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Capítulo 7: ¡Infiltración!

El universo visto desde la ciudad era muy diferente a verlo desde la nave. El gran techo del la esfera Bernal se había apagado y desde la cristalera del salón de su capitán, podía ver las estrellas. Se movían lentamente en un movimiento giratorio, pero no eran ellas las que se estaban desplazando, sino la propia esfera de la ciudad.

Al otro lado del cristal, otros edificios iban apagando sus luces poco a poco y entrada la madrugada, sólo se mantenía encendidas las farolas de las calles y los parques. Apenas había contaminación lumínica y, aun así, Sasuke echaba de menos la visión desde la nave. Quizá sólo estaba acostumbrado a ella. Toda su vida había vivido en el frío espacio, en la soledad.

Sentado sobre uno de los brazos del sillón más cercano a la cristalera, con un libro de mecánica entre sus piernas, Sasuke pensaba en el trayecto recorrido hasta allí. Por alguna razón, a veces, sentía que había tenido una vida antes de la Júpiter. Naruto había hablado levemente de su familia con él, de su vida en la granja familiar, alejado de la ciudad, la política y las trifulcas. ¿Había tenido él una familia? Sasuke lo pensaba y aunque su memoria decía que no, algo en su interior decía que sí. A veces le venían rostros familiares a sus recuerdos: otros androides.

¡Era una tontería! Claro que el resto de androides serían como su familia, al fin y al cabo, todos nacían en el mismo lugar. Los fabricaban.

— ¿Estás bien? – preguntó Naruto a su espalda.

Ninguna luz se había encendido y eso había descentrado a Sasuke pese a haber sentido su presencia segundos antes.

— Sí. Sólo... miraba el firmamento – susurró antes de cerrar el libro entre sus muslos.

— ¿Es lo que haces en la nave cuando dormimos?

— A veces. Otras leo o reviso la nave y sus averías. Aquí siento que no puedo hacer demasiado – sonrió – tu casa está como nueva.

— Desde luego no es como la Júpiter. Tiene tantos años que parece que siempre se rompe algo – sonrió Naruto.

— Y que lo digas.

¡Como hablar con un humano! Naruto no veía la diferencia entre mantener una conversación con un androide y un humano. Si no supiera que por dentro de esa piel había cables, juraría que era una persona normal y corriente.

— ¿Acaso te he molestado? – preguntó Sasuke algo confuso al verle de pie junto a él, completamente descalzo, con su pijama puesto, un extraño gorro para dormir y sin haber encendido las luces.

— Eh... no. Sólo tenía sed.

— Sé que no te fías de los androides. Te agradezco que hayas confiado lo suficiente como para traerme a tu casa, pero no hace falta que estés preocupado o sufriendo por mi presencia. Puedes desconectarme si te sientes mejor. No pasa nada. Estoy acostumbrado.

Por alguna razón que Naruto no entendió del todo, una sensación de malestar se posó en su estómago al recapacitar en las palabras del androide. ¡Desconectarle! Sonaba muy mal, sonaba como si sólo fuera una máquina cuando él le veía más humano que máquina. Se movía como ellos, pensaba como ellos, lo único diferente era que no tenía sentimientos o al menos, pese a saber de lo que trataban, no los sentía como un humano. Al menos era lo que los científicos decían, porque Naruto sabía que nadie podría saber lo que ellos realmente pensaban, o sentían. Nadie estaba en su propio cuerpo como para saberlo.

— No quiero desconectarte – susurró Naruto frente al asombro de Sasuke – para mí, eres un miembro más de mi tripulación y tienes los mismos derechos que cualquiera de ellos. No eres un microondas que pueda encender y apagar cuando me haga falta, eres... más humano de lo que puedan pensar los demás.

— Eres muy raro – sonrió finalmente Sasuke –. Nadie me ve como un humano. Sólo soy una máquina. Fui creado en un laboratorio. Quizá me asemeje más a un microondas que a un humano – sonrió Sasuke en forma de broma, pese a que realmente, se sentía así. Toda su vida le habían tratado como una máquina.

— Tú no eres un maldito microondas. Eres mi piloto – aseguró Naruto.

Viéndole tan humano como en ese instante, la sangre le hervía cuando le trataban como a una máquina. Naruto continuó su camino hacia la cocina y agarró un vaso. Lo metió bajo el grifo y éste, automáticamente en cuanto detectó el cristal, se encendió hasta llenarlo completamente.

