Capítulo XVII. La serpiente que sisea cerca del canario
Esta es una historia que profundiza en temas sexuales, contenido sensible, violencia emocional y sexual que puede herir la suceptibilidad de algunas personas, si este tipo de contenido no es de tu gusto, no lo leas. Si gustas de este, hazlo con responsabilidad, y bienvenido al infierno.
Charlie empujó la puerta de su habitación con un gesto casi automático, sintiendo el peso de su cuerpo cansado arrastrarla hacia adentro. Sin quitarse la ropa ni los zapatos, se lanzó a la cama, el colchón cediendo bajo su peso. Un suspiro escapó de sus labios mientras se hundía en la suavidad de las sábanas, su cuerpo gritando por descanso. El reloj en la pared marcaba las dos de la mañana, la hora más tarde que había llegado esa semana.
Habían pasado al menos tres semanas desde que comenzó a participar en los ensayos del elenco. En ese tiempo, Charlie había sido testigo del frenético ritmo del cabaret, donde la competencia y la dominación eran palpables en cada rincón. Minzy, la estrella principal del espectáculo, brillaba con una intensidad que opacaba a las demás. Con dos o tres números cada noche, su presencia era innegable, un espectáculo acompañado por las chicas del elenco y otro en solitario, cerrando la gran noche con una actuación que dejaba a la audiencia sin aliento.
Las noches en "The Great Canary" eran un torbellino de luces, música y movimiento. Las chicas del elenco se movían con una gracia ensayada, bailando y cantando en armonía, mientras un segmento de la banda musical proporcionaba un fondo sonoro vibrante, animando a los invitados a bailar o conversar. Charlie observaba desde las sombras, sintiendo cómo la energía del lugar la envolvía, pero también la excluía.
Durante esas tres semanas, había visto cómo muchas de las chicas eran solicitadas para bailes individuales en otros espacios del local, cada una destacándose en su propio estilo. Sin embargo, Charlie no había tenido la oportunidad de subir al escenario. La respuesta a su pregunta era clara: no. A pesar de haber sido aceptada dentro del espectáculo, Minzy había sido tajante en su decisión. Charlie no tenía la experiencia necesaria y debía pasar por un periodo de preparación. Ensayando para su primer espectáculo en grupo, y solo después de eso, se consideraría un acto en solitario.
La frustración nunca había logrado desmotivar al pequeño canario. Sin embargo, la falta de participación en los espectáculos había llevado a Minzy a dotarla de otras tareas. Mientras los ensayos estaban en pleno apogeo, Charlie se encontraba atrapada en un ciclo de actividades que la mantenían ocupada, pero alejada del escenario. Le pedían que ayudara con los vestuarios, que avisara a las chicas del inicio del show y que trajera bebidas para todos antes y después de cada actuación.
El cansancio se apoderaba de ella, y con cada día que pasaba, la sensación de ser una mera espectadora se intensificaba. La cama se sentía como un refugio, un lugar donde podía dejar atrás la presión y la competencia que la rodeaban. Pero en su interior, una chispa de determinación seguía ardiendo. Sabía que debía demostrar su valía, que su momento llegaría, aunque ahora se sintiera atrapada entre las sombras de un mundo que parecía no tenerle lugar.
Con el cuerpo pesado y la mente en un torbellino de pensamientos, Charlie cerró los ojos, deseando que el sueño la envolviera y le permitiera soñar que nuevamente estaba sobre el escenario, dejando su alma y su ser, sintiendose libre.
Al día siguiente por la noche, la noche se encontraba en su máximo esplendor cuando el espectáculo estelar de Minzy se desarrollaba en pleno apogeo, el aire estaba cargado de una energía electrizante y la casa, aunque no estaba llena, tenía una buena cantidad de clientes recurrentes. La música resonaba con fuerza, marcando el ritmo de su actuación.
Bye-bye, mein Lieber Herr,
Auf wiedersehen, mein Herr
Es war sehr gut, mein Herr
Und vorbei
Du kennst mich wohl, mein Herr,
Ach, lebe wohl, mein Herr
Du sollst mich nicht mehr sehen,
Mein Herr
Minzy se movía por el escenario con una gracia hipnótica, cada paso calculado y sensual. Su vestido brillaba bajo las luces, y su voz llenaba el espacio, cautivando a los espectadores, que la observaban con miradas deslumbradas.
Bye-bye, mein Lieber Herr
Auf weidersehen,
Es war sehr gut,
Und Vorbei
Mein Herr
Con un toque audaz, acariciaba a algunos de los hombres en la primera fila, ignorándolos olímpicamente, como si fueran meros muebles en su espectáculo.
