
• CAPÍTULO 22 •
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22. Miedos inconscientes
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— Madame Pomfrey dijo que pude perder el brazo, por lo que debo evitar escribir o hacer algunas cosas que puedan hacer que mi sutura se vaya a abrir otra vez. — comentó Draco de manera fanfarrona con un montón de chicas a su alrededor.
El rubio había contado a toda la casa de Slytherin una historia muy diferente sobre su incidente con el hipogrifo. Obviamente la población femenina de la casa se rindió a sus pies y estaban cumpliendo todos sus caprichos.
— Además mi padre abrió un juicio, para saber si es que la estupida gallina se salva o le cortan la cabeza, en ese caso pedí quedarme con ella.
En medio del Gran Comedor había un bullicio enorme a la hora del desayuno. Nina había pasado de sentarse junto a Draco en esa ocasión debido a que no soportaba que todas las chicas estuvieran como idiotizadas por él y tampoco toleraba que él mintiera con respecto a su real diagnóstico.
No tenía más que un razguño, ella no entendía porqué mentía con lo que le pasó en la clase de Hagrid.
— ¿Puedo sentarme aquí? — preguntó una voz junto a ella. — Claramente si es que no es molestia.
Nina observó a Xavier, este no llevaba el uniforme y eso le intrigó a la chica. Si bien hace bastante tiempo no hablaban de manera seguida, era su compañero de casa.
— Xavier ¿Qué tal? Hace días que no te veía en la sala común ¿Pasó algo contigo? — comentó retirando unos libros del asiento al lado de ella — ¿Por qué no llevas el uniforme?
El muchacho se sentó a su lado y le observó.
— Tienes un miga de las galletas en el cabello — señaló y con sus dedos retiró lo que había indicado — Permiso, ya está — le mostró.
Nina sonrió y no mencionó nada al respecto. Honestamente no le gustaba que le tocaran el cabello, menos si es que lo hacían sin su consentimiento; Xavier ya lo había hecho en ocasiones anteriores pero no quería generar problemas.
— ¿Dime, qué ha pasado? ¿Por qué no estabas en el colegio?
—Mi madre había enfermado y pedí autorización al profesor Dumbledore para poder ir a verla.
— ¿Oh, estaba grave?
— No, pero le dió una peste que se contagió en el mundo muggle y estuvo en San Mungo unos días, quería asegurarme de que estuviera bien ¿Qué tal todo aquí en la escuela?
— Pues todo ha estado igual, de hecho ahora debo ir a clases — murmuró — Así que si me disculpas debo ir a Defensa — comentó, poniéndose de pie y tomando sus libros.
— ¿Quieres que te acompañe? Me refiero a la clase.
— No te preocupes, conozco el camino y tengo que lograr que Draco se deshaga de su club de fans, te veo en la sala común.
Si algo había aprendido de Draco durante el tiempo que lo conocía, eran los consejos que solía darle. El rubio solía hablar mucho sobre las enseñanzas que su padre le daba a él con respecto a las chicas, y en esta ocasión era momento de ponerlo en práctica. Cuando un hombre mencionaba o preguntaba si podía hacerte compañía era porque estaba interesado. Y Nina no quería darle falsas ideas a Xavier, pues ella no tenía ningún tipo de sentimiento por él, incluso podía sentir que le rehuía en ocasiones porque él se acercaba demasiado a ella.
En un comienzo habían conectado bien como amigos, pero al parecer él había malentendido algunas cosas y solía acercarse a ella de manera inoportuna. Por ese motivo Nina había tomado ciertas distancias con él.
— ¿No pretendes ir a defensa de artes oscuras? — le interrogó a su amigo que todavía se pavoneaba por ser el centro de atención —. Al menos yo voy.
Draco observó a Nina y cogió con una mano sus libros. No hizo falta nada más para que Pansy se diera cuenta de que supuestamente tenía dificultades y llevó tanto los libros de él y los de ella. Por lo que la chica caminó con ambos hacia el salón que les tocaba compartir con los Gryffindor.
