12: La aventura de nuestras vidas
6:34 P.M
"Ah, aún lo recuerdo como si fuera ayer... ¿Tú lo recuerdas también? ¿El momento en el que el tiempo se detuvo?
Bueno, no sé si podríamos definirlo como un momento exacto. No fue como si de un instante para otro las personas se detuvieran frente a mis ojos y todo quedara en silencio, ¿fue así para ti?
Sí, yo tampoco lo recuerdo con mucha claridad. ¿No te hace pensar eso? Pensar en que hemos estado tanto tiempo, bueno, no-tiempo... ¿o queda mejor anti-tiempo...? ¡Ah! Lo-que-sea-tiempo, tanto de eso que incluso un momento tan relevante como ese ya no es más que un débil recuerdo, una borrosa sensación. Cuando lo miras de esa forma, piensas: Dios, ¿Cuánto ha pasado desde que ocurrió? Si hubiera forma de medirlo, ¿cuántas semanas serían? ¿Meses, años?
Bueno, bueno, bueno. Estaba de compras en un centro comercial, sentí un mareo y estuve a punto de desmayarme y cuando abrí de nuevo los ojos el tiempo se había detenido a mí alrededor. ¿Así es como quieres que lo cuente?
¿Ves? ¡Este es mí capítulo, por lo que déjame la historia a mí! Luego vas a contar tu parte como te salga en gana, ¿de acuerdo?
Aunque, realmente, di un resumen bastante acertado de lo que pasó. Soy buenísima en esto, ¿no crees? Simplemente estaba en un pequeño centro comercial de mi ciudad natal, Mazatlán...en México, por si no lo recuerdas, y mientras husmeaba por ropa sentí como si me bajara de un momento a otro la presión.
Creo que la única vez que sentí algo parecido fue cuando casi me desmayo en un desfile que hicimos en la escuela... ugh, siempre odié esas cosas. ¿Cómo es que obligarnos a caminar bajo treinta grados representa un acto patriótico?
¿A que sí? El caso, sentí algo parecido a eso y no pude evitar caerme. El mundo dio vueltas y vueltas a mi alrededor y probablemente me desmayé por unos segundos. Cuando la sensación desapareció, comencé a sentirme extraña.
¿Por qué ni una persona siquiera había venido a ayudarme? No escuché la voz de nadie preocupado por mí, ni tampoco sentí sus manos intentando levantarme. ¡Nada de nada! Por Dios, una chica se ha desmayado en medio de un centro comercial ¿y a nadie le interesa? Oh bueno, eso fue lo que pensé.
Pero cuando logré levantarme, a medias, y vi a mi alrededor me di cuenta: No es que la compasión hubiese desaparecido de las personas, ¡es que cualquier sentimiento había desaparecido de ellas! ¡Y solo había quedado el cascarón, el cuerpo inmóvil donde alguna vez hubo una vida respirando!
Y tampoco había ningún ruido. Como si todo el mundo fuera el salón de clases cuando el profesor lanza una pregunta abierta, ¿sabes? De pronto todo había perdido el sentido, ¡y yo era la única capaz de hacer algo para cambiarlo!
Obviamente, al principio no tenía esa mentalidad. De hecho, en esa etapa todo fue un caos para mí. No sabía que hacer, a donde ir, que buscar. ¿Tú cómo reaccionaste? ¿También estabas igual de perdido que yo?
Shhh...es mi turno de contar la historia, ¿recuerdas? Bueno, volviendo... ¡ah, sí! Al principio no hice nada...literalmente. Solo me quede ahí, sentada y confundida, esperando a que todo volviera a la normalidad. Pero cuando me di cuenta de que eso no iba a suceder, tuve que moverme. El cambio no llega a los que se quedan sentados, ¿no crees?... ¡Sí! Vi esa frase en Facebook, ¿tú también?
Impulsada por mi motivación, recorrí el centro comercial en busca de alguna alma aparte de la mía. Y, a cambio, ¡descubrí dos cosas extrañísimas!
