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03

-Y hagas lo que hagas no dejes que se acerque al alcohol -Julio la tomaba por los hombros, mirándola con seriedad

Dos meses de trabajar juntos, tareas del pueblito compartidas, Julio parecía ya acostumbrado a abrir la puerta para toparse con Mirabel cada mañana, listo para para lo que la chica lo comprometería en el día
Ese día les esperaba un trabajo que era relativamente sencillo, ayudar a los mayores de edad que no podían asistir en la reconstrucción

Entre esos ancianos estaba el abuelo de Julio, un hombre con un carácter gentil y apacible, amado por muchos en el pueblo, conocido por ser generoso con todo el mundo
Aunque con un pequeño defecto

-No creo que tu abuelo beba mucho -Mirabel no parecía muy entusiasta ni siquiera con la simple misión de prohibirle el alcohol a un mayor

-Hablo muy en serio Mirabel -La veía a los ojos, le hizo estremecerse ante su profunda mirada

-Bien -Atino a penas a decir sin titubear, nerviosa por la cercanía de sus rostros

-Tu debes ser Mirabel -El abuelo de Julio se acercó a ellos, era medio día y era la hora preferida en que los más grandes se sentaban a tomar el sol y ponerse al día con sus viejos amigos

-La única -Extendio la mano para saludar- Solo que alguien más se llame así y yo no me acuerde -Se cuestionó a ella misma

-Te pareces mucho a tu madre -Se reía el anciano- Julio

-¿Que pasa abuelo? -La voz de Julio era calmada, suave y un tanto alegre, Mirabel sonrió adivinando que se debía a estar con su abuelo

-Ve y tráeme algo de comer -Movia la mano con una seña para que se fuera

-No hay comida en tu casa -Levanto una ceja, ¿De dónde esperaba que le trajera algo?

-¿Crees que no lo sé? -Se cruzo de brazos- Ve a tu casa y prepara algo muchacho

-Si abuelo -Suspiro rendido, no valía la pena discutir con él, igualmente terminaría yendo por la comida

-No seas duro con el niño -Una mujer mayor sentada mientras tomaba un vaso de jugo regaño a su abuelo- Anda Julio, por nosotros no te apures, nos las vimos negras en nuestra juventud, estaremos bien por veinte minutos que no estés aquí

-Si -Asintio un poco más convencido, luego miro a Mirabel con la misma seriedad de siempre- Nada de alcohol

-Nada de alcohol -Alzo las manos mientras repetía sus palabras en voz baja para que su abuelo no escuchara

Lo vio irse a la vuelta de la esquina dejándole absolutamente nada de trabajo, literalmente no tenía que hacer nada
No darle alcohol, osea no hacer nada

El abuelo de Julio se rió y se sentó en un banco de madera fuera de su casa, adornada de flores y viejos dibujos infantiles, seguramente dibujos que sus hijos hicieron en su niñez, Mirabel se pregunto si alguno pertenecería a Julio

¿Cómo era Julio de niño? Se preguntó, era incapaz de verlo como un niño berrinchudo pero tampoco creía que desde entonces fuera tan serio

-Es un buen muchacho -El anciano tenía el rostro alzado para bañarse bajo los rayos de sol

-¿Huh? Ah sí, lo es -Había ocho personas mayores en completo silencio

Mirabel no fue hecha para el silencio

-Sientate -El abuelo Hernández le indico el asiento vacío a su lado, sin saber que más hacer ella se sentó en un rápido movimiento

Los niños sacaban conversación con cualquier cosa, son curiosos por instinto y siempre están hablando, cuestionando todo a su alrededor
¿Pero los ancianos? Ellos ya lo habían visto casi todo, ella era un bebé ignorante en comparación a lo que ellos han vivido

El abuelo Hernández carraspeó la garganta seguido de una leve tos, Mirabel identifico eso como sed

-¿Quiere algo de agua? -Se levanto, lista para ofrecer la ayuda que nadie había pedido aún

-Me encantaría un poco de jugo de uva -Sonrio de lado, señaló con su mano la puerta sin cerrojo de su casa- Mi hija me hace uno delicioso, está en una cantimplora debajo de mi fregadero

-Enseguida se lo traigo -Salio corriendo adentro

En la casa había muchos marcos de fotografías, de su familia recién llegada al encanto, construcciones de casas, fotos con amigos, de sus hijos, de fiestas y, lo que ella más buscaba, una foto de Julio pequeño
Miraba a la camara con timidez, con sus deditos entrelazados y una sonrisa nerviosa, no parecía tener más de cinco años en ese entonces

Con curiosidad Mirabel se acercó para ver mejor y rio al descubrir que al fondo de la fotografía se veían las manchas borrosas de quienes reconoció como Camilo y su novia peleando dentro de una fuente de agua, tres años debieron tener por tan pequeños se veían

Al fondo escucho una vez más toser al abuelo Hernández, se apresuro a buscar el jugo de uva en la cantimplora como él le había indicado
Corriendo salió de la casa casi tropezando con su falda

-Con cuidado niña -Se rio el anciano viéndola llegar- Que bueno está -Dio un gran sorbo, Mirabel se le quedó viendo- ¿Que pasa? ¿Quieres?

