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Capítulo 11. Aún hay esperanza.


Capitulo 11: Aun hay esperanza.

Elisabeth acababa de llegar a casa, William había acompañado a Elisabeth a casa, sin tan solo dirigirle la palabra. La chica pensó que probablemente el estaría enfadado con ella por revelarle a su hermano la verdad sobre el pasado de ambos.

Tras recostarse sobre su reconfortable cama no pudo evitar que un recuerdo viniese a su mente...

Adam caminaba en los enormes patios del colegio junto a Elisabeth, mientras la chica no podía parar de mirar al otro lado del patio, donde se encontraba William, el chico los miraba a ambos con timidez, para luego darse la vuelta y continuar su camino junto a sus amigos, sin tan siquiera mirar a tras...

En ese momento Adam le agarró la mano tímidamente, y en cuanto la chica le miró, el soltó su mano con rapidez y bajó la cabeza avergonzado. Pero Elisabeth tan solo sonrió, y tras agarrar la mano del chico de nuevo siguió caminando junto a él. Junto a ese tímido chico de ojos verdes.

Adam se encontraba sentado sobre un cojín en el frio suelo de la casa de su hermano, tomaba un asqueroso té sobre la mesa y esperaba impaciente la llegada de su hermano, la verdad era que nunca había creído estar en aquella situación. Tras levantarse del suelo, observó con detenimiento aquella sucia pocilga. Al parecer su hermano no vivía en tan buenas condiciones como él: la pequeña cocina, la cual estaba dentro del pequeño cuarto donde comía se encontraba totalmente sucia y mohosa, y había montones de platos por lavar, por alguna razón Adam era mucho más limpio y ordenado que su hermano, desde niños siempre lo habían sido...

"El Adam de 14 años, se encontraba sentado en la mesa, acababa de terminar de cenar, su madre aún no había venido del trabajo, y su hermano mayor se encontraba junto a él engullendo como un pavo, las comidas en aquella casa sin la presencia de su madre siempre eran así siempre eran silenciosas, pues su hermano hacía ya mucho tiempo que había desistido, hacía ya mucho tiempo que no intentaba entablar una conversación con su hermano, pero él se lo había buscado, el siempre se había encargado de molestarlo y de alejarle de su lado, y ahora tan solo le quedaba aceptar las consecuencias.

Tras levantarse con cuidado, recogió sus platos y se dispuso a fregarlos, tras volver la vista hacia su hermano... el tan solo seguía engullendo, como si Adam no estuviese allí, como si no hubiese escuchado su presencia. Adam volvió la cabeza hacia el fregadero y lavó los platos con detenimiento, para luego dejarlo todo en su lugar.

Justo cuando estaba a punto de ir a su cuarto a repostar la comida, ya que no quería estar más tiempo en la misma habitación que su hermano, pues su sola presencia le molestaba, aquel silencio incómodo le sacaba de quicio, William se levantó de la mesa, y tras dirigirse hacia donde Adam estaba... en ese momento Adam había esperado unas palabras por parte de su hermano... pero el tan solo había dejado los platos sobre la encimera de la cocina, para luego dirigirse a su cuarto, sin tan solo pestañear, sin decir nada.

Adam miraba a su hermano con odio, no solo por no recoger adecuadamente sus platos, no solo por no fregar los platos, si no también por que le dolía que su hermano no le hablase, pero la verdad era que él se lo había buscado, así que no debía importarle, pensaba, no debía darle importancia, el debía odiar a su hermano, se recordó a sí mismo. Pero antes de que pudiese abandonar la cocina, un sentimiento de culpa vino a su mente... si él no limpiaba los platos de su hermano, tendría que hacerlo su madre, con solo imaginar a su madre cansada de trabajar limpiando los platos que su hermano había ensuciado le partía el corazón, así que tan solo dejó de lado su odio y tras arremangarse, comenzó a fregar los platos"

Adam miró hacia el fregadero una vez más, y tras remangarse, comenzó a fregar los platos, ya tenía experiencia en limpiar, puesto que vivía solo y además era dueño de un bar y sin lavavajillas, así que tan solo lo limpiaría en un minuto.

Apenas unos minutos después, Adam miraba la escurridera satisfecho de sí mismo, lo había hecho todo en un tiempo record, tras arreglarse un poco el chaleco y sacudirse un poco de jabón que había salpicado en sus mangas, bajó la vista hacia el suelo, el cual estaba todo cubierto de polvo, seguramente su hermano no limpiaba aquel lugar desde hacía mucho tiempo, pero antes de que pudiese recordar alguna anécdota en la que el limpiaba y su hermano tan solo miraba o cualquier otra cosa, su hermano entró en la habitación y miró hacia la cocina, donde los platos limpios y relucientes se mostraban ante él...