La primera es que tenía una extraña marca en forma de triángulo pegada en mi cuello, ¿lo sabías? Me di cuenta al ver mi reflejo en la ventana de una de las tiendas. No sé ni como apareció, o el por que, y es una de las cosas que más intriga me genera.
¡Mira, tú también la tienes!
Y la otra, y esta es aún más rara, ¡el tiempo había retrocedido algunos minutos! ¿Te diste cuenta? Debo admitir que fue gracias un poquito al azar y otro poquito a mi gran memoria. Antes había visto a un señor cincuentón con tres bolsas de McDonald's pasar cerca de mí, y cuando llegué a la zona de restaurantes ahí estaba el mismo señor parado en la fila y esperando tranquilamente por sus hamburguesas.
No creo que sea una coincidencia ni un error de vista. ¡El tiempo, además de parar, había retrocedido! ¿No te parece increíble?
Por desgracia mi suerte acabó ahí. No fui capaz de encontrar alguna otra pista, por más que buscara y buscara. Tengo que admitir que fueron días intranquilos. Oscuros. Comencé a sentirme desanimada, perdida. Cuando te veo recuerdo esos días, y pienso que podría haber terminado de esa forma si me hubiera rendido.
¡Pero gracias a que no lo hice, estoy aquí! Así que agradécele a mi determinación por tu recuperación... ¡cuándo eso suceda!
Como no encontraba nada, decidí cambiar de aires. Pensé que si me iba a una ciudad más grande, las posibilidades de encontrar personas o pistas crecerían también. Sin pensarlo mucho, partí hacia Ciudad de México.
¡Y aquí empieza lo bueno!
No sabía que buscar para empezar, por lo que pasé varios días vagando de un lado a otro. ¡Oye, no puedes culparme! Amo viajar y, aunque ya había ido algunas veces ahí, nunca tuve el suficiente tiempo como para explorar tanto como hubiese querido. Ahora que tenía la oportunidad no la iba a desaprovechar, ¿sabes?
Pues eso, que pasé de un extremo para otro, visitando catedrales y museos, y creo que me mantuve días enteros solo en el Zócalo, pero seguía sin encontrar nada importante.
¡Y, entonces...! Allá, a lo lejos, muuuy lejitos... ¡una voz! ¡El sonido inconfundible de la glotis humana! ¡Finalmente había encontrado a alguien en ese mar de personas sin alma!
No podía identificar que decía. Fue mientras me acercaba que entendí que hablaba en otro idioma, pero aun así estaba emocionada. Muy, muy, emocionada. Mi corazón no paraba de acelerarse, y en cualquier momento sentí que se saldría de mi cuerpo. Pero es entendible. Creo que solo nosotros podemos entender ese sentimiento, esa emoción de encontrar a alguien luego de tanto tiempo caminando solos...
Cuando te encontré sentiste algo parecido, ¿no?... ¿Cómo qué no? Sí, sí, claro. Digamos, y solo digamos que te creo, ¿de acuerdo? Ya no me hagas perder más el tiempo, que empiezo a cansarme de hablar.
Uh, veamos... ¡ah! Ya, ya. Guiándome nada más de mis desarrollados tímpanos, y gracias a la insonorización natural que se produce en este mundo, no tardé mucho en llegar hasta la fuente de este espectacular y emocionante descubrimiento.
Cuando estaba a unos metros de llegar ya lo escuchaba de forma clara, por lo que tenía una idea de lo que estaba pasando. Estando frente a frente mis sospechosas no hicieron más que aclararse.
¿Eh? ¿eh? ¿Listo para oírlo? ¿Sí? Vamos, yo que sé que sí. Bueno, ¡aquí voy! Tres, dos, uno...
¡Era una grabación!
Oh, oh, finalmente te sorprendí. Y sí, yo también estaba confundida al principio, pero al escuchar la grabación y seguir lo que me decía finalmente entendí todo, todito.
Pero vamos por partes para que no te despistes, ¿de acuerdo?
Para empezar, el mensaje era transmitido mediante un celular conectado a un altavoz de esos que funcionan por Bluetooth. Y ese celular estaba en un Kia azul oscuro, aparcado en una de las tantas aceras de la ciudad. Si quieres más detalles, el celular era un Samsung j5.