— Veo que pasas mucho tiempo con Zimej, Illich — puntualizó Pansy a modo de molestar — Si tus padres trabajan con los de él, pues digo que debieran salir o hacerse novios — dijo riendo con algo de sarcasmo.
Nina le observó pensando si realmente valía la pena contestar, pero resolvió que no lo valía; por ese motivo se mantuvo en silencio y no les dirigió la palabra ni se inmiscuyó en la conversación que sus compañeros llevaban. Entraron al aula y Nina de inmediato se percató que el profesor Remus Lupin tenía la sala dispuesta de una manera diferente.
El maestro esperó a que todos los estudiantes entraran para poder cerrar la puerta y dar la clase por comenzada. Nina pudo apreciar que el profesor Lupin tenía bastante conocimiento acerca de algunas criaturas de las que debían de aprender a defenderse como magos y brujas. Además de que su aspecto se veía algo cansado la clase iba yendo de maravilla.
— El hechizo para combatir al boggart es sumamente simple — mencionó — deben decir la palabra Riddikulus — aclaró.
Los estudiantes comenzaron a repetir el hechizo y a entender que no bastaba sólo con decirlo, si no que también debían de pensar en algo divertido.
— Esta clase es ridícula — se burló Draco junto a Pansy, Vincent y Gregory.
Uno a uno pasaron a realizar el hechizo que pudiera vencer al boggart. Partiendo por Neville y toda la fila que se formó tras de él. Nina no estaba nerviosa puesto que era bastante diestra en la magia y los hechizos, no pensó que le causaría algún problema enfrentar a la criatura. Aunque siendo totalmente sincero, no tenía muy claro cuál era la cosa que más miedo le daba en el mundo o nunca se había puesto a pensarlo.
Al llegar su turno pudo escuchar los murmullos de Parvati y de Lavender sobre cuál iría a ser su Boggart,pero no se dió vuelta a decirles algo ya que era su turno. En ese momento el profesor Lupin abrió el baúl que tenía al Boggart y Nina puso su varita en posición.
Desde a dentro del baúl emergió una sombra de color negro y algo verdosa. La chica no entendía qué era lo que significaba ya que no recordaba verla o al menos no en persona como para acordarse; todavía no mencionaba la palabra para evitarlo, pues todavía no lograba terminar de formarse en lo que parecía ser un cielo.
— ¡Nina! ¡Haz el hechizo! —le demandó el profesor.
— Riddikulus — conjuró la niña, haciendo que la bruma se disipara totalmente. Luego de eso intercambió una mirada con el profesor para irse al fondo de la sala.
— ¿Hey, qué fue eso?¿Qué significa aquello que se estaba formando en tu Boggart? — le cuestionó Draco de manera preocupada, puesto que el profesor le había indicado que se apresurara a conjurar.
— La verdad es que no lo sé —murmuró. No pudieron seguir conversando puesto que un uniforme de Gryffindor les interrumpió.
—Vaya Illich, tan intelectual y preparada que te ves y terminaste temiéndole a una simple sombra — se rió — Pues no sabía que le temías a la oscuridad.
— Cállate Parvati, no sabes lo que hablas — le refutó Nina — No te metas conmigo — Después de eso salió del salón algo molesta por esa situación.
La clase había terminado para ese entonces y ella no estaba dispuesta a volverse a pelear con la leona sólo porque estaba enojada por el hecho de que había defendido a Luna. Estaba intentado provocarla y no lo conseguiría, pues Nina no tenía que demostrar que era más inteligente, eso ya se sabía.
— ¿Dónde vas? ¿Por qué te vas tan rápido? — le preguntó Draco caminando tras de ella.
— La verdad es que quiero evitar el enfrentamiento con Patil — declaró — así que prefiero pasar por el día de hoy y no enfadarme por esas tonterías.
— ¿Quieres que te acompañe? — cuestionó el rubio de manera afectuosa.
— ¡Draqui! ¿Vamos a dar un paseo? ¡Acompáñame por favor!
Nina rodó los ojos pues no tenía la intención de que Pansy se uniera a ellos.
