
Capítulo 44: La roca del dragón
Escenas anteriores a este capítulo:
El príncipe Juan encuentra una misteriosa roca con la capacidad de llamar a todos los dragones.
En la actualidad:
Familia.
Era la manera más cercana y acertada de llamar al compañerismo y cuidado que tenían entre ellos.
Extrañaba a su familia, pero Derke estaba seguro de que sus amigos estarían ahí para siempre.
La eternidad podía parecer aturdidora, ver al horizonte y saber que tus días no tendrían fin podía ser solitario y vacío, pero compartir una pequeña parte de eso con personas tan maravillosas se sentía increíble.
- Ustedes son mi familia - les dijo enternecido, con los sentimientos amenazando con brindarle un pleno momento de debilidad que no deseaba, los chicos le sonrieron conmovidos y le dedicaron algunas palabras de afecto cada uno como respuesta a su agradecimiento - La vida no se detiene solo porque ames a alguien y tienes miedo a decírselo - le susurró a Robin en su oído, con especial cuidado de que nadie más escuchara - Así que cuando amas a alguien debes hacerlo saber. Marian puede sentir lo mismo y puede que te arrepientas después.
Robin no respondió, aunque se sintió tentado a decir "no es lo que piensas" no movió un solo músculo en su expresión que pudiera denotar que el consejo le afectó.
- Es solo una sugerencia - dijo el pequeño hámster, pero Robin no volvió la vista hacia él, simplemente continuó caminando y fingiendo que no era parte de la conversación, así que Derke dejó de intentar.
Robin planeaba hacerle caso, después de besar a Marian como el día anterior no concebía otra manera de que la historia terminse para ellos; estarían juntos orgullosamente ante el mundo.
Derke era sabio, observador y prudente la mayor parte del tiempo, probablemente había tocado el tema con Marian también pero no afectaba el resultado final.
Marian permanecía ignorante de todo, de las conversaciones secretas para ar consejos, pero se habría alegrado de saber que contaba con el apoyo de un amigo, eso la habría alentado.
Aquella noche Pequeño Juan había planeado una cita con Scarlett, preparó todo, hizo una lista de las cosas que quería hacer con ella y pensó en comprarle un obsequio, sin embargo, cuando Tuck y Robin regresaban de la aldea, donde habían dejado a Marian comprando especias extrañas acompañada de su pequeño hámster, el chico de cabello negro seguía ahí, solo sentado en la sala con la mirada perdida.
- ¿Está todo bien? - preguntó Robin.
- ¿Scarlett está bien? - a Tuck lo tranquilizó la idea de que si hubiera pasado algo malo ya se habrían enterado.
- No la invité - dijo rendido, sin ninguna expresiín en su rostro, antes de que sus amigos preguntaran la razón él respondió - Porque soy un cobarde.
- ¿No le hablaste?
- No, Robin. Me aterra la simple idea de que me pueda decir que no.
- Pero ya te dijo que si una vez - dijo Tuck en un nulo intento de que su amigo se contagie de optimismo - Tan slo debes decir un par de palabras y esperar una respuesta que de seguro es si.
- No es tan sencillo - su cara ahora denotaba una profunda tristeza que no había sentido en años - Teno miedo, mucho.
- Estaremos ahí si la respesta es mala, no te dejaremos.
- También si la respuesta es buena - apoyó Tuck.
- No te desanimes, aún no lo has intentado, espera a ver qué opina ella.
-Gracias chicos - les dijo con una sonrisa.
Todo el bosque de Sherwood quedó en penumbras y silencio, después de aquella conversación el silencio se intensificó y permitió el descanso de todos los que le habitaban, en medio del inquietante mutismo se podía distinguir el sonido de dos latidos acompasados que pertenecían a dos corazones, dueños el uno del otro, que en la lejanía se buscaban ardiendo en una pasión desesperada, solo pidiendo estar juntos.
647 palabras.
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