• CAPÍTULO 5 •
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Una navidad real
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Cuando ambos niños llegaron a la casa de la familia Illich estaban sumamente emocionados. Nina por el hecho de que había conseguido invitar a su primer amigo a casa. Y Draco porque tenía una amiga real por primera vez, también porque sus padres le habían dejado quedarse en casa de ella. Cuando llegaron a Kings Cross el día veintitrés de Diciembre. Narcissa, la madre del pequeño estaba para asegurarse de que su hijo se fuera con las personas que dijo que estaría. La señora Malfoy se sorprendió de ver a John, ya que él era unos años mayor que ella cuando iban en Hogwarts, por lo que eran antiguos conocidos. Más que nada ella iba a despedirse de Draco y a conocer a la nueva amiga de él, haciendo ver que estaba muy contenta con esa amistad.
Draco se sorprendió al llegar a la casa en medio de Londres. Los Illich no vivían en una Mansión como él, pero tenían una casa muy hermosa con un patio muy grande.
— ¡Draco! ¿Te parece que subas y dejes tus cosas en la habitación de Nina? — le propuso Amelie. — Ya te he preparado una cama en la habitación de ella.
— Muchas gracias por permitirme quedar en su casa en las fiestas, señora Illich, es usted muy gentil. — agradeció el rubio dando a demostrar la educación y clase con que lo educaban.
— Draco, eres muy gentil, me agrada mucho que tú y mi hija se hayan hecho muy cercanos. — comentó ella. — ¡Pero suban! No les quitaré mas tiempo y les llamaré cuando la cena esté lista.
Ambos niños subieron por las escaleras en forma de caracol, entrando a la habitación de la chica. El cuarto estaba pintado en color lila y tenía unos ventanales grandes, habían varios estantes con juguetes tipo muggle y libros en muchas estanterías, lo que más había en la habitación eran libros. El muchacho se percató que la cama que no tenía cobertores con colores femeninos era la que había sido preparada para él, dejando su mochila sobre ella.
— ¿Y? — preguntó Nina. — ¿Cómo te sientes?
Él sonrió.
— Me siento muy emocionado, jamás había venido a esta parte de Londres, siempre me mantuve cerca de la zona donde está ubicada mi casa.
— ¿Qué quieres hacer entonces? — volvió a preguntar la niña. — Tenemos mucho por hacer y también muchos días.
El rubio pensó por unos momentos, mientras Nina sacaba a Irina de la jaula y esta corría por la ventana hacia el jardín.
— ¿Me muestras tu casa? — preguntó él, sintiendo por primera vez timidez y lo más importante demostrándola.
— ¡Claro! De hecho, podríamos ayudar a mamá con la cena. — indicó la niña. — Si quieres.
Draco la miró con algo de desconcierto.
— ¿Tu madre cocina? ¿No tienen elfos domésticos? — eso jamás había estado dentro del conocimiento de él. Según su pensar, todos los magos tenían elfos.
— A mis padres no les gusta que trabajen, ellos piensan que deberían ser libres, por lo que cuando mis abuelos maternos les ofrecieron, se negaron a aceptarlos. — confesó Nina encogiéndose de hombros.
— ¿Crees que a tu madre le moleste que veamos como lo hace? — preguntó de manera dubitativa.
— Por supuesto que no, solamente nos pedirá que nos lavemos las manos. — aclaró la menor.
— ¿Tu padre dónde está?
— Debe de estar en el ministerio o si no, tiene que haber ido al cementerio a ver a sus padres.
— ¿Sólo tienes abuelos por parte de tu madre?
— Sí, mis otros abuelos murieron, creo que en la primera guerra. — señaló ella. — ¡Ah! Se me olvidaba, quiero pedirte algo.
Él frunció el ceño.
— ¿Qué sería?
— Es algo así como un favor.
— Está bien, te escucho.
— ¿Podrías evitar usar el término que tu sueles decir para referirte a los muggles y a los nacidos de ellos.? — preguntó Nina con precaución.
— ¿Qué? ¿Cuál? ¿Sangre sucia? — aclaró Draco.
