• CAPÍTULO 47 •
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47. Ottery Saint Catchpole
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—¡Será genial que vengas aquí! —gritó Luna a través de la chimenea. Nina podía ver su rostro entre las llamas de la chimenea—, mi padre me ha dejado tener un gato precioso y podrá ser amigo de Irina.
—Eso sin duda será lo más hermoso de mi viaje. A Irina le falta aprender a socializar.
—Dicen que los animales se parecen a sus dueños —resopló la rubia —, pero no creo que sea lo mejor; vas a poder ver a Fred, sabes que somos vecinos y no me enfadaré si es que quieres pasar tiempo con él a pesar de que me vienes a ver a mí.
Nina emitió una sonora carcajada, su amiga la conocía muy bien y claramente le encantaba el hecho de poder ver a su mejor amiga y a su novio en la misma instancia. Sin embargo, Luna tenía un lugar reservado en el corazón de la Slytherin desde antes que el pelirrojo.
—¿Cuándo puedo llegar?
—Oh, pues cuando quieras, sabes que esta es tu casa y tu llegada puede suceder en el momento en que lo decidas, tengo muchas criaturas mágicas que mostrarte, sólo espero que se den a conocer cuando tú llegues.
—Eso espero, quiero conocer cuáles son los animales que mencionaste en tu carta pasada.
—Te aseguro que los verás, lo prometo.
Solía suceder que nadie más aparte de Luna podía ver a las criaturas que mencionaba. No obstante Nina era paciente y siempre estaba allí para escuchar todas las ideas de su rubia amiga. Ambas brujas se despidieron y se cortó la conexión entre ambas chimeneas.
Por su parte Nina se apresuró a buscar la lechuza de su padre, pergamino y pluma. Le enviaría una nota a Fred para avisarle sobre su arrivo a Devon. Nunca hubiera imaginado antes cuando iba para allá, que a tan sólo unos metros hallaría al mago que había robado su corazón.
Se sentó en su escritorio después de esa larga plática con su mejor amiga y anotó con presición en un amarillento pergamino:
«Querido Gryffindor:
Envío esta carta únicamente para decirte que iré unos días a casa de Luna ¿sabes lo que eso significa no es así? Estaré a tan sólo unos metros de tu casa y podré verte, lógicamente si es que tú quieres, jaja
Envío al ave de mi padre, ya sabes que soy de gatos.
Te extraño y espero que podamos pasar tiempo juntos, aunque sea sólo unos momentos.
Con amor.
Nina. »
—Bien Irina, espero estés lista para conocer a Gastón— mencionó la pelinegra mientras acariciaba a su gata, que observaba cómo el ave del señor Illich surcaba los cielos londinenses—, tienes que aprender a ser más amigable; será nuestro propósito este año, ya verás.
En animal maulló y se acomodó en el regazo de su ama, Irina era una gata consentida y con un carácter muy especial, a veces era cariñosa y otras muy independiente. Tal como solía ser la Slytherin.
—Gastón será un caballero contigo. Mi amiga lo está criando muy bien, debe ser un gato digno de tí después de todo.
Poco a poco ambas fueron quedándose dormidas cubiertas con el edredón. No se dieron cuenta cómo empezó a pasar el tiempo pues habían tenido un sueño reparador, al despertar el ave ya estaba de vuelta y tenía una respuesta en su pata derecha.
Nina suspiró, pronto vería a sus dos personas favoritas, si estuviera Draco presente el panorama sería perfecto completamente.
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—¡Ya estás aquí! —chilló Luna al ver a Nina y a John parados en la entrada de su casa en medio de los prados de Ottery Saint Catchpole —, te había extrañado tanto.
Las brujas se abrazaron y dijeron cosas propias de una amistad de años, mientras los padres respectivos hablaban sobre algunos acontecimientos mágicos vividos durante el verano. Algunos accidentes habían tenido lugar y eran tema de conocimiento público. Harry Potter iba a tener un juicio debido a que había convocado un encantamiento Patronus delante de un muggle y hasta donde se sabía fue porque había sido atacado por un dementor.
—Jamás he hablado mucho con él —mencionó Luna—, pero me parece que es un chico que ha vivido más de lo que debería haber vivido para su edad.
