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Capítulo 27: Confidencias

¡Volcados y copias! Durante las últimas conversaciones, sólo hablaban de esos temas. Minato permaneció en silencio sentado sobre una de las mesas del fondo viendo cómo preparaban las cosas.

No quería ser pájaro de mal agüero pero... estaban dando por sentado que todo eso funcionaría y que Izuna mantendría a salvo las copias de seguridad de todos pero... ¿Qué ocurría si todos se veían corrompidos? Entonces Izuna no podría entrar en sus sistemas a restaurarlos y si entrase, él mismo correría el riesgo de ser infectado y, por tanto, todas las copias. Era un gran riesgo del que nadie quería hablar y, desde luego, pese a su preocupación, Minato mantuvo el silencio.

Intentaba pensar como capitán y no como novio pero... era complicado muchas veces hacer esas distinciones. Como capitán, estaba claro que algo tenían que hacer al respecto, pero como novio, el riesgo era demasiado alto para Izuna.

Al sentir que alguien tocaba el dorso de su mano con suavidad y lo agarraba, miró hacia esa persona sabiendo que debía ser Izuna. Sólo él hacía ese tipo de cosas. Era tan raro tener que verlo como un androide cuando le parecía tan humano hasta en sus reacciones y comportamientos. Era capaz de empatizar, de entender, de sentir...

— Ey, estás muy callado – sonrió Izuna a su lado.

— Estoy preocupado.

— Controlaremos la situación. Ya lo verás. Itachi es muy bueno en esto, ha desactivado otras veces esos nanobots.

— Ya... aun así. Nunca puedes confiarte cuando hablamos de nanorobótica. Están diseñados para ser como vuestros virus. Lo corrompen todo.

— Por eso no podemos permitir que siga corrompiendo el sistema de Sasuke. Todo estará bien, entrar, desactivar, volcar los datos para restaurarle y salir.

— Suena fácil, pero sabes que no lo es.

Por la forma en que Madara se giró hacia ellos y cómo Izuna soltó la mano de Minato, éste supo que era el momento.

— Será mejor que os marchéis de aquí. No necesitamos distracciones – comentó Madara con un tono no demasiado amigable.

Naruto miró instintivamente hacia su padre al ver que Madara no apartaba la mirada de él y poco después, se giró con esa misma mirada inquisitoria hacia Naruto.

— Estaremos en el comedor – comentó Minato intentando aparentar más calma – no te arriesgues innecesariamente, ¿de acuerdo?

— Claro. Estaré contigo antes de que te des cuenta, ya lo verás – sonrió Izuna.

Tanto Minato como Naruto salieron de la sala para ir hacia el comedor pese a que Naruto estaba realmente confuso con todo ese procedimiento y esas miradas que se habían lanzado unos a otros.

— Eso ha sido... intenso – comentó Naruto cuando la puerta se cerró tras ellos.

— Sí. Ve acostumbrándote, Madara no es demasiado amigable en temas de androides.

— ¿Temas de androides?

— Que un humano mantenga una relación sentimental con un androide es... inaudito, por decir algo suave. Muchas especies no están de acuerdo en esas relaciones, los ven como máquinas.

— De las otras especies, lo entiendo, pero de ellos mismos...

— Sus planteamientos son diversos y a veces llegan a extrapolarse demasiado. Así como Izuna quiere ver la parte positiva en todo esto, Madara es todo lo contrario. Él sólo ve lo negativo – intentó explicarle Minato pero al ver que Naruto no terminaba de entenderlo, trató de especificarlo –. Izuna quiere recordar su parte humana, no recuerda todo pero trabaja en ella todos los días y al estar conmigo siente que esa parte humana, lo que queda de ella, puede ser suficiente para volver a sentirse un poco como antes de su transformación aunque no sea lo mismo. Para Madara, sólo es una parte que perdió, se siente como un androide y a veces, siente un poco de envidia por lo que perdió y no puede recuperar, lo que hace que sea un poco agresivo en sus tonos de voz. No se lo tengas demasiado en cuenta.

— A eso yo lo llamo estar amargado – dijo Naruto con sinceridad.

— Puede ser, pero no le culpo. Les convirtieron en esto a la fuerza, ellos no lo eligieron y ahora, a muchos de ellos sólo les queda el odio y el rencor. Si sumas a eso los problemas del resto de las especies, se convierte en un auténtico tabú el que un humano pueda sentir algo por un androide.

— Por mí pueden decir lo que quieran, por mucho que digan o miren mal, no puedo dejar de sentir lo que siento por Sasuke.

— Es un camino difícil – sonrió Minato – así que mantén tu convicción si quieres sobrevivir en él. Luego, dependerá de Sasuke y lo que quiera hacer al respecto.

— Izuna no parece echarse atrás contigo – sonrió Naruto.

— No, no lo hace. Por ahora – susurró Minato mostrando su preocupación de que eso pudiera cambiar en un futuro –. ¿Qué tal te va con Sasuke? – preguntó esta vez su padre algo más preocupado por su hijo.

— No lo sé, es raro – sonrió Naruto – no sabría qué decirte exactamente, no es que hayamos tenido demasiado tiempo desde que le ocurrió esto a Sasuke. Hasta que llegamos a Kepler, entre él y yo no había absolutamente nada personal, tan sólo era un subordinado en la Júpiter, otro tripulante y no uno de los que me gustase demasiado. Después de lo que ocurrió... de lo de mamá, no quise ni acercarme a los androides ni a robots o cosas semejantes, pero cuando me nombraron capitán de la Júpiter...

— Te obligaron a llevar un androide como mínimo – susurró Minato sabiendo esa condición.