—¡ Tshh!— chilló Nina. — A mamá, ni a papá les agrada eso, no les simpatiza la gente que tiene las creencias que tiene tu familia, así que.. ¿Podrías? — pidió la niña de manera torpe y suplicante.
Eso le llamó mucho la atención a Draco ya que él creía que referirse a ese término era algo normal.
— Bueno, lo haré por ti ¿Pero qué tiene de malo? En mi casa lo usan siempre.
— A mí no me dejan mencionarlo, mis padres dicen que es ofensivo. No quiero que después piensen que no es bueno que seamos amigos.
— ¿Crees que te prohiban juntarte conmigo por eso? — cuestionó el rubio, preocupado.
— No lo sé, pero quiero evitarlo.
— Me parece, no lo haré. Cuando veas que se me escapará, me pegas una patada por lo bajo.
— Hecho. — sonrió la muchacha. — Pues vamos, quiero aprovechar de enseñarte la casa.
Ambos pequeños salieron rumbo a las demás habitaciones. En casa de Nina había una sala donde sus padres solían tener reuniones y archivos importantes de lo que su trabajo implicaba, además también había una biblioteca muy grande, el lugar favorito de Nina, de toda la casa era su predilecto. La niña le enseñó a Draco que existían libros de magia y también libros muggles, novelas y cuentos. Él estaba muy intrigado, ya que jamás los había visto, en su casa sólo habían libros de pociones y sobre todo de artes oscuras.
Bajaron las escaleras y se quedaron por unos momentos en la cocina ayudando a Amelie a preparar algunos detalles de la cena. La señora Illich les dió como labor decorar la tartaleta con las frutas que ellos eligieran. Así que cuando estuvo horneada y enfriada ambos niños le colocaron frutillas sobre la crema pastelera. Draco jamás había ayudado en casa y le parecía que no era tan malo. Su padre solía decir que esa era labor de los elfos y si no, de las mujeres. Más él no lo encontró difícil ni agotador, pero decidió que lo omitiría al volver a casa.
De la cocina empezaron a salir aromas deliciosos. El niño se percató de que la madre de su amiga solía cocinar siempre ya que se percibía segura y muy a gusto en la labor de preparar la cena. A diferencia de su madre, a la cual le desagradaba bastante estar en dicha habitación. Cuando la cena estuvo preparada, sólo quedaba por esperar a John así para que pudieran servirse todos juntos.
Ambos niños salieron al jardín, que si bien no era tan grande como el de la casa del rubio, se podía volar en una escoba perfectamente. Él había llevado su Comet y le enseñaría a Nina a volar, ya que a ella le daba un poco de mareo el hecho de elevarse tantos pies de la superficie terrestre.
— ¿Qué es lo que acostumbra a hacer tu familia para las fiestas? ¿Hacen algo en especial? — interrogó Draco, ya que no quería sentirse fuera de lugar.
— Pues comemos la cena que mamá prepara, yo ayudo a decorar la casa generalmente, más este año como entré a la escuela no pude. Con mamá y papá salimos a cantar villancicos frente a la iglesia, nos obsequiamos cosas, abrimos los regalos. — enumeró la niña — En ocasión viene a casa la familia de mi amiga, antes nosotros veníamos a Londres o ellos iban a Francia, a veces vamos donde mis abuelos, pero es lo que menos me agrada hacer.
— ¿Por qué? — se interesó Draco.
— Pues ya te lo he dicho, no me cae del todo bien mi abuela, y mi abuelo hace por lo general todo lo que ella dice. — declaró la niña, emitiendo un comentario un poco adelantado para su edad — ¿Qué hacen ustedes?
— La familia Black se reúne y se suele invitar a la alta sociedad de magos de Londres y de países cercanos si es el caso, mis padres a veces la realizan en casa o a veces vamos a otras casas, de los amigos de mi padre. — le contó. — No es así como algo familiar, mis padres asisten a sus reuniones y me llevan o veces como te dije, la gente va a casa.
— ¿Te hacen obsequios?
— Sí, por lo general me dan lo que les pido, pero no se enfocan en los preparativos, los elfos se encargan de todo la verdad. — confesó, algo abrumado.