Naruto se dio la vuelta, apoyó la espalda contra la encimera y dio un largo sorbo a su vaso de agua sin perder de vista a su compañero: pasaba las hojas del libro entre sus dedos con la mirada perdida en ellas. Leía.

— Tengo más libros en el estudio si es que acabas con los del salón.

— Gracias – susurró Sasuke –. Me pasaré por allí cuando acabe con estos.

— Buenas noches entonces.

— Que descanses.

Naruto sonrió. Seguramente Sasuke no sabía lo que significaba decir un simple "buenas noches", pero sí parecía estar en su vocabulario que los humanos necesitaban "descansar". Le resultaba interesante y fascinante la elección de palabras que el androide solía elegir cuando se ponía en contacto con ellos.

***

Dentro del pequeño despacho del coronel, Naruto observaba un punto fijo del impecable uniforme de su superior mientras escuchaba la reprimenda. No es que tuviera demasiado interés en escuchar los mismos sermones de siempre, sobre todo porque no entendía la mayoría de las órdenes que recibían.

— ¿Sabes a cuánta gente voy a tener que dar explicaciones sobre tu insubordinación?

— No demasiado – susurró Naruto.

— No se haga el gracioso conmigo, capitán.

— No lo hago. Simplemente no entiendo el motivo de tanto escándalo.

— El escándalo está en que no puedes pasear a un androide por la ciudad. Ellos tienen sus puntos asignados y la orden fue muy clara, debía permanecer en la nave.

— Bueno... le di una vuelta, estuvo conmigo todo el tiempo y no ha puesto nada en peligro.

— Es un androide y desobedeció una orden directa.

— No, no, no... no desobedeció ninguna orden. Él permaneció en la nave hasta que yo le di otra orden. Creo que sigo siendo su capitán.

— Y yo tu superior. No tenías derecho a pasar por encima de mi autoridad.

— Entonces cuénteme por qué toda mi tripulación recibió la orden de desembarco menos Sasuke.

— Es una máquina, no desembarcamos a las máquinas.

— Es mi piloto – remarcó Naruto inclinándose un poco hasta colocar las palmas de sus manos sobre la mesa – no es una máquina, es parte de mi tripulación y si todos desembarcan, él debería tener el mismo derecho de hacerlo.

— Naruto, ése es tu problema. Quieres verle algo de humanidad, pero no la tiene. Sólo es una máquina, nada más. No vuelvas a desobedecer una orden semejante. La posible humanidad o no de los androides no es algo que el consejo vaya a debatir. Y ahora cambiemos de tema. Éste es el informe para vuestra próxima misión. Léela bien porque vas a tener que fingir un papel.

— ¿Un papel? ¿De qué trata?

— Vas a tener que ir a Kira 5b e infiltrarte entre la población. Vas a necesitar llevarte a Sasuke, pero... con cuidado. Son un pueblo bastante... primitivo y ni siquiera creo que sepan lo que es un androide.

— ¿Y qué debemos hacer en Kira 5b?

— Encontrar un chip.

— ¿Un chip? ¿No eran primitivos?

— Una nave de los Gaellean se estrelló allí hace unos días. Tenían a bordo un chip muy valioso que necesita la Federación.

Naruto recapacitó. Los Gaellean era la alianza de un puñado de planetas y razas alienígenas altamente peligrosas. Eso era lo que les enseñaban en la academia. Entre sus aliados, había androides rebeldes, por lo tanto, entendía que ese chip debía ser sumamente importante para mandarles allí.

— Localizaréis la nave, encontraréis el chip y lo traeréis hasta la Federación. Los ojos del androide te pueden ser útiles, pero asegúrate de que no llame demasiado la atención entre los habitantes. No queremos levantar sospechas. Fingid ser como ellos. Podéis partir.

Naruto se cuadró ante su superior y tras el saludo, salió del despacho para volver a su nave. Los andenes estaban llenos de gente, todos tripulantes de las diferentes naves, pero Naruto se fijó en su tripulación. La Júpiter era la más grande allí, sin embargo, los técnicos parecían haber terminado de reponer el alimento y revisar la maquinaria.

Subió la pasarela y se fijó en Sasuke. Con el panel abierto, revisaba unos cables al lado de la puerta. Naruto se agachó ligeramente sobre su hombro.

— ¿Falla la puerta?

— Sólo está vieja. Habría que cambiarla, pero por ahora, no tienen intención de reemplazarla, así que no tengo más remedio que seguir calibrando la presión para que cierre herméticamente. ¿Se han enfadado mucho sobre lo sucedido?

