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• CAPÍTULO 50 •

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50. Ya no estamos seguros.
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Harry Potter sin duda sabía cómo dar qué hablar cuando se trataba de polémicas. Después de los hechos vividos durante el verano, su juicio en el Wizenganot y los resultados del torneo de los tres magos era inevitable que cada persona en el andén no le quitara los ojos de encima.

—Sabes que desde ahora el ministerio estará mucho más inmiscuído en Hogwarts, si necesitas cualquier cosa no dudes en escribirnos, cariño.

—Lo sé papá, no te preocupes que creo que ya sé cómo usar una varita y defenderme.

—Eso es porque lees libros no aptos para tu edad ¿no es así? —inquirió Amelie observándole de forma drástica.

—Pues esta conversación ha llegado hasta aquí —sentenció Nina y tomó con cuidado el baúl y la jaula de Irina—, debo irme pues debo colocarme el uniforme y comenzar las rondas; Draco ya debe estarme esperando.

El rubio estaba a unos metros más allá junto a Astoria, se les veía bastante unidos. No obstante al ver a los padres de Nina levantó una mano para saludar de manera educada.

—Por favor, cuídate hija—. La aludida abrazó a sus padres y les besó a cada uno.

Su quinto año en Hogwarts daba por comenzado en el instante en que atravesó la muralla del andén 9¾. Decidió que no se distraería y buscaría el vagón de Slytherin de forma inmediata; este año tenía nuevas responsabilidades y debía presentarse con los premios anuales a las once y media en el vagón principal, allí les darían la bienvenida a las labores de prefecta y no quería llegar tarde.

—Her, tórtolos— saludó a Draco y a una Astoria muy abrumada—; siento interrumpir pero debemos cambiarnos.

—Se te ve muy bien Illich— bromeó Draco—, pero no puedo ayudarte con eso. He llevado una civilizada relación con Weasley y no quiero arruinarla por el hecho de ayudar a quitarte la ropa.

—Mírate Malfoy— sonrió la joven—, ya te crees mayor haciendo bromas en doble sentido, créeme que probablemente no sabrías cómo desabrochar las ligas de mi blusa.

Ambos tenían esa confianza como para bromear de esa manera. Probablemente no todos la entenderían, pero ellos tenían una lealtad que a veces sólo con mirarse entendían lo que se estaban queriendo decir. Por eso en aquel instante ella no le esperó y avanzó sola, lo más seguro era que él quisiera conversar con Astoeia Greengrass unos instantes más antes de dejarla durante el viaje.

Al arribar a donde yacía la mayoría de la casa de las serpientes, empezó a platicar y saludar a sus compañeros tras las vacaciones. Desde hace un tiempo que los estudiantes de su generación se habían vuelto bastante únidos y podía mantener conversaciones bastante agradables, no obstante esta no era la ocasión.

Hablaban de Potter como si fuera un bicho raro y aquello le ponía de los nervios.

Ella no era tan cercana a Harry, su amistad con Draco era claramente in impedimento, sin embargo no creía correcto lo que sus compañeros decían. Nina conocía lo que sus padres hablaban en secreto en el despacho de su casa y ellos creían fervientemente en que el señor tenebroso había regresado.

No porque Potter lo afirmaba, las pruebas sobre su regreso eran imposibles de ocultar y Nina creía en ellos más que en nadie.

Se limitó a escuchar y sin emitir palabra ingresó a los baños dispuestos en el pasillo para poder cambiarse de ropa y colocarse el uniforme. Estaba emocionada y contenta pues su esfuerzo, talento y buenas calificaciones fueron reconocidas y la habían nombrado prefecta, un acontecimiento que no había esperado.

Frente al espejo se peinó su larga cabellera negra nuevamente y aplicó un poco de maquillaje en sus pestañas. Sacó de su bolso una pequeña botellita y aplicó el perfume que le había dado su madre para navidad. Quería causar una buena impresión.

—Mírate luces casi tan brillante como la insignia que te han enviado —mencionó Pansy una vez que esta salió de los baños y se instaló en el vagón a la espera de que Malfoy apareciera.

—¡Pansy!—saludó a la pelinegra de manera cariñosa, a estas alturas luego de altos y bajos ya la consideraba su amiga y de las más cercanas. Pansy Parkinson era una leal compañera si lograbas conocerla a fondo— ¿Debo decirte lo bien que te ves?

