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Consuegros


El flamante auto se detenía frente al restaurante, de la parte de atrás del vehículo descendió Gabriel Agreste y con tranquilidad fue hacia la otra puerta, al abrirla con un gesto de caballerosidad tendió su mano ayudando a su encantadora acompañante.


Ofreciendo su brazo la dama en grácil movimiento aceptó el gesto mostrando una perfecta sonrisa y acompañando a la par en su caminar al diseñador.


Una vez adentró vieron como desde una mesa una menuda mujer les hacía una seña con la mano y mostrando una afable sonrisa hacia ellos.


- Sabine, ¿como has estado? - se adelantó Emilie en el saludo, abrazándola cariñosamente.


Gabriel con su seriedad habitual se acercó a Tom extendiéndole la mano, él fornido hombre mostrando una afable sonrisa correspondió al saludo estrechando con ímpetu la delgada mano del diseñador.


- ¡Tienes que verlos!, han salido adorables. - sacando emocionada su teléfono mostraba a Sabine una foto de sus nietos corriendo descalzos sobre la hierba del jardín, jugando entre los chorros de los aspersores.


- Awww, son hermosos. - se derretía ante aquella tierna escena de sus nietos.


Ahora era la azabache quien alegre abría la pantalla de su teléfono para mostrarle la imagen a Emilie.


- Míralos, quisieron ayudarme a preparar la cena. - en la imagen se veía a los tres niños riendo a carcajadas, completamente cubiertos de blanco mientras que Louis sostenía un paquete vacio de harina.


- ¡Oh dios!, están para comérselos. - sus ojos miraban alegres aquella fotografía.


Gabriel y Tom solo miraban en silencio como sus mujeres veían entusiasmadas las fotografías de sus nietos y con cada una había un nuevo comentario cariñoso.


De repente sus miradas se cruzaron y sin saber como una chispa brilló en ellos, en perfecta sincronía una media sonrisa de lado se mostró en sus labios.


- El otro día Emma hizo su primera costura inglesa, mejor que un profesional, esa niña tiene madera de diseñador. - Gabriel erguía ligeramente su espalda en el asiento mientras hablaba con orgullo de su nieta.


- Es una niña muy talentosa. - completó Tom aun con la sonrisa de medio lado en sus labios - la última vez que estuvo en la panadería ella sola hizo un ganash de chocolate perfecto, no hay duda que lleva la repostería en las venas. - el amplió pecho se hinchó mostrando su satisfacción ante el trabajo de su nieta.


- Es verdad es muy talentosa, pero Louis también es muy bueno, le enseñe los primeros pasos de como modelar y en dos horas dominaba las poses básicas, diría que aun es mejor que Adrien cuando tenía su edad. - la espalda del diseñador se erguía aun un poco más presumiendo de su nieto.


- Tienes mucha razón, Louis también es muy talentoso. La semana pasada me ayudó a preparar unos éclairs y él sin ayuda preparó la pasta choux, es indudable que lleva el arte de la repostería en sus genes. - su sonrisa se amplió ligeramente y su pecho se hinchó un poco más denotando su orgullo.


Para ese momento las damas miraban extrañadas a sus maridos y a la vez divertidas por esa infantil muestra de orgullo.


- ¡Ya llegaron! - exclamó Sabine señalando hacia la entrada y sin disimular su alegría.


El pequeño Hugo venía en los brazos de su padre mientras que Emma y Louis caminaban tomados de la mano de Marinette.


En cuanto los dos mayores vieron a sus abuelos se soltaron a toda prisa del agarre de su madre y comenzaron a correr hacía ellos.


Gabriel y Tom al ver a sus nietos acercarse se lanzaron una última mirada y poniéndose de pie a la vez se prepararon para recibir el gran abrazó de sus niños.


Pero cuál fue su sorpresa cuando los pequeños los pasaron de largo y se abrazaron con gran efusividad a sus abuelas.


Los dos mayores miraban incrédulos como los niños colmaban de abrazos y besos a Sabine y a Emilie.


- No deberían sorprenderse. - dijo Sabine sentando en su regazo a Louis.


- Así es, siempre que los niños están con ustedes solo los ponen a trabajar. - completó Emilie sentando también a Emma en su regazo.


Las dos mujeres rompieron a reír acompañadas por sus nietos al ver las caras de asombro de sus maridos.


- Hola. - saludo alegre Marinette captando la atención de los mayores.


Una mirada de competitividad se cruzó entre Gabriel y Tom al ver al pequeño Hugo en brazos de Adrien, mostrándose una sonrisa de medio lado veían ahí una nueva oportunidad. El pequeño niño se abrazó aun mas a su padre al ver la mirada de sus abuelos porque a pesar de su edad había escuchado hablar a sus hermanos y sabia lo que le esperaba.

FIN

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