Bye-Bye, Mein Lieber Herr
Farewell, mein Lieber Herr.
It was a fine affair,
But now it's over.
And though I-
Used to care,
I need the-
Open air.
Sin embargo, a medida que avanzaba la actuación, su mirada se desvió hacia el espacio privado donde Alastor solía estar. La ausencia de él la llenó de frustración, y su rostro se torció en una mueca de molestia. La conexión que siempre había sentido con el wendigo parecía desvanecerse en su ausencia, y esa falta de atención la hacía sentir vulnerable en el escenario.
You're better off
Without me,
Auf weidersehen,
Es war sehr gut,
Bye mein Herr!...
Al concluir su número, el aplauso atronador del público resonó en sus oídos, pero Minzy no compartía su entusiasmo. Mientras bajaba del escenario por el backstage, la tensión aún se mantenía en su cuerpo. Allí, se encontró con Charlie, quien, tímidamente, le ofreció una bebida.
—Aquí tienes —dijo Charlie, extendiendo la botella con un gesto nervioso.
Minzy tomó la bebida de mala gana, su expresión aún cargada de desdén.
—Ve a limpiar los camerinos —ordenó, sin darle más importancia.
—Sí, claro —respondió Charlie, sintiendo que su corazón se hundía un poco más. Nuevamente, había sido relegada a una simple tarea de apoyo.
A su lado, Minzy se bebía la botella completa de licor de golpe, esperando un suspiro de satisfacción cuando volvió a notar la presencia del canario allí.
—¿Aún no te has ido? —le pregunto de forma grosera, pero la joven no se movió, esperando allí para decirle algo.
—Disculpe, pero de verdad me gustaría saber ¿cuándo podré actuar en algún show? —preguntó, con la esperanza de que su voz sonara más segura de lo que se sentía.
Minzy la miró con rabia, su mirada fulminante.
—¿Aún no te has dado cuenta? No estás lista —replicó, su tono cortante como un cuchillo—. No seas tan arrogante. Puede que Alastor te haya traído, pero aquí eres solo una más del montón. Si quieres cantar, debes hacer todo lo que yo te pida.
Charlie sintió cómo las palabras de Minzy la golpeaban, pero antes de que pudiera responder, un mesero se acercó, interrumpiendo la tensión que se había acumulado entre ellas.
—Minzy, Alastor te está llamando —anunció el mesero con un aire de urgencia.
Una sonrisa victoriosa se dibujó en el rostro de Minzy, y sin mirar atrás, pasó de lado a Charlie, casi tumbándola.
—No me molestes de nuevo —le dijo, su voz despectiva—. Ahora tengo una reunión muy importante con mi Ali Bear.
Con eso, se alejó, dejando a Charlie sola en el backstage, sintiendo el peso de la humillación y la frustración. El eco de las palabras de Minzy resonaba en su mente, y la pequeña canaria se sintió aún más atrapada en un mundo que parecía no tenerle lugar.
Mientras el bullicio del espectáculo continuaba, Charlie se dirigió a los camerinos, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que debía seguir adelante, que su momento eventualmente llegaría, pero la lucha por encontrar su lugar en "The Great Canary" se volvía cada vez más difícil.
Unos minutos después, en el segundo piso del local, Minzy entró en la oficina de Alastor con una energía casi electrizante, sus ojos brillando con emoción.
—¡Alastor! —exclamó, su voz melodiosa rebosante de alegría—. Me alegra tanto verte, siempre es un placer
Saludó efusivamente, casi saltando a los brazos del wendigo, pero él se apartó con un respeto distante, manteniendo su postura seria. Sin embargo, esto no detuvo los avances de la mujer.
—Ha pasado tanto tiempo sin que estemos a solas ¿Para qué me has llamado? —le preguntó—. ¿Acaso quieres recordar los buenos tiempos, querido?
Se acercó a él, dejando caer un par de botones de su vestido, insinuando más de lo que mostraba. Su actitud era melosa y seductora, cada movimiento diseñado para captar su atención. No obstante, un sonido incómodo interrumpió el momento: el crujido de una silla al ser movida.
Husk, el encargado del hotel y casino bajo el dominio de Alastor, estaba presente, observando la escena con fastidio y asco.
—Hola, Husk —saludó Minzy, su tono cambiando instantáneamente al notar su presencia. Se sentó con recato en uno de los sillones, cruzando las piernas y enderezando su postura—. Bueno, ¿para qué me llamaron?
Alastor, con su usual tono de voz cantarin pero firme, comenzó a hablar.
