15: Cómo pasa el tiempo
6:34 P.M
–Tres, dos, uno... ¡Y allá va! ¡Ya puedes abrir los ojos!
Mientras la luz volvía a filtrarse entre sus párpados y Martín recuperaba la capacidad de distinguir los colores y las formas, una incontrolable sensación de extrañez lo abrumó. Sentía como si le faltara algo; como si una parte integra de su cuerpo hubiese desaparecido.
Aunque realmente era algo bastante parecido.
–¡Y con eso se acaba! ¿Cómo te sientes?
Martín bajó la mirada y la dirigió hacia su desnudo y rallado brazo izquierdo. Estaba enrojecido y con varias marcas producto de la férula. Pero, finalmente, sano.
Abrió y cerró el puño para comprobarlo.
–...Se siente bien...muy bien, de hecho–Miró hacia Ruby, quien se hallaba sentada a su lado. Ambos estaban en el suelo de la habitación, a pesar de tener una cama de lujo a sus espaldas–Gracias.
–¡No es nada! –Le sonrió–Solo es mi trabajo...o al menos lo será dentro de unos años.
–...Si no logras convertirte en una cantante famosa, ¿no?
–¡Ah...! –Pareció sorprendida–Sí... ¡sí, es verdad! ¡Pero cómo lo lograré, no hay nada de qué preocuparse!
Martín asintió. No podía ser de menos: gracias a ella se había recuperado de aquella molestia, algo que estando solo no hubiese sido posible...al menos no a esa velocidad. Lo que puede hacer una rigurosa rutina y un cuidado casi maternal.
Levantó el brazo, lo elevó y luego lo estiró en frente de Ruby. De fondo, y a través de una gigantesca ventana, era capaz de ver el sereno paisaje de Medellín de fondo. Las brillantes y pequeñas luces se hacían notar más que los altos edificios de la ciudad. Ruby tenía buen gusto a la hora de elegir donde hospedarse, eso tampoco podía negarlo.
–¿Te diviertes jugando con tu brazo? –Le preguntó. Se mantenía acurrucada a la par suya, como si fueran amigos íntimos. A Martín esto podría molestarle, pero estaba de buen humor y simplemente lo dejaría pasar.
–No...es solo que se siente muy raro. Al fin puedo moverme libremente, después de tanto tiempo cargando esa cosa... no sé como explicar esta sensación, ¿nunca te has quebrado algún hueso?
–¡Nop, nunca! Pero entiendo tu punto. Desde que te conocí has andado con eso en los hombros, ahora hasta a mí me parece raro. ¡Esto era parte de tu outfit! –Y recogió la férula del suelo.
–Sí...desde entonces...–La tomó pensando en que sería la última vez que la vería. Aunque fuera un buen recuerdo, no por ello quería guardarla o algo por el estilo–Me pregunto cuanto tiempo habrá pasado desde que nos conocimos...
–¡En lo mismo pensaba! –Ella respondió al instante–Bien podrían ser semanas o meses...incluso quizás un año ¿Quién sabe? Pero si tuviera que apostar, diría dos meses–E hizo el ademán con sus dedos.
–¿Dos meses? ¿Bromeas? –La miró serio–Solo en el Tapón ese pasamos como un mes dando vueltas...Yo diría que llevamos cinco.
–Ya veo, ¡tan eterno se te ha hecho el viaje! –Recostó la cabeza en la cama–Aunque es curioso...como no hay forma de medir el tiempo cada uno lo ha experimentado de un modo diferente. El tiempo es relativo ¿no es así, mi buen amigo Einstein?
–...Sí, realmente lo es–Y ambos callaron por un rato.
Mientras él seguía retando a su brazo, había varias cosas que no podía sacarse de la cabeza. Ruby era una de ellas.
La situación había cambiado un poco en torno a su presencia. No podía evitar responderle, a veces casi de forma inconsciente. Al principio fue fácil ignorarla; ahora era muy complicado. Ella parecía haber desarrollado un vínculo bastante curioso con él.
Y eso solo lo incomodaba más.
Aunque tenía que admitir que estaba disfrutando del viaje. No lo demostraba tanto como ella, pero en el fondo se divertía explorando las ciudades por las que pasaban y descubriendo nuevos lugares.
Sin lugar a dudas una distracción era lo que necesitaba. Había dejado que el silencio lo consumiera, y por culpa de ello había terminado dañado mental e incluso físicamente.
