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Capítulo XII. El juego del niño

Esta es una historia que profundiza en temas sexuales, contenido sensible, violencia emocional y sexual que puede herir la suceptibilidad de algunas personas, si este tipo de contenido no es de tu gusto, no lo leas. Si gustas de este, hazlo con responsabilidad, y bienvenido al infierno.

Los preparativos para el inicio del show estaban en pleno apogeo, con los patéticos pecadores merodeando por todo el lugar, ansiosos por presenciar el espectáculo que pronto comenzaría.

Las luces tenues creaban una atmósfera misteriosa, mientras la música de fondo resonaba en cada rincón del local. Los susurros y risas se entrelazaban en el aire, formando una sinfonía peculiar que anunciaba el comienzo de algo extraordinario.

Mientras tanto, en el escenario, los artistas se preparaban para deslumbrar al público con su talento y encanto. Las luces se encendieron lentamente, revelando un escenario deslumbrante adornado con brillantes cortinas y exquisitos adornos. El aroma a perfume y tabaco impregnaba el aire, creando una atmósfera embriagadora que envolvía a todos los presentes.

Los músicos afinaban sus instrumentos con precisión, mientras las bailarinas ensayaban sus elegantes movimientos. El director del espectáculo daba indicaciones finales a su equipo, asegurándose de que todo estuviera listo para el gran momento. El murmullo del público se intensificaba a medida que la expectativa crecía, impregnando el ambiente con una energía palpable.

Finalmente, llegó el momento tan esperado. Las luces se atenuaron, sumiendo al cabaret en una penumbra expectante. El silencio se apoderó del lugar, creando una tensión palpable que parecía detener el tiempo mismo. Y entonces, como si fuera un acto de magia, la música comenzó a llenar el espacio, rompiendo el silencio con su melodía seductora.

En ese momento, las bailarinas aparecieron en el escenario con sus vestidos de colores brillantes y faldas cortas. Los tacones resonaban en el suelo mientras las chicas se movían con gracia y sensualidad al ritmo de la música. Los hombres de la audiencia se agitaban en sus asientos, fascinados por la belleza y el encanto de las bailarinas.

Las chicas se despojaron de sus vestidos, revelando sus piernas desnudas y sus corsés ajustados. Los espectadores jadeaban y aplaudían mientras las bailarinas se movían con aún más energía y pasión. El Cancán era una danza provocativa y atrevida que desafiaba las normas sociales de la época.

Las bailarinas se movían en formaciones, saltando y girando alrededor del escenario. Los vestidos volaban y las faldas se levantaban, dejando ver más piel. Era un espectáculo lleno de vida y emoción que dejaba a la audiencia sin aliento.

Bebiendo una fina copa de whisky, la sonrisa socarrona de Alastor relucía desde lo alto de su palco privado en The Great Canary. Cómo siempre, en el lugar la atmósfera estaba cargada de emoción y anticipación.

Y era claro que sentía cierto grado de satisfacción al observar el desarrollo del show, saboreando cada momento con deleite. Después de todo, la presentación emulaba gloriosamente el Cancán de los burdeles de la Francia de 1900, los cuales fueron una experiencia única e inolvidable que el wendigo no dejo pasar ni siquiera que estuvo muerto. Era un mundo de sensualidad y libertad en el que las mujeres podían expresarse a través del baile y los hombres podían disfrutar del espectáculo sin miedo al juicio social. ¡Qué tiempos aquellos! Observar y dirigir el espectáculo, junto a una buena compañía y un buen vaso de Whisky era un placer que amasó por años mientras solo era un mero espectador.

Ahora, su presencia imponente parecía impregnar cada rincón del lugar, como si estuviera tejiendo hilos invisibles que conectaban cada aspecto del espectáculo. Su eterna sonrisa no se desvanecía, como si estuviera entrenando un nuevo tipo de entretenimiento especialmente diseñado para él.

Y es que él, a pesar de ser el dueño y principal organizador de los espectáculos, se encontraba apartado del bullicio y la agitación, observando con soberbia y diversión. Se sentía bien estar allí después de haberse alejado un poco debido al aburrimiento que le causaba el lugar. Después de todo, teniendo casi cien años desde que cayó en el infierno, hasta el espacio más excitante podría revestirse de aburrimiento, decayendo hasta volverse inapetente. Pero verse emocionado de volver le daba un cierto aire de excitación, se sentía expectante por lo que podría suceder una vez llegara su pequeña invitada al local.

Fue entonces que su escurridiza sombra apareció frente a él tanteando su hombro, con extendida diversión, le preguntó:

—¿Ya está aquí nuestra querida invitada?

Pero la sombra parecía estar preocupado por algo, lo que llamó la atención del wendigo, quien dejó su copa a un lado y se levantó del asiento. Algo había sucedido.

—Llévame dónde está.