—Hemos tenido un show decente esta noche —dijo, su mirada fija en ella—. Varios clientes nuevos se han añadido, y el Festival de la Ira está por comenzar en dos semanas. Me gustaría organizar un espectáculo especial para celebrarlo, donde yo participaré como maestro de ceremonias y sería un placer que preparas todos los detalles del show.
La noticia hizo que el rostro de Minzy se iluminara de alegría. Habían pasado décadas desde que Alastor había aparecido en un show, y la idea de compartir el escenario con él la llenaba de entusiasmo.
—¡Eso es increíble! —exclamó, casi vomitando información de la emoción. Empezó a realizar una lista mental y verbal de todo lo que iba a hacer—. Prepararé todo: la decoración, el programa, y por supuesto, los detalles del espectáculo de cierre. ¡Quiero proponer un dúo como los que hacíamos en antaño!
Sin embargo, Alastor la interrumpió, colocando una mano casi en todo su rostro.
—Eso suena excelente Minzy, pero hay un detalles muy importante que pareces olvidar en este momento —le dijo, y Minzy intento recordar a qué se refería—. Espero que Charlie participe con una presentación en solista justo antes del estelar.
No espero esa frase. Minzy se quedó paralizada, su expresión cambiando de felicidad a incredulidad.
—¿Qué? —preguntó, su voz temblando de incredulidad—. ¿Puedes repetir eso?
—Como lo he dicho, querida. Me gustaría que Charlie apareciera en el show ese día, en una presentación como solista justo antes del estelar.
El ojo oscurecido de la mujer empezó a temblar, entonces no lo había escuchado mal. La rabia comenzó a burbujear dentro de Minzy, y su voz se elevó, llena de furia.
—¡No puedes hacerlo! —gritó—. ¡Ella es una simple novata! No está lista para actuar.
Alastor, con una calma que contrastaba con la explosión de Minzy, respondió.
—Debería haber practicado lo suficiente si está asistiendo al ensayo con el resto del elenco.
Minzy sintió cómo su frustración se convertía en ira, incapaz de aceptar que Charlie, la chica que había sido relegada a las sombras, ahora tuviera la oportunidad que ella tanto deseaba negarle.
—¡Esto es inaceptable! —protestó—. ¡No puedo permitir que alguien como ella se lleve la atención del espectáculo!
Husk, aun lado de ella, suspiro de cansancio. Sabía que así serían las cosas, lo había supuesto desde el principio. Por muchos años, Minzy había sido la estrella del espectáculo en The Great Canary, trabajando de la mano de Alastor desde que ella cayó en el infierno. El demonio tenía sus conexiones y el poder, mientras la cantante el talento. Y por muchos años fueron lo más comentado del círculo del orgullo, cuando tuvo sus años dorados hacía ya unas cuantas décadas. No obstante, con la llegada de un rival mucho más imponente y sexualizado que ella, la atención del público sobre Minzy decayó casi al mismo tiempo que el interés de Alastor por ella. La cantante seguía adorándolo como un dios, siendo extremadamente territorial con toda aquella mujer que intentara acercarse a este, especialmente si era alguien que integraba parte del elenco. Por lo que no fue difícil pensar que pasaría esto.
Aun así, parecía que el demonio de la radio había esperado demasiado de una mujer como ella.
—Minzy —dijo, su voz grave—, si quieres que el espectáculo sea un éxito, debes aprender a trabajar con el talento que tienes a tu disposición. Charlie tiene potencial, y tú lo sabes. Si le dieras tu atención como se debe ella seguro brillaría como una brillante gema.
Minzy, aún furiosa, cruzó los brazos, sintiendo cómo la presión aumentaba en su pecho. La idea de compartir el escenario con la pequeña canaria la llenaba de celos.
—No voy a hacerlo. Me niego a hacerlo —dijo, negándose de forma rotunda.
La rubia mujer apretó el dobladillo de su vestido, su corazón latiendo con fuerza mientras la ira y la frustración se agolpaban en su pecho. La idea de que aquella insulsa chica, una simple novata, pudiera tomar su lugar en el espectáculo que tanto ansiaba era inaceptable. Sentía que su mundo se tambaleaba, como si Alastor estuviera a punto de arrebatarle todo lo que había trabajado por construir.
Su mente se llenó de imágenes de su carrera, de los momentos en que había brillado en el escenario junto a Alastor. Recordaba la química entre ellos, la forma en que el público se rendía ante su talento. Ahora, esa oportunidad podría ser despojada por alguien que apenas había comenzado a dar sus primeros pasos. La rabia burbujeaba dentro de ella, y cada palabra del demonio escarlata parecía un golpe directo a su orgullo como mujer y como actriz.