El mensaje estaba puesto en bucle, como el que pusiste en la radio, y simplemente repetía una y otra vez, con acento grave: "Please, come here"
Con ese simple audio te podías dar cuenta de dos cosas: Era un hombre, por la voz, y era estadounidense, por el acento y el idioma...Aunque podría ser canadiense o de alguna isla como Jamaica o Bahamas, ¿pero serías capaz de diferenciar sus acentos?
Oh, por si lo pensaste, no puede ser de cualquier otro país por que los demás de habla inglesa están en otros continentes...y no creo que alguien haya sido capaz de cruzar el océano entero solo para venir a América, al menos no por el momento.
Bueno, habiendo aclarado esto, volvamos al mensaje. Tomé el celular y desactivé el mensaje con mis manos temblorosas y sudorosas. No puedes culparme, eran las primeras señales de vida que encontraba y mi cuerpo era una extraña combinación de alegría y emoción, con un toquecito de temor e intranquilidad.
Revisé el celular y me di cuenta de que estaba vacío. Literal, parecía como si viniese directo de la fábrica. Lo único visible a simple vista era el audio, pero mirándolo detenidamente pude encontrar un mensaje escrito en el bloc de notas.
Y, he aquí, la chicha del asunto. El motivo del mensaje, el motivo de mi viaje, ¡el motivo de todo!
Era un párrafo considerablemente largo y en inglés, pero el autor había tenido la gentileza de dejarlo en las notas para que pudiéramos copiarlo al traductor. En mi caso no era necesario, me enorgullezco de ser casi bilingüe, pero como no recuerdo el mensaje exacto y tú no pareces saber mucho de inglés ¿me equivoco? No, no lo hago; por eso mismo te lo resumiré.
Primero el tipo se presenta: Dice que se hace llamar John Titor (nombre curioso, en verdad), que es estadounidense (uh, al final si lo era) y, que al igual que nosotros, se vio envuelto en este mundo surrealista sin tiempo ni personas.
No nos cuenta más de su experiencia. Solo nos dice que descubrió las dos pistas que ya conocemos, la marca y el retroceso, y que pasó mucho tiempo confundido y aterrado. Pero, y aquí la principal diferencia entre su historia y la mía, a él se le ocurrió la genial idea de buscarlo en internet, a ver que le salía.
Y ¡sorpresa! Encontró una página, en inglés obviamente, de alguien contando exactamente lo que nos está pasando... ¡pero publicada en 2010! Aunque, lastimosamente, esta había sido borrada de forma grosera.
Pero él es un luchador, uno mejor que yo de hecho, por lo que nunca se rindió. No sé ni como, pero logró rastrear la dirección IP de la página y pudo dar con el correo del autor. Un tiempo después, ya sabía hasta dónde vivía.
Realmente lo que uno puede hacer en Internet es maravilloso, ¿no crees?
Resulta que el autor de la nota era un hombre de treinta años, originario de Ecuador pero que vivía en Manhattan trabajando de profesor gracias a una beca. Quizás por haber sido noticia en su tiempo fue más fácil de localizar. Ya sabes, una del estilo: ¡Prodigio latinoamericano becado en una prestigiosa universidad estadounidense! Has visto noticias así, ¿no?
Fue así como nuestro héroe, John Titor, viajo hasta su casa en busca de respuestas. Probablemente iba esperando encontrar a alguien lleno de vida y movimiento porque, luego, nos narra su decepción al encontrar a ese hombre postrado en el sillón de su casa, con los ojos vacíos y la respiración perdida, y sin ninguna marca visible en su cuello.
No era descabellado pensar que él siguiera siendo inmune a esto, ¿no crees? Piénsalo, si de verdad ya había sucedido una vez ¿Cuál era la diferencia entre esa ocasión y la que nosotros estamos viviendo? ¿Y por qué él solo había estado presente en la primera y no había resistido la segunda?
¡Ay, son muchas preguntas!