—Nos vemos luego Draco, ve con Parkinson y hablamos después.
Nina se dió vuelta y se dirigió a la lechucería pues desde hace días quería enviarle una carta a Phillipe –su amigo de la infancia – así que aprovecharía que tenía libre pues sus clases ya habían terminado, usualmente tenía pociones pero el profesor Snape había cancelado las clases por unas diligencias personales.
Una vez allí tomó pergamino y una pluma y le escribió una carta para contarle sus aventuras sobre el supuesto internado al que asistía; sabía que no podía ser totalmente sincera y lamentaba eso. Le pidió un ave al encargado y luego de poner el sobre en su pata la dejó volar. Como no tenía ganas de volver a la sala común decidió ir a pasear por la orilla del Lago.
Caminó sobre la hilera de piedras que separaban la tierra del lago, con los brazos extendidos, simulando así como cuando asistía al ballet cuando niña. Hace mucho tiempo que no tenía algún momento para bailar, las clases la tenían con el tiempo justo y tampoco es que tuviera un lugar propio para ella. En su mente sonó su melodía favorita y la comenzó a tararear.
— ¿Cómo haces eso para no caerte se bruces al agua?
Ella ya reconocía esa voz y desde hacía varios días que encontraba al pelirrojo en la dirección que ella iba. Era como si el destino quisiera colocarlos cerca o llevarles al mismo sitio.
Nina observó al chico, llevaba la camisa arremangada y la corbata mal colocada.
— Bailo hace bastante así que algo así no me es dificultoso — contestó y en su cara se colocó una sonrisa — ¿McGonagall no les dice nada por andar tan desordenados?
— ¿Te refieres a mi uniforme? Pues vengo de clase de criaturas mágicas, no es que no me guste pero Hagrid es algo audaz y las clases son intensas.
Nina asintió.
— Ni que lo digas — dijo ella, dándole la razón.
Fred la miró con diversión mientras ella se acercaba por las piedrecillas. Se sentó en la raíz de un sauce a las orillas y observó como la Slytherin caminó hacia él.
— ¿Y cómo es eso que no estás con tu amigo Malfoy? — le interrogó.
— Pues creo que también puedo querer un momento a solas ¿O no? Aparte vengo de enviar una carta. — contestó bajando de donde estaba y colocándose frente a él.
— Ah sí ¿A quién le escribiste ? Obviamente si es que se puede saber.
— Claro, le envié una carta a un amigo muy querido que tengo en Francia, hace mucho que no podemos compartir, por lo que le extraño — dijo ella, contándole sobre Phillipe.
Eso a Fred no le sentó muy bien, la manera en la que Nina se expresó de él, le causo una sensación de molestia bastante desconocida; era la sensación que le causaba verla con Malfoy o con algún chico de Slytherin que estuviera demasiado cerca de ella.
— Vaya, veo que eres muy cercana a él ¿Es una especie de novio a distancia?— cuestionó, asumiendo el riesgo que la pregunta implicaba.
Ella se sonrojó un poco debido a la poca cautela del pelirrojo.
— ¿Cómo podría tener novio? Apenas cumpliré trece, soy demasiado joven para eso ¿No crees? No soy como tú y tu hermano que asumo que a esa edad ya habían tenido unas diez novias.
Fred se carcajeó por los dichos de la muchacha y su manera rápida de salir airosa del tema, era sin duda muy hábil.
— ¿Qué te hace pensar que tenía diez novias eh? Además no has dicho que no es tu novio el francés ese. —declaró sin ocultar una pequeña molestia.
Nina frunció los labios algo confundida.
¿Por qué tanto interés en Phillipe?
— Lo digo porque tú y tu hermano son bastante populares entre el público femenino y se dejan querer bastante, es más, tú eres novio de la cazadora de Gryffindor — le acusó en un tono que ella misma nunca había notado — y no es el francés ese, se llama Phillipe y no es mi novio.