Nina no sabía muy bien qué decir, Harry parecía ser un imán para los problemas y las situaciones cuestionables que sembraban dudas; sólo podía pensar en lo que Draco debía de estar diciendo con respecto al asunto de los dementores y de su expulsión.
—Claramente es una expulsión ilegal —declaró el auror mientras Xenophilius anotaba todo con detalles con el fin de publicarlo en el Quisquilloso —, los dementores tienen que haber sido enviados a aquel suburbio y esa orden tiene que haberla enviado alguien importante en el ministerio. Cornelius Fudge no está diciendo toda la verdad.
—John—preguntó el señor Lovegood —, ¿crees que Él ha vuelto? Realmente sientes que puede ser cierto.
El auror suspiró y observó a su hija, no le agradaba tener que hablar de estos temas delante de ella pues siempre existía la posibilidad de demasiados riesgos por estar demasiado implicados, como lo que les sucedió a los Longbottom.
—En el ministerio se dice que no, pero están sucediendo las mismas cosas que pasaron en esos años. Acciones que no tienen explicación.
—Yo creo que sí es cierto—murmuró Nina —¿Cómo habría de morir Cedric entonces? Sería eso o qué Harry lo asesinara por conseguir la copa —farfulló— y eso sí que no tiene sentido alguno, Harry es un mago en formación igual que todos nosotros.
Todos se quedaron en silencio durante unos momentos. La muerte del joven Diggory había sacado ronchas y había puesto sobre la mesa la ineficiencia del mandato de Fudge, pues este se hallaba actuando errático y por impulso, sin medir realmente los riesgos de su accionar.
—Créeme hija que a partir de ahora, empezarás a escuchar un montón de cosas que no tendrán sentido. Dirán que lo blanco es negro y viseversa— comentó —, es labor de todos tener el juicio bien claro cuando se propicien instancias donde tengamos que decidir sobre lo que es correcto y lo que nos importa.
Xenophilius se incorporó luego de anotar todo lo que tenía en su agenda y fue a la cocina por más té de hierbas. John conversó con el durante otro rato antes de irse. Las chicas se habían dispuesto a ir hacia la habitación de Luna donde habían estado largo tiempo viendo una película muggle basada en uno de los libros favoritos de la rubia.
—Tengo que decirte que hoy los Weasley nos han invitado a una barbacoa al aire libre, los chicos jugarían Quidditch y por supuesto que serás la sensación de ese mini evento —siseó —, por ende creo que debes darte una ducha y cambiarte, mientras tanto yo dispondré de la habitación para instalar un sitio para tí.
Nina asintió y siguió las indicaciones de la rubia Ravenclaw. Hace mucho tiempo que no dormía fuera de casa en un lugar que no fuera Hogwarts; era como una especie de pijamada y la Slytherin se sentía muy satisfecha por aquello. Luego de haberse aseado posterior al viaje, se despidió de su padre y prometió cuidarse y ser juiciosa.
Aquellas eran las mismas palabras que su madre le había dicho antes de partir de casa.
—Creo que sería bueno que vayan comenzando a caminar hacia donde los Weasley, debíamos llegar con algunas frutas para Molly, quería preparar pasteles con las cerezas.
—Vamos a llevarlas padre, Nina ya está lista ¿no es así?
—Sí— contestó con algo de ansiedad— ¿nos vamos ya?
—Adelántense, debo escribir todo lo que me contó tu padre antes de que lo olvide, es información que estoy seguro no publicarán los imbéciles del Profeta, son unos aliados del ministro.
—Creo que entonces debemos empezar a caminar ¿no crees?
Ambas brujas comenzaron a caminar de forma pausada, disfrutando de la conversación y del paisaje que estaban observando ante sus ojos. A Nina le encantaban los detalles que la naturaleza le ofrecía, siempre le habían gustaron estos paisajes de campo, cercanos a la playa y con el aire exquisito que se podía percibir.
—¿Tienes claro de que vas a conocer a los demás hermanos de tu novio y además a sus padres? Creo que deberías sentirte algo ansiosa.
Nina frunció el ceño y observó a su amiga quien estaba riendo por lo que acababa de decir. Luna había aprendido muy bien algunas de las técnicas que la Slytherin solía utilizar para usar el sarcasmo o las ironías en los momentos adecuados.