Pero no nos desviemos, que esto aún no acaba. Obviamente, John no pensaba irse con las manos vacías después de haber realizado un viaje tan largo. Su determinación es verdaderamente fuerte y por eso lo admiro. Por que pasó los siguientes días, o anti-días, dándole vuelta a la casa de ese extraño sujeto. Buscando cualquier cosa que fuera de ayuda, aunque tuviese que arruinar su privacidad.
¿Te imaginas que el tipo fuera en secreto un asesino o un violador? ¡Jesús! En este mundo podemos descubrir los secretos de cuaalquier persona sin distinción ni problemas, ¿no te parece aterrador y al mismo tiempo intrigante?
Luego de poner patas arriba la casa de ese pobre hombre, ¡finalmente descubrió algo interesantísimo! Fue mientras revisaba los cuadernos viejos que tenía apilados en el sótano. La mayoría eran de su etapa de bachiller y de la universidad. En un polvoriento y desgastado cuaderno de Matemáticas había un pequeño mensaje escrito al final.
Estaba en una de las esquinas y parecía haber sido escrito de forma apresurada, pues las letras eran desiguales y estaban en diagonal, ¡pero dejaban un mensaje clarisímo!
"No olvides la desesperación del mundo sin tiempo"
Y más abajo:
"Ve a la Mitad del Mundo. Tienes que hablar con ellos"
¡Igualito me quedé! Aquello finalmente le daba esperanzas, pero a cambio traía más preguntas a la mesa: ¿Por qué ya había sucedido una vez, y que pasó exactamente en ese momento? ¿Por qué ese tipo no hizo nada más para resolver el misterio? ¿Por qué la mitad del mundo? ¿Y a quiénes se refiere con "ellos"?
Y fue entonces cuando John se decidió. ¡Confiando únicamente en ese viejo y arrugado papel, comenzó un viaje alrededor del continente para encontrar la verdad que se nos esconde! Viajo de ciudad en ciudad, y de país en país, dejando esos mensajes con la esperanza de que alguna alma perdida los escuchara y se sumara a la cruzada.
Y nos estableció un punto de encuentro en común: La Mitad del Mundo, en Ecuador. Y es ahí donde nos estamos dirigiendo, ¡al lugar donde todo finalmente será revelado!
Lo último que decía el mensaje eran las coordenadas del punto exacto donde nos reuniremos. Y nos hacia una petición final: que dejáramos el celular intacto, con el mensaje reproduciéndose, por si otra persona alguna vez se lo cruzaba. Anoté las coordenadas en mi celular y me fui, ¡Ahora tenía una misión que cumplir! ¡Y, francamente, no puedo estar más emocionada!
Y así fue como llegué hasta aquí. Sinceramente no pensaba pasar por El Salvador, pero de alguna forma pasó. Probablemente porque solo estaba siguiendo la Carretera Panamericana. Tampoco pensaba escuchar la radio esa vez, pero estaba cansada y aburrida y decidí probar por pura curiosidad. Y, otra vez, de alguna forma llegué hasta tu emisora. El resto es historia.
Ya sabes, la explosión, nuestro encuentro, tu huida y finalmente tu regreso.
Fue así como ambos acabamos en la que, probablemente, será la aventura de nuestras vidas.
Nunca, nunca, nunca, tendremos una experiencia siquiera igual a esta. ¿No estás emocionado por lo que se nos viene? ¡Finalmente tenemos un objetivo! ¡Finalmente haremos algo de lo que estar orgullosos hasta morir!
¡Hey, vamos a salvar el mundo así que siéntete orgulloso! ¡Manténte firme por qué ya no eres un don nadie! ¡Eres un héroe! ¿Me escuchas?
¡Un héroe!"
...
Mientras terminaba de contar su historia, Ruby procuraba no dejar ni un rastro del sorbete que había obtenido del supermercado en el que se encontraban. Cuando hubo arrasado con todo en el vaso de plástico, preguntó:
–Y bien, ¿Qué opinas?
Había pasado un buen rato escuchando la peculiar narración de su compañera mientras buscaba algo que comer. En el lugar solo había chucherías, no algo que le sirviera para un viaje tan largo como en el que se había metido.