-No, no -Nego con la cabeza el ofrecimiento- Es solo que, Julio tiene una cantimplora igual

-¿Oh, esto? -La agitó en su mano- Él la hizo para mí cuando tenía doce

-¿Hay algo que él no sepa hacer? -Mirabel recordó con las cejas juntas cada una de las cosas en las que el chico era bueno

-No es talento nato si es lo que piensas -Le sonrió, la volvió a invitar a que se sentará a su lado- Desde niño se preocupa mucho por cosas que no debería

-¿Cómo que? -Se sintió una vez más como una niña chiquita lista a escuchar una gran historia, eso alegro al hombre

-¿Sabes que sabe montar a caballo? -Ella asinto- ¿Sabes por qué aprendió? -Ahora nego- Fue para ayudar a su madre, veía que era difícil para ella por un problema en su cadera, genético, tu madre no puede hacer nada con eso -Explico antes de que dijera algo- Vino corriendo conmigo para que yo le enseñará, se cayó muchas veces, se lastimo las muñecas, se raspó las rodillas -Sus ojos parecían estar viendo más allá, un viejo recuerdo- Pero no importa cuántas veces cayera, ni cuántas veces llorara, aprendió en un mes a montar perfectamente, a los siete años, solo para hacer los recados y mandados que a su madre se le dificultaban

-¿Que más? -Apoyaba su rostro sobre sus manos, quería saber más de Julio, por raro que sonara

El hombre sonrió satisfecho

-Mi padre murió cuando yo era muy joven, lo único que me quedaba de él era una vieja cantimplora, que con los años se desgasto y dejo de servirme -Sonrio con nostalgia- Julio la encontró, y me hizo una igual, luego hizo una para su padre y otra para él -Movia el recipiente listo para darle otro trago- Dijo que haría uno para su hijo cuando tuviera uno

-Como tradición, que cada Hernández tenga una -Mirabel se sentía emocionada escuchando todo acerca de Julio, demasiado emocionada en realidad

-Hace años que ya no tengo la misma fuerza que siempre -Se sobó el hombro, una vida de duro trabajo acaba con cualquiera- Tengo mucho ganado que cuidar, bueno tenía, ahora lo cuida Julio -El corazón le dió un vuelco al escucharlo- Cuando cumplió trece empezó a juntar el heno, alimentar a los animales, cuidarlos, limpiar el establo, y lo ha hecho siempre

-Pero estos dos meses..-Se sintió mal por haberlo obligado a hacer cientos de tareas que no le tocaban

-Si, se viene en la madrugada para alimentarlos, y luego vuelve en la noche para limpiar, si tiene tiempo viene a darme comida, le digo que no lo necesito, doña Martha me ayuda pero es muy terco -Exaltada se levantó sin darse cuenta, todo ese tiempo que parecía tan exsausto se debía a todo el sobreesfuerzo que estaba haciendo- Ya vuelvo voy al baño -Cuando se levantó se le cayó por accidente la cantimplora, no se molestó en levantarla y Mirabel estaba muy absorta en sus pensamientos para notarlo

-¿Mirabel? -Detras de ella Julio había llegado con comida en las manos- ¿Y mi abuelo?

-Dijo que iría al baño..-Su voz apenas salía, aún procesando todo

-¿Que es esto? -Dejo la comida en el banco de madera para recoger la cantimplora, la vio vacía y con el seño fruncido la acercó a su nariz, vino- Pero que.. ¡Te dije que no le dieras alcohol!

-¿Que? No, dijo que era jugo de uva -Se la quito de las manos para olfatearla, en efecto era vino- Ups

-Vaya, que calor hace -Aparecio el abuelo en escena, Mirabel quiso voltear para reclamar

-¡Abuelo! -Julio la tomo de la cintura y la atrajo a su pecho, sostenía su cabeza con otra mano para que no volteara hacia atrás

-¿Quien le dió vino al exhibicionista de Hernández? -Unas ancianas negaban con la cabeza, soltando un largo suspiro ya acostumbradas a sus locuras al parecer

-¡Vistete! -El anciano iba desnudo por completo, salvó por un sombrero sobre la cabeza, Mirabel enterró la cabeza en el pecho de Julio, no había visto nada y no estaba dispuesta a hacerlo

Julio se desabotono de forma muy rápida la camisa blanca que traía dejando al desnudo sus brazos, pues aún tenía una playera gris de tirantes
Sus brazos descubiertos dejaban ver que los años de trabajo en el granero habían dado frutos, un tanto marcados y con el abdomen bien formado
Mirabel sintió la sangre subir hasta su cabeza, se hizo a un lado para evitar que sus ojos siguieran aún el cuerpo del chico

Julio ignoro su comportamiento, más concentrado en cubrir a su abuelo lo más que su camisa le permitiría, arrastrándolo hasta su casa una vez más

Mirabel no busco a Julio en una semana, sin saber si era para darle un descanso o porque era incapaz de verlo a los ojos sin llenarse de vergüenza

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