A unos cuantos metros, la habitación se sume en un silencio incómodo. Charlie llora desconsoladamente, sus sollozos resonando en las paredes. Vaggie y Husk la observan con evidente preocupación, intercambiando miradas nerviosas.

Al momento, la puerta se abre y Alastor entra a la habitación. Su sola presencia parece llenar el espacio, su mirada penetrante paseándose de Charlie a Vaggie y Husk.

—¿Qué fue lo sucedió? —pregunta Alastor, su voz impregnada de un tono de advertencia.

Vaggie y Husk se miran, debatiéndose internamente sobre cómo explicar la situación sin poner en riesgo sus cabezas. Después de todo, el cuidado del pequeño ángel era su responsabilidad y que hubiera estado ante un peligro tan grande los ponía en una situación peligrosa. Aún así, respirando con fuerza, Vaggie da un paso al frente para explicar la situación.

La estática del demonio pareció aumentar conforme el relato y casi hace que Vaggie se detenga, buscando las palabras adecuadas. Husk la interrumpe, su voz tensa.

—Al final no paso nada. La morena hizo todo el trabajo y mató a los bastardos antes de que pudiera pasar algo.

Aún así, pese a esas palabras, Alastor no parecía nada feliz con la situación. El brillo escarlata en su expresión lo denotaba y podía ser cuestión de tiempo que alguno de los dos terminará en forma de abominables gritos dentro de la radio como castigo por su irresponsabilidad.

Pero manteniéndose en silencio, Alastor dirigio su mirada hacia Charlie, quien sollozaba incontrolablemente.

—¿Pueden dejarnos un momento a solas, estimados? —pregunto. Pero la experiencia propia de trabajar con el demonio de la radio les dijo a Husk y Vaggie que era el momento que tenían que escapar antes de que sucediera algo peor.

Una vez ambos estuvieron solos, el wendigo se acercó a ella, arrodillándose a su lado.

—Querida , ¿qué es lo que ocurre? ¿Por qué esas lágrimas? —pregunta Alastor, su voz suave sonaba tranquilizadora, por lo que hizo que ella alzara la vista, aunque las lágrimas aún inundaban sus dorados ojos.

Eso causó un estremecimiento en el demonio que disimulo apenas pudo sentirlo. Aquella expresión desastrosa y lamentable, presa de un pánico tremendo le recordó claramente el éxtasis de un cazador ante su vulnerable presa. Eso es lo que era aquel indefenso ángel. Una presa de quien quiera que pudiera poner sus manos sobre ella y eso era lo que casi había sucedido de no ser de la rápida actuación de Vagatha.

Sencillamente, a Alastor no podía importarle menos si mental o emocionalmente estuviera bien si físicamente estuviera intacta, su valor estaba impreso en la pureza de su cuerpo, y en vista de que desconocía la naturaleza de su voz o de algún poder, mientras lo averiguaba, era necesario que lo mantuviera intacto de cualquier tipo de impureza física.

Aún así, sacándose un pañuelo del bolsillo de su abrigo, se lo extendió a la chica.

Está lo miró, aceptándolo con duda pero queriendo llorar aún más, así que sin poder evitarlo, simplemente se lanzo a los brazos del wendigo llorando mientras esté se quedó quieto, sorprendido del contacto.

Era la segunda ocasión que lo tocaba sin su permiso, pero a diferencia de otras personas que le resultaban repulsivas, el tacto del angel se sentía bastante placentero. Cálido, mojado por las lágrimas que ella dejaba encima de su abrigo mientras se aferraba a él.

¿Se sentiría así de bien si era capaz de destruir el mismo su alma?

La sola idea lo tenía lleno de un éxtasis jamás sentido y tomándola apenas ligeramente de los hombros para simular que la consolaba, Alastor aspiro su esencia, disfrutando el momento.

Ese era el olor del dolor.

¿Cuánto dolor y desesperación debería infundarle para sentir de nuevo algo así?

Mientras Charlie se aferraba a Alastor, las lágrimas comenzaban a cesar, aunque su corazón seguía latiendo desbocado. El wendigo, sintiendo la calidez de su abrazo, se permitió un momento de reflexión. Era fascinante cómo alguien tan frágil podía provocar en él una sensación de poder y control. Un control que él adoraba poseer sobre otros.

—Querida—comenzó Alastor, su voz suave pero cargada de ironía—, de verdad es lamentable lo que te ha sucedido, un hecho en verdad terrible, pero ¿te has dado cuenta de que el dolor puede ser una forma de arte? Una tragedia personal puede transformarse en la más hermosa de las actuaciones.

Charlie lo miró, sus ojos dorados aún brillando con lágrimas.

—¿Arte? No sé si lo que siento puede ser algo hermoso...

En verdad vivió algo terrible, jamás en su vida había vivido semejante miedo. Llamarlo hermoso, no podría siquiera hacerlo.

—Oh, pero claro que sí. —Alastor sonrió, dejando que su cinismo fluyera—. Pero, ¿sabes? A veces me pregunto si te das cuenta de que, aquí en el infierno, eres como un canario en una jaula. Bonita, frágil, y con un canto que podría deslumbrar, pero atrapada en un lugar donde otros podrían fácilmente aplastar tu espíritu.

Las palabras de Alastor resonaron en el aire, y Charlie sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué quieres decir?

—Simplemente que, si no tomas las riendas de tu propia existencia, querida, podrías terminar siendo la cena de alguien más. Este lugar no es un hogar; es un festín para los depredadores. —Su mirada se volvió intensa—. No pienses demasiado en tu dolor. En lugar de eso, usa esa vulnerabilidad como tu arma.

Charlie lo miró, la confusión y el miedo mezclándose en su corazón. Alastor, sintiendo que había captado su atención, continuó:

—Imagina que tu sufrimiento se convierte en tu canto, un canto que puede romper las cadenas de tu jaula. El escenario es un lugar mágico. Allí, las emociones pueden liberarse, transformarse. Puedes convertir tu sufrimiento en una danza, en una canción.

Ella lo escuchaba, cautivada, aunque una parte de ella seguía dudando.

—¿De verdad crees que puedo hacerlo?

—Por supuesto. —Alastor se inclinó un poco más cerca, sus ojos brillando con una mezcla de interés y manipulación—. Imagina la ovación, el aplauso. La gente se enamorará de ti, de tu dolor, de tu historia. Podrías ser la estrella que siempre has deseado ser.

El corazón de Charlie latía con fuerza. La idea de estar en el escenario, de ser vista y aclamada, comenzaba a seducirla. Pero, ¿a qué costo?

—Pero... no sé si estoy lista.

—¿Listo? —replicó Alastor, su tono burlón volviéndose más persuasivo—. ¿Quién está realmente listo para el escenario? Todos somos actores en esta obra llamada vida, querida. Tienes el escenario ante tus ojos, solo necesitas dar el primer paso.

Con cada palabra, Alastor tejía una red de confianza y deseo a su alrededor. Se dio cuenta de que estaba manipulando sus emociones, pero también entendía que era una manipulación que podría llevarla a donde quería que estuviera: bajo las luces brillantes del escenario.

—Imagina —continuó, dejando que su voz se volviera casi hipnótica—. La música, el ruido del público, la sensación de libertad mientras te dejas llevar por el ritmo. Te sentirás viva.

Charlie, con los ojos aún brillantes de lágrimas, comenzó a visualizarlo. La idea de actuar parecía un refugio, una forma de escapar de su dolor.

—¿Y si no les gusto? —preguntó, su voz temblando.

—Eso es lo que hace el arte tan delicioso. —Alastor se enderezó, su sonrisa ampliándose—. La posibilidad de ser amado o aborrecido. Pero, querida, lo que importa es que tú brilles. Y yo te ayudaré a brillar.

Alastor se inclinó hacia ella, su mirada intensa.

—Déjame ser tu guía. Juntos, haremos que el mundo te adore.

Con cada palabra, Charlie sentía que se estaba acercando más a una decisión. La promesa de un nuevo comienzo brillaba ante ella, mientras Alastor sonreía, sabiendo que había ganado su confianza y, con ello, una nueva herramienta para sus propios fines.

—Entonces, ¿qué dices? —preguntó Alastor, su voz casi un susurro—. ¿Estás lista para dar el primer paso hacia la grandeza?

Charlie, sintiendo una mezcla de emoción y terror, asintió lentamente. La idea de ser vista, de ser amada, comenzaba a eclipsar su miedo. Sin darse cuenta, había caído en la trampa de Alastor, quien, satisfecho, sabía que había sembrado la semilla de su manipulación.

—Perfecto. —Alastor se puso de pie, extendiendo su mano hacia ella—. Vamos, querida. Es hora de que el mundo te conozca.

Charlie tomó su mano, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. A medida que se levantaba, el eco de su decisión resonaba en el aire. No sabía que estaba a punto de entrar en un juego mucho más grande, donde las luces del escenario no solo iluminarían su talento, sino también la oscuridad que Alastor había estado cultivando en las sombras.

¡Hola! He venido de nuevo con una actualización, habia escrito la primera parte de este capítulo hacía meses pero me costo muchisimo lograr culminarlo, pero he quedado bastante conforme de como ha terminado ¿que les ha parecido a ustedes? Alastor es casi como un diablo, manipulador y trepador para lograr lo que quiere y quería de verdad plasmarlo en este capítulo, espero haberlo logrado ¿que piensan ustedes? Me gustaría leer sus comentarios, siempre me animan mucho. Un saludo grande desde Venezuela y nos leemos pronto 

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