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• CAPÍTULO 36 •

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36. Los pasillos de la biblioteca
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Merde— farfulló Nina en unos de los escritorios de la biblioteca.

Las clases habían comenzado y habían algunas materias que no le agradaban para nada. Ella era bastante aplicada y mantenía buenas calificaciones, sin embargo habían algunas ramas de la magia que no le motivaban lo suficiente.

Una de ellas era Runas Antiguas.

No es que le desgradara, la encontraba fascinante pero aveces tan compleja que creía que a medida que la materia avanzará sería imposible y tendría que dejarla en algún momento. Y eso por supuesto que le hacía doler su ego de Slytherin.

Tenía sobre su escritorio el diccionario de conjuros de Spellman, el diccionario universal de Runas básicas y otros libros que podían ser de ayuda; sin embargo aún no podía descifrar el código enviado. Se suponía que debía comprar algunas similitudes entre todos los pictogramas, no obstante estaba bloqueada.

Suspiró con pesar, pues realmente llevaba mucho tiempo intentando terminar el trabajo. Observó a Draco payasear entre las estanterías con Crabbe y Goyle, él no estaba nada preocupado y al verla se acercó corriendo con aquella sonrisa socarrona que solía ponerle al mundo.

—No me digas que aún sigues con eso ¿No te rendirás no es así? —dijo al sentarse en la mesa.

—¿Dejarlo sin terminar? Eso será parte de mis calificaciones a final de año y no puedo tener menos que un Aceptable.

—Pues entonces bótala, aún estás a tiempo; debes llevar menos de tres meses en la asignatura y en mi opinión Runas Antiguas no sirve de nada —señaló al darle un mordisco a la manzana que llevaba. —No te estreses por algo tan simple.

—¿Tú porqué no estás haciendo tu trabajo?

Se encogió de hombros y sonrió de forma maliciosa.

—Pansy dijo que podía hacerla por mí.

—Eres un abusivo —Pansy estaba sentada unas mesas más allá con Millicent Bulstrode y no se veían muy agradadas—. Le dejas tu responsabilidad a ella, eres un aprovechador.

—Ya conoces mi lema. . .

—El fin justifica los medios —comentaron al unísono.

La visión de Draco se centró en algo que estaba fuera del campo de vista de Nina y dió un brinco para bajarse del escritorio.

—¿A donde vas? —interrogó Nina.

—Creo que hay alguien paseándose muy cerca y a decir verdad siento que preferirás su compañía a la mía —le guiñó el ojo y dejó un beso en su coronilla —Diviértete con el traidor.

La Slytherin rodó los ojos y sintió el nerviosismo recorrer su interior. Ya nada podía hacer al respecto, era más que obvio que cada célula de su cuerpo gustaba de Fred Weasley, sin embargo aún le costaba admitirlo y procesarlo, no era algo que estuviera en sus planes.

Una vez que Draco se alejó del lugar, no pasó mucho rato hasta que sintió que la silla frente a ella se movía para despejarse. Fred estaba allí con su uniforme y la corbata mal puesta, aquella actitud rebelde lograba llamar la atención del público femenino y claramente a Nina no le era indiferente, él era un chico muy guapo, tenía los ojos azules profundos y una sonrisa hermosa capaz de producir el efecto que él estimara conveniente.

—Hola ¿En qué andas? Supongo que puedo sentarme y en caso de que no se pudiera pues ya lo hice.

Nina sonrió de lado y bajó su visión hacia los pergaminos en un intento de no perder la concentración.

—Puedes sentarte y guardar silencio —le ordenó— Estoy en algo de vida o muerte.

Fred abrió sus ojos debido a la impresión e hizo ademán de sellar sus labios con sus dedos. Observó cada gesto de la chica sentada frente a sus ojos y se regocijó al notar la sensación que crecía dentro de él. Era hermosa y perfecta a sus ojos y no podía sentirse más encandilado con aquello. La observó de tal manera que la Slytherin comenzó a sentir el peso de su mirada y los nervios afloraron sin poder contenerse. Algo que a su impresión debía trabajar si no quería que las demás personas notaran sus pensamientos o emociones.

—No me dejas pensar —susurró con una sonrisa, dejando la pluma de lado.

—No era mi intención —Él usó el mismo tono cómplice y estiró una de las manos que tenía dispuestas para apoyar su mentón, para así poder acariciar con su dedo índice el dorso de la mano de ella que descansaba sobre los pergaminos.

Nina experimentó el suave tacto del pelirrojo y le agradó de sobremanera. Levantó su vista de los amarillentos papeles e hizo un puchero arrugando la nariz.

—No me estás haciendo fácil el poder estudiar —volvió a mencionar.

Él sonrió y levantó sus manos en modo de rendición. Se puso de pie y se acomodó al lado de la chica un poco agachado para poder quedar en su nivel. El aroma a pino silvestre inundó las fosas nasales de la Slytherin causándole mariposas en el estómago.

—¿Qué es lo que tienes que hacer? Podría ayudarte— ofreció el pelirrojo tratando de despejar sus pensamientos.

