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Capítulo XII. El canario y la polilla

Esta es una historia que profundiza en temas sexuales, contenido sensible, violencia emocional y sexual que puede herir la suceptibilidad de algunas personas, si este tipo de contenido no es de tu gusto, no lo leas. Si gustas de este, hazlo con responsabilidad, y bienvenido al infierno.

En el silencio opresivo del pasillo, apenas interrumpido por el eco de unos pasos apenas audibles, la oscuridad se veía interrumpida por una tenue luz que apenas alcanzaba a iluminar unos largos cabellos plateados que se movían con el movimiento de un cuerpo femenino ingresando al lugar. La figura enigmática se acercaba con una elegancia misteriosa, su presencia apenas perceptible pero cargada de intriga.

Finalmente, la misteriosa mujer llegó a la puerta de una oficina en específico, donde tocó con suavidad. La puerta se abrió con un crujido apenas perceptible, permitiéndole el ingreso. Con una voz tranquila pero llena de misterio, preguntó:

—¿Me llamó, señor?

Alastor, con una sonrisa que parecía esconder mil secretos, la observaba con ojos astutos.

—Te esperaba, Vagatha—murmuró, revelando así el nombre de la mujer que acababa de entrar a la habitación.

Con su parche en forma de X resaltando en su ojo izquierdo, Vaggie o Vagatha como la había nombrado su empleador se encontraba de pie en silencio, esperando las siguientes órdenes a recibir. Tenía una expresión severa y llena de desdén, como quien no quiere realizar lo que están por indicarle.

—¿Qué es lo que desea? —pregunto, intuyendo lo que podría decir.

—Tengo una nueva tarea para ti, una muy importante a decir verdad —admitió.

—¿A quién debo matar? —pregunto esta con oscuro temple. Alastor solo soltó una carcajada, levantándose de su asiento.

—Aunque siempre es tentador, me temo que por el momento no hay ningún infeliz que eliminar de la faz del infierno —mencionó, y dándose la vuelta para ver por el gran ventanal de su oficina, espeto—... Esta vez tienes la obligación de proteger y cuidar a alguien —dijo.

Los ojos de Vaggie se alzaron de sorpresa, eso era nuevo. Desde que había terminado en el infierno, solo había tenido que tomar vida de otros demonios por el bien de otros o por mera supervivencia. Tener que proteger a alguien era algo bastante inusual en ese lugar, por lo que no pudo evitar sentir confusión cuando este otro lo menciono.

—¿Proteger a alguien? ¿De quién se trata? —pregunto.

Los ojos escarlata de Alastor brillaron con malicia, para luego voltearse a verla.

—Es un producto muy especial querida, quizás uno de los que mayor valor he tenido el gusto de poseer —explico.

Mercancía.... Nuevamente la expresión de la mujer decayó, imaginando de que podría tratarse teniendo en cuenta a que se dedicaba el bastardo quien sujetaba de su propia alma.

No pudo evitar poner mala cara, resintiendo su orden en su interior. Aunque tenia unos cuantos años en lo profundo del abismo, la prostitución y la comercialización de almas seguia dandole dolor de estomago.

Pero por muy terrible que fuera lo que tuviera que hacer, no tenía otra opción. Estaba atada y no había forma de remediar eso.

—Comprendo ¿Cuándo inicia mi trabajo? —cuestiono.

—En este mismo momento —dijo—. Ella está esperando en la habitación 524 del hotel de nuestro estimado Husk —chasqueo los dedos y una caja decorada —, ayúdala a prepararse y traela a nuestro local a las 19:00 en punto, procuren no llegar tarde.

Vaggie asintió, lista para retirarse con la caja que parecía contener algunas prendas de ropa en su interior. El sello del emporio de Rosie era notorio en la etiqueta. Sin embargo, antes de que pasara por la puerta, el wendigo volvió a llamarla.

—Antes de que lo olvide, nuestra querida no ha pisado mucho las calles de la ciudad, así que quizás pueda asustarse un poco, su naturaleza angelical quizás prima en ello, deberás ayudarla si se presenta algún inconveniente de camino. Después de todo, tu conoces bien lo que es ser abandonado por las fuerzas del cielo —musitó con cinismo y diversión, antes de que la puerta se cerrará en la cara de Vaggie.

