¿Juntos o separados?
Julia vio a través de la calle y de la gente a Tomás sonriendo. Él estaba en el escaparate de su tienda, vestido con su alto y recargado gorro de cocinero y pastelitos en la mano para, al darlos gratis, conseguir más clientes. Ella, por su parte, estaba decorando el escaparate de su pequeña pastelería/cafetería/restaurante. Al ver que él le sonreía se metió en apenas unos instantes tras la barra y sonrió a su vez al siguiente cliente.
-Dígame, ¿qué desea? -preguntó ella mientras levantaba la mirada.
-Un pastel de esos de zanahoria tan ricos que me han dicho que tiene.
-Por favor, váyase -rogó.
-¿Por qué? ¿Soy el único cliente mal recibido aquí? -respondió Tomás mientras se inclinaba hacia ella.
-Sí.
Julia se giró y continuó limpiando la encimera. No se dio cuenta de que Tomás había metido el dedo en el pastel y se pasaba la lengua por los labios.
-Son mejores los míos -respondió.
Julia lo vio meterse de nuevo en su pequeña tienda: 'El pequeño dulzor de la vida'.
-¡Atención, por favor! -dijo el alcalde mientras se subía sobre una silla.
Todo el mundo que habitaba en el pueblo estaba reunido en la gran plaza de la iglesia alrededor del alcalde.
-¡Dentro de una semana vendrá aquí el alcalde de Madrid para inaugurar la nueva red de autobuses! Le daremos una merecida bienvenida y quiero pedirle a los dos grandes cocineros del pueblo, Julia Martinez y Tomás López que se encarguen del banquete. ¿Serán capaces?
Julia notó cómo enrojecía de la rabia: ¿debía compartir con ese hipócrita la gran oportunidad que le brindaba la vida? Jamás de los jamases.
Tomás sonrió de medio lado y pensó en lo bien que se lo pasaría viendo cómo ella intentaba ser mejor que él.
Cuando la reunión acabó se acercó a Tomás y comenzó a hablarse sin mirarle a la cara para evitar ver la media sonrisa que él le dedicaba.
-Cocinaremos cada uno por nuestro lado, no nos meteremos en la cocina del otro y luego la gente del pueblo escogerá el menú que más le guste. ¿Comprendido?
-Perfectamente, chèrie.
-No me llames chèrie -reclamó ella mientras se daba la vuelta.
Por decisión del alcalde pusieron sus cocinas en medio de la plaza. De esa forma los habitantes los verían y sería un gran atractivo turístico. Julia se había agenciado la cocina izquierda mientras que Tomás trabajaba inclinado sobre la derecha.
Cuando creía que nadie lo miraba, se acercó de puntillas hasta el espacio de trabajo de Julia y ahí, haciéndose el distraído, cogió el paquete de azúcar, se lo metió bajo la chaqueta y luego volvió a su sitio. Observó complacido cómo ella se giraba y comenzaba a revolver toda su mesa. Julia se giró hacia él y lo miró con rabia. Él sacó el paquete de su bolsillo y se lo echó a la mezcla que reposaba en un gran bol. Cuando fue a echar la harina la sonrisa desapareció de su rostro. Observó anonadado cómo ella echaba a su vez todo el saco en su pastel.
-¿Como van esos platos? -preguntó el alcalde mientras sacaba de sus cocinas a los cocineros-. Me han dicho que van a hacer los menús por separado, ¿no?
-Así es -respondió Julia.
-¿Y cómo van? Les recuerdo que deben presentarlos en cuatro horas.
-¿Tan poco? -continuó ella.
-Sí -respondió Tomás mientras le pasaba un brazo por encima de los hombros-, no te preocupes, chèrie, lo lograremos juntos.
-Que no me llames...
-Venga, a trabajar -la cortó-. Tenemos mucho curro por delante.
Cuando el alcalde se fue para saludar al resto de los habitantes, Julia rompió a llorar. No se había dado cuenta de que habían pasado ya tres días desde que comenzaron a cocinar.
-Nunca lo lograré.
-Tienes razón.
-No sabes cuánto me has ayudado -respondió ella irónicamente.
-Perdona, pero es verdad. Necesitamos hacerlo juntos, no separados. Tú no tienes nada, yo tampoco. Nada más nada es algo, ¿no?
-Cero y cero son cero -respondió ella-. Vamos, ¿a qué esperas?
Tomás sonrió mientras cogía el delantal que le tendía. Se acercó a ella y comenzó a sacar los ingredientes del armario.
-600 gramos de harina, 200 de azúcar, 4 yemas y 5 claras en punto de nieve -enumeró-. Venga, que vas muy lento.
-Yo al menos hago algo, no como otra que yo me sé.
Tomás se cayó al ver la fulminante mirada que Julia le dirigía y continuó mezclando las cosas.
La mujer del alcalde miraba desde su balcón cómo cocinaban los dos juntos. Ella hablaba, él acataba las órdenes. Ella probaba y emplataba, él mezclaba los ingredientes. Eran perfectos, hacían un gran equipo. Se dio cuenta de que ella nunca pasaba de la mitad de la mesa y que él, por su parte, tampoco se metía en su territorio. Sonrió cuando la olla se pasó un poco hacia un lado y Julia la devolvió a su sitio.
De vez en cuando sus codos se tocaban y ellos se giraban simultáneamente, dándose la espalda. Había pasado ya una hora cuando se echaron hacia atrás y abrieron los ojos. Frente a ellos había tres grandes fuentes: la primera con una cazuela hecha de masa que en su interior contenía verduras y pescado; la segunda con un entrecot de ternera y la tercera con un gran tiramisú.
Muy a su pesar, Tomás reconoció que el menú se le había ocurrido a ella y además que el entrecot había quedado en su punto.
Aunque odiaba hacerlo, Julia halagó su tiramisú y apreció la técnica con la que se había cocinado el pescado.
Llegaron las tres de la tarde y ambos fueron juntos hasta la gran mesa que se había instalado en la plaza. El alcalde observó cómo se dirigían miradas de vez en cuando y sonrió al ver que ambos depositaban las fuentes frente a él al unísono. Ambos cocineros retrocedieron dos pasos y cruzaron las manos frente a sus blancas chaquetillas. Ella tenía una pequeña mancha en la mejilla, él en la barbilla. Cuando ella estiró la mano hacia él, él no retrocedió. En cambio, estiró su propio brazo y limpió la cara de su compañera.
-El menú es exquisito -comenzó el alcalde cortando sus pensamientos-. ¿Querríais abrir vuestro propio restaurante en el centro de Madrid?
-¿Juntos o por separado? -preguntó Julia mientras se giraba.
-Como quieran.
Ambos intercambiaron una mirada y asintieron.
-Está claro, ¿no chèrie?
La mujer del alcalde negó sutilmente con la cabeza. Y pensar que hacía cuatro días ni siquiera se podían ver...
-Fin-
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