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Especial: el cumpleaños de Jae.

Doyoung juraba que debía hacer algo especial por el cumpleaños de su esposo. De verdad que debía.

No por trapear el piso con él, claro que no. Era más que nada el hecho de que su Jaehyunie se merecía el mundo entero, el universo y todo lo que en él había. Además, recientemente Gyu se había ido a tocar el arpa con algún querubín y aquello aún lo tenía triste.

Lo cual era normal, aquel animal había estado siempre junto a él y era como su hijo. Y debía estar orgulloso, pues Gyu superó con creces la edad que se estimaba para un perro como él.

Por ello, decidió planear un viaje bonito a lugares que estaba seguro él disfrutaría. Largos paseos por viveros y reservas naturales, hoteles pequeños y habitaciones acogedoras.

Era lo que más le gustaba a Jaehyun... Además de ser mecánico, claro. La naturaleza y todo lo que la conformaba para él era maravilloso.

— Dodo... ¿Qué haces? —preguntó Jung, abrazándole por la espalda, yendo automáticamente a agarrar uno de sus rollitos— Por favor, no bajes estos nunca... Me encantan. —sonrió.

Recientemente, Doyoung había aumentado sólo un poquitín de peso y pues... A Jaehyun le gustaba todo de Doyoung; ese poquito de grasa no sería la excepción. Es más, le había hecho hasta un book de fotos plagadas de corazones.

Si, Doyoung se veía precioso y no podía no recordárselo.

— Pienso... —respondió riéndose por las idioteces de su esposo— ¿Has regado el patio hoy? —preguntó despacio.

— Sí. —sonrió— Las margaritas que planté sobre Gyu crecieron preciosas... Y es entendible, con su tamaño, las plantas tendrán abono por años. —bromeó.

Doyoung soltó una pequeña carcajada y negó, dándose vuelta para quedar frente a frente con él, limpiándole una lágrima que rodaba por su mejilla.

— Sé que aún lo extrañas... Pero vamos, fuiste el mejor amigo que pudo tener... Su vida no pudo haber sido mejor, mi amor. —acarició su rostro— Llora todo lo que quieras, estoy aquí. —lo abrazó con fuerza, permitiéndole apoyarse en él.

— Gracias... Te amo. —le sonrió, para luego seguir llorando un rato más.

Apenas se levantaron, Doyoung le avisó que debía preparar sus maletas porque viajarían bastante por la semana de su cumpleaños. Que pusiera ropa de todo tipo porque realmente iba a ser una travesía.

— ¿Dónde iremos primero? —preguntó.

— Pues obvio que es sorpresa. —rodó los ojos.

En pleno lunes, comenzarían su largo y extenso viaje. El día especial de su esposo caía el viernes así que tendrían bastante tiempo para divertirse.

— Bien, voy a tapar tus oídos y tus ojos, te guiaré de la mano. —sonrió.

Grave error, Jaehyun terminó tragándose un letrero y cayendo de trasero al suelo.

— Juro que fue sin querer... Ay dios, tu nariz está sangrando... —esa fue la vocecita preocupada del pelinegro— Déjame te limpio...

Antes de subirlo al avión, literalmente lo hizo, sin querer, tropezarse con un montón de maletas de una numerosa familia que aguardaba allí.

— Dodo... Si sigues así, pronto estaré con los Müller, Gyu y su novia. —se quejó.

Así, Jung terminó subiendo al transporte con dos bolitas de algodón incrustadas en sus fosas nasales, unas banditas pegadas en sus rodillas y un pequeño envase de leche de banana que su esposo le compró para que no llorase.

Porque sí, el golpe en la nariz le había dolido demasiado.

— Cuando lleguemos, te aseguro que vas a pasarlo genial. —acarició el rostro de quien ahora dormía en el asiento a su lado.

-

— ¡Oooh! ¡Pero mira todo esto! —dijo mientras tomaba fotos del paisaje.

Parque Nacional de Iguazú fue su primer destino. La llamada Garganta del Diablo era majestuosa por donde se viese, tanto así que hasta daban ganas de arrojarse.

Y puede que sus piecitos ya no diesen más de tanto caminar, pero su Jaehyunie estaba feliz como un niño entre tanta flora y fauna. Aquello, le era más que suficiente para seguir.

Hacía muchísimo calor, y aunque había llovido ya demasiadas veces, era como si nada. La humedad se asemejaba al sauna que visitaron en Nueva Zelanda, en su luna de miel.