Ahora se sentía despejado, y con una extraña curiosidad por saber como terminaría ese viaje. Obviamente era consciente de que no lograrían cambiar la situación, pero aun así quería ver la conclusión a la que llegaba Ruby y los otros (si es que encontraban otros) en la Mitad del Mundo.
¿La suya? El mundo era demasiado grande para las manos de dos adolescentes soñadores como ellos.
Y esa era la única verdad.
Teniendo en cuenta eso, también se sentía con ganas de volver a la vida tranquila y solitaria que tenía antes de conocer a Ruby. Aunque esta vez con más experiencia y un cuerpo renovado.
Y, sin embargo, cuando pensaba en esto una extraña sensación lo arrinconaba. No sabía ni su procedencia ni sus intenciones. Y menos que hacer con ella.
Al final, ¿Qué tanto lo había cambiado ese viaje? ¿Y qué tanto lo cambiaría cuando se terminara?
–... ¿Y bien, ¿qué opinas? –Pero por el momento no sería capaz de encontrar respuesta. Porque aún faltaba el ultimo trecho por recorrer...y porque Ruby no podía dejarlo en paz ni por unos minutos–¿Te ves con fuerzas para hacerlo?
–... ¿Hacer qué? –Respondió Martín, atontado.
–¡Ya ves! ¡Nunca me escuchas! –Había sacado el celular del bolsillo y estaba revisando el mapa–Te decía si te ves con fuerzas de viajar sin escalas desde aquí hasta Quito. Según esto, nos tomaría 23 horas en llegar. Sin tráfico creo que podemos rebajarlas a 20. Aun así, sería una ronda muy pesada y como no tenemos tiempo para orientarnos, podríamos desesperarnos en el camino. Pero creo que vale la pena el intento, ¿qué opinas?
–Quieres llegar a la meta lo antes posible, ¿eh? –Dijo, en tono amigable.
–¡Claro! Finalmente estamos a unos pasos de nuestro destino. Cuando lleguemos a Quito estaremos a menos de una hora de la Mitad del Mundo. Solo porque quiero explorar la ciudad, aunque sea un poco, no hacemos el viaje de una pasada. Pero bueno, no sé que tan dispuesto estarás–Era incapaz de disimular la emoción.
–Hum...eso es tu decisión. De todos modos, eres la capitana de este barco ¿no?
Ruby se alegró de escuchar esa respuesta.
–¡Sí, señor!
Y después calló.
Ella permaneció un rato mirando por la ventana en total silencio. Sus ojos azules brillaban reflejando el centenar de luces que le llegaban, pero no parecían estar tan alegres como acostumbraban. Resplandecían, pero no con brillo propio.
Martín la miró por un buen rato. Ella se mantenía serena y pensativa, y parecía estar sumergida profundamente en un extraño mar de lejana melancolía.
Esa no era la Ruby que conocía. Por unos momentos, Martín creyó estar viendo a una persona totalmente distinta. Y no sabía explicar el por qué con certeza.
–Sabes...–Luego de un largo rato, al menos para él, Ruby volvió a hablar. Apenas movía los labios–me pregunto qué encontraremos al final de este viaje.
–¿Te refieres a que hay en la mitad del mundo?
–No...no exactamente. Quiero decir...ah, si todo el tiempo que hemos estado viajando valdrá la pena al final–Por alguna razón le parecía un tema de suma importancia.
–...Eso depende–Martín no sabía que responderle–¿Qué esperas tú que encontremos ahí?
–Bueno, puede ser cualquier cosa en verdad. Pero...no me refiero a eso.
–... ¿Ah? –Ruby parecía más misteriosa que de costumbre–¿Entonces? ¿A qué apuntas cuando dices algo que valga la pena?
–Um, no sé como explicarlo...–Para alguien que siempre había sido espontánea eso era cuanto menos curioso–Digamos...obviamente quiero que todo vuelva a la normalidad, y espero que lo que sea que encontremos ahí de alguna forma lo haga posible...pero, ¿Qué vendrá después?
–¿Después? ¿Te refieres a después de que el tiempo se restaure?
–¡Sí, exacto! –Seguía evitándolo con la mirada–¿Nunca te has preguntado eso? Piensa, ¿Cómo cambiarán nuestras vidas después de esto? ¿Qué se dirá de nosotros cuándo el mundo se entere? ¿Qué pensarán nuestros familiares y amigos? ¿Qué será de esta increíble historia?
A Martín le pareció que ella había visto demasiadas películas en su vida y ahora se creía la protagonista de una. Nada de eso pasaría. Uno, porque probablemente ni siquiera lograrían volver a ese mundo. Y dos, por que de hacerlo todo sería encubierto por el gobierno o una chorrada del estilo. O simplemente los tratarían como unos locos. Cualquier cosa era posible, cualquier cosa menos lo que ella pensaba.