Nina suspiró y trató de centrarse netamente en la tarea que tenían por delante. Apartó los libros y le extendió los pergaminos, enseñándole las páginas de las que estaba sacando la materia y la información. Fred hizo una mueca y sus cejas se juntaron al fruncir el ceño.

Ella debía admitir que se veía sumamente atractivo haciendo ese gesto.

—Las runas antiguas nunca serán sencillas —declaró el chico —A menos que tomes el hilo desde el inicio y al parecer no lo has hecho.

— La verdad es que no me llaman mucho la atención, eso me genera la terrible sensación de querer dejarlas de lado —admitió —Pero no quiero rendirme con ellas.

Él la observó con curiosidad. La taza de deserción de ese ramo era altísima debido a lo mismo; después de un tiempo sin comprenderlas la mayoría de los estudiantes se cansaba y preferían dejarlo de lado y buscar alguna maestría que no pidiera la materia de pre requisito.

—Llegaste al lugar correcto —afirmó Fred con algo de suficiencia —No es por presumir, pero soy muy bueno en la materia, aunque no lo creas tengo un Extraordinario.

—¿Cómo pudiste aprender? —interrogó la muchacha —De verdad que se me ha hecho demasiado complicado —recalcó —¿Tienes una especie de don especial?

Fred negó con la cabeza y después puso una silla al lado de la de ella para  colocarse más cómodo.

—Mi hermano Bill es sumamente inteligente y sacó la matrícula de honor —explicó —Ahora es un rompe maldiciones en Egipto– como ya sabes– y cuando estuve a punto de suspender estuvo todo el verano emseñandome y haciendo alusión a mi falta de cerebro por no comprender de inmediato.

—Oh, osea que es requisito de muchas maestrías.

—La verdad sí, sobretodo si aspiras a trabajar en seguridad mágica —murmuró —Al parecer algunas cosas las cifran en algunos vocablos antiguos para que no todos tengan acceso a la información.

—¿Tú podrías enseñarme, por favor? —le pidió —De verdad que necesito entender, no quiero dejarla de lado si es que su aprobación implica mi futuro.

—¿Por qué dices aquello? ¿Te gustaría ser. . . ?

Auror, como mis padres —confirmó —Sí, puede que suene repetitivo y que quiero hacerlo sólo porque ellos lo hacen, pero realmente han sido una figura de inspiración para mí y me gusta demasiado la rama.

Él asintió con una sonrisa y después dejó el tema de lado. Continuaron viendo los pergaminos y finalmente concluyeron que se reunirían en ese mismo lugar antes de que dieran la campanada del toque de queda, a eso de las ocho de la tarde; para que tampoco perdieran el banquete de la cena.

—Creo que el trabajo que hacen en ese departamento es genial, si quieres seguir sus pasos encuentro que tienes toda la razón —acotó— Les admiras y es normal que quieras ser como ellos.

—Me gustaría llegar a ser tan buena como ellos —señaló.

—Pues entonces comenzaremos hoy mismo ¿Te parece si es que nos reunimos una hora después de la cena aprovechando el tiempo antes del toque de queda? —planteó el pelirrojo.

Ella asintió con la cabeza y le otorgó una sonrisa de agradecimiento.

—Nos vemos al rato —se despidieron y observaron con detenimiento antes de que el Gryffindor saliera de la biblioteca rumbo a hacer sus cosas.

Nina decidió que también sería bueno que fuera a realizar otras actividades; tenía clases el resto del día por lo que no podía darse un tiempo de relajación. Cuarto año estaba siendo totalmente abrumador en cuanto a contenidos estudios mágicos. Además que no salía de su cabeza todavía el episodio del mundial de Quidditch.

Decidió que lo más prudente sería ir hacia el Gran Comedor por una tartaleta y después ir al aula de pociones; pues no quería que su jefe se casa le restara puntos –aunque eso ocurriera muy a lo lejos, prácticamente nunca–. Le era bastante desagradable el bullicio dentro del gran salón, todos hablaban de un sin fin de temas y no eran nada sutiles los tonos de voces que allí se usaban.

Se sentó al momento de tomar una tarta de limón, quería comerla con calma.

—Illich—Una presencia estaba a su lado y al levantar la vista notó que Angelina Johnson estaba observándola de forma seria —¿Podemos hablar un minuto?

—Claro —contestó sin hacer mucho empeño en colocarse de pie.

—Necesito que sea a solas —susurró, debido a que en la mesa de las serpientes habían algunos estudiantes que fingía desinterés.

Nina con algo de molestia dejó de lado los libros y su capa para ir a donde la condujo la leona; algo apartadas de las mesas.

—Sé que jamás hemos hablado mucho y que también he colocado mis distancias —señaló la morena —Te digo que no me caes bien y que estés con Fred te hace mucho más detestable para mí —confesó Angelina.

—¿Vienes a decirme que te desagrado? Creo que ya lo he notado por como me miras, Johnson.

—A pesar de todo esto, no me considero una mala persona y me siento en la obligación de decírtelo más que por tí, por Fred —declaró —El otro día Zimej habló conmigo sobre algo bastante extraño.

