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05 Bendita Genética



"Eres el paquete completo.

Me encanta cómo te queda todo.

Que Dios bendiga la genética de tu padre"

JUNO – Sabría Carpenter



A veces era difícil de creer todo lo que sucedía en tan pocos días.

JiMin estaba seguro de que JungKook era el chico de sus sueños, pero con los acontecimientos de los últimos días comprobaba que no se había equivocado con poner sus ojos sobre él.

Jeon JungKook es el paquete completo. No sólo físicamente hablando, también de manera personal. Era esa clase de chico que te da el paso para que vayas primero, que quita la silla para que puedas tomarla, que cambia las posiciones cuando vas por la calle para que los autos no pasen de tu lado y también era esa clase de chico que te da de comer en la boca.

JungKook ponía atención a los detalles, porque exactamente de ese modo su padre lo había criado. Escuchaba todo lo que JiMin decía o todo aquello que miraba, como en esa ocasión que sus ojos se posaron sobre una heladería y no dudó en llevarlo ahí para comprarle el helado que más le gustara. Ese día supo que JiMin odia el sabor chocomenta, pero que ama el sabor oreo. Y al final lo llevó hasta su casa para asegurarse de que llegara sano y salvo, para después volver a la suya y pensar en él por el resto del día.

Todo empezó con San Valentín, pero JungKook lo continuó de otras formas. Primero aparecía en la puerta del instituto para esperarlo, y luego iba directamente a su casa para recogerlo y luego devolverlo después de clases. Así fue como pasaron los días, ambos con muchos sentimientos de por medio y acciones que debían ser tomadas en cuenta. Como el hecho de coquetearse mutuamente, tocar sus manos o incluso tomarlas al andar.

De ese modo JungKook se la pasó detrás de JiMin todo el tiempo, hasta que un día se armó de valor para:

—Tengamos una cita, Minie.

Y el corazón del aludido explotó en cientos de fuego artificiales que sólo estaban en su imaginación. Eventualmente aceptó y sólo pudo pensar en eso el resto de la semana hasta que el día sábado llegó.

Ahora estaba en un dilema con su ropa porque no sabía qué ponerse. Había sacado varias cosas de su closet no muy convencido de sus elecciones. No sabía cómo lucir exactamente; ¿atrevido? ¿Relajado? ¿Sexy? ¿Casual? No sabía a donde lo llevaría exactamente y ese era el problema.

— ¿Está todo bien aquí?

Entró Rosé, su madre, observando todo el desastre que había en la habitación. Ella más que nadie sabía que este tipo de problemas era bastante común, pues lo mismo le pasó cuando tuvo la primera cita con su ahora esposo y padre de su hijo.

—No sé qué ponerme—le hizo un puchero.

—Bueno, está más que claro que en la primera cita no vas a tener sexo—apuntó tomando unas bragas sensuales que accidentalmente terminaron en el suelo.

— ¡Mamá! ¡No toques eso!—le gritó escandalizado.

—Ay, relájate. Tengo unas iguales—se encogió de hombros y le aventó las bragas— ¿Pensabas tener sexo con él? Porque si es así de una vez te digo...

—No, mamá—rodó los ojos y suspiró— ¿Cómo crees que le voy a pedir eso en la primera cita? ... Quizá en la segunda...

— ¡Ni lo pienses!—le golpeó el hombro—Tienes todo un futuro por delante y una vida que planear. ¿Dónde piensas meter un bebé?

—Estoy cien por ciento seguro de que JungKook se haría responsable si quedo embarazado... Además tienes que verlo... Dios bendiga la genética de su padre. ¡Mi hijo sería precioso!

— ¡Nada de bebés hasta terminar la universidad!—volvió a golpearlo en el hombro.

—Deja los golpes, sólo es una broma—le hizo un puchero.

"No es broma"

Muchos podrían creer que los pensamientos de JiMin no eran acordes a su edad, y es que con tan sólo diecinueve años tenía el deseo inusual de convertirse en padre, sobre todo si es JungKook quien le done su semilla. Cada vez que lo ve, su hormona se alborota y sólo puede pensar en decirle; "dame bebés, maldito hombre sexy y ardiente". Pero sería demasiado loco sólo decirlo. No quiere asustarlo y que termine por alejarse de él.

Aunque, desde hacía mucho tiempo, ha planeado toda la vida que quisiera con él. Una familia y con tres, cuatro o cinco, tal vez siete hijos. Un perro y un gato también. Incluso había visualizado su casa ideal y estaba seguro de que sería grande con un jardín trasero donde podrá jugar con todos sus hijos. Sí, eso es lo que siempre ha deseado con JungKook. Pero por ahora no debe saberlo.

—Sólo espero que ese chico sea el prudente de esta relación—Rosé suspiró y se apretó el puente de la nariz.

