18.- Pintura
—Bueno —dijo Alexander estacionando su auto—, hemos llegado.
Lafayette y Hércules que estaban en los asientos traseros del auto se asomaron por la ventana como lo hubieran hecho dos niños pequeños.
John solamente volteó a ver a su novio y le regaló una cálida sonrisa.
Los cuatro bajaron del auto rojo y se quedaron admirando el majestuoso edifico que tenían enfrente. Era de tres pisos, los ventanales estaba cuidados hasta en el más mínimo detalle y la puerta era innecesariamente grande y decorada con tallados en madera.
—Creo que me debí haber vestido diferente. Que vergüenza —chilló Hércules mientras miraba sus pantalones de mezclilla y su camisa con estampado del Rey George.
—Oh, chicos, antes de que entren —les dijo Alex —. Ese edificio de allá atrás es el lugar en el que trabajo.
—¿Ese? —preguntó Lafayette.
—Sí.
—Pero ese edifico es un bufete. Ahí hay abogados —dijo sorprendido el francés de nueva cuenta.
—Creí que eras repartidor — John se sentía bastante confundido.
—Lo era —contestó riendo Alexander—. Era solo un trabajo de medio tiempo, tenía mucho tiempo libre y no sabía qué hacer con el. Me desesperaba bastante —se rio.
—Ah, ya. Pues a mi se me hace que te corrieron —se burló Hércules y Lafayette no tardó mucho en darle un zape por su impertinencia.
—¿Cuántas veces te tengo que decir que te comportes, Mulligan?
Después de haber entrado, Hamilton y Laurens no tardaron mucho en perderse de sus otros dos amigos; quedando ellos dos solos en una de las salas.
Había cuadros pintados por doquier e incluso una de las paredes era un mural muy bello.
John se quedó viendo uno de los cuadros en particular.
—Creo que es muy bello —dijo sin pensarlo. Alexander, que miraba distraído el mural apenas notó que Laurens estaba diciendo algo—. Casi tanto como tú.
Lo último si lo había escuchado.
—Tú eres como una pintura —le susurró Hamilton en el oído.
—¿Cómo podrías saber eso?
—Vamos, sería perfectamente racional el compararte con la pintura más hermosa que encuentres. Las pinturas enamoran por completo, se enmarcan para ser admiradas a diario, llenan de incertidumbre y te hacen sentir algo. Justo como tú a mi. Me haces sentir muchas cosas. Eres la mejor pintura que alguna vez se pudo haber creado.
—Pienso que deberíamos enmarcarnos juntos —sonrió el pecoso al decir esto último.
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