–...Pues ni idea, sinceramente nunca había pensado en eso... ¿Por qué te parece importante?
–¿Cómo no me va a parecerlo? ¿No puedes pensar a lo grande por una vez? –Se volteó y lo miró de frente–¡Solo mira donde estamos! ¿Crees que es algo por lo que todos pasaremos? No, ¡claro que no! ¡Y eso lo hace especial! Pero, ¿qué tanto? Quiero decir, ¿Qué tan especial será este momento para nosotros?
Ella parecía tener una extraña obsesión con ser especial.
–Pues ni idea, y tampoco es algo que me quite el sueño...Digo, ¿Por qué parece que solo quieres ser el centro de atención? –Luego de decirlo, se lamento pensando en lo mal que ella podría tomárselo.
–¡Porque es nuestro momento! –Afortunadamente no fue así–Míranos, dos adolescentes que estamos viviendo la experiencia que de seguro nos marcará de por vida. Para los cantantes esto es como el primer single que se volvió viral en internet, y que de pronto todos escuchaban. Para los actores, la película que triunfo en taquilla, se convirtió en una franquicia ¡y los catapultó al estrellato! ¡Con nosotros igual! ¡Nunca seremos capaces de olvidar este momento! Pero, ¿Qué vendrá después de vivir el clímax de nuestra vida? ¿De la única experiencia que la hará digna de contar? ¿Después de nuestro final feliz?
–¿Qué se supone que tendría que venir? –Martín preguntó, esperando una respuesta que le pareciera lógica entre tanta charla ilógica.
–¡No sé! ¡Cualquier cosa! Es eso por lo que pregunto, ¿al final de todo esto encontraremos algo que verdaderamente valga la pena? ¿Algo que nos haga sentir orgullosos de nuestra vida? ¿Algo que nos haga sentir inigualables? La forma de reanudar el tiempo puede ser el método, más no la respuesta. Yo... ¡yo solo quiero saber que todo terminará bien, y que de viejos podremos recordar estos momentos con una sonrisa! No más que eso, ¿sabes?
La mirada de ella pedía algo que la alegrara, algo que le hiciera brillar por cuenta propia. La de él, algo meramente coherente para responderle.
–Pues yo no tengo ni idea–Dijo, aunque en el fondo sintió como si ambos tuvieran la misma pregunta pero desde perspectivas diferentes–Y tampoco es algo que me preocupe. Solo estás pensando demasiado en eso...Aunque realmente es algo normal, en este mundo es fácil perderse en nuestros pensamientos. Y cuando eso pasa cualquier idea se te viene a la mente, por más insignificante que parezca. Probablemente...solo estés pasando por eso–Y su tono denotó una sincera compasión.
–Puede ser...–Susurró, y luego levantó el tono de nuevo–pero yo que sé. Cosas de adolescentes supongo. Eso de mirar hacia el futuro y no saber exactamente que camino tomar...y a dónde terminarás realmente. Supongo que tu también has estado en una situación parecida.
–...Sí, la verdad es que sí–Resopló.
–Y eso es lo más complicado, ¿sabes? Y nadie parece tomarle importancia. Digo, esta etapa definirá nuestra vida. Claro, nunca es tarde para cambiar, pero...pero no es lo mismo hacerlo cuando tienes 20 a cuando tienes 50. Las oportunidades simplemente no son las mismas. Y si fracasamos a esta edad, ¿Quién nos dice que alguna vez podremos levantarnos?
–Sí...–Martín no podía hacer más que mirarla fijamente, con una expresión serena en sus ojos.
–Yo... ¡yo solo quiero hacer algo grande! ¡Algo que me defina ante los demás! Y si no es a esta edad, ¿Cuándo será? Por ejemplo, si triunfamos de jóvenes tendremos desde el principio la vida encaminada...Pero, a su vez, es más fácil que tu brillo se pierda, que vaya desapareciendo paulatinamente con el tiempo, hasta que no quede nada...nada de lo que puedas estar orgulloso, solo un lejano recuerdo que ya no significará gran cosa... ¡Agh! ¡Realmente odio pensar en esto!
–¿Lo odias?