— No demasiado. No te preocupes. Ha sido más un monólogo que otra cosa. No están dispuestos a abrir su mente y pensar en otras teorías que no sean las suyas, lo cual me hace plantearme si yo debería hacer el esfuerzo por escucharles.

— Tu planteamiento es muy raro – sonrió Sasuke.

— Supongo. No soy un humano corriente.

— Eso ya lo he visto.

Algo nervioso y preocupado, Naruto todavía no estaba seguro de cómo afrontar el tema que le habían planteado. Infiltrar a Sasuke no iba a ser sencillo pese a que evidentemente, parecía un humano en toda su integridad.

— Tenemos una misión algo diferente – sonrió Naruto con nerviosismo.

— Tu corazón acaba de acelerar un veinte por ciento. ¿Qué te ocurre?

— Sasuke... ¿Alguna vez te has infiltrado?

— ¿Infiltrado? No.

— Pues... ésta va a ser tu primera vez. El problema es que vamos a una sociedad rural. Ellos no conocen nada sobre la tecnología y, desde luego, no saben lo que es un androide. Vas a tener que fingir ser humano.

— No creo que yo sea el más adecuado para infiltrarme en esa sociedad – susurró Sasuke –. ¿Por qué quieren que sea yo?

— Iremos tú y yo. Buscaremos un chip que perdió la alianza Gaellean en una nave que se estrelló en ese planeta.

— Quieren mis ojos – sonrió Sasuke entendiendo por dónde iba el asunto.

— No quería decirlo así, pero...

— Naruto, puedes hablar con total franqueza conmigo. Sé que para toda esa gente, sólo soy una máquina que pueden utilizar a su antojo. No tienes por qué sentirte mal por ello. Es lo normal.

— Pues lo que es normal para ti, a mí no me gusta. Te ayudaré en todo lo que pueda para que no te descubran durante la misión.

— Si quieres ayudarme, tengo una misión para ti.

— Tú dirás.

— Consígueme libros sobre civilizaciones rurales. Los leeré durante estas noches hasta que lleguemos al planeta y me esforzaré al máximo por encajar en su sociedad.

— Te los conseguiré. Todos los que quieras. Voy a subir ahora al puente de mando y prepararé tus libros.

— Gracias. Voy a terminar de reparar esto para ponernos en marcha.

— De acuerdo. Avísanos en cuanto podamos cerrar.

***

En el espacio todo era tranquilidad. Sasuke se sentía en casa. Se había criado en el espacio y por silencioso y aterrador que pareciera, lo sentía como su hogar.

La última sala de la nave era poco transitada, ero era la que más cristal tenía y donde Sasuke siempre acudía para ver el espacio. Se sentaba en los cómodos sillones y miraba los motores propulsando la nave con cierta lentitud. Era las once y mientras parte de la tripulación dormía y el capitán abandonaba el puente, apagaban el motor de curvatura. Le gustaban esos momentos donde el motor estaba apagado, porque podía ver el espacio y todo lo que en él había.

— Te he traído los libros – escuchó el susurro de su capitán a la espalda. Sasuke se giró y entonces, observó que Naruto elevaba una pequeña cinta entre sus dedos – y... gracias, por esto.

— Supuse que te gustaría tenerlo. ¿Ya lo has visto?

— Tus recuerdos de mi padre – sonrió – sí. Ni siquiera sabía que tú estuviste el día en que yo nací.

— He vivido demasiados años. Aquella vez, Minato estaba realmente feliz. Acababa de llegar de la misión y Kushina estaba de parto, pero eso no lo grabé – sonrió Sasuke –. Recuerdo con cierta nostalgia los extensos campos de cebada de la granja donde te criaste. Minato me llevó allí una vez. Tú aún eras un mocoso que sólo lloraba y moqueaba.

Naruto sonrió al escucharle.

— Era un buen padre. Supuse que te gustaría tener esas grabaciones.

— Me han gustado. Al menos he podido ver la felicidad de mis padres cuando nací y sobre todo... he podido volver a verle a él. Hace años que desapareció. Le echo de menos. Todos dicen que está muerto, pero yo ya no sé que creer.

— Lamento no poder serte de más ayuda en ese tema. Mi memoria está dañada en ese momento donde desapareció.

— No te preocupes. Te dejo aquí los libros que me pediste. Yo me voy a dormir.

— Gracias. Los leeré esta misma noche. Descansa.

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