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Capítulo 16

16Latidos

Dylan.

Mi día ha sido una mierda, aunque si miro en retrospectiva mi vida ha sido una mierda desde hace años.

Desde que llegué al pueblo todo había  tomado su curso. Recuperé mi trabajo gracias a muchas promesas de no volver a largarme y volver a demostrar lo bueno que era delante de cocina. Mamá a seguido su medicación y dieta a rajatabla y su diabetes está controlada. Tengo un techo dónde dormir con sábanas limpias y había tenido de vuelta a mis amigos.

Aún así no dejo de tener la sensación de que mi vida sigue estando gris, y no un gris claro, nop en un gris oscuro donde a veces pienso que me será imposible salir, a menos que Junio se apiade de mí y decida perdonarme.

Después de nuestro encuentro a la salida del cementerio no he podido hablar con ella. Al principio quería explicarme, ahora solo quiero pedirle perdón por cobarde. Que me dijera que me amó fue como un jarro de agua fría, pero mi frustración comenzó cuando me di cuenta que había sido yo quien había arruinado nuestra relación por tomar una decisión egoísta, pero que me aspen si no pido cada noche por una oportunidad.

Salgo a trabajar después de comprobar a mamá por 5 vez y sé que ya llega mi hora de irme porque su rostro ya tiene los primeros rastros de molestia. Le doy un beso y me largo. Llego al trabajo y saludo a Bill que su humor como viene siendo normal no es el de los mejores.

-Hola jefe- saludo mientras me pongo el uniforme

-Llegas tarde- me ladra

-Uy alguien no durmió bien anoche-dije con sorna

-Alguien quiere perder su trabajo- respondió elevando una de sus pobladas cejas, sacándome una sonrisita

-Sabes que no puedes perderme- el aire de suficiencia tiñe mi voz y se que lo estoy sacando de sus casillas, pero que le voy hacer , me divierte.

-No juegues con tu suerte muchacho- gritó saliendo por la puerta.

Me puse a prepárame y a hacerle el café a Abril, no estaba seguro si lo tomaba o simplemente iba a la basura, pero el intento es lo que vale así que, esperaría que algún día recibiera algo más que su puerta en mis narices.

Mi teléfono empieza a sonar sacando a Abril de mis pensamientos hasta que veo su número pestañando en mi pantalla y una sonrisa se extendió en mi rostro

-Abril

-buenos días , usted es familiar de Abril

- Si- dije preocupado- ¿dónde está Abril? ¿qué pasó ?

- Necesito que se calme señor.

-Vale, pero necesito que me diga que está pasando - mi voz ya iba cruzando la histeria

-Ella sufrió un accidente esta mañana y su número está registrado como contacto de emergencia

-Pero… ¿dónde está?, ¿está bien?

-Señor Dylan ella está subiendo a cirugía, pero necesitamos su presencia para que firme algunos papeles.

-Si, si mándame la dirección del hospital donde está.

Después de darme la dirección colgó y salí corriendo hacia casa, mi corazón latía a mil cuando cogí las llaves del coche y me monte en él, recuerdo vagamente haberle dicho algo a mamá hacia donde iba, pero nada más, el viaje fue un borrón hasta que el olor del hospital inundó mis fosas nasales. Me dirigí a información y después de dar algunos datos y firmar algunos papeles me indicaron en que piso estaba Abril.

Corrí por las escaleras sin paciencia para esperar un ascensor y mi corazón parecía a punto de salir cuando me posicioné en la puerta que daba a cirugía.
Una enfermera me había dicho que con el impacto sufrió graves contunciones y tenía alguna costilla rota , pero lo que más preocupaba era un golpe en la cabeza, y que cuando salieran de cirugía sería capaz de darme más información.

Dejé caer mi cuerpo en una de las sillas de espera de los familiares y por primera vez después de muchos años comencé a tener miedo.
Mi cuerpo se estremeció por el reconocimiento del sentimiento y mis manos comenzaron a temblar, miedo por ella, por cómo se sentía sola en esa camilla luchando por su vida, por haberse encontrado sola cuando ocurrió el accidente. Miedo porque no saliera por esas puertas y miedo por mí, por el desastre que se convertiría mi vida sin ella ahí. Me reprendí internamente cuando me percaté lo egoísta que sonaba, pero eso solo hizo que el miedo calara más hondo.

Paso algún tiempo hasta que salió un doctor por la puerta que me dijeron que conducía a donde se encontraba Abril y sentí  el corazón colgar de un hilo por las noticias que me iban a dar

-Familiares de Abril…- dijo el hombre que sus ojeras delataron el cansancio

-Yo- me pare rápido del asiento, a pesar de que mi cuerpo se sentía entumecido

- ¿Usted es? preguntó

-Su esposo – dije rápidamente- ¿me podría decir como esta ella?-pregunté mientras que en mi voz se notaba mi impaciencia  

-Su esposa  sufrió graves golpes en el impacto, pero me alegra decir que pudimos reparar los huesos fracturados, por lo que después de recuperación no tendrá problema con eso. Lo más preocupante fue la contusión cerebral, donde encontramos un coágulo de sangre, pero se le suministro el medicamento para que sea disuelto. Por ahora está estable, tuvo que ser inducida en un coma para que su cuerpo se recupere, pero si en esta noche todo sigue como esta, estará fuera de peligro- solté el aire que estuve conteniendo y después de agradecer al doctor este se fue.

Una enfermera me indicó en que sala estaba y mi cuerpo prendió el piloto automático hasta que pareció dejar de funcionar cuando vi su cuerpo atravesado por agujas y respirando atreves de una tubería.

