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• CAPÍTULO 26 •

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26. Grata compañía
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Fred y Nina no se habían percatado que Madame Pomfrey había dejado poción para dormir en su té de menta y manzanilla; pues no se dieron cuenta cuando ambos quedaron totalmente sumidos en un profundo sueño. Frederick fue el primero en despertar y al principio le costó habituarse al hecho de estar en la enfermería. Frotó sus ojos y luego cubrió su boca para bostezar, observó a su alrededor y de inmediato miró a Nina en la camilla a un costado de la de él, se veía muy tranquila durmiendo profundamente todavía; por un momento apartó la mirada, pues alcanzaba a verla por un costado del biombo que los separaba y se suponía debía darles privacidad.

Se aclaró la garganta y se dirigió al sanitario, el reloj marcaba las nueve y media por lo que luego regresó a la camilla para taparse con las cobijas otra vez. Trató de cerrar los ojos pero por más que lo intentó no fue capaz, la curiosidad de ver a Nina dormir le estaba ganando y no pudo controlarse; no tenía malas intenciones bajo ningún modo, pero eso era algo que no podía ver todos los días. 

Se fijó en sus facciones finas, tenía una nariz recta y perfilada y sus pestañas largas resaltaban ahora que tenía los ojos cerrados, la chasquilla enmarcaba su rostro y el chico pensó que realmente se veía muy tierna durmiendo y ajena del mundo.La Slytherin siempre destacaba por su carácter fuerte y por su personalidad que no dejaba que nadie le pasara a llevar, la imagen que el pelirrojo estaba viendo en esa manera contrastaba con lo que veía casi siempre y esta visión le encantaba, esta versión era su favorita de lo que había visto de ella hasta ahora. De pronto la chica comenzó a removerse entre las cobijas y el Gryffindor se tensó y dejó de observarla de inmediato debido al miedo que le provocó que ella pensara mal de él su le descubría.

Nina por su parte abrió los ojos y los restregó al ver que la luz del sol estaba traspasando las cortinas, recordó que estaba en la escuela y también que el pelirrojo estaba en una camilla a su lado; se volvió despacio y notó que Fred aún estaba en la cama, no sabía si es que estaba durmiendo por lo que decidió hablarle por lo bajo para no despertarle en caso de que así fuera.

— ¿Fred, estás despierto?

En ese momento el chico se dió vuelta y le otorgó una sonrisa cálida; Nina se percató en ese instante de que estaba recién despertada y que lo más probable es que se viera demacrada y algo pálido, por lo que se reprendió el no haber ido al sanitario primero.

— ¿Cómo dormiste, Nina?¿Te sientes mejor?—pronunció el pelirrojo con tono de voz dulce.

Algo tímida y cohibida por la situación ella sonrió y asintió con la cabeza.

—Me siento mejor ¿Y tú, también te sientes bien?

—Ah sí—señaló— Creo que estoy listo para otra navidad en Hogwarts.

Nina sonrió al verlo tan divertido y cómo le restaba importancia a estar lejos de sus seres queridos, pues lo más probable es que lo hiciera únicamente para hacerla sentir mejor ya que ella no había estado para la navidad dentro del castillo, además no estaban sus amigos cercanos.

—¿Qué es lo que se hace específicamente, o cada uno está aparte de todos?

Fred se incorporó un poco y apoyó su cabeza en la mano para acomodarse y conversar, se tomó la libertad de correr el biombo que los separaba y ambos se sonrieron.

— Lo más probable es que hoy al medio día puedas comunicarte con tu familia por medio de la red flu de la chimenea, por lo general todos lo hacen en ese horario pues después el sistema se colapsa a la hora de la cena, así que te recomiendo que lo hagas en la chimenea de tu sala común—relató— Se almuerza y creo que nosotros tendremos que estar aquí hasta que Madame Pomfrey nos de el alta— dijo rodando los ojos— Suele ponerse bastante exagerada, pero con suerte estaremos libres para mañana.

Al día siguiente era noche buena; por ende todos salían al jardín a jugar con la nieve o simplemente a maravillarse con el patinaje en hielo que solía formarse en un sitio muy cercano a Hogsmeade.

— ¿Extrañas estar en casa, Fred?

— Oh, la verdad es que sí; sin embargo no creo que vaya a aburrirme— mencionó y después de haberlo mencionado le tomó el peso a lo que sus palabras habían dicho, por lo que no le quedó alternativa que rascarse la cabeza e intentar formular algo rápido— Digo que tu eres muy divertida, la verdad es que me caes muy bien — murmuró.

Ella también se sintió algo abrumada ante las palabras de Fred; por lo que se limitó a sonreír y a contestar lo mismo que él había terminado por acotar.

— También me caes muy bien, dudo que alguien pueda aburrirse con tu compañía Frederick.

Por alguna razón a él le gustaba en demasía cuando ella lo nombraba por su nombre completo, sin el diminutivo, era como si al salir de los labios de la Slytherin no sonara tan formal como él sentía que era cuando lo llamaban de aquella forma.