Nina también se arrepintió de haberle preguntado eso, al parecer ellos vivían una navidad bastante distinta a la que él solía vivir en casa. La niña estaba acostumbrada a ser el centro de las atenciones y mimos de parte de sus padres, pero al parecer su amigo vivía en celebraciones que no tenían la calidez que la fiesta debiese entregar.
— Me alegra que estés aquí Draco, desde hoy puedes sentirte parte de mi familia. — le sonrió — Serás como mi hermano adoptivo.
Él respondió al gesto.
— Yo también estoy muy feliz de estar aquí. — comentó en voz baja, era claro de que el niño no estaba acostumbrado para nada a mencionar sus sentimientos en voz alta, por lo que asumir la felicidad le costaba de repente más que a cualquier otro niño que Nina hubiera conocido.
Pronto llegó John, el padre de Nina y Amelie los llamó a cenar, ellos mientras esperaban se habían dedicado a buscar insectos y a clasificarlos en base a lo que habían aprendido en clase de herbolaria, ya que sabían que algunos eran considerados dañinos para las plantas que se hallaban en el jardín. Durante la cena el señor Illich contó las anécdotas del trabajo, todos estaban intrigados por el hecho de que en el bosque de Hogwarts algunas criaturas habían comenzado a morir, por lo que se estaba pensando si era necesario que los aurores intervinieran.
— John, anda. No quiero que cuentes esas cosas delante de los niños. Ellos no tienen por qué aburrirse con lo que pasa dentro de nuestro trabajo. — le regaño dulcemente su esposa.
Él rió y se volvió a Draco.
— Tengo que admitir que me he llevado una gran sorpresa contigo muchacho. — le comunicó el hombre. — Eres muy educado, Narcissa te ha criado bien.
— ¿Conoce a mi madre?
— Sí, a tus dos padres. Con Lucius éramos compañeros de Hogwarts y tu madre iba un curso más abajo que yo si mal no recuerdo. — le contó el hombre — a él le agradaba meterse en problemas, tu madre era prefecta, siempre nos quitaba puntos. — recalcó John — Todos los Slytherin nos detestaban, sabían que éramos mejores que ellos.
— Oh padre, lamento decirte que antes de irme a Hogwarts, dijiste que yo era la mejor bruja que estaría en la escuela, yo estoy en Slytherin y la verdad es que somos mejores que los leones. — se burló la niña de manera cariñosa. — Gryffindor peca de exceso de confianza y además de tener la preferencia de los profesores y del director, de no ser por eso, irían últimos en la copa de las casas.
— ¿Quién va ganando ahora?
— Pues nosotros, Slytherin.
— Querida, no sé cómo podemos estar compartiendo la mesa con dos serpientes venenosas. — dijo el mago, fingiendo indignación. — Nina, estoy muy decepcionado, haz dejado que el lado oscuro te sedujera.
— ¡Ay papá! Deja de citar a StarWars. — rió Nina, Draco no entendió por lo que debía de ser algo con referencia al mundo muggle.
— Muchacho ¿Conoces a Luke Skywalker?
— No señor, no sé quien es, asumo que debe ser de Gryffindor, debido al nombre ridículo. — el chico se unió a las bromas de su amiga y Amelie también. Su marido tenía una obsesión con la guerra de las galaxias que había traspadado a su hija, pero con menos intensidad.
— ¡Cómo que ridículo! ¡Es un caballero Jedi! Pero claro, tengo más que identificado que ustedes son dos Siths en potencia. — les acusó.
— ¡John deja a los niños y ayúdame con el postre! — exclamó la señora y se puso de pie, llevándose a su marido a la cocina.
La cena había sido vivida con muchas risas y temas interesantes. Draco miró a Nina y mostró una sonrisa perfecta, que exhibía sus perfectos dientes.
— Tu familia es genial, tus padres te quieren mucho eso se nota.
— ¿Cómo lo has pasado Draco?
— Muy bien, creo que nunca había reído en la cena. — mencionó, algo de lo que su amiga ya se había percatado, el rubio no solía reirse mucho y a veces la risa le salía forzada como si no pudiera reírse con frecuencia.
