• CAPÍTULO 12 •
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12. Enemigos del Heredero, temed
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El año recién comenzaba y los estudiantes de Hogwarts ya habían vivido nuevas experiencias. Draco había sido mordido por una mandrágora en la primera clase de Herbolaria con Madame Sprout. Habían conocido como profesor a Gilderoy Lockhard y claramente se veía que era un fraude, cuando Nina le había preguntado cuáles eran las clases de criaturas que verían durante el semestre en específico, se había confundido entre los Gryndilows y las Draconelias. Sin mencionar que no había sido capaz de controlar a los duendecillos de cournells una vez que los liberó durante la clase.
— Es un fraude, enserio. — comentó Nina camino al gran comedor. — Ni siquiera es capaz de llevar una clase enserio, estoy segura que no hizo nada de lo que relata en sus libros.
Draco frunció el ceño.
— ¿Podemos dejar de hablar de él? Ponme atención, hoy será mi primer entrenamiento de Quidditch y quiero que vayas a verme al campo. — le anunció con una sonrisa de suficiencia.
— Oh, verdad. — le molestó la niña — hoy llevas a cabo el uso del puesto que compraste.
Porque era verdad. Draco había prometido al equipo que si lo escogían como buscador, su padre le regalaría Nimbus 2001 a todo el equipo. Aquellas eran las mejores escobas hasta el momento. El rubio la miró feo y le dió una mordida a la manzana que comía.
— ¿Irás o no? — volvió a reiterar, muy molesto ya. — Si no quieres ir no más debes decirlo.
— Ya te dije que iré ¿Hablo en otro idioma acaso?
— Es que no sé para qué me dices eso.
— Pues aunque no te guste escucharlo, tu padre compró tu puesto en el equipo. — señaló — además, tendrás que entrenar mucho si es que quieres superar a Potter, ya que aunque no te guste él es demasiado bueno y lleva el invicto desde el año pasado.
— Él puede disfrutar por ahora, ya que ahora que soy el buscador no le daré tregua alguna.
Nina no siguió hablando de aquello, ya que claramente no tendría ningún buen resultado debido a lo terco que era su amigo. Jamás reconocería que Harry Potter era mejor que él en algo.
— Bien, iré a dejar mis cosas a mi habitación, te veo en el campo más tarde. — le anunció.
— ¿Llevas mi mochila? — cuestionó el rubio aprovechándose de la situación.
— ¿Tengo cara de elfo doméstico o qué? Lleva tus propias cosas, no soy tu sirvienta. — eso fue lo último que dijo para luego llevar sus cosas a su habitación.
Aunque fuera su mejor amigo a veces Draco solía ser muy estresante e intransigente y tenía esos delirios de grandeza donde creía que todos eran sus sirvientes. Ella fue a dejar sus cosas a la sala común, buscó su capa ya que estaba haciendo bastante frío. Pansy estaba en el dormitorio junto a Daphne Greengrass, la primera estuvo a punto de decirle algo pero como Nina estaba algo apurada no le escuchó una sola palabra. A medida que avanzó se dió cuenta de que había un conflicto en la llegando casi a la entrada del campo de Quidditch. Gryffindor y Slytherin estaban con sus uniformes y los capitanes de los equipos estaban armando un lío. Nina vió a Hermione y a Ronald en medio de todo por lo que se acercó con rapidez a ver qué era lo que realmente sucedía.
— Nadie pidió tu opinión sangre sucia inmunda. — fue lo que oyó decir a Draco antes de que prácticamente todo el equipo de Gryffindor se le tirara encima.
— ¡Eres un maldito! — gritó George Weasley.
De pronto Ronald le lanzó un hechizo a Draco, pero esta rebotó y provocó que este terminara vomitando babosas. Un pequeño salió de la nada con una cámara de fotos. Nina lo tomó de la parte de atrás del cuello de su camisa.
— ¿Qué crees que haces Creveey? — le dijo con tono amenazador.
— ¿Ahora tú te meterás con un niñito? — George le preguntó de manera enojada .
— ¿Qué te pasa? No hago nada malo, evito que la foto de tu hermano vomitando esa porquería se esparsa por el castillo. — respondió enojada.