— Sí. La Júpiter es demasiado grande como para que la tripulación humana pueda controlarla toda. Sasuke encontraba los errores mucho más rápido y arreglaba cosas que nosotros hasta ignorábamos.

— Pero no te gustaba tenerle por allí.

— Cuando ves cómo unos androides incendian tu casa y asesinan a todos los que viven allí, pues no, la verdad es que no. No me fiaba de él pero... ver lo que hacen los de Kepler, cómo convierten a humanos como nosotros en androides y les obligan a seguir sus órdenes, cómo los convierten en simples armas y les privan de sus sentimientos y todo lo que les hacía humanos, eso lo detesto mucho más.

— Cuando descubrí lo de Kepler, llamé a la Federación para pedir ayuda al respecto, pero lo único que conseguí fue que nos vendieran a los de Kepler. Para ellos, es muy rentable el negocio de los androides, Kepler los suministra a la Federación y los usan para todo, así que debí verlo venir que harían oídos sordos. Izuna me salvó de que me convirtieran también en un androide.

— Algo me contaron – comentó Naruto.

— Ey... chicos, ya hemos terminado – escucharon ambos a Izuna que acababa de llegar hasta su mesa –. Deberías ir a ver a Sasuke. Comprueba que sus datos estén bien, tú lo conoces mejor. Lo hemos repuesto pero sólo hemos comprobado los datos que tenía sobre Minato y Kepler, parece estar todo en orden ahora.

— Iré ahora mismo – se levantó Naruto con rapidez, arrastrando la silla hacia atrás con brusquedad y sorprendiendo a Izuna pese a que éste se echó hacia atrás y sonrió ante su impaciencia al verlo salir corriendo.

— Juventud – sonrió Izuna aunque por la mirada de Minato, se dio cuenta de que éste dudaba de esa palabra.

— ¿Sabes lo que significa eso realmente?

— Bueno... la palabra del diccionario – sonrió Izuna – aunque no tengo recuerdos de haber vivido una juventud, aun así, he visto a muchos jóvenes con esos ímpetus. Y hablando de ímpetus... tú me debes una cena.

— ¿En serio? – preguntó Minato con cierta sonrisa.

— Sí. ¿Prefieres en tu cuarto o en el mío? Iré a pedir algo para llevar mientras lo piensas.

— Tu hermano no estará muy de acuerdo con eso.

— Mi hermano no decide con quién quiero pasar mi tiempo. No le gusta que me relacione con humanos de esta manera, pero ése es su problema, no el mío. Si no le gusta, puede mirar hacia otro lado – sonrió Izuna como si la respuesta fuera realmente simple – sólo necesito que tú no te eches atrás con esto.

— No lo hago.

— Perfecto. Iré a por la cena.

***

Sasuke todavía estaba en la sala junto a su hermano. Éste parecía hacerle varias preguntas sobre Kepler, sobre la nave Júpiter y algunas preguntas muy concretas sobre su antiguo pasado cuando su padre capitaneaba la nave. Respondía a las cosas, así que Naruto esperó a cierta distancia viendo que sus recuerdos parecían haber regresado.

En cuanto Sasuke desvió la mirada hacia la puerta donde estaba Naruto esperando, Itachi miró también instintivamente al mismo punto para saber el motivo por el que su hermano se había distraído. Luego, sonrió.

— Os dejaré un rato a solas. Tengo cosas que hacer todavía – comentó Itachi.

— Vale.

Naruto esperó a que Itachi saliera y entonces, cuando la puerta se cerró tras él, caminó un poco más hacia Sasuke.

— ¿Te encuentras mejor?

— Sí. Creo que estoy recuperando todas mis funciones y desde luego, creo que ya no pierdo el control de algunas de ellas, aunque esta sensación de agotamiento y... de hambre no acaba nunca – comentó haciendo referencia a sus funciones humanas.

— Supongo que es cierto – sonrió Naruto – los humanos no paramos de tener funciones vitales de ese estilo.

— Ya... gracias por traerme – dijo Sasuke finalmente, aunque parecía haberle costado – ellos parecen entender todo esto mejor de lo que yo lo hago.

— Sí, creo que pueden ayudarte a conectar de nuevo con esa parte humana que te quitaron.

— Eso espero. La parte sentimental está costando más de asimilar. Bueno... ¿Cuál es el plan ahora? – preguntó Sasuke – somos... fugitivos de la Federación.

— Por el momento, recuperar mi nave y luego, unirnos a quien haga falta con tal de derrotar a esos tipos que invadieron Kepler. La creación de androides debe finalizar. Ése es mi objetivo.

— Toda la Federación se opondrá.

— No toda. Si destapamos lo que están haciendo, quizá los altos cargos sí se opongan a nosotros, pero la población, cada persona tendrá su punto de vista y quizá muchos de ellos se replanteen el darles su apoyo, quizá ganemos algunos miembros para hacer frente al problema.

— Sacarlo a la luz no será fácil, intentarán cubrirlo.

— Lo sé. Pensaré en cómo difundirlo, seguro que mi padre y todos esos androides que están aquí ya tienen algún plan. Me gustaría escuchar lo que tienen planeado y unirme a su revolución, eso de momento. ¿Qué harás tú?

— Tú sigues siendo el capitán.

— No te pregunto esto como tu capitán y lo sabes, te pregunto de igual a igual. No tienes que seguir mis órdenes siempre, ni de nadie más, no eres un arma que tenga que obedecer siempre, ahora eres libre para tomar tus propias decisiones. Así que... ¿qué harás?

— Por ahora, unirme a esta revolución con mi hermano – sonrió Sasuke – creo que es la mejor opción que tenemos para acabar con todo esto.

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