La gente los miraba con ternura y diversión, pues eran dos asiáticos caminando de la mano con ropas ridículamente de pareja. Como si fuesen dos adolescentes.

— ¡Hola pequeño! —sip, ese era su esposo, interactuando con la fauna salvaje.

Doyoung temía que si seguía así, podría perder un ojo.

— Ten. —le convidó una de sus galletas de arroz a un coatí que se le acercó, confianzudo.

Grave error, fue asaltado. Se quedó sin su sombrero y sin sus galletitas.

— Yo te lo dije. —soltó una carcajada— Me sorprende que no hubieses muerto en el tren.

— Pero tenían caritas bonitas. —hizo un puchero— ¿Por qué lucen amigables si no son amigables?

— Pregúntales. —respondió.

— Pues estoy seguro de que tú eres uno de ellos. —hizo una mueca— Tan hermoso y con un rostro muy bonito... Y cuando menos me lo esperé, ya te habías robado mi corazón. Seguiste con mi ropa, mi tiempo... Y ahora te pertenezco. Pequeño ladrón.

Doyoung estaba de rojo, lo siguiente. Por suerte, hablar en coreano significaba que nadie los entendería.

Llegar al hospedaje fue lo más hermoso según el pelinegro, que ya no tenía piernas.

¿Sexo? En otra ocasión, ahora ambos estaban derrotados a lo largo de la cama king size.

-

Recorrieron un poco de Brasil durante todo el martes, tomando fotos por doquier mientras Jung le robaba besos a su esposo con piecitos aún cansados.

Para el miércoles, ambos anduvieron en un bote por el Amazonas.

Nuevamente, Doyoung temió por su esposo porque sabía que si no le ponía un ojo encima, terminaría viudo.

— ¡Cuánta flora! —dijo emocionado— ¿Tu crees que me dejen pasar alguna por el aeropuerto?

— No lo harán. —rió.

— De igual manera no habrían sobrevivido, el pueblo es muy frío. —razonó.

El señor que manejaba los miraba, tratando de entender algo. Doyoung le sonrió antes de hablar con su español básico.

Lindo viaje, lugar bello. —elevó su pulgar arriba.

Volvió a sonreír cuando el hombre apartó rápido la mirada, sonrojado.

-

Se pasaron el resto del miércoles y el jueves viajando a su último destino.

— Te he traído al Parque Nacional de Groenlandia. —le sonrió, ya ambos en el hotel donde se hospedarían— Y estaremos aquí una semana. Vamos a recorrer todo lo que desees, mi amor.

— Dodo... —sin poder evitarlo, las esquinas de sus ojos comenzaron a llenarse de agua.

— Feliz cumpleaños. Te amo. —se puso de puntitas para darle un dulce beso, y un abrazo.

— Te amo más, mi todavía medio esposo. —rió entre lágrimas.

— ¿Por qué todavía?

— Porque siento que algún día vas a matarme. —volvió a reírse mientras lo abrazaba y lo hacía girar en el aire.

— Quizá lo haga... Pero primero visitemos el lugar. —acarició su cabello.

— Sí. —asintió.

— Tienes una lagaña... —aprovechó a que aún estaba en sus brazos para quitársela y luego sacudir su mano.

— Gracias. —le sonrió.

-

— ¡Un oso! —dijo emocionado el castaño, viendo un oso polar a lo lejos en un pedazo de hielo.

Por favor, que ni se le ocurra tratar de acercarse a uno de estos animales o ahora sí lo pierdo, pensó el más bajito, muerto de frío.

— Mi talasofobia está a punto de salirse de control... —advirtió Doyoung— Mira si sale algún monstruo del agua y trata de comerme... O si un narval desarrolla piernas y quiere matarme... O-Oh mierda, ¿y si el kraken está vivo? ¿Crees que viviría aquí? —eran preguntas bobas, pero le asustaban.

Jung simplemente rió, pues haber visto demasiada Shark Week, especiales sobre el mar, vídeos de What If, y vídeos sobre criaturas mitológicas le habían dejado algo alerta. Doyoung podía ser muy valiente y demás, pero solía asustarse de las situaciones que tenían pocas o nulas probabilidades de suceder.

— No lo creo, mi amor...

— ¿Y si hay algún leviatán merodeando por debajo de nosotros ahora mismo? —lo tomó de su campera— Maldita sea, Jaehyun, debe haber algún dunkleosteus vivo aquí... O un megalodón... ¡Nos vamos a morir!

— Nada de eso va a pasarnos, bebé. —lo abrazó— Y si pasa, yo te protegeré hasta el final.