–¿De qué? –Pero tendría que conformarse con eso. Sacó varias Papas Lays y las guardó en la mochila.
–Pues de todo este embrollo, del viaje, de John...no sé, ¡algo! Quiero escuchar tu opinión.
–Ah...–Se quedó un rato pensativo. Ella le había soltado mucha información y él aún luchaba por procesarla. Y tampoco sabía muy bien que responderle. Las palabras no terminaban de llegar a su boca–Es...es algo curioso, la verdad.
–¿Curioso? ¿Nada más eso?
–...–Se lamentó de haberle respondido. Martín no era muy bueno hablando, y esa chica le exigía demasiado. Además de que él mismo se estaba limitando. Si quería mantenerse firme a su promesa, el primer paso era evitar las conversaciones largas. Si ella llevaba la mayor parte de la charla y él solo se limitaba a responderle, mejor–Sí...bastante curioso...Y extraño–Desvió la mirada–No encuentro más que estas bolsitas, ¿Nos las llevamos?
–¡Hasta llenar la mochila! –Y siguió metiendo Platánitos hasta que se acabó la estantería. Martín, mientras tanto, siguió callado.
Se sentía desubicado. De un día para otro había aceptado viajar con ella a regadientes y ahora ya estaban en Honduras con aún miles de kilómetros por adelante. Todo le parecía tan extraño, tan irreal. ¿Y si aquello no era más que un sueño, y él seguía en su ciudad natal descansando tranquilamente? Aunque bueno, si de sueños fuera la cosa quizás todo eso del mundo sin tiempo no era más que uno largo y tedioso.
Sí, alguna de esas dos cosas tendría que ser un sueño.
Se palpó su brazo izquierdo, que ya no estaba hinchado y tampoco saltaba al contacto, y el sentir su piel lo devolvió a la realidad.
Ahora esa era su realidad. Una en la que atravesaría la mitad del continente solo para cumplir las fantasías de su misteriosa compañera. No era una realidad muy agradable, pero al menos era soportable.
Que ya pudiera caminar sin sentirse débil, o cansado de cargar su brazo, era un punto a favor.
–Oye, sé que hace nada despertaste y eso–Ruby irrumpió el silencio entre ellos. La estantería le cubría la cara–Pero yo no he dormido desde que entramos a San Marcos de Colón y me siento muy cansada... ¿Podrías dejarme dormir por un rato? Quédate dando vueltas por aquí, al menos hay aire acondicionado. Porque ya no te escaparás... ¿cierto...?
–...No... te preocupes. Volver desde la frontera hasta mi casa era una cosa, pero ahora hay medio país de por medio...–Se dio cuenta de que habló mucho para lo que pudo resumirse con un sí. Para la próxima tendría que estar más atento.
–Bueno...gracias. Estaré durmiendo en el carro. Si ves que tardo mucho, despiértame.
–Está bien...Descansa–Era frío con ella, pero conservaba sus modales.
Se recostó en una de las refrigeradoras del lugar, la cual estaba empañada pero aun así podían verse bolsas de hielo y jugos de naranja dentro, y se colocó los audífonos. No tenía muchas energías para caminar, por lo que haría tiempo de esa forma.
Con suerte, lograría sumergirse en su música y despejar su mente por algunos momentos. Eso no estaría para nada mal.
Ella se alejó, y luego de escuchar como se abrían y cerraban las puertas automáticas, comenzó su rutina de "relajación" A ver si esta vez podía relajarse, de verdad.
Luego de tres canciones, le dio antojo de un yogurt. Se quitó los audífonos para buscar en el refrigerador, y al estar expuesto al sonido del ambiente...a lo lejos le pareció escuchar algo.
A lo lejos, parecía como si alguien estuviese llorando.
Sacó un yogurt de piña colada y siguió en lo suyo.
La reproducción aleatoria cambió de canción, y él terminó por perderse entre su ritmo:
"Everything is changing
and there's nothing I can do
my world is turning pages
while I am just sitting here" *
*Este fragmento pertenece a la canción Apocalypse Dreams, del grupo australiano Tame Impala. Enjoy it!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro