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Habían pasado nueve meses desde que la familia Duncan le había dado la bienvenida a la bebé y ahora para el desagrado de PJ y Gabe, debían de dar una bienvenida más, pero está vez a los nuevos vecinos de al lado, y no, la señora Dabney no se había mudado, por desgracia.
── ¡Hola Charlie! Ahí estás, nueve meses de edad y mira que linda eres, sí. Y mira lo linda que soy ── le hablaba Teddy a la cámara.
── ¿Tienes que hacer esto todos los días? ¿Incluso cuando vamos a darles una estúpida bienvenida a los vecinos? ── se quejó Gabe.
── Sí, incluso ahora ¿Qué clase de persona sería si no lo hiciera? Charlie merece ver cómo llegaron los que serán sus vecinos cuando sea mayor ¿Verdad Charlie? ── La bebé soltó un gas en respuesta causando que Teddy hiciera una mueca de asco ──. Como decía ¡Soy tu hermana mayor Teddy! Y estoy grabando este vídeo diario para así poder ayudarte a sobrevivir en nuestra... especial familia. Hoy vamos a socializar y conocer a los nuevos vecinos.
── ¡Nuevas víctimas! ── exclamó Gabe ──. Estoy ansioso por gastarles bromas.
── ¿Dejarás de lado a la señora Dabney? ── preguntó PJ.
── Claro que no, nuestra relación es sagrada.
Mientras Teddy le seguía hablando a la cámara y presentaba a su familia uno por uno, los vecinos, los Rockefeller eran una familia relativamente normal, tenían un solo hijo de la misma edad de Gabe y la verdad es que a los ojos de muchos, Jude Rockefeller no era un santo ni mucho menos alguien que fuese un buen ejemplo. Mucha gente creía que era una mala influencia, alguien que no debería estar cerca de sus hijos ni de nadie, aunque solo eran rumores estúpidos y sin pruebas para afirmar sus argumentos, estos ya se habían esparcido por todo Denver.
── La gente con la que nos hemos topado me ha mirado mal ── murmuró Jude. Al menos no se cruzó a la señora Dabney en el camino, eso hubiera sido mucho peor ──, no entiendo por qué creen que soy una mala influencia.
── No les hagas caso, no te conocen y solo repiten lo que oyen. Sabes que no eres todo eso que dicen y nosotros que somos tus padres también lo sabemos, así que no tienes que preocuparte demasiado ── quiso consolarlo su madre, pero es que no había caso, no importaba cuánto Jude demostrase que no era lo que los demás creían, no servía.
A veces creía que era mejor darles lo que querían, hacer que el Jude que ellos crearon se hiciera realidad, pero luego recordaba que esa nunca sería su verdadera esencia y dejaba esa idea en el olvido. Deseaba que en Denver no ocurriera lo mismo, no hizo que sus padres dejaran Florida por irse a vivir a Colorado por culpa de esos falsos rumores para que al final se volviera lo que decían que era. No tenía sentido.
── No entiendo cómo es que todo eso llegó aquí, ni siquiera sé cómo pudieron esparcir rumores de un estado a otro.
── Yo tampoco, Jude, pero ya verás que las cosas van a cambiar, no todo va a ser blanco o negro, el gris también existe.
Un niño de doce años no tendría por qué ver como su mundo e infancia se derrumba por un malentendido que no se pudo arreglar, Jude Rockefeller no merecía ser tratado como un pecador cuando el santo siempre fue él. Así no debía de haber terminado su niñez, esa no era la manera de cerrar una etapa. Pero los jueces parecían ya haber dictado una sentencia y todos los espectadores miraban a Jude con desprecio, listos para verlo fallar y atacar otra vez.
Quizás era hora de que Jude se volviera el cazador y dejara por fin de ser la presa.
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