— En realidad un megalodón nos tragaría a ambos...

— Pues mejor, no tendrás que esperarme y no tendré que esperarte. —tomó su manito— Vamos, no voy a dejar que nada te pase.

Doyoung inhaló y continuó el camino con su esposo y medio, sintiéndose casi a salvo. Casi, porque si repentinamente un oso polar les atacaba, dudaba que alguno pudiese hacer algo.

Finalmente, terminó siendo un día no tan agotador pues tuvieron que volverse a eso de las tres de la tarde, ya que la puesta de sol sucedía más o menos a esa hora.

— ¿Qué tal el primer día? —Doyoung acarició su rostro debajo de la ducha— ¿Te gustó?

— Sí. —rodeó su cintura con sus brazos más llenos de tinta que antes, ahora con algunos tatuajes a color— Me encantó como no te das una idea. —le sonrió— Sé lo mucho que te aterra tanta naturaleza y el sentirte tan pequeño entre tantos biomas... Pero hiciste todo esto por mi y... —ya estaba llorando— Te amo. Eres lo más lindo que tengo y agradezco que me sigas eligiendo, porque yo a tí te elijo para toda la vida.

— Bebé... —le sonrió— Te amo más, y no tienes que agradecerme por elegirte, pues eso lo haré gustoso por todo lo que me quede. —besó su pecho.

Ya ambos salidos del agua, se recostaron con sus respectivas batas y se permitieron descansar un momento mientras se reproducía la playlist de Jung.

Look into my eyes... You will see, what you mean to me~ —le cantó mientras miraba su bonito rostro— Searchyour heart, search your soul~ And when you find me there, you'll search no more...

Doyoung simplemente le devolvió la mirada mientras se acurrucaba contra su cuerpo, descansando con la dulce voz de Jaehyun de fondo.

Fue así como se durmieron la mejor siesta de sus vidas. Despertaron unas cuántas horas más tarde, a eso de las ocho de la noche. Aunque la noche había iniciado hace ya rato.

— Es raro que aquí ya sea de noche. —rió Jung mientras se pasaba las manos por el rostro.

— En Inglaterra fue igual, ¿recuerdas? A eso de las cuatro de la tarde, ya anochecía. —dijo.

— Si... —asintió, mirando de más el cuerpo desnudo de su lindo Dodo.

En su mente se libraba una peligrosa batalla; comerse el culo de su esposo ahora y cenar luego, o cenar y comerse el culo de su esposo como postre.

Ambas sonaban bien.

Quizá porque entre el trabajo y su estado anímico, no tenían sexo hace un mes y tanto. Sin embargo, apreciaba que su esposo hubiese estado a su disposición en todo momento, cuidándole con mucho amor.

— El chico de la recepción me dió una tarjeta con su número. —se rió el pelinegro mientras caminaba por la habitación— Acabo de recordarlo. —dijo— Pobre, no sabe que tengo dueño.

— No soy tu dueño... Como así dueño dueño... —rió— Suena mal si lo dices de esa forma... —trató de explicarse.

— ¿Entonces no soy tuyo? —hizo un pucherito.

— No... ¡Digo sí! Pero-

— ¿Debería buscar al chico de la recepción? —puso cara pensativa— Le agradará verme así. —señaló su cuerpo desnudo.

— Doyoung...

— Pero si te molesta... Ven, aquí estoy. —le sonrió— Reclama tu regalo de cumpleaños. —dijo— You can eat all the cake you want, hun.

Y eso fue suficiente para terminar la batalla en su mente.

Lo siguiente que Doyoung supo fue que su espalda chocó la pared con fuerza y sus piernas se enredaron en la cintura de su esposo, que le besaba de forma brusca, robándole el aliento.

— Mhm... —el pelinegro jadeó cuando luego del beso, su esposo continuó bajando hasta dar con su cuello, donde mordió, chupó y lamió a su completo antojo, marcando su territorio.

Realmente no podía controlar el comportarse como un perro posesivo cuando de él se trataba. No podía reprimir ese actuar tan cavernícola ni tratando con todas sus fuerzas.

— No hagas tantas... De igual manera no se van a ver... —rió, agitado.

— ¿Quién lo dice, huh? —mordió levemente sus clavículas.

— El frío, animal. —relamió sus labios, sonriendo.

Jaehyun le sonrió también, más continuó bajando con su camino de besos, dejando una marca justo debajo de su ombligo.

— Esas no serían visibles para nadie. —rió.