Por primera vez en mucho tiempo, un escalofrío le recorrió la espalda de la mujer y el deseo de vomitar fue apenas contenido cuando logró darse cuenta de lo que aquel miserable demonio se estaba haciendo. Suspiro profundamente, tratando de contener el malestar y las lágrimas que luego de muchos años, había logrado apaciguar.

Definitivamente, estaba en el infierno.

Un poco más lejos, encerrada en su habitación de hotel, Charlie se encontraba sentada en el borde de la cama, con la mirada perdida en el vacío. Recordaba con claridad el momento en el que Alastor le había dicho que tenía un don especial, algo que podría maravillar a las personas. Sin embargo, ella no podía creer tan fácil esas palabras.

Cantar era natural para ella, era su don, su responsabilidad.

Pero no podía decir que pudiera ser algo más que eso.

Lo amaba, amaba cantar como un canario durante todas las horas del día. Casi de forma mágica, las notas musicales venían a su cabeza y se perdía dentro de ellas, como si cantar fuera como respirar para ella.

El problema es que no podía evitar sentir un profundo temor y desprecio por sí misma. Después de aquel mal causado a seres que no tenían nada de culpa ¿Cómo podría ser capaz de maravillar a alguien si ni siquiera creía en sus propias habilidades? ¿Les haría el mismo daño que ella a los huevecillos de ángel que no pudieron nacer?

Mientras reflexionaba sobre sus dudas, recordó la expresión serena en el rostro de Alastor cuando le había hablado. Él había estado tan extasiado, era tanta su emoción cuando le hablo de verla cantar sobre el escenario que le hizo crecer una terrible duda de si todo lo que había pensado hasta el momento era en verdad. De si de verdad podría cantar para ella y para los demás como en verdad quería, y no solo como una responsabilidad otorgada de nacimiento.

                      Eres igual a todos los demás que componen la creación de nuestro señor, espero                     no olvides tu verdadero lugar y propósito en el cielo si no quieres caer al infierno, igual como Lucifer.

Se encogió en sí misma, recordando las gélidas palabras de Sera. No podía ser diferente. Aun habiendo terminado en el infierno, no podía ser diferente a su gente.

Y de verdad, habría querido decir que sí, cuando el verdadero temor la alcanzó y le evitó tomar la mano del demonio.

De cierto modo, se sintió triste y decepcionada de ella misma. Y eso repercutió en sí misma, aunque Alastor no tomó represalias ante su negativa.

No parecía molesto por su falta de confianza, simplemente la aceptaba tal como era. Incluso la había invitado a uno de sus espectáculos para que pudiera conocerlos y sentirse parte de algo especial. Sin embargo, ya habían pasado varios días desde entonces y Charlie no se había presentado al hotel. ¿Estaría todo bien con ella? Al final ¿se había terminado decepcionando por su su negativa?

Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, observando las luces parpadeantes de la ciudad.

—No creo que sea correcto —se dijo para sí misma, bajando la mirada al suelo y apretando el dobladillo de su vestido—... mi voz solo ha servido para un propósito y no es para mi propio beneficio egoísta.

Aun así, quería cantar.

Quería ser vista y que los demás disfrutaran de su canto, encantar y maravillar a todos con la música, esperando que fueran más felices en el proceso. Eso es lo que Charlie quería hacer en realidad.

Con eso en mente, tomó una decisión.

A pesar de su inseguridad, algo en lo más profundo de su ser le decía que debía intentarlo. Quizás Alastor tenía razón y ella realmente poseía un don especial. Tal vez era hora de enfrentar sus miedos y demostrarse a sí misma de lo que era capaz.

Incluso si no era parte de los preceptos de su señor creador.

Decidió salir de la habitación y buscar información sobre el próximo espectáculo de Alastor. Quizás Husk tendría alguna idea, se dijo para sí misma, así que bajó por el elevador para llegar hasta la recepción, donde esperaba verlo, siendo eso en vano.