Por eso Draco agradeció el estar allí. Agradeció haber pasado la navidad allí, ya que los padres de su amiga lo habían hecho sentir mejor que en casa. Cuando llegó la navidad habían hecho todas las cosas que Nina le había contado, los aurores Illich tenían presentes para él, los habían abierto el día veinticinco en la mañana, nevaba aquel día. Salieron a andar en un trineo que John había arreglado con magia para ellos. Su madre le había escrito y le había enviado un regalo a él, uno a Nina y un canasto con frutas a Amelie a modo de agradecimiento, todo iba acompañado con una tarjeta.
El año nuevo también fue digno de mención, se habían acercado a las orillas costeras del sitio más cercano y habían disfrutado del show pirotécnico que el ministerio de magia había organizado para esa zona de Londres, ellos estaban adelante, por lo que habían podido gozar en grande.
Nina lo pasó de lujo en compañía de su amigo.
Él jamás había vivido las fiestas de manera tan personal.
Draco por primera vez en sus once años había vivido una navidad en familia, por así decirlo, por primera vez había vivido una navidad real y estaba feliz y emocionado por el hecho de que se haya sentido tan bien.
El día que hubo que retornar a la escuela, Amelie fue a dejar a los chicos a la estación de trenes, les deseo un buen año, lo que quedaba de él en realidad y les pidió que ambos cuidaran el uno del otro, además de que esperaba que no se metieran en problemas. Amelie cruzó unas palabras con Molly Weasley una vieja conocida, ya que sus padres eran amigos de los Prewett, la familia originaria de Molly.
— Lo pasé de lujo. — comentó Draco— espero que tus padres siempre quieran recibirme en tu casa. — agregó de manera efusiva cuando ya estaban rumbo al vagón de Slytherin.
— Adelantate tú. — le indicó Nina— Necesito ir al baño antes.
— Está bien, separare un compartimento o buscaré a Nott y a Zabini.
— Me parece, puedes llevarte mi abrigo.
— No soy tu elfo.
—Pero te recibí en mi casa como si fueras una lapa. — le molesto ella, a lo que él rió.
La niña se dirigió al sanitario, necesitaba acomodarse el cabello y lavarse la cara, aún se sentía muy somnolienta. Se cepilló un poco su larga melena negra que no había logrado peinar muy bien, ocultando un nudo de su madre o se hubiera retrasado. Se colocó la bufanda, ya que empezaba a hacer bastante frío y salió de él.
El viaje transcurrió sin mayores incidentes, el volver a Hogwarts era gratificante. El banquete de vuelta de las vacaciones había sido contundente. La niña decidió salir antes de que se generara atochamiento en las grandes puertas, su amigo se había quedado con sus compañeros Crabbe y Goyle.
Salió rápido y una voz le llamó.
— ¿Nina?
Ella observó y una sonrisa se dibujó en sus labios.
— ¿Fred, cierto?
— Sí ¿Qué tal la navidad? — le preguntó el Gryffindor.
— Bien, Draco pasó la navidad en mi casa, fue distinto y lo pasé muy bien.
Fred no pudo identificar la emoción.
— ¿No te hizo nada?
— ¿Pues no? Él es mi amigo ¿Tienes algún problema con él? — preguntó frunciendo el ceño.
— No, no. Me alegro que hayas disfrutado. — De hecho ¿Qué tal la navidad en el castillo?
— De lujo, muchas travesuras.
Repentinamente ella se sintió nerviosa al percatarse de que otras niñas de Slytherin la estaban observando, generalmente no le importaba que le observaran, pero Daphne estaba siendo muy poco disimulada.
— Nina, vamos juntas a los dormitorios. — habló Greengrass unos tonos de voz más altos.
Nina asintió a su compañera y volvió su vista al león.
— Pues hablaremos después, gracias por la preocupación . — dijo la niña y avanzó hacia donde estaba el pasillo correspondiente a su sala común y donde su compañera de cuarto le esperaba.
Fred se quedó allí, no se había atrevido a entregarle el llavero con la inicial de su nombre que su madre había tejido a crochet para él, que le había dicho que era para un amigo de Ravenclaw. Estaba la otra serpiente, por lo que no se arriesgaría a que después crearan un chisme.
Siendo muy honesto, Fred se había acobardado.
Más encontraría la forma de dárselo.
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