— ¿Crees que podemos llegar a tener una relación?—la miró con ilusión.

—Pero claro que sí—manoteó y lo miró—Si ya te invitó a una cita es porque eventualmente te pedirá que seas su novio.

—Pues espero que sea hoy—se paró de golpe y miró a su alrededor.

—Es lo más probable—sonrió—Pero no en esas fachas.

—Ayúdame—le hizo un pronunciado puchero.

—Pero claro que te voy a ayudar. Necesito evitar a toda costa que uses algo con lo que logres seducirlo.

Rosé se puso de pie y buscó entre todas las prendas de la cama algo que fuese lindo, cómodo y casual. Escogió un pantalón de mezclilla y una camisa azul celeste de botones que era holgada. JiMin se puso todo y se miró frente al espejo con su madre detrás quien asentía dando el visto bueno. Completó su vestimenta con unos tenis blancos y arremangó el pantalón de la parte de abajo. La camisa de botones sólo la sujetó de la parte delantera y por último optó por un maquillaje discreto, pero que lo hacía resaltar lo suficiente. Su cabello rubio lo acomodó con ondas que cubrían su frente y tomó un cárdigan color blanco que tenía estrellas en las mangas, sólo por si volvía más tarde de su cita.

Bajó las escaleras y su madre aplaudió el resultado cuando casi enseguida el timbre sonó.

—Pero qué puntual—expresó asombrada.

Ella abrió la puerta y por fin pudo ver más de cerca al chico por el cual su hijo ha suspirando durante casi cinco años. Y entonces comprendió que tenía razón en cuanto a su genética. Él era muy guapo, lo más probable es que cuando sea más grande ganará muchísimo atractivo. Pero sobre todo, en sus manos traía un ramo de girasoles para su hijo.

—Señora Park, buenas tardes—le hizo una reverencia y sonrió.

—Nombre, edad, consumes alcohol, tabaco, algún tipo de droga, nombre de tus padres y... tus intenciones.

JungKook se quedó en blanco por varios segundos. Estaba por decir otra cosa cuando justo Rosé comenzó a hablar rápido y con los ojos abiertos. Lo cierto es que ella ya sabía todo de eso de él. Conocía a sus papás, donde vivía, quién era y que era un gran chico a los ojos de todos los vecinos cercanos, simplemente le gustaba asustarlo para ver su reacción.

—Soy Jeon JungKook... tengo diecinueve, em... Este año cumplo veinte y... sólo—lo dudó por unos segundos—Sólo Bebo cerveza. ¡Pero ocasionalmente! Y no, no me gusta el tabaco ni jamás en mi vida he probado una droga. Hum... Mis padres son Jeon NamJoon y Jeon SeokJin, vivimos en la cuadra de atrás. Y mis intenciones son buenas, se lo aseguro. Precisamente por eso le dije a JiMin que vendría por él hasta la puerta de su casa. Le prometo que será una cita de lo más normal posible e inocente. Sólo me apetece pasar un buen rato con él y quizá, con permiso de usted y de su esposo, me gustaría sostener una relación formal. Pero por ahora está bien con la cita. Yo me siento muy halagado de que me haya dicho que sí—terminó y sonrió nerviosamente.

Se quedó en silencio, mientras que Rosé lo observaba intentando fingir mucha seriedad y firmeza. JiMin, por otro lado, estaba detrás de ella negando con la cabeza mientras se apretaba el puente de la nariz. Le llegó a preocupar que hiciera algo como eso, porque según su lógica, era su deber como madre ponerlo en vergüenza frente al chico que algún día tocara la puerta para pedir un permiso para salir. Y lo cumplió. Malditamente lo estaba dejando en vergüenza frente al chico de sus sueños.

—JiMin, tienes mi aprobación para casarte con este chico... ¡Pero por ahora no está permitido que tengan hijos! ¡Y les hablo a los dos!

JiMin suspiró cansino y rodó los ojos, mientras que JungKook asentía repetidas veces y con un poco de pánico. ¿Exactamente por qué mencionaba los hijos? Apenas era su primera cita y no tenían por qué pensar en esas cosas.

Lo ponía más nervioso.

—No se preocupe, señora Park. Le prometo que seré prudente y no me sobre pasaré con su hijo—aseguró JungKook con seriedad.

—Cada vez que abres la boca te me haces más adorable... ¡Ay! ¡Me encantas de yerno!

—Ay, mamá—se acercó JiMin—Ya basta, lo vas a espantar... no le prestes atención, JungKookie. Mejor vámonos ya.

—Hablo enserio con lo de los hijos, JungKook. No permitas que esa cara adorable te manipule para que le des lo que te pide—advirtió la menuda mujer—Es un diablillo disfrazado de ángel.