—Pues no, eso ya lo sé mi cielo. Aunque viniendo de tí es un honor.

Ambas chicas estuvieron halagandose y piropeando el estilo de la contraria durante varios minutos. Era extraño que dos serpientes estuvieran allí diciendo cosas buenas la una de la otra, eso era escaso dentro de Slytherin.

—Tengo que contarte algo —susurró Pansy—, pero debe ser luego; cuando lleguemos a la escuela y estemos con Luna.

Nina se sintió feliz, le gustaba percibir que tenía a dos amigas reales y que estas también se llevaran bien. Le gustaba notar que Parkinson había aceptado a Luna y no la burlara como a veces sucedía con algunos estudiantes.

—¡Por Merlín! ¿A qué se debe tanto misterio si se puede saber?

—Estuve muy cercana con Zabini durante el verano— le contó en el oído, pues el mencionado se hallaba a tan sólo unos metros y platicaba con Theodore Nott sobre quien sabe qué cosas.

—¿Blaise? ¿Es enserio?

—Sí, ya pero dije que les contaría todo con detalles luego; después del banquete de bienvenida.

—¿Sucedió algo? ¡Por favor, Parkinson! No puedes soltar una bomba así y después decirme que me contarás todo luego.

—Pues creo que el hizo algo similar a confesarme sus sentimientos.

Nina abrió los ojos con emoción y sorpresa. Le gustaba saber que su amiga se estuviera abriendo a nuevas posibilidades que no tuvieran que ver con Draco, pues era realmente incómodo notar que ella gustara de él y él por su parte tuviera otros intereses románticos; por lo que el hecho le hacía sentir muy bien por su amiga.

En eso Draco entró en el vagón con el uniforme algo desordenado, no obstante ya lo tenía colocado y observó el lugar buscando obviamente a Nina. Ambos debían presentarse en el vagón de los prefectos en unos minutos.

La joven se puso de pie y se dispuso a ir hacia donde el rubio que no emitió mayores comentarios hacia sus compañeros, sólo se limitó a dar saludos vagos y apretones de manos sin importancia.

—¿Estás lista?

—Pues yo esperaba a que dejaras de coquetear— comentó ella en tono de regaño.

—No coqueteaba, estaba haciendo algo más que coquetear.

—Lo creo, deberías buscar un sitio más privado entonces —dedujo la muchacha.

Ambos caminaron por los corredores, entre los estudiantes que estaban colmados de alegría y anécdotas. Chocaban de vez en cuando con algún niño de primer año demasiado emocionado o perdido.

De pronto una cabellera pelirroja se asomó de uno de los compartimentos. Fred estaba en compañía de su grupo de amigos de Gryffindor; por lo que la presencia de ambos Slytherin no era tan grata como había de suponer.

Draco por lo general los pasaba por alto y miraba con altivez, a Nina no le interesaba lo que pensaran realmente de ella. Se había detenido por Fred y no se molestó a ver los rostros de los Gryffindor, que eran hostiles y prejuzgaban con la mirada.

—¿Qué es lo que ven mis ojos? —bromeó Fred al ver que Nina venía caminando en dirección hacia el inicio del expreso —¿acaso no es la prefecta más inteligente y guapa que he visto en mi vida?

Nina dejó ver una amplia sonrisa ante ese comentario. Draco decidió esperar más adelante para darle un momento de intimidad a la pareja. Fred la envolvió en sus brazos y la abrazó fuerte, hace semanas no se veían y ahora debería de esperar a llegar a la escuela para poder pasar un tiempo a solas que fuera más duradero.

—¿Ya preparas tus bromas, alborotador?

—Creo que el colmo de un alborotador como yo, es tener una novia prefecta como tú—afirmó dándole un beso en los labios.

Draco carraspeó por lo alto con el fin de apresurar a su amiga que ya estaba demorando entre frases tiernas y mimos. Ella se sobresaltó y pudo ver que Harry estaba sentado entre los demás chicos de Gryffindor, sin embargo no emitió palabra para que el rubio no iniciara una disputa con él.

Le había sorprendido darse cuenta de que este no había sido nombrado prefecto, ya que de ser así estaría en el vagón con los demás y con el uniforme puesto con antelación.