En ese momento el lazo de sus miradas que se había formado fue interrumpido por la enfermera que salió disparada de su despacho con el uniforme impecable y la cofia totalmente acomodada en su cabellera rubia. Los observó con sorpresa al notar que ambos estaban despiertos tan temprano para ser un día de festividades y por el hecho de que el efecto de la poción no duró las horas que ella tenía contemplado.

—¿Weasley, Illich? ¿Cómo se sienten, siguen teniendo malestares? —preguntó al momento que se acercaba a chequearlos a cada uno en sus respectivas camillas, por el momento la plática  había quedado en segundo plano, pues la bruja llegó con una bandeja con un sinnúmero de artilugios que usaría en ellos para determinar si es que podían volver a sus salas comunes o quedarse más tiempo allí.

Pausadamente la enfermera les comenzó a examinar, no sin antes correr la cortina que los separaba, para entregarles privacidad. Madame Pomfrey observó a la chica con detención y apuntaba en la respectiva planilla con una vuela pluma. 

—¿Te sigue doliendo el estómago?

—No señora Pomfrey, creo que me siento bien.

—Perfecto, ahora vas a desayunar algo liviano y durante el día también estarás sujeta a régimen liviano; puedes salir de la enfermería y dormir en tu habitación esta noche pero si llegas a volver a sentirte mal debes volver de inmediato—señaló— Debes venir al anochecer para cerciorarme de que  sigas estable y que no tengas fiebre.

Dicho esto la mujer la dejó y Nina optó por ir al baño para quitarse la pijama y después comer la escasa comida que se percibía en la bandeja que llegó flotando hasta la mesita con ruedas que había a los pies de su camilla. En el baño se observó al espejo y se lavó la cara; ya se ducharía cuando estuviera en su sala común, por lo que decidió colocarse un buzo liviano y hacerse una coleta pues su cabello no estaba de lo más ordenado y peinado. Cuando salió del sanitario Fred estaba solo nuevamente y no había probado bocado.

—¿Te sientes mal?—cuestionó la Slytherin.

— No, estaba esperándote para desayunar juntos esta desabrida jalea.

Nina se sintió con la confianza de coger la bandeja y sentarse en la misma camilla donde Fred estaba instalado, también había aprovechado de vestirse;  ya que estaba con las mismas vestiduras que la muchacha.

— ¿Podrás irte a la sala común?

— Sí — sonrió el pelirrojo— Ya estoy bien.

— Quizás si hubiéramos aguantado un poco, podríamos haber ido a casa.

— Tal vez, pero todo pasa por algo ¿No crees?—le interrogó el chico con un tono de voz tranquilo. 

— En eso tienes razón.

Él se quedó observando cómo ella se servía su comida y luego de eso se aclaró la garganta.

— Nina ¿Estará alguien contigo en la sala común? ¿O acaso estarás sola?

— La verdad es que no tengo idea, pues según sé casi todos los compañeros de mi grado irían a casa; quizás haya uno que otro chico pero de otro curso —declaró —¿Y tú, no creo que estés solo o sí?

— La verdad es que no lo sé, pero sé que podré pasarlo bien o lo otro es que podríamos ser compañeros de navidad.

Nina frunció el ceño; pues jamás había oído algo así. Le observó de manera particular y le dió una mordida a su pan de centeno con mermelada de durazno. 

—¿Compañeros de navidad? ¿Qué significa eso? No estoy para nada familiarizada.

El Gryffindor se volvió a sonreír; se estaba dando cuenta que al estar con ella la risa le salía demasiado fácil, totalmente natural, no tenía necesidades de fingir o de reprimirse. Nina Illich parecía ser una especie de bálsamo para su hiperactiva personalidad y eso le estaba gustando demasiado, aunque no lo tuviera demasiado claro en ese momento.

— Mira, todos los años los profesores hacen algunas actividades para que los que se quedan en la escuela no lo pasen de manera tan aburrida; por lo que te designan un compañero y debes realizar distintas pruebas que son más que nada una búsqueda de obsequios para llevar a alguna institución de beneficencia o algo así.

— Osea que podríamos tener que pasar mucho tiempo juntos—resolvió Nina.

— Creo que sí; si es que te parece —murmuró.

— Pues creo que no podría tener un mejor compañero de navidad.—acotó la serpiente.

En ese caso fue Fred el que se sintió algo sonrojado; le gustaba que a ella le gustara pasar tiempo con él a pesar de ser tan distintos. Ellos se llevaban por dos años, eran de casas totalmente rivales, tenían personalidades prácticamente opuestas y sin embargo ahí estaban, fluyendo como un río caudaloso y sin nada que lo retenga.

—Bien, creo que voy a ir a la sala común, veré si es que puedo hablar con mis padres; lo más probable es que estén preocupados y ya me hayan escrito pues no esperaban esto— explicó.

— ¿Te veo después?

—Por supuesto, lo más probable es que después vaya . . .

— ¿A la biblioteca? Vamos Nina, deja descansar a Madame Pince; creo que eres la Granger versión Slytherin—dijo para terminar riendo a carcajadas.