Fred percibió un matiz de celos de parte de ella al hablar de Angelina y sintió vergüenza por toda la situación que con ella había sucedido en el verano. Se sintió mal y culpable también, puesto que se sentía una pésima persona por preferir estar hablando con la Slytherin antes de la compañía de su novia que lo más probable estaba buscándole.
— ¿Por qué no te sientas? ¿Me tienes miedo? Yo no muerdo —Jugó el chico, observando los ojos de ella — de hecho el que debiera temer soy yo, la serpiente aquí eres tú.
Nina rió por ese comentario.
— Que dichos más prejuiciosos — declaró la muchacha con los nervios a flor de piel.
—¿Y qué esperas, te sientas o no?
Nina barajó las posibilidades, no quería verse envuelta nuevamente en una situación embarazosa como la del bosque otra vez, no era correcto. Pero la compañía de él le gustaba demasiado.
No quería admitir que estar con él le gustaba más que demasiado, no quería admitir aún que él le gustaba demasiado.
— Cuéntame ¿Qué tal las clases de hoy?
— Ya han acabado, tenía pociones pero Snape no está en la escuela — le comentó la chica — sólo tuve defensa.
— ¿Qué están viendo con Lupin? — preguntó el pelirrojo de manera de sacarle información y compartir la mayoría del tiempo posible, en ese instante se percató que su cara se volvió algo seria — ¿Todo está bien?
Ella asintió y se aclaró la garganta.
— Estamos viendo los boggarts.
— Oh ¿Tuviste una mala experiencia? — El chico se veía totalmente preocupado, sentía preocupación real por lo que ella podría haber experimentado.
— No sé qué es lo que significa mi Boggart y eso lo hace aún más aterrador, la verdad es que me quedé observando y casi me envuelve — relató ella a su pesar. — es como una bruma negra que va volviéndose verdosa, que generalmente se pone en el cielo al parecer.
Esas palabras hicieron click en la mente del Gryffindor.
— ¿Tu Boggart es la marca tenebrosa? — le cuestionó algo asombrado de que ella conociese del tema — según lo que describes, así se coloca el cielo antes de que la marca tenebrosa se forme por completo.
Nina jamás la había visto en el cielo, pero sabía lo que era. Muchas veces había escuchado a sus padres hablar sobre el tema. Hablar sobre la marca que conjuraban los seguidores del Señor Tenebroso cuando mataban en su nombre.
¿Pero por qué habría ese de ser su mayor miedo?
— No sé porqué ese debiese de ser mi mayor miedo — concluyó encontrándole sentido a las palabras de Fred.
— Lo más probable es que temes por tus padres, tienen un trabajo complicado, claramente temes de que les suceda algo. — dijo Fred tratando de que ella no se sintiera perdida — mi Boggart también tiene relación al tuyo, la vez que tuve esa clase con Quirrel el mío se convirtió en el Señor Tenebroso.
Nina se sorprendió ante la declaración del pelirrojo.
— ¿Cómo es que le conoces? — preguntó con curiosidad.
Ambos estaban sumergidos en la conversación que no se dieron cuenta como fue pasando el tiempo, apoyados en el sauce. Fred se notaba algo cansado y ella se había relajado por el hecho de haberle contado a alguien sus dudas sobre el tema.
— Lo he visto en fotos, pero los seguidores del que no debe ser nombrado, asesinaron a mis tíos y eso mantuvo a mamá con depresión durante muchos años, cuando ella nos esperaba tuvo una crisis nerviosa y los médicos dicen que pudo habernos afectado, quizás se debe a eso. — mencionó Fred, contándole ese episodio.
— Lo lamento mucho, mi madre también tuvo un incidente con mortífagos que estaban cautivos luego de tenerme — Nina retornó a la conversación — ellos la atacaron y la hirieron, eso provocó de que no pudiera volver a tener hijos.
Fred se percató de que eso le dolía a la chica por lo que la observó con pesar. Se volvió para poder observarla mejor y estiró su mano.
— ¿Puedo? — le preguntó y ella asintió, pero no sabía que era lo que pretendía.