En ese momento el trío desapareció y Fred fue a donde ella.
— ¿Qué pasó con George? — preguntó con preocupación.
— Nada, sólo creo que él me juzga sin conocerme. — respondió y se fue sin decir más, no esperaría al rubio porque verdaderamente la había hecho enojar esta vez.
Ella no creía en ninguna de esas tonterías de la pureza de la sangre. Nina sabía lo que eso significaba, sabía para lo que esas palabras eran empleadas y las personas que las usaban sólo lo hacían para ofender y sentirse superiores.
— ¡Nina! ¡Nina, ven aquí! — llamó Draco, el chico dió zancadas rapidas hasta alcanzarla, más le costó ya que con el uniforme de Quidditch le era más complicado. — ¿No me oyes? ¿Acaso no escuchas que te estoy llamando?
— ¡Déjame en paz Malfoy! ¿Acaso no puedes estar ni un sólo momento tranquilo sin meterte en problemas?
— ¿Y eso por qué te afecta tanto a tí? Ni siquiera ellos son tan cercanos a tu persona .
— ¡Pero lo que haces no es correcto! ¿No te das cuenta que eso no está bien? No puedes tratar al resto como si fueran inferiores.
— Pues lo son, te recuerdo que así lo creía Salazar, y perteneces a esta casa ¿Acaso no estás contenta? ¿No crees que sea así? Pues que apenado me siento por eso.
— Me apena más saber que te crees mejor que Granger por un apellido cuando ella es capaz de hacer más encantamientos que tú. — respondió enojada. — No preguntes por qué le defiendo a ella, lamentablemente a tí no puedo defenderte de cada estupidez que piensas y de cada idea que se te ocurre cuando estas junto a Vincent y Gregory.
Ella dió media vuelta y caminó enojada.
— ¿Te irás? ¡No tienes derecho a dejarme hablando sólo!
— ¡Pues ya lo estoy haciendo! —gritó ella en respuesta.
—¡Pues bien! ¡Haz lo que quieras! ¡Defiende a la sangre sucia! No dejará de ser una impura por el hecho de que tú la defiendas. — gritó enojado.
Después de ese incidente ambos amigos habían estado enojados durante los siguientes días, Nina era orgullosa y Draco para qué decir, cuando se topaban en la sala común se esquivaban la mirada y cada uno intentaba hacer su vida. Nina pasaba el tiempo junto a Luna y a Astoria, Draco junto a Crabbe y a Goyle. Ella sentía que no le hablaría hasta que él no se sintiera arrepentido, pero sabía que eso no sucedería.
Por lo que las cosas que solían hacer juntos ahora las había comenzado a hacer sola. Ella no daría su brazo a torcer. El día viernes después de almuerzo ella se dirigió bajo la sombra de los cerezos que para poder leer con tranquilidad, allí solían estudiar con su amigo, pero él no estaba allí así que se instaló sin problemas, se quedó leyendo un libro de encantamientos hasta largo rato ya que tenían examen.
Por otra parte Fred iba junto a su hermano a dejar una carta para su madre a la lechucería cuando la vió leyendo bajo el cerezo en flor. Su hermano le miró ceñudo y le habló.
— ¿Qué es lo que miras Fred?
— Ve a dejar tú la carta, tengo que ir a preguntarle algo a Nina. — contestó yendo en dirección a ella.
— ¿Qué? ¿Es enserio? No deberías juntarte con ella, es amiga de Draco.
— El otro día defendió a Ron, deberías darle una disculpa y si no lo haces tú, lo haré yo así que déjame tranquilo. — contestó el pelirrojo de manera decidida.
Fred caminó hasta que llegó donde ella.
— No puedo creer que estés sola, no creo que no haya nadie que quiera hacerte compañía.
Ella levantó la vista y cuando se percató que era él, le sonrió.
— Estoy estudiando, me gusta hacerlo sola, así me concentro más.
Él no se sentó ya que no quería molestar.
—Hace días que no te veo con Draco, te veo solamente con esa niña rubia muy rara. — declaró Fred — ¿Ya no son amigos? — preguntó y se reprendió ya que esa idea le parecía bastante agradable.