— No me molestes—mencionó para después sonrojarse ante las palabras del chico.

— Te veo luego, compañera ¿Entonces, puedo decirle a McGonagall que seremos pareja?

Nina parpadeó por unos minutos y luego cayó en la cuenta de que se refería a lo que acababan de conversar.

— Sí, claro — afirmó sintiéndose totalmente tonta.

La Slytherin caminó por los pasillos viendo a uno que otro chico; casi nadie se había quedado en la escuela por lo que asumía que su sala común estaría prácticamente vacía. Al llegar al subterráneo de las mazmorras, sacó su varita y apunto la cerradura de la sala común para mencionar la contraseña. 

Sangreal— Sus pretenciosos compañeros habían optado por un sinónimo de sangre pura esta vez en francés para que no fuera tan fácil de deducir por el resto de los estudiantes y así para evitar que se colaran en el interior. 

Fue hacia su habitación, su maleta estaba nuevamente a los pies de su cama junto a su baúl; comenzó a desempacar algunas cosas necesarias y luego de eso se desató el cabello para entrar al baño para poder darse una ducha. Le gustaba el hecho de quitarse esa ropa que no era de su pertenencia y quitarse el aroma a anestesia que estaba impregnado en la enfermería y en la ropa de cama, así que al salir escogió un conjunto abrigador y deportivo de color negro. Desde hace un tiempo ya se había obsesionado con ese particular estilo algo más oscuro y con las prendas negras, tenía la suerte de que desde París había traído unos cuantos conjuntos de vestidos y faldas que probaría después, había que admitir que las francesas siempre solían tener un estilo exquisito.

Se secó el cabello con un hechizo simple para después salir de la habitación e ir a la chimenea del salón principal. Cogió un poco de polvos flu y lo arrojó al centro de la hoguera mencionando la dirección de la casa de sus padres. Las llamas rojizas comenzaron a volverse verdes hasta que de pronto las llamas fueron coloreando las caras de sus padres que la observaban sonrientes desde el otro lado de la conexión.

—¡Cariño!—exclamó su madre—¡Cómo estás!¿Estás bien, estás mejor?—le interrogó bombardeándola de preguntas y Nina no pudo contenerse y sonrió, le gustaba de sobremanera oír la voz de su madre. 

— Mamá no te preocupes; ya estoy  bien, me siento mucho mejor. 

_ Querida mía, te extrañamos mucho —comentó su padre, enseñando una taza de café en la mano.

—Lo mismo digo; de verdad que no saben lo mucho que los estoy echando de menos en este momento— murmuró— De verdad que lamento no poder estar con ustedes ahora, lo siento mucho.

—Linda, no te disculpes —aclaró John— Sabes que el año se pasará volando y no sentiremos cuando llegue el verano y volvamos a estar juntos.

—Además ahora estamos contentos de estar hablando contigo ¿Cuéntame, no te sientes muy sola?¿Tus compañeros están allí?

Nina se sintió como una nenita pequeña ante la preocupación de sus padres y de verdad que su corazón se sintió cálido al notar que sus padres le demostraban tanto amor .Aproximadamente durante una hora estuvieron platicando de las aventuras de la escuela y los aurores le contaron algunas cosas sin mucha importancia de a cerca de su trabajo. La niña se sintió algo pensativa pues a la mente le volvió el tema del boggart y creyó que este era el momento ideal de salir de las dudas y era hora de saber a ciencia cierta qué era lo que podía estar sucediendo con ella.

— De verdad que me siento algo inquieta con la situación—puntualizó al casi finalizar de contarles lo que le había pasado en la clase del profesor Lupin —Nunca pensé que algo que prácticamente no conozco vaya a afectarme.

Sus padres habían cambiado su expresión por una más sombría; de cierta forma se sentían culpables que su hija estuviera expuesta de tal manera por su trabajo. Pues ellos le explicaron que lo más probable es que su boggart significara que temía por ellos y a lo que estaban expuestos por su profesión.

— No hay nada de malo en tí, cariño—señaló su madre.

— Tampoco quiero que se limiten por mí; ahora que veo esto, es prácticamente una tontería.

—Queremos lo mejor para tí—habló John—Cuando tengamos la oportunidad de volver a vernos, ten por seguro que platicaremos sobre esto.

Luego de decirse palabras cariñosas y reír luego de aquel tema de tensión se despidieron.

—Feliz Navidad, mamá. Feliz Navidad papá.

—Eres lo mejor de nuestra vida, Nina; Feliz Navidad.

Era inexplicable la sensación de paz que le daba su madre, al igual que la sensación de seguridad que le brindaba su padre, a pesar de estar lejos no podía negar que sentía su cariño en la distancia. Nina se quedó pensativa por unos momentos, deseando que vivieran una grata navidad, se levantó del sofá de cuero negro para salir de la sala común e ir a tomar aire.

Después de hablar con sus padres, algunos miedos e inseguridades se habían ido y las preoupaciones ya no eran notorias o al menos ya no estaban en su mente.

No iría a la biblioteca, sus pies iban directo a buscar a su compañero de navidad.

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