—Adiós, mamá—dijo JiMin y empujó a JungKook fuera de su casa.

— ¡Ocho en punto! ¡De eso depende su futuro noviazgo!

— ¡Así será!—gritó JungKook.

Cuando por fin estuvieron solos en la acera, JiMin pudo respirar y soltar un gimoteo por la tremenda humillación que le hizo pasar su madre. Afortunadamente su padre aún no volvía del trabajo, sino todo hubiese sido peor que eso.

—No escuches nada de lo que te dijo—pidió JiMin con ojos de cachorro—Mintió en la mayoría de las cosas.

—Exactamente... ¿en qué no mintió? ¿Con el tema de los bebés?

El rubio se puso nervioso y buscó otro lugar para mirar que no fuesen los ojos oscuros de JungKook. Sabía que lo miraba sugestivo y con una sonrisita burlona en los labios, algo que no ayudaba en nada al mar de emociones que había en su interior. ¿Y ahora cómo le dice que sí quiere tener bebés con él?

— ¿A dónde será nuestra cita?—preguntó y comenzó a caminar.

—No evadas la pregunta, Park JiMin—lo siguió enseguida.

—Ya te dije que no hagas caso a nada de lo que diga mi mamá—insistió sin voltear a mirarlo.

—Sólo dilo y ya. Eso no va a cambiar nada—sonrió divertido— ¿Quieres tener bebés conmigo?

JiMin se detuvo y lo miró directamente a los ojos, sólo entonces fue consciente de lo que llevaba en sus manos y la ropa que traía puesta. La vista era excepcional, exquisita. JungKook usando únicamente negro, pantalones ajustados, camisa ligeramente holgada con una chamarra de cuero y botines. Le encanta cómo le queda todo.

— ¿Estaría mal decirte que sí?—inquirió con timidez y jugó con sus manitos.

—Bueno... no está mal, pero es... curioso, aunque... dado que te he gustado desde hace mucho, supongo que es normal que quieras un bebé mío.

—No digas esas cosas—chilló y se cubrió el rostro con ambas manos—Esta conversación se volvió extraña y vergonzosa.

JungKook soltó una risita y, con una mano, quitó las de JiMin para poder apreciarsu expresión tímida y sus mejillas sonrojadas. Después puso el ramo de girasoles frente a él mientras le sonreía encantador e hipnotizante.

—Para ti, Minie—le dijo en voz baja.

—Gracias—respondió con un hilo de voz y tomó el bonito ramo con sus manos.

A JungKook, su padre Jin le había dicho muchas veces que el mejor lenguaje del amor era regalar flores, además de que éstas tenían muchos significados dependiendo del tipo. Sin embargo, JiMin había dejado en claro muchas veces que amaba los girasoles, y JungKook no quería negarle absolutamente nada. Si tenían que comprarle flores, entonces lo haría. No importaba mucho tener que conservar su empleo en la cafetería para tener dinero suficiente para gastarlo con él, porque su profesor tenía toda la razón cuando le dijo que él sí valía toda la pena del mundo.

Lo tomó de la mano y lo llevó de vuelta a su casa, dejándolo completamente confundido hasta que se detuvieron frente a un auto de color rojo.

— ¿Es tuyo?—preguntó sorprendido.

—No, es de mi padre Jin—respondió y le abrió la puerta del auto—Me lo prestó para que pudiera brindarte comodidad y seguridad. Y no te preocupes; tengo licencia—sonrió coqueto y JiMin se sonrojó.

Al estar dentro del auto, pensaba en cómo las cosas cambiaron radicalmente desde el día de San Valentín y en que todo parecía irreal. El ramo en sus manos, estar a un lado de él mientras conduce y poder oler su fragancia varonil a cítricos que tanto le gusta. De vez en cuando lo miraba y no podía evitar suspirar, sobre todo cuando lo tomaba de la mano para besar su dorso o cuando le sonreía arrugando su nariz. Cada detalle que había enlistado en ese poema ahora lo veía en distintos momentos, todo frente a sus ojos privilegiados.

Llegaron a una pista de patinaje y se repitió el mismo proceso. JungKook volvió a abrirle la puerta del auto para ayudarle a bajar y el ramo de girasoles lo guardó en la parte trasera. Lo tomó de la mano provocándole un montón de mariposas y emociones que tal vez ya no podría contener.

Entraron al lugar sin haberse soltado de las manos hasta que JungKook tuvo que alejarse para pagar la renta de los patines. Mientras tanto, JiMin se quedó parado en el mismo lugar observando cada uno de sus movimientos, desde que entregaba el dinero hasta que sonreía amablemente al recibir los pares de patines. Se sintió nervioso de nuevo al ver cómo se acercaba nuevamente y es que el tema anterior de conversación todavía le avergonzaba, porque ahora verlo vestido de esa forma le hace hiperventilar y, sin duda, su instinto de adolescente hormonal le pide tener su primera vez con ese chico.