— Él es un idiota, así que creo que es mejor que nos tomemos un distanciamiento momentáneo. — resolvió la niña.
El pelirrojo se quedó pensando durante unos momentos, a la larga él entendía lo que ella sentía. O intentaba hacerlo, por lo que ella le había explicado la otra vez, a Draco ella le quería como a un hermano, por lo que debía de ser igual que cuando él se enojaba con George.
— Creo que pronto volverán a estar juntos, a la larga solamente tienes que aceptarlo como es y no tratar de cambiarlo, estoy seguro que él se muere por volver a hablar contigo. — comentó el Gryffindor de manera madura.
— Creo que en eso tienes razón.
— Siempre suelo tenerla, lo que pasa es que casi no hablas conmigo. — se fanfarroneó Fred — Si lo hicieras te darías cuenta de que no me equivoco jamás.
— Pues creo que trataré de ser igual de perfecta que tú y no equivocarme — dijo ella siguiéndole el juego — Pero ahora si me disculpas, debo seguir estudiando — dijo enseñando el libro de encantamientos. — Si no quiero errar, debo leer.
Él rió de manera sonora y la observó con ternura y un poco de timidez, con ella no se relacionaba como solía hacerlo con las demás chicas.
— Bien, te dejo leer tranquila. No entiendo a las personas que prefieren la compañía de un libro antes que la de otras personas.
—Pues es mejor estar sólo que mal acompañados, tengo examen a la última hora así que creo que este libro es mi mejor opción.
— Pues suerte, creo que te irá mejor que a cualquiera, es más creo que eres más lista que Hermione. — le confesó — más no se lo digas ¿Bueno?
— No tendría por qué andar de chismosa, además si todos los de Gryffindor me tratan como tu hermano, creo que no hablaré con ellos.
— Oh, disculpalo por eso, él es demasiado poco tolerante hacia esas cosas y claramente creyó que por el hecho de que seas cercana a Draco pensarías igual.
— Sé lo que significa eso, no es grato y es estúpido. Ahora nadie tiene la sangre completamente pura.
— Pues los Weasley sí. — dijo de manera juguetona.
— Eres un caso Fred. — fue lo último que dijo antes de volver a mirar a su libro.
— Que te vaya bien en tu examen, aunque se que al parecer eres una tragalibros y no necesitas suerte.
—La suerte es para los de Gryffindor, los Slytherin nacimos exitosos. — dijo la niña riendo. — Nos vemos luego Fred.
Pero ese día no terminó de una manera normal, después que todos fueron por una cena posterior de haber realizado sus exámenes de diagnóstico –para saber cuánto recordaban del año pasado– se fueron a sus respectivos dormitorios y en el pasillo hallaron algo que no todos los días se acostumbraba a ver.
La inscripción en una de las paredes, escrita con sangre refulgía, era imposible de ignoraron. Alertaba a los maestros y asustaba a los estudiantes. La gata del señor Filch colgaba de cabeza, pero el mensaje era aún más atemorizador.
«La camara de los secretos ha sido abierta. Enemigos del Heredero, temed.»
Antes de que Nina fuera a disponerse a dormir, unos golpecitos en su puerta que no despertaron a sus compañeras la alertaron. Se colocó la bata y abrió la puerta.
— ¿Que quieres? — le preguntó al rubio que aguardaba en su puerta.
— Necesito hablar contigo, no quiero que estemos peleados, menos con esto que está pasando ahora.
— ¿Te refieres a lo de la cámara de los secretos? Pues acabas de gritar ante todos que los atacados serán los de familia muggle — dijo con enojo. — Ya no te quiero oír.
— Espera, no vayas a cerrar. — dijo con apuro. — No quiero que vaya a pasarte nada, sé algo que los demás no saben.
Nina le observó con alerta, al parecer realmente él estaba preocupado por ella.
—La cámara ya fue abierta hace unos años atrás, murió una estudiante. —dijo entre cuchicheos. — desde ahora nadie está a salvo, aunque los maestros quieran decir otra cosa, esto es sólo el comienzo, mi padre ya me lo advirtió, dijo que tuviera cuidado.
— ¿Cómo es que tu padre lo sabe? — insinuó la niña.
— No quiero saberlo.
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