—¿Te burlas Luna?
—No, sólo creo que yo estaría nerviosa si fuera a conocer a los padres de mi novio—resolvió consiguiendo que Nina se colocara nerviosa realmente en ese instante.
—Eres malvada, creo que ahora ya no perteneces a las águilas, te haz juntado mucho conmigo.
—Creí que eso ya lo sabías, no deberías asombrarte—declaró y cogió la mano de su amiga mientras caminaban —¿De qué te preocupas? Eres capaz de cautivar a todos ellos siendo tú misma, así mismo como lo hiciste con Fred.
—Sabes que todos los leones son unos prejuiciosos, sin mencionar que es evidente que estará Potter y Granger, eso no me da puntos si es que se ponen a hablar sobre Draco y lo buenos amigos que somos.
—Pues si te juzgan estaré allí para defenderte, o sí no, pues pueden irse al demonio, Fred seguirá siendo tu novio— acotó —, es lo único que debiese importarte, así que no deberías preocuparte por nada más.
La serpiente observó a su amiga y sonrió con satisfacción. Le gustaba oír a su amiga cada vez más desprendida, empoderada y sin miedo a lo que los demás pensaran de ella. Aquello ella siempre lo trató de inculcar en Luna y al parecer estaba dando frutos.
—¿Vas a estar conmigo en todo momento?
—Creo que eso no será necesario, ya nos han visto y mira quien viene hacia acá en aquella escoba —indicó Luna hacia unos metros más adelante.
La aludida percibió una figura pelirroja. Era un chico al que ella conocía muy bien. Fred iba a su encuentro pues debió de haberla visto desde la distancia acercarse junto a su amiga hacia su casa. El corazón de la bruja comenzó a hincharse y también a latir muy fuerte, sentía como si fuera a salirse de su pecho; eso sólo pasaba cuando veía a Fred o cuando él estaba cerca de ella, tenía un particular efecto y no sabía cómo reprimirlo.
—¡Miren quién está ahí! ¿No es la bruja más inteligente y bella de todo el mundo? —vociferó al momento de bajarse de la escoba de un brinco y correr a su encuentro.
Nina sintió los fuertes brazos de Fred entrelazarse con los de ella y así fundirse en un cálido abrazo. No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, ellos ya se extrañaban en demasía.
Eso no era un simple romance de adolescentes, ambos estaban conscientes de los sentimientos que tenían el uno por el otro y lo difícil que era aceptar lo fuertes que eran. Todos solían juzgar ese tipo de interacción, ya nadie creía en ese tipo de magia a pesar de utilizarla a diario.
—No sabes cómo te extrañé —murmuró Nina y en ese momento le otorgó un tierno beso en los labios, olvidándose de los nervios que sentía por la llegada a la llamada «Madriguera»
—Estoy aquí aún, al menos esperen a llegar a donde estará la comida para ignorarme —reclamó la rubia, quien saludó a Fred de forma afectuosa—, debo admitir que se ven muy bien juntos.
Fred y Nina se fueron tomados de la mano. Ella se sintió algo avergonzada por ello, no obstante el pelirrojo no soltó su mano en ningún momento, eso le brindaba seguridad.
—Miren quien ha llegado —saludó George —, mi hermano no ha parado de parlotear de que su amada serpiente vendría a Devon y que le vería, me alegro que hayas llegado cuñadita, él se pone muy meloso cuando se trata de tí.
—¿Quieres callarte, George? —gruñó de forma avergonzada el pelirrojo que conducía a ambas brujas dentro de la casa—,cariño por favor no hagas caso a las tonterías de este, ya sabes cómo es.
Nina saludó a George de forma cálida, pues en ese tiempo habían tenido muchas instancias para conversar y conocerse más. Dentro de la casa un sinfín de objetos estaban siendo usados mediante la magia, hacían sus funciones de forma que nadie les controlaba. Eso le maravilló a la chica, pues a su madre le gustaba hacer las cosas por su medio.
La voz de Molly Weasley sonó desde escaleras arriba. Nina tenía algo de temor por conocerla, no sabía si es que llegaría a agradarle del todo, nada quitaba de que era una serpiente y que a los leones ellas no les agradaban.