Al escuchar el nombre de su compañero de casa Nina no pudo evitar colocar una cara de total desagrado. Desde que la había besado a la fuerza la imagen que tenía de él había cambiado en su totalidad y no le interesaba fingir cordialidad cuando de Xavier se trataba.

—¿Qué cosa? ¿Dijo cosas sobre mí?

—Mira; en resumen te puedo decir que está buscando hacerte daño para que tú y Fred no puedan estar juntos— comentó de forma discreta —Me habló porque quería que le ayudara a averiguar ciertas cosas de Fred, claramente con el fin de meternos en medio.

—¿Cómo sé yo que no le estás ayudando?

—Pues porque aún me interesa Fred aunque no estemos juntos, quiero verle bien y si es que escogió a otra persona no soy quien para obligarle a que se quede conmigo— farfulló —Conste que no lo hago por tí, lo hago por él, tú convives con él día a día, eres quien debe estar alerta.

Dicho esto la morena dió media vuelta y la Slytherin pudo agradecer nada más; ciertamente entre ellas no había relación alguna y por supuesto una especie de hostilidad por parte de Angelina, entonces todo esto le parecía totalmente extraño a la serpiente.

El resto del día tuvo aquella mala intuición en todo momento. Se sentía a la defensiva, como si tuviera que estarse protegiendo de una sombra que le acechaba. Por lo que en la noche después de la cena estuvo a punto de cancelar su reunión con el pelirrojo, pero las ganas de verle eran mayores a su incertidumbre; sin contar que probablemente debía de hablar de esto con él.

Por segunda vez en el día entró en la biblioteca y buscó una cabellera rojiza entre los pasillos que habían quedado de verse. Había un público muy disminuido en el lugar, tan sólo algunos alumnos de séptimo año y uno que otro estudiante buscando cosas puntuales.

No tardó en encontrar a Fred con algunos libros que había bajado de los estantes de magia antigua. Sonrió al verlo y notar que estaba antes que ella, cosa que le indicaba que había esperado por esta junta.

—¿Dispuesta a estudiar? —preguntó al verla.

—Totalmente —correspondió Nina y se sentó en la encimera de la estantería de madera negra —¿Por dónde partimos?

Fred sonrió y de inmediato comenzó a colocarse algo nervioso. No estaba acostumbrado a tratar con chicas de forma tan íntima, si trataba con ellas pero su vinculación era mayormente desde las bromas y estaba tan acostumbrado a aquello que temía a veces arruinarlo. Nina le intimidaba y causaba en él un enigma profundo que quería ir descubriendo a como de lugar.

—Busqué algo que puede ayudarte a entender, es el libro más básico, osea para principiantes —recalcó —Debes entender aquello primero, por lo general los maestros se lo saltan y es un paso importante, te enseña a relacionar los pictogramas a las formas humanas o de los animales, desde allí todo es más fácil.

Nina sintió una especie de fascinación por verlo hablar así de un tema que para ella era realmente desconocido. Se veía tan confiando, tan resuelto; casi no se podría notar que estaba muy nervioso por estarle explicando sus conocimientos a una chica que para él era un misterio todavía.

Él se quedó de pie unos pasos más lejos y ella se sumergió durante unos treinta minutos en la lectura. El libro era de contenido algo pesado y no se podía leer con facilidad, sin contar que las hojas eran bastante frágiles, podían romperse con un movimiento rápido.

Pero Nina no pudo detenerse en notar las largas pestañas que enmarcaban las facciones del pelirrojo. De cierta forma su vista estaba clavada en él y cómo leía. Algo que le parecía sumamente atractivo. De pronto él se percató de que Nina le miraba sin disimulo y una sonrisa nerviosa se escapó de sus labios.

—¿Qué, tengo algo en la cara?

—No, sólo que me gusta verte leer —respondió ella ocultando ahora su rostro en el libro, haber sido descubierta le generaba algo de vergüenza.

—Si fuera por eso deberíamos juntarnos en más ocasiones a hacer esto —concluyó Fred al momento de acercarse al estante a dejar el libro donde reposaba los otros.

Otra vez sus manos se rozaron de manera accidental como lo habían hecho en la final del campeonato de Quidditch. Aquella sensación que a ambos les agradaba en demasía. Sus ojos se quedaron observando por más del tiempo común y sin previo aviso Nina se acercó a sus labios para depositar un beso fugaz en ellos.

Fred se quedó algo sorprendido por aquello, sin embargo de forma rápida se posicionó delante de ella para poder estar cómodo y corresponder a aquello. El beso fue despacio y fue profundizandose poco a poco, en ningún momento subió de nivel; ambos se quedaron acariciando los labios del otro con los propios.

El silencio se incrementó durante unos momentos que parecieron generar una atmósfera que indicaba que sólo ellos estaban en el mundo. Al separarse los dos se quedaron con sus frentes apoyadas en la del contrario, sonrieron ante el silencio cómplice que se generó durante ese beso único.

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