— Lo son para mi, y me encanta ser el único que las ve. —sonrió.

— Eso es lo que crees tú. —mordió su labio, divertido, tratando de provocarlo.

— No bebé, no lo creo... —separó sus piernas— Sé que es así.

Antes de que el mayor pudiese contestarle, rozó su entrada con la yema de sus dedos, robándole un fuerte suspiro. Sin darle tiempo a reaccionar, toma sus glúteos con fuerza para separar sus nalgas y paseó su lengua por aquella sensible zona.

— Jae... —soltó un gemido, sintiendo como sus mejillas enrojecían y sus ojos se llenaban de lágrimas.

No importaba cuántas veces su esposo le hubiese comido como si el mundo se terminara, siempre resultaba igual de vergonzoso y placentero. Odiaba volverse tan vulnerable ante su profunda y fogosa mirada.

— Si continúas viéndome así, no voy a contenerme, amor. —jadeó, separándose por un momento antes de volver a su labor.

— E-Eres tan imb... —mordió su labio inferior, sintiendo como las plantas de sus pies se curvaban— Se siente muy bien... —sonrió levemente.

Sin apartar su boca, lentamente introdujo el primer dedo en su entrada y le oyó gemir su nombre. No esperó mucho tiempo para agregar un segundo y finalmente un tercero. Realmente estaba hambriento de su esposo y no se había percatado de ello hasta que lo tuvo desnudo frente a él.

— ¡A-Ah! —trató de cerrar sus piernas cuando el tatuado agregó un cuarto dedo y comenzó a mover su mano con rapidez— Jaehyunie... —se aferró a las sábanas.

Relamiéndose los labios, el mencionado le sostuvo las piernas contra el pecho, elevando aún más su trasero mientras continuaba moviendo su mano brusca y rápidamente. Amaba ver a Doyoung temblar entre sus brazos.

— Por favor... —trató de apartar sus grandes manos— Te necesito a ti... —sus ojitos se posaron sobre él, viéndole con necesidad.

— Hmm... Se supone que eres parte de mi regalo, ¿verdad? —le sonrió, aun moviendo su mano, esta vez más lento.

— S-Sí... —asintió rápidamente, no queriendo esperar más.

— Entonces puedo hacerlo como yo quiera... ¿No? —relamió sus labios, ahora retirando su mano.

— Como más lo desees, amor. —jadeó, no entendiendo por qué lo tenía esperando.

Lo vio ir hasta las maletas y no supo si alegrarse o asustarse con ello. Claro, eso fue hasta que sintió algo metiéndose en su trasero y comenzar a vibrar.

— ¿Q-Qué-

En eso, Jung le dejó las piernas en el pecho mientras se acomodaba cerca de su rostro, acercando con una sonrisa su creciente erección a los abultados labios de su esposo.

— Comienza a chupar y quizá tenga algo de compasión. —acarició sus belfos con su glande.

Tembloroso, el pelinegro tomó su falo entre sus dos manos para comenzar a moverlas rápido a su alrededor, llevándose la punta a la boca y succionando la misma con ansias. Soltó un gemido de puro gusto cuando se llevó el enorme pene de su esposo a la boca y el vibrador aumentó su intensidad.

— Te ves precioso cuando te tragas toda mi polla... —jadeó— No dejas nada afuera, debe gustarte tener esa linda boquita tuya llena... —golpeó levemente su mejilla.

Sin dejar de succionar, el más bajito asintió. Una mezcla de presemen y saliva se deslizaba por sus labios, cayendo por sus comisuras y aterrizando en su pecho.

Cerró sus ojos con fuerza cuando el pequeño aparato en su trasero volvió a subir la intensidad.

— S-Se siente muy bien... —jadeó, volviendo al trabajo con su boca mientras usaba sus manitos para jugar con sus testículos, robándole gemidos a su esposo— No p-puedo esperar para tenerte d-dentro~

Jaehyun movió sus caderas, jodiendo de forma lenta la cálida boca de su pequeño esposo. Aún así, se apartó unos minutos después, sabiendo que estaba cerca de correrse. Sería un desperdicio ensuciar aquel lindo rostro cuando podía llenar su precioso trasero.

— Ahora sí, podré disfrutar de mi lindo regalo. —sonrió, dejando al más bajito sobre él, acomodando su miembro.

— E-Espera... Aún tengo el vibrador dentro... —trató de quitárselo.

— ¿Y? —sonrió de lado.

— Voy a matarte- —fue interrumpido por el enorme miembro de Jaehyun embistiendo en su estrecho trasero— ¡Ah!

Casi se desploma sobre su pecho cuando su esposo comenzó a moverse, él aún teniendo aquel pequeño aparato dentro y con las vibraciones aumentando. Su voz se rompió irremediablemente cuando las manos de Jaehyun comenzaron a jugar con sus pezones mientras seguía elevando sus caderas, no pudo evitar que sus ojitos se llenasen de lágrimas.

— Luces precioso. —sonrió el menor, sintiendo las pequeñas gotas de sudor bajar por su frente.

— S-Sí... —asintió rápidamente, no prestando mucha atención a lo que su esposo decía— Sigue m-moviéndote por favor~

Con una sonrisa que ahora denotaba pura maldad, el castaño dejó aquel juguete en su máxima potencia mientras tomaba su pequeña cintura y comenzaba a embestirlo con más fuerza que antes.

— ¡Ah! —esta vez terminó cayendo sobre el pecho de su Jae, sin siquiera poder verlo porque traía la vista completamente nublada— J-Jaehyunie por favor... Voy a correrme... M-Más... —pidió aferrándose a su largo cabello.

— Como desees... —tomó sus nalgas y las separó antes de volver a elevar sus caderas. El grito que el pelinegro soltó fue música para sus oídos.

Doyoung había olvidado incluso que estaban en un hotel. Aunque si tenía suerte, por el precio las paredes serían más gruesas que el enorme miembro de su esposo, que ahora mismo no lo dejaba pensar en nada más.

— B-Bebé... —sollozó— Jaehyunie... Mhn... —sus manitos temblorosas se ciñeron a sus hombros, rasguñándole mientras gemía su nombre— N-No pares, por favor... —pidió.

— No lo haré, mi amor. —besó su mandíbula.

Fiel a su palabra, claro que no se detuvo. Aún cuando Doyoung se corrió con fuerza sobre su pecho, él continuó embistiendo bruscamente hasta que llegó a su límite, apretando sus nalgas mientras llenaba su cálido interior con su semilla.

— ¿Estás agotado? —le preguntó sonriente al pelinegro que respiraba agitado sobre su pecho mientras apagaba el juguete.

— Oh no... —golpeó su pecho.

— Oh sí... —lo empujó hacia atrás, saliendo de su interior.

— Jaehyunie... —hizo un pucherito, el sudor recorriendo su mandíbula.

— Tengo otro de estos... —señaló el aparato— Sería una pena no usarlo, ¿no crees? —lentamente introdujo otro vibrador, esta vez encendiendo ambos en su mínima potencia.

— A-Ah... —mordió su labio— J-Jodido loco, voy a... —sus muslos temblaban— Matarte... —sollozó— Jae~

— Si sigues pronunciando mi nombre así de rico, puede que lo hagas. —lentamente, volvió a introducir su miembro semi-erecto dentro de su apretado trasero. Es que, simplemente verlo en aquel estado era suficiente para ponerlo duro de nuevo.

Se movió lentamente, apretando sus muslos y dejándolos en su pecho.

— P-Pues si sigues así... —gimoteó— V-Vas a matarme antes... 

Tratar de mantener contacto visual en ese preciso momento, era la tarea más difícil que alguna vez tuvo. Su vista estaba nublada y su mente aún más, pero todo terminaba resumiéndose a una sóla cosa: su esposo.

— N-No hagas eso... P-Por favor... Es dem- —un sonoro gemido salió de sus labios— Demasiado... —golpeó su abdomen— M-Mi trasero va a romperse... —curvó las plantas de sus pies.

Ya le preguntaría a su esposo cuál era su fetiche con los hoteles y lugares extranjeros, pues cada que iban a uno, terminaba jodiéndole como si el mundo se fuese a terminar.

— Jaehyunie... —sollozó— Mi culo e-está demasiado lleno-¡Ah! —las vibraciones aumentaron y las palabras se quedaron en la punta de su lengua.

— Tú dijiste que podía comer todo lo que yo quisiera... —presionó con fuerza en su interior— Pero mira... Eres tú quien me está devorando completito. —relamió sus labios, tomándose unos segundos para apreciar el lindo culo de su esposo succionando su polla.

— L-Lo sé... —asintió rápido, perdido— Pero se siente bien... E-Extrañaba tanto ser llenado por ti... —sonrió— Me encanta tener t-tu enorme y gruesa verga aquí~ —señaló su abdomen, donde Jung sobresalía— Sé más duro c-conmigo, por favor...

— Hmm... —mordió su labio, apreciando las facciones de su marido, perdido completamente en su propio placer.