El pasó uno de sus brazos por su espalda y la acomodó en su hombro, ella sintió que todos los colores se le fueron al rostro pero no impidió el contacto y el gesto cariñoso de él.
—Creo que ambos tenemos motivos para tener aquellos miedos, no podemos evitarlos — comentó y ella asintió.
— En eso tienes razón.
El muchacho quiso cambiar de tema y volver a algo que ella había mencionado anteriormente.
— Hace un rato mencionaste que aún eras muy joven para tener novio ¿Cuándo es tu cumpleaños? — preguntó nuevamente.
Ella se rió y contestó con la curiosidad latente.
— ¿Por qué quieres saberlo? ¿Para gastarme una broma?
— Oh, no ya te dije que no volcaría mis bromas contra tí, soy un hombre de palabra.
— En un mes exactamente — respondió con voz misteriosa — ¿Para qué quieres saber?
— Pues para hacerte un obsequio, como tú no me hiciste ninguno.
—¡No sabía que el primero de abril era tu cumpleaños! O de lo contrario te hubiera tenido algo.
— No te preocupes, la granizada que hubo esos días impidió cualquier celebración.
Sin sentirlo ambos se quedaron en silencio durante unos momentos hasta que se fueron quedando dormidos acomodados en el tronco del sauce y apoyados el uno en el otro. Como casi todos los estudiantes estaban en clases no fueron captados por casi nadie durante un largo rato.
Sin embargo Harry Potter, quien iba rumbo a ver a Hagrid los vió y no pudo evitar acercarse para despertar a su compañero de Quidditch. Ya había oído a Johnson preguntar por todas partes si es que habían visto a Fred. No quería causarles un susto, por lo que carraspeó y Nina fue la primera en abrir los ojos; al darse cuenta de lo sucedido se puso de pie de inmediato, despertando a Fred.
— ¡Harry, interrumpes nuestra siesta! — se quejó el chico.
El pelinegro se rió y observó a Nina algo nerviosa, Harry podía percibir lo que estaba sucediendo aparentemente.
— Quise venir para avisarte que Angelina le ha preguntado a todos por tí.
Ante la mención del nombre de la Gryffindor, Nina no pudo disimular su incomodidad y se despidió.
— Gracias por despertarnos Harry, nos quedamos conversando y pues nos dormimos.
El nombrado se sorprendió por el hecho de que Nina le llamara por su nombre, ya que las serpientes casi nunca hacían eso.
— Oh Nina, no te preocupes, de hecho me gustaría hablar en otra ocasión sobre algo en específico.
— ¡Claro, no hay problema, cuando quieras! Bueno, voy a irme a la sala común — mencionó — Gracias por todo Fred.
— Espera te acompaño — respondió apresurandose.
— No te olvides del entrenamiento — le susurró Harry al pasar por el lado de él.
— Te debo una cuatro ojos— murmuró — pero eso no quita que arruinaste mi momento — bufó por lo bajo, dejándolo atrás.
Fred le dió alcance a Nina y la acompañó hasta unas escaleras de caracol que iban hacia un subterráneo, donde estaban las mazmorras, lugar donde se hallaba la sala común de Slytherin.
— ¿A dónde vas? No puedes saber el lugar exacto de la sala común — le echó en cara la muchacha.
— Sólo quiero acompañarte y pasar tiempo contigo ¿No se puede?
Esas palabras quedaron en la mente de ella, también quería lo mismo.
— No sé si eso le guste a tu novia.
— Pues con Angelina no tenemos nada serio, sólo salimos y no debiera enojarse.
— Al parecer ella tiene un gran sentido de pertenencia contigo.
— Pues yo no me siento que sea de alguien, hasta ahora al menos.
Nina captó ese significado y negó con la cabeza.
— Espero que te vaya bien en tu entrenamiento.
Él sonrió y se acercó a besar su mejilla.
— Espero que la próxima vez nadie nos interrumpa, ya lo han hecho dos veces, espero que la tercera no sea así.
Esas palabras hicieron que el corazón de Nina se acelerara.
Y esas palabras al fin salieron de los labios de Fred.
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