- ¿por qué lo has hecho? - preguntó admirando el brillo de los platos, no recordaba que brillasen mas cuando los compró. - no tenías que haberte molestado con esto yo...

- Siempre fui bueno en esto, y tú... - tras mirar a su hermano por un segundo, no quería decir algo que le molestase, no ahora que parecía que la cosa iba bien entre ellos.- tú eras bueno en otras cosas.- concluyó. Ante este comentario William no pudo evitar sonreír, era el primer halago que recibía de su hermano desde la muerte de su padre

- Bien, sentémonos.- dijo haciendo un ademán a su hermano para que volviese a ocupar aquel viejo y maloliente cojín.- ¿por donde debería empezar? Sabes que no soy bueno sincerándome, sabes que no me gusta hablar demasiado.- le advirtió el chico mientras bajaba la mirada avergonzado.

- Solo tienes que contarme sobre aquella promesa.- le pidió Adam con impaciencia.- solo te pediré eso.

- Bueno, eso sucedió hace mucho, era demasiado pequeño, así que apenas recuerdo los detalles...

Cuando el chico terminó de contarle sobre la promesa que su padre le había hecho hacer, sobre cuidar de su madre y de su hermano como si fuese un esposo y padre para ellos, Adam le miró sorprendido, no esperaba algo como aquello... ahora comprendía el comportamiento de su hermano durante todo aquel tiempo, y comprendía también porque él nunca le había contado sobre aquella promesa, seguramente te sentía avergonzado, y no quería que supiese que no podía ser su hermano, que debía ser un padre para él.

A la mañana siguiente, Elisabeth despertó temprano, a decir verdad, fue Adam quien la obligó a levantarse con la excusa de que quería caminar junto a ella por los alrededores del rio...

- ¿por qué me has hecho madrugar tanto?.- preguntó la chica soñolienta, mientras se rascaba el ojo con el puño cerrado, aún estaba algo adormilada.

- ¿sabes una cosa?.- dijo el chico parándose de pronto junto al rio para luego coger unas cuantas piedras y comenzar a tirarlas.- tenias razón sobre mi hermano, él... es un buen chico... y siempre se ha preocupado por mí.- y tras decir esto su cara cambió completamente, parecía melancólico por algo.

- ¿Qué ocurre?.- preguntó la chica preocupada mientras agarraba el brazo del chico, suplicándole respuestas.- creí que tras descubrir su secreto... que una vez que descubrieras por qué tu hermano era así contigo todo estaría bien... que lo arreglaríais...

Adam miró a Elisabeth con los ojos bañados en lágrimas, entonces la chica le miró preocupada...

- ¿Qué sucede contigo?.- preguntó la chica de nuevo, temiendo que Adam comenzase a llorar en sus brazos de un momento a otro, ¿Cómo le pararía? ¿Qué podría hacer para que el chico sonriese y dejase de llorar?

- ¿Cómo podría estar bien?.- preguntó el chico, pero antes de que la chica respondiese Adam había empezado a hablar de nuevo.- Ese chico... mi hermano... ha estado toda su vida cuidando de mí como un padre... ¿y sabes por qué lo hizo? Fue porque mi padre se lo pidió. El no pudo tener una vida feliz, no pudo tener una vida como el resto de los niños de su edad, porque siempre tenía que estar pendiente de mí y de mi madre... ese chico... ¿fue tan estúpido de cumplir una promesa que hizo cuando apenas tenía 5 años de edad? ¿Ese imbécil fue tan estúpido de cuidar de mí a pesar de que yo le alejaba, le maltrataba y le insultaba todo el tiempo? ¿Sabes por cuánto tiempo lo odie? ¿Por cuánto tiempo le desprecié? Y a pesar de todo ese estúpido seguía siendo amable conmigo...- Adam bajó la mirada avergonzado, mientras dejaba escapar sus lagrimas, se odiaba tanto a sí mismo, se odiaba tanto, por haber mantenido un odio tan grande en su corazón hacia su hermano, hacia la única persona que siempre había cuidado de él y de su madre, la única persona que siempre había tratado de protegerlo en todo momento, que siempre... y el tan solo le había tratado con desprecio toda su vida... siempre había creído que él y su padre tenían un cariño especial, pero recién ahora se daba cuenta de la verdad, su padre la había pedido que cuidara de él y de su madre, porque sabía que era el mayor de los dos, por eso siempre estaba junto a él porque necesitaba que al ser mayor cuidase de él, necesitaba que fuera fuerte. Pero... todos estos años... William había estado cuidando de él y de su madre, y a veces también de Elisabeth... pero... ¿Quién había cuidado de ese imbécil? ¿Cuánto habría sufrido el solo sin que nadie más supiese?