Hasta ese momento, Alastor, que había estado observando su reacción, decidió presionar un poco más. Aunque aún sonriendo, su mirada se tornó seria, y su voz adquirió un tono autoritario.
—Voy a tratar de ser un poco comprensivo, dado el tiempo que tenemos conociéndonos, pero sabes mejor que nadie que desobedecer mis órdenes puede ser motivo de un castigo.
Las palabras resonaron en la oficina, llenando el aire de tensión. Minzy sintió cómo el ambiente se volvía pesado, como si una tormenta estuviera a punto de estallar. La rabia que había estado conteniendo finalmente salió a la superficie, y su voz se elevó, llena de desafío.
—¡No lo haré! —exclamó de nuevo, más certera que nunca y con su mirada fija en Alastor, desafiándolo—. Puedes despedirme si deseas, pero no voy a instruir a esa novata.
Entonces, sin mostrar signos de vacilación, Alastor se encogió de hombros, como si la decisión ya estuviera tomada.
—Te despido con efecto inmediato.
Minzy lo miró, incrédula, sintiendo cómo el suelo se desvanecía bajo sus pies. Sus ojos se abrieron y su boca tembló. Husk observaba todo, en completo silencio.
—No puedes estar hablando en serio —protestó, su voz temblando entre la incredulidad y la desesperación.
—Sí, lo estoy —replicó él, su tono firme y sin lugar a dudas—. No permitiré que nadie desobedezca mis palabras. Ni siquiera tu, querida.
La indignación se apoderó de Minzy, y se levantó de su asiento, su rostro ardiente de furia.
—No importa —declaró, con una determinación desafiante—. Pronto regresarás llorando por mí y te arrepentirás de tu decisión ¡Nadie puede hacer que la gran Minzy sea humillada! ¡Vas a arrepentirte de esto Alastor!
Para evitar un escándalo mayor, los ayudantes sombra de Alastor la escoltaron fuera de la oficina, mientras ella se marchaba, lanzando miradas fulminantes hacia atrás.
Una vez que la puerta se cerró, Husk miró a Alastor con cansancio, preguntándole:
—¿Y ahora qué harás?
Alastor, pensativo por un momento, comentó con despreocupación:
—No pensé que tendría que recurrir a eso, pero no me lamento. Si ella no quiere cooperar, es mejor que este fuera.
Husk observó su actitud jocosa, siempre habitual en él. Intuyo que eso pasaría en algún punto, pero considero que la presencia de Charlie en la actualidad había influido en ello, puesto que siempre fue demasiado indulgente con Minzy, bien sea por su actitud pegajosa o sus vicios al juego y al alcohol. Aun así, este se levantó de su asiento para invocar su micrófono. Y con su voz llena de suspicacia, añadió:
—No te preocupes, tengo todo bajo control. Solo necesito conseguir otro maestro para Charlie, y conozco a la persona perfecta.
Husk frunció el ceño, intrigado, entonces un mal presentimiento se sintió por todo su cuerpo, como una maldita señal que era inherente a su naturaleza animal.
—No estarás pensando justo lo que creo que harás, loco bastardo —pero la sonrisa rastrera y juguetona del wendigo fluyó de nuevo, confirmando lo que pensaba cuando enfoco su mirada en una de las tantas invitaciones al show de strippers de la estrella del cine porno: Ángel Dust.
—Es una persona bastante molesta e inmoral, pero tiene sus límites y estoy seguro que entre todos los instructores que podría encontrar, es el único que no garantizara la integridad física y moral de nuestro pequeño canario —contestó.
El demonio negó con la mirada, pareciendo increíble lo que ese hombre estaba por hacer.
—¿Vas a pedirle un favor a Valentino justo cuando eres la competencia al otro lado del charco? —preguntó Husk incrédulo, aunque siendo sincero, no era algo que no esperara de su empleador, el tipo estaba lo suficientemente loco para obtener lo que deseaba, no importa a quien jodiera en el camino.
—No, a él no exactamente —le contesto sonriendo y alzando el teléfono de la oficina—. Más bien, cobraría un par de favores pendientes —indico con una sonrisa dentada que helo la espina dorsal del demonio gato, presintiendo muy bien a quien iba a llamar.
—No, por la maldita puta...
Bueno, tuviste una ligera aparición Minzy, aunque quizas no sea la ultima ¿Pero que pasara ahora que no estara? Me gustaría leer sus comentarios, puesto que los siguientes capitulos que vienen son mucho más interesantes, espero puedan estar atentos. La canción de esta oportunidad fue Mein Herr de la iconica pelicula "Cabaret", una obra de arte para escuchar.
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