—Debo irme —comentó a su pesar—, no quiero retrasarme más.

—Nos vemos después, hermosa. Tengo cosas que contarte luego.

Los dos Slytherin llegaron finalmente al vagón de los prefectos y premios anuales para tener la reunión que les esperaba. Sus demás compañeros les saludaron con cordialidad, con excepción de algunos Gryffindor.

—Gracias por honrarnos con vuestra presencia —señaló el mayor de los prefectos de la casa de los leones—.Bien ya que Malfoy e Illich al fin se han dignado a llegar podemos iniciar.

—Sabes bien que lo bueno tarda en llegar, Denver—verbalizó Draco, pues claramente no aguantaría ninguna payasada o comentario que proveniera de los jóvenes de uniforme escarlata.

En esa instancia comenzaron a realizarles la inducción, lo que implicaba el desenvolverse como prefectos y cuáles serían las funciones que tendría cada uno dentro de sus respectivas casas y con el resto del cuerpo estudiantil.

Nina observó como Granger y Weasley se removían inquietos en sus puestos. Siempre solía pensar en lo alejada que estaba de Hermione sólo por el hecho de la rivalidad que sus mejores amigos se tenían, después de todo ellas jamás tuvieron mayores inconvenientes.

La Slytherin esbozó una sonrisa que la Gryffindor devolvió se forma fugaz.

Ese año sería complicado, todos lo tenían claro. Después de los dichos de Harry Potter al final del torneo, todos estaban algo más a la defensiva y teniendo en consideración el riesgo que implicaba que el señor tenebroso estuviera nuevamente acechando al mundo mágico.

Por otra parte, la joven no podía ignorar el hecho de las frecuentes pesadillas que había estado teniendo desde el día en que esta se había conjurado en el cielo irlandés en el campeonato de Quidditch; esa sensación le inquietaba y generaba dudas.

¿Por qué soñaba con aquello si no tenía ninguna relación con el lado tenebroso?

Había averiguado de sus orígenes y antepasados, no había nada que llamara su atención. Incluso su don de entender el pársel era una rareza. Su familia jamás había estado conectada a las antiguas leyendas, por lo que se había convencido que solamente había nacido con la capacidad de entenderlo porque así fue su destino, sin que hubiera alguna causa extraña de por medio.

El llegar a la escuela fue emocionante como cada año. Antes de que empezara el banquete, el director Dumbledore hizo todos los avisos necesarios e incluso presentó a la nueva maestra de defensa contra las artes oscuras, Dolores Umbridge; su rostro le era vagamente familiar pues la había vislumbrado en ocasiones en el ministerio.

No le causó buen impresión nada de lo que dijo y tuvo la leve noción de que sería una profesora molesta y fastidiosa. Al terminar de comer debía ir a la oficina de Minerva McGonagall, al ser ella la subdirectora debía encargarse de entregarles los últimos detalles sobre sus nuevas labores.

Caminó junto a Draco en silencio y se percató que este saco un libro del interior de su capa. Nina pudo darse cuenta que no era para nada uno común.

—¿De dónde sacaste eso? ¡Guárdalo! Sabes lo que te dirían aquí por poseerlo.

Era un libro de magia oscura.

Draco sonrió de lado y la tomó por el hombro.

—Este es de la biblioteca de mi casa, lo conseguimos en Borgin y Burkes, ya sabes— hizo una pausa —, libros reales.

Nina frunció el ceño, no podía negar que las ganas por echarle una hojeada la comían por dentro.

—Si McGonagall te ve con eso, va a requisarlo de inmediato, es sólo un aviso.

—¿Dime que no te atrae la idea de aprender magia oscura, Nina? — susurró Draco con una sonrisa en los labios.

Ella lo observó algo dubitativa.

—Te prometo que ni Weasley ni tus padres aurores se enterarán, tienes mi palabra.

—No dije que vaya a hacerlo —contestó siendo cínica.

—Te conozco, yo podría darte lecciones. Estoy seguro que serás muy buena—recalcó —tómalo como un entrenamiento de defensa ¿Acaso no todos dicen que el señor tenebroso regresó?

—¿Tú que crees?

Draco intercambió una mirada cómplice con su mejor amiga y suspiró al guardarlo nuevamente.

—¿Por qué crees que lo estoy leyendo?

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