Sus hijos sí que saldrían bellos.

—Toma asiento—le habló con dulzura después de haberlo llevado a donde estaba la pista de hielo—Voy a ponerte los patines.

Sin dejar de mirarlo, se sentó en uno de los pequeños sillones de la entrada y observó todo el proceso, desde que le quitó sus tenis blancos hasta que le colocó los patines y cómo le amarraba los cordones con mucho esmero, como si estuviese cuidando cada detalle para mantenerlo seguro.

Después sólo se quedó quieto en su lugar esperando a que él se pusiera los suyos y luego fue tomado de su mano para ser guiado a la pista de hielo. Le cedió el paso sin dejar de sostener su manito y por último se adentraron en el lugar con mucha cautela.

Alrededor había más parejas y otros que disfrutaban de patinar solos o en grupos de amigos, pero todos perdieron relevancia después de estar consciente de que Jeon JungKook era su cita y que estaba patinando a su lado. Sólo podía mirarlo a él y esa mandíbula perfectamente marcada qué tanto le gustaba. Le parecía que la forma de su rostro era simétrica y muy atractiva. Si ahora era así de guapo, ya se imagina cómo será cuando hayan pasado unos años.

Desvió sus ojos a sus muslos que se podían apreciar perfectamente con ese pantalón negro ajustado. Con el uniforme escolar no tenía la oportunidad de mirar demasiado, pero vaya que lo había observado en muchas ocasiones. Sólo en la clase de deportes podía ver más allá de lo que ocultaba la ropa debido a que usaban shorts y bermudas.

¿Para qué negar que lo miraba? A veces era bastante evidente y ni siquiera lo notó. Hasta ahora.

—Me vas a desgastar, Minie—le dijo con un tono divertido y le sonrió.

—Yo... yo no te estaba mirando—negó rápidamente y desvío la vista a otro lado.

Sin esperarlo, fue acorralado contra la cerca que estaba alrededor de la pista de hielo y entonces quedó completamente indefenso y a merced del pelinegro. No supo qué hacer, más que mirar sus ojos oscuros y esa sonrisa coqueta que lleva en los labios. ¿Va a pasar lo que cree que va a pasar?

—No me mientas. No puedes—le habló con voz aterciopelada— ¿Tanto te gusto que no puedes dejar de mirarme?

— ¿Qué?—sonrió nervioso.

—En tu poema dijiste que ya no podías negar tus sentimientos—respondió y se acercó un poco más a él—Y yo no puedo negarte los míos.

De pronto, aunque había personas a su alrededor, todo se quedó en silencio y se encapsularon en su propia burbuja de ilusión. JiMin sólo podía mirar los ojos de JungKook, y éste sólo podía mirar los labios contrarios. Cada uno sabía qué era lo que le hipnotizaba más.

—Me gustas, Minie—dijo con un hilo de voz y una suave sonrisa.

El tiempo se detuvo cuando JungKook desvaneció la distancia para poder probar los labios pomposos del rubio. Lo recibió un ápice de sabor cereza que lo volvió loco por completo y que lo llevó a disfrutar un placer delicioso que jamás se hubiese imaginado en su vida.

Este era el primer beso de ambos, pero al ser algo inesperado, JiMin estaba un poco nervioso, aunque segundos después logró acoplarse a los movimientos de los labios contrarios. Se sentía bien y había una colisión de emociones en su interior que era complicado contener y que se volvieron más densas cuando JungKook lo tomó de las caderas, entonces por fin concilió el deseo de poner las manos en sus pectorales que muchas veces vio de más y eso terminó por darle el toque a este momento tan especial.

Su primera cita.

Su primer beso.

Tal vez su primero en todo.

— ¿Quieres ser mi novio?—preguntó JungKook en el proceso de beso.

—Sí quiero—respondió con un hilo de voz y terminó por colgarse de su cuello.

El beso adquirió mayor profundidad y un poco más de rapidez. Habían pegado sus cuerpos lo suficiente para poder percibir mutuamente su calor corporal y quizá más emociones de las que ya iban y venían. Están felices. Estaban contentos. Y JungKook estaba seguro de que, ahora por fin, sabía lo que era estar completamente enamorado. 



Hellow!!!

Les subí capítulo ahorita porque mañana trabajo todo el día y no podré actualizar hasta en la noche. Pero ya vamos avanzando con este par :)

Sólo me faltan ocho capítulos para terminarla de escribir :)

Espero terminar el domingo ya :)

Y espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.

Las tkm!!!


Los papás de JiMin

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