.

—Y creo que también debieron darle algunos consejos a usted sobre como dar esta clase.

En Slytherin no pudieron evitar reírse ante tal comentario. No era desconocido que todos alentaban a Umbridge entre las serpientes ya que prevalecía la sangre pura y solía beneficiarlos, no obstante no conocía exactamente la materia en cuestión.

—¿Disculpa?

—Me ha oído bien, creo que copiar páginas de un libro no nos harán aprender más.

La ultima vez que alguien había discutido con ella había sido cuando Potter le encaró, desde allí habían vuelto a mezclar a los estudiantes y a Gryffindor los habían dejado aparte del horario normal, dándole la hora final antes de la cena, donde todos llegaban extenuados.

—¿Cállate, qué haces? —susurró Draco, pues conocía a Dolores Umbridge desde hace mucho tiempo debido a su padre y sabía de lo que era capaz.

—Creo que estás un poco alterada por lo de tu animal, te sugiero que te retires y vayas a calmarte un poco—siseó la profesora —pasa por mi oficina al final de las clases, conversaremos mejor en ese entonces ¡Fuera!

Ofuscada tomó sus cosas y salió rauda del salón, no permitiría que la humillara más de lo que ya había hecho, además sabía que tendría que volver con ella más tarde y ahí terminaría su espectáculo. Draco la observó como si no lograra comprender lo que sucedía, pocas veces se podía ver a Nina tan enojada como ahora.

Se apoyó en un columna de mármol y cerró los ojos como si descansara de un extenuante trabajo. La voz de la profesora McGonagall fue quien la trajo de vuelta a la realidad.

Illich, ¿se puede saber por qué no estás en clases?

Nina se sobresaltó un poco, pues no quería tener que explicar nuevamente el porqué de lo que había sucedido.

—Umbridge me sacó de la clase— siseó—, no puedo volver hasta que hable con ella en su oficina en el último período.

Minerva expresó claramente en su cara lo que sentía en ese instante por su colega. Se enervó de tal forma que se volvió a la joven bruja y acomodó sus anteojos.

—¿Le hiciste pasar una vergüenza?

Nina pensó unos instantes y asintió.

—Le dije que mis padres deberían enseñarle como hacer la clase.

La jefa de Gryffindor sonrió.

—Bien hecho, Illich. Bien hecho— declaró y luego de eso, continuó avanzando por los corredores.

La Slytherin decidió ir hacia la sala común, después de todo no sacaría nada en quedarse allí a la espera por aquella mujer. Sus pasos la condujeron primeramente hacia el gran comedor, se sentía hambrienta y pasaría por un pastelito de frambuesa para sentirse un poco más confortada.

Disfrutó del grato sabor de la tarta y cuando su interior había logrado sentirse un poco más en calma; sintió cómo Neville entró corriendo al momento de vislumbrarla en la mesa de las serpientes.

—¡Nina, Nina!

La aludida se atragantó por unos segundos con la mascada que recién había tomado entre sus dientes y tragó con dificultad luego de toser.

Merde, Neville— farfulló—¿cuál es la urgencia?

El chico de Gryffindor se quedó en silencio como si se diera valor para hablar, sabía que Nina era una persona de armas tomar y no sería una buena noticia para ella.

—Hemos encontrado a Irina.

Por un lapsus de tiempo sintió alivio por la noticia, más al notar el rostro de preocupación de Neville pudo darse cuenta de que no todo era tan bueno.

—¿Dónde está? ¿Ella está bien, Neville? ¡Dímelo!

—Está con Hagrid y Hermione que la llevó hasta su cabaña mientras yo venía a buscarte— comentó y antes de que terminaran de hablar ella ya había emprendido el trayecto hasta donde le indicaron que se hallaba su animal.

Ambos estudiantes corrieron hasta allí y al momento de entrar, Nina observó Irina descansando en uno de los sofás que el gigante tenía dispuestos en el interior. Jamás había estado allí en otra ocasión; se acercó con cuidado y acarició el pelaje suave, sedoso y brillante de su gata.

—¿Qué le pasó? ¿Dónde estaba?— volvió a preguntar.

Esta vez fue Hermione quien contestó, ya que al parecer nadie quería hacerlo.

—La hallamos en el bosque prohibido, estaba atada con una cuerda en una de las ramas de un árbol, no tenemos idea de porqué; escuchamos un maullido algo débil.

—Debe descansar y beber esto—indicó Hagrid—, ya verás que se pone bien.

Los ojos de la chica se cristalizaron un poco, no obstante no quería echarse a llorar allí. Sabía quién había hecho eso con su gata, sabía de la única persona que la detestaba lo suficiente como para querer lastimar de esa manera a un animal que no le hacía daño a nadie.

Xavier Zimej había conducido hasta allí a Irina y esperaba que muriera de hambre, sola y confundida.

La cobijó entre sus brazos y guardó en su capa el jarabe que el guardabosques le entregó.

—Gracias chicos, gracias Hagrid— susurró —, gracias de verdad.

—Te acompañamos— se ofreció Neville de inmediato.

En el camino a la sala de Slytherin, se toparon con Fred, quien de inmediato se acercó corriendo a ver qué era lo que sucedía. Sabía que los Gryffindor jamás habían sido muy cercanos a su novia, por lo que asumió que se trataba de algo grave y al percatarse se dió él mismo la razón.

Hermione y Neville dejaron a la pareja a solas, pues sabían perfectamente que ambos lo preferían así. El pelirrojo se dedicó a acunar a Nina entre sus brazos para que se calmara, pues la conmoción había sido demasiada.

—Sé que esto es obra de Zimej.

—¿De verdad lo crees? Se supone que está en detención aún o más bien dicho a prueba.

—A alguien como él, aquello no le interesa, no le importa verse implicado, se trata de ser una mala persona. No importa nada más.

Fred le dió besos en la coronilla y se quedó junto a ella hasta que llegó la hora de ir nuevamente a los dormitorios, ambos se saltaron sus clases restantes pues el pelirrojo no la dejaría sola y Nina no estaba de ánimos como para asistir.

—¿Estás bien? Si quieres Irina puede dormir en mi cuarto esta noche, me refiero para que no vaya a correr ningún riesgo en tu sala común —propuso.

—No, no por ahora. Gracias Freddie.

—Te veo por la mañana, preciosa—dijo al despedirse de ella y esta ingresó por las escaleras hacia la mazmorra.

Una vez allí, Nina dejó a la gata en su habitación y pasó tiempo para que Draco fuera a instalarse a su habitación, quedando igual de sorprendido que todos.

—¿Qué demonios ocurrió? No te ví más en todo el día.

Nina obvió su pregunta.

—¿Sigue en pie lo que me ofreciste el otro día?

—¿Qué cosa? ¿Aprender magia.  . . ?—dejó la frase sin terminar, aún más sorprendido.

—Sí, necesito hacerlo. Necesito que me enseñes cuanto antes todo lo que sabes.

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