En ese momento Adam sintió como unos brazos le abrazaban fuertemente, se trataba de Elisabeth que la única forma de calmar el dolor de su mejor amigo que se le ocurrió fue abrazarle fuerte. Adam devolvió enseguida aquel abrazo, había deseado tanto que ella le abrazase como ahora, pero recién ahora, sabía que ese abrazo era el de dos amigos que se apoyaban el uno al otro, ella nunca había sido para él, el tan solo se había cruzado en su camino, tan solo había sido un buen amigo para ella, un amigo que le había dado fuerzas en los momentos difíciles. Ahora sabía que debía dejarla ir de su corazón, mejor recordarla como su mejor amiga, que no tenerla de ninguna forma, recién ahora comprendía porque ella siempre permanecía a su lado, ella era la persona que la guiaría hacia su hermano, que le guiaría hacía el camino para conocer aquel secreto, que le ayudaría a perdonar a su hermano...

Elisabeth se encontraba junto a Adam, ambos estaban sentados en la hierba mientras se abrazaban con fuerza, aquel abrazo era tan reconfortante para ambos, que creía que podía quedar así para siempre, gracias a Adam podía olvidar su dolor, gracias a él apenas se acordaba de lo que debía decir...

- ¿sabes? Yo también hice una promesa aquella tarde...- comenzó la chica con un triste brillo en los ojos, sin dejar de aferrarse al chico con fuerza.- ... en aquel triste anden... yo también hice una promesa... pero... por alguna razón no la recordaba... hasta hace unos pocos días, no podía recordarla... ¿Sabes que prometí?.- Elisabeth se quedó callada un instante, escuchando la tranquila respiración de su mejor amigo, y entonces continuó.- prometí que cuidaría de esa persona, pero he roto mi promesa, porque no podía recordarla...

- Es normal, tan solo eras una niña...- la tranquilizó Adam mientras acariciaba su pelo con dulzura.

- Pero... ¿Cuánto habrá sufrido esa persona? El no tenía un papa que cuidara de él, tampoco tenía una mama porque ella siempre estaba trabajando, tú tampoco estabas ahí para él y yo...- pero Elisabeth no podía continuar, sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin que ella pudiese hacer nada por detenerlas.

Adam se separó de ella lentamente, para luego buscar en su chaqueta un pequeño pañuelo y ofrecérselo a ella...

- Entonces ... ¿deberíamos enmendar nuestros errores ahora?.- preguntó haciendo que la chica le mirase sin comprender muy bien a que se estaba refiriendo.- creo que deberíamos quedarnos a su lado y protegerle.- terminó y entonces sonrió, su sonrisa era tan sincera que hizo que la chica le mirase y sonriese también.

William abría la puerta de su casa adormilado, y tras levantar la vista y vislumbrar a su hermano y a Elisabeth frente a él quedó totalmente perplejo por ello. Elisabeth empujó a William a un lado y entró en la casa junto a Adam, ambos se dirigieron hacia el interior de la casa, para luego dejar sobre la mesa del salón unas enormes bolsas, luego Elisabeth miró a Adam y ambos sonrieron...

- ¿por dónde crees que deberíamos empezar con esta pocilga? - preguntó Elisabeth a Adam, sin tan siquiera mirar a William. Adam hizo un movimiento con la cabeza hacia donde se encontraba William, Elisabeth volteó su cabeza hacia él y William los miró a ambos sin comprender.

Unos minutos más tarde William se encontraba en el exterior de la casa, con unos zapatos viejos sobre una mano y un pantalón feo y desaliñado y una camisa hawaiana sobre la otra, William miró aquella ropa una vez más y luego volvió la mirada hacia la puerta cerrada. Recordaba como unos minutos antes Elisabeth y su hermano le habían obligado a salir de la casa, para luego lanzarle aquella estúpida ropa, aquella ropa que no había usado en años, para luego gritarle: "vete a dar una vuelta por ahí, puedes irte a trabajar si quieres, cuando terminemos te sentirás agradecido" le había gritado Elisabeth mientras sonreía, aquella sonrisa le estaba empezando a molestar demasiado, no sabía qué era lo que aquella chica y su hermano se traían entre manos, pero le molestaba que entrasen en su casa y lo echasen a él a patadas sin más... de su propia casa, aun recordaba como Elisabeth había llamado a su casa "pocilga" recordó.

William se vistió como pudo y calzó sus zapatos, para luego caminar rio abajo... ¿Qué bicho le habría picado a aquellos dos? ¿Por qué estaban tan raros?


Continuará...

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