Aun así, no se detuvo allí. Decidió seguir buscando, ya que si él era el dueño de aquel establecimiento, seguramente estaría haciendo algún trabajo supervisando, después de todo, el hotel era demasiado grande, podría hallarse en cualquier espacio.

Mientras caminaba por los pasillos del hotel, se sentía nerviosa pero determinada. No podía permitir que sus dudas la detuvieran más tiempo.

Después de varios minutos de búsqueda, comenzó a sentir desesperación al darse cuenta de que estaba rodeada de pasillos idénticos. De repente, se escucharon unos pasos detrás de ella. Como había estado caminando por varios pasillos llenos de otros inquilinos, no le pareció extraño, hasta que sintió que alguien la seguía.

Al principio, trató de ignorarlo, pero a medida que pasaban los minutos, el nerviosismo tenuemente se transformaba en asco y pavor, escuchaba comentarios insinuantes y burlones hacia ella, que la siseaban y hablaban de su vestido, de sus piernas, sus senos y de cómo podrían hacer miles de cosas sucias con ella. Luego de ese último comentario un miedo desconocido se apoderó de ella.

Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr y al mismo tiempo, aquel grupo de pecadores la siguió corriendo. Empezó a gritar por ayuda, esperando encontrar a Husk o alguien que pudiera sacarla de ese horror en el que se había metido.

A pesar de sus gritos y de pasar al lado de otras personas, nadie parecía notar su angustia ni ofrecerle ayuda. Desesperada, llegó a las escaleras de emergencia, esperando encontrar una salida, pero se vio acorralada por los tres hombres que la rodearon con malas intenciones.

Cayendo de rodillas, en pánico, solo pudo rogarles que se detuvieran.

—Por favor, no me hagan daño —suplicó Charlie, pero los hombres solo se rieron burlonamente e intentaron jalarla hacia ellos. La desesperación la invadió mientras sentía que no había escapatoria.

En ese momento, una mujer morena con largos cabellos plateados apareció de la nada. Sostenía una lanza brillante y emanaba un aura peligrosa. Sin dudarlo, se abalanzó sobre los hombres, atacándolos con una destreza impresionante. Charlie observaba atónita cómo la misteriosa mujer luchaba con una fuerza sobrenatural, protegiéndola de sus agresores.

Con movimientos ágiles y precisos, la mujer logró neutralizar a los tres hombres, dejándolos inmóviles en el suelo. Charlie no podía creer lo que acababa de presenciar. La mujer se acercó a ella con calma y le ofreció una mano amiga.

—¿Estás bien? —preguntó la mujer con voz suave y reconfortante.

Charlie asintió, todavía sin poder articular palabras. La mujer le sonrió con ternura antes de ayudarla a levantarse, pero sus piernas no pudieron levantarse, aún conmocionada por lo sucedido. Fue entonces que la joven rubia empezó a llorar entre los brazos de su salvadora, temblando de miedo y pánico, por lo que había pasado y pudo haber sucedido.

Era su primera y terrible experiencia con la dura realidad del infierno.

Pocos minutos después, Husk ingresó corriendo al espacio de las escaleras de emergencia, viendo a la pequeña ángel llorar de terror y alivio entre los brazos de Vaggie, quien tenía una mueca de disgusto y represalia en su contra. Este suspiro, pasando sus manos por su cara.

—Necesito una botella de Whisky. 

Bueno, Vaggie ha hecho su aparición en esta historia, y como pudieron darse cuenta, esta vez quien la encontro no fue Charlie como en la serie, sino Alastor... pueden surgir muchas dudas y preguntas, pero estare encantada de abordarlas en los siguientes capítulos, especialmente el que viene que estara cargado de muchas emociones y un par de canciones ¿pueden imaginar cuales seran? Espero hayan disfrutado la actualización, estoy organizando mis actualizaciones, porque tengo 4 historias en emisión, son todos bienvenidos a leerlas cuando gustes. De verdad me anima mucho volver a escribir, ha sido un largo camino, pero espero seguir mucho rato más con ustedes, les dejo un gran saludo desde Venezuela y espero nos leamos pronto. 

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