—Veo que las visitas han llegado —saludó Ron—, hola chicas —mencionó mientras salía de uno de los cuartos.
—Así que la serpiente que novia de mi hermano está aquí —farfulló Ginny desde el sofá.
—Ron, Ginny—saludó Nina—gracias por recibirme.
—Pues no nos queda más que cuidar de que no nos lances veneno —siseó la pelirroja. Ella no era muy amigable a decir verdad, Fred era su hermano favorito y no le causaba gracia que hubiera fraternizado con el enemigo.
—¡Ginevra Weasley! Te he oído desde aquí, espero no volver a hacerlo en lo que estés aquí ¡Oíste! —Molly apareció después de que su voz se sintiera en todo el segundo piso, bajó las escaleras con rapidez y se plantó en la sala —Así que tú eres Nina Illich, de quien mi Fred no para de hablar.
El pelirrojo quiso enterrarse vivo, después de todo estaban revelando una a una sus debilidades hacia la Slytherin.
—Es un placer conocerla directamente al fin, señora Weasley.
—Supe que venías a donde los Lovegood.
—Sí, Luna es mi amiga desde antes que pudiera saber que era bruja— señaló.
—Pues, pasa pasa —sonrió, aunque todavía no estuviera segura sobre ella —, tenemos mucha comida que aguarda a ser devorada, ponte cómoda.
Nina sentía cómo todos los Weasley tenían los ojos fijos en ella. Luna se colocó a conversar con la señora Weasley y ella se halló algo extraña en medio de todos ellos. Sin duda alguna prefería la camaradería irónica que se gestaba en Slytherin. Aquí se sentía como una intrusa, como si quisieran darle un zarpazo en cualquier momento.
—Veo que la famosa Slytherin ha llegado —comentó un chico pelirrojo al que Nina jamás había visto —¿no me presentas a tu novia, Fred?¿ O la barbacoa es el único lugar donde podré estar?
Fred rodó los ojos y Nina le sonrió al mago que tenía frente a ella.
—Nina, él es mi hermano Charlie, hermano ella es mi novia Nina. Él trabaja en Rumania, en la reserva de Dragones, por lo que nos dedica su honrosa presencia sólo algunas semanas al año.
—Es un placer, jamás pensé que Fred pudiera tener novia teniendo en cuenta lo imbécil que suele ser. Creí que tendría novia como a los cuarenta, ya que como sólo le dedica tiempo a sus bromas de niño pequeño.
—Ja, ja —regañó el aludido —¿Por qué no vuelves con el fuego Charlie, así recuerdas a tus bestias mientras cocinas para nosotros?
—Ha sido un gusto —saludó Nina —, tu trabajo es fascinante de verdad.
—Bueno, sólo quienes tenemos matrícula de honor podemos postular a esos puestos.
Él estaba molestando a Fred y este se dirigió junto a Nina a buscar unos refrescos. En la cada de los pelirroios nunca había un momento de silencio, a medida que pasó el tiempo, Nina comenzó una platica con Arthur, quien estaba feliz de que su hijo estuviera con ella, también habló un poco más de Dragones junto a Charlie a la hora de la cena y finalmente comenzó a retirar los platos de la terraza junto a la señora Weasley; esta última estaba gratamente sorprendida, pues sus prejuicios no habían nublado la buena impresión que la chica había sembrado en ella.
—Me alegra de que Fred esté con alguien como tú, Nina. Se ve que claramente le haces feliz y eso es lo que importa realmente.
—Su hijo, es demasiado importante para mí señora Weasley. No voy a hacerle daño y espero que lo nuestro sea tan duradero y sano que podamos prosperar —verbalizó algo avergonzada.
Molly tenía la habilidad de saber de inmediato quién le mentía y quien no.
Descubrió que ella era sincera.
—Tú también lo eres para él Nina, de eso no tengas dudas.
Después de aquella velada, comenzó un pequeño juego de Quidditch, donde todos pudieron poner a prueba sus habilidades en el deporte mágico. En ese instante Nina sacó a relucir sus dotes de Slytherin.
Eso se notaba desde lejos.
Sin embargo había dado a entender lo que más quería.
Y eso era demostrar que no dejaría que no permitiría que a Fred lo lastimara cualquier cosa que estuviera en su mano.
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