Me desplomé en un sillón que se encontraba cerca de su cama provocando un estruendo y rápidamente me levanté preocupado por si se despertaba pero cuando me acerque a su rostro y seguía tan quieto como antes, comencé a llorar,  porque no había ruido que la despertara.

Abril  estaba en coma y su vida dependía de estas horas para que saliera de peligro.  Cuando ese pensamiento se alojó en mi mente mis ojos no pudieron contener las lágrimas que salían porque era ella y no yo quien estaba en esa cama.

Había pasado dos días y los ojos de Abril seguían sin abrirse, extrañaba su voz. Sólo quería que saliera de ese estado de quietud aunque sea para fruncir su ceño en desagrado por verme.  Nunca habia estado tan asustado en mi vida.
  Cuando estuve dos años lejos, la extrañaba, por dios la extrañaba más que a nada ni nadie, pero ahora creo que había descubierto un nuevo nivel de añoranza. Tenerla tan cerca a solo centímetros y que el silencio no fuera llenado por su voz me sacaba de quicio.

Estuve a  lo largo de los días  intercambiando llamadas con mamá y con Laura que por su avanzado embarazo no podía estar mucho tiempo acompañando a Junio.
Y aquí estaba otro día más esperando algo que no sabía cuánto demoraría y la espera me estaba matando lentamente, pero era incapaz de alejarme de su lado. El tiempo iba a su propio ritmo, pero a mi parecer iba más lento de lo normal.
Salí al pasillo y saludé a una de las enfermeras porque después de las largas noches  ya me conocía a casi todo el personal, y en realidad era bueno tener algo de compañía cuando las espera era tan larga.

Después de conseguir algo de comida en la cafetería regrese al sillón que acompañaba la cama que sostenía el cuerpo pálido y sin movimiento de Abril. Tomé su mano y me incline rosándola con los labios, eran tan suaves y estaba tan fría que me asusté pero observe su pecho subir y bajar armónicamente y mi cuerpo perdió un poco la tensión. Me recosté nuevamente en el sillón y mi cuello sonó en protesta, una risa sin humor se escapó de mi boca, cuando imagine la cara de Abril cuando viera el desastre que me había convertido en esos días  , mi barba había crecido y mis ojeras estaba como fiel recordatorio de mi falta de sueño, pero era imposible dormir mientras ella estuviera ahí tan sola luchando por sobrevivir.
Acaricié su rostro buscando algo que calmara esta inquietud que tenía desde que esa llamada llego a mi celular.

-Tienes que despertar nena- hablé intentando que desapareciera el denso silencio que había atrapado la habitación- tienes que abrir esos ojitos de nuevo preciosa- sentí como el nudo en mi garganta se hacía  imposible de aguantar- necesito que me hables, o me peles como desees, pero por favor vuelve despierta . Estos días han sido interminables. Tienes que ser fuerte, siempre has sido la chica dura no me puedes fallar ahora, no cuando te necesito tanto- limpie una solitaria lagrima que bajaba por mi mejilla y apoyé la cabeza cansado cerca de cuerpo, nunca había sido de los que rezaban, pero mi mete fue formulando palabras dirigidas para alguien que no creía pero que si me devolvía a mi Abril iba a estar eternamente agradecido.

Sentí mis ojos cerrarse por el cansancio y me mente se quedó en blanco, después de repetir un último -se fuerte nena-.

Algo se encontraba mal, mi subconsciente lo sabía a pesar de que mi mente estaba aturdida por el sueño. Lentamente abrí los ojos por el ruidoso pitido de las máquinas, sabía poco de cómo funcionaban pero sí que ese sonido no significaba nada bueno y que era una clara invitación para decir corre y busca alguien de ayuda.

Sólo podía pasar las manos por mi pelo desordenado en busca de paz mientras los médicos entraban y salían de la fría habitación. Me eché a un lado para no entorpecer su trabajo pero mi cuerpo temblaba al ritmo del sonido de la máquina que controlaba el ritmo cardiaco de Abril. Pero me perdí cuando  el sonido se volvió un constante piiiii, que me entumeció por dentro y lanzó mi cuerpo al suelo en busca de algún apoyo que sabía nadie podía darme.

Los enfermeros y doctores seguían entrando en la habitación pero mi mente iba en cámara lenta incapaz de absorber todo lo que veía, sólo mi oído estaba funcionando correctamente en espera de que su corazón volviera a latir pero solo oía gritos que se alzaban a mediada que el tiempo pasaba y sentía como mi propio pulso se disparaba con el conocimiento de que no iba a pasar entonces grite alarmado a uno de los enfermeros que me sacó de la habitación y aún así seguí gritando  su nombre que se me escapo de los labios tantas veces que ya no comprendía ni lo que decía. 
Sentí que una enfermera se me acercó intentando tranquilizarme pero yo solo  escuchaba el piiiii que no salía de mi sistema,  el sonido no se iba  y yo quería aplacarlo con su nombre así que seguí gritando hasta que mis cuerdas vocales se rindieron y solo era un sonido ronco que no se parecía a mi voz.
Cuando me fue imposible gritar seguí balbuceando su nombre hasta que lo oí, un sonido diferente que se alzaba sobre todas las voces, un sonido constante que me devolvió la respiración, su pulso.

Algunos dirán que sus sonidos preferidos eran el de las olas del mar cuando rompen, otros que era el canto de las aves, o hasta el sonido del metro. Yo fui uno de ellos, pero hoy el pulso de Abril era mi sonido preferido.
Mientras estuviera latiendo el mío propio no corría peligro.


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