Doyoung lloraba de puro placer, humedeciendo aquellas sonrosadas mejillas con sus lágrimas mientras que de sus hinchados y preciosos labios resbalaba un pequeño hilito de saliva, que se mezclaba en su mandíbula con las gotas de sudor que por allí bajaban. Su lindo cabello se pegaba a su frente perlada en sudor mientras que gracias a su palidez, podía apreciar con lujo de detalles todas las marcas que había hecho. En su Doyoung. 

Ya no le importaba sonar como un cavernícola, sólo quería continuar siendo uno con su esposo.

— Eres mío. —afirmó mientras lo tomaba con fuerza de la cintura, subiendo ambos aparatos a máxima velocidad— Sólo para mi.

— ¡S-Sí! —gritó, sin poder evitarlo— Todo tuyo... —respondió tembloroso.

— Las personas sabrán lo mucho que te encanta tenerme dentro. —sonrió malicioso, sintiendo su orgasmo cerca.

— S-Sigue j-jodiéndome así... Por favor... N-No te det-engas~ —le devolvió la sonrisa— Tu verga entra y sale t-taan rápido en mi... Llega tan profundo... Me encanta s-sentirla~ —se aferró a sus propios muslos— Mi culo se s-siente muuuy bien...

Jaehyun continuó moviéndose como un animal y sonrió cuando Doyoung se contrajo con fuerza a su alrededor mientras gemía con su linda y destrozada voz, corriéndose sobre su pecho. Ante la exquisita y abrumadora sensación del pelinegro apretándole, no pudo evitar volver a llenar su estrecho y delicioso trasero con su cálido semen.

Seguidamente, apagó aquellos dos juguetes mientras salía de su interior y luego se los quitaba. Se declaró culpable de adorar como su semilla caía por los muslos del pelinegro.

— Toma una foto, mejor. —lo molestó Doyoung, completamente agotado.

Porque sí, dos vibradores y un miembro enorme eran demasiado para cualquiera. Pero estaba bien, su madre no había criado un débil.

— No hace falta... —se encogió de hombros— Puedo recrear la imagen cuando yo quiera. —levantó sus cejas de manera graciosa.

— Eres un idiota... —jadeó, tratando de sentarse. Realmente había sentido que iba a conocer a San La Muerte.

— ¿Yo? Fuiste tú quien me autorizó a comer... —se encogió de hombros— Mi único delito fue tener hambre. —se excusó— Además, también es tu culpa por tener unos jamones tan deliciosos. —le guiñó el ojo.

— Idiota. —soltó una carcajada. 

Jaehyun se paró de la cama avisándole que iría por las toallas húmedas del baño para poder limpiarlo.

— No tienes que hacer eso... Es tu cumpleaños... —por fin logró sentarse en la cama— Deja que en un momento lo hago yo.

— No. —negó, el menor— Esto es una de mis partes favoritas, también... Soy feliz incluso cuando puedo limpiarte y cuidarte... —sonrió— Es lindo cuando tiemblas debajo de mi, pero también me gusta cuando te relajas por mi. —comenzó a recorrer su cuerpo con las toallas, con un toque que estaba lejos de ser brusco.

— No digas esas cosas tan repentinamente... —rió nervioso y sonrojado.

— ¿Estás avergonzado? —lo molestó— Acabas de... Oh dios, y ahora ¿estás sonrojado? —rió.

— Eres de lo peor. —se cubrió con un almohadón— Pero no importa, así te amo... Muchísimo. 

— No más que yo. —besó la planta de sus pies, sonriente— Descansa un rato, pediré algo de cenar, mi medio esposo.

Doyoung asintió y se dejó llevar por el cansancio mientras Jung se encargaba de su cuerpo.

Más tarde ese día, específicamente media hora después, ambos cenaron comida chatarra. Doyoung rió ante otro intento de Jaehyun para conservar sus rollitos. 

Con él todo era lindo.

-

¡Gracias por la atención! —Jaehyun saludó al recepcionista del hotel, llevando a Doyoung como un saco de papas sobre su hombro— Oh, y ten esto. —le arrojó la tarjeta que contenía su número— A la próxima, serás alimento para focas.

Sí, Jaehyun tradujo aquellas frases y se las aprendió de memoria para decírselas al joven que ahora se hallaba bordo detrás del mostrador.

— Volvamos a casa, mi pequeño Dodo. 

— Lo que tú quieras. —sonrió, feliz de seguir envejeciendo a su lado.

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