–¡Sí, lo odio! Odio pensar en como ahora tenemos la vida en nuestras manos... ¡y no sabemos que hacer con ella! Y lo peor... ¡es que se nos acaba el tiempo! Dentro de nada seremos adultos consagrados, ¿y que será de nosotros en esos momentos? Es por eso que me abruma pensar en como pasa el tiempo. En como simplemente continua, mirándote de forma cínica y desdichada. En como se dedica a borrar todo lo bueno de tu vida y lo único que podrás hacer para confrontarlo será seguir buscando reemplazos a esas cosas buenas, una y otra vez...hasta que el tiempo termine por vencerte y te borre definitivamente. Yo... ¡odio cómo pasa el tiempo!
Y su voz se perdió entre la eternidad. Martín notó un cierto aire de decepción en su hablar, y por ello quiso alegrar un poco las cosas en vez de continuar con tan deprimente tema.
–Es gracioso que lo digas cuando, justamente ahora, el tiempo ni siquiera existe.
–Para nosotros sí–Le espetó–Que tú brazo haya sanado significa que el tiempo sigue corriendo a través de nosotros como si nada. Sabes que podríamos envejecer en este mundo vacío, ¿no? ¡Y esa, de entre todas las cosas, sería la peor!
–Ah, ¿sí? –Respondió, sintiéndose profundamente eludido.
–¡Pues claro! ¿Quién quisiera simplemente quedarse aquí de brazos cruzados, mientras la vida se esfuma delante de sus ojos? No quiero desperdiciar mi vida en un mundo tan aburrido como este. Solo un inadaptado quisiera eso.
–...–Martín calló, y volvió a sentir como si Ruby ya supiera todo de él y estuviera hablándole directamente. Y esa sensación era profundamente incómoda.
–Y, aun así...–Siguió con su charla de forma elocuente–No puedo negar que el mundo con tiempo tiene sus problemas...muchos problemas, realmente. A veces incluso me da hasta miedo volver, ¿A ti no? –Bajó la cabeza hasta sus rodillas levantadas, y recostó su mandíbula entre ellas. Sus brazos le cubrieron la boca.
–...Sí, la verdad es que sí–Por alguna razón fue sincero–Pero no de la misma forma que a ti–Muy sincero, de hecho.
–Ah, ¿no? ¿De qué forma entonces?
–...A diferencia de ti yo no vivo pensando en el futuro. Eso de "estamos viviendo el clímax de nuestras vidas" realmente no me llega ni me importa–Por un momento, dejó de controlarse a sí mismo y a lo que decía–Siempre he vivido en el presente, porque creo que eso es lo importante. Y, aun así...–Intentó detenerse, pero ya era muy tarde–Bueno, tendré que enfrentarme a muchos problemas cuando el tiempo vuelva a caminar. He hecho tantas cosas mal...y estoy harto de enfrentarme a sus consecuencias. Al menos en este mundo, puedo alejarme de toda esa basura...aunque sea por unos momentos.
–Uh, pero más parece que solo estás huyendo–Ruby le miraba atentamente. Hasta ella parecía sorprendida de lo hablador que estaba.
–¿Y qué? –Le confrontó–Es normal huir. Mucha gente lo hace. No todos podremos convertir una situación tan agobiante como está en un paseo por América, o en una fantasía donde hacerse la heroína. Deberías saber que no todos tenemos esa mentalidad.
–...Sí–Apartó la mirada–...Lo sé muy bien.
–...Pero realmente no lo sé–Martín intentó remendar su descuido–Es todo muy complicado, y no sabes en que pensar. Cosas de adolescentes, supongo...
Y mirando fijamente hacia el techo, agregó:
–De igual forma no tiene caso que nos preocupemos por eso... Primero tenemos que llegar a la Mitad del mundo, lo demás podemos verlo en el camino ¿no crees?
–Sí... ¡Sí, tienes razón! –Y al escucharlo, Martín sintió como si la habitación se volviera a llenar de una reconfortante cálidez.
Cálidez que por unos momentos se vio interrumpida por sus propias palabras. Tiempo después se preguntaría el por qué en esa ocasión sintió tal necesidad de hablar, de decir lo que sentía, que fue incapaz de contenerse ante Ruby.
Y recordó de nuevo las máscaras. Pensó en que por unos momentos fue como si dejara caer la suya, para darle paso a la voz de su interior. Pero, ¿Por qué? ¿Cómo fue que una máscara tan dura pudo caerse frente a ella, la única persona por la que actuaba?
No encontró ninguna respuesta satisfactoria.
Cuando Ruby se durmió, sacó otro papel y volvió a dibujar. Los dibujó a ellos sentados en medio de una habitación gigantesca y con miles de luces de fondo.
Ese dibujo le gustó más.
Al despertar, partieron sin demora hacia Ecuador.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro