02. they whisper in the hallway, "she's a bad, bad girl"
°•. capítulo 2:
they whisper in the hallway, "she's a bad, bad girl".
Era casi relajante, aunque sus memorias fluctuaban y tal vez no era como lo recordaba. La habitación donde estaba tenía iluminación oscura, sus paredes, de un azul marino, estaba repleta de pósters de diferentes cosas. Jugadores renombrados, bandas indies y películas. Recordaba que anteriormente también había de otras chicas, de algunas modelos o idols, Nayuta le obligó a retirarlo. La habitación de Shinsuke no estaba organizado y aún así sabía dónde estaban todas sus cosas, era algo muy de él, su toque y a Nayuta le gustaba quedarse ahí.
El cuarto siempre olía él, era una mezcla de chocolate y canela, el olor solía impregnarse a ella como una garrapata, no era algo que le desagradaba en lo absoluto. Balanceó el balón de fútbol entre sus piernas mientras abría el clóset de su novio, viendo que ropa podía robarle en esta ocasión. Descartó un hoodie gris y una camiseta azul, puso una mueca viendo las ropas tiradas de forma lamentable entre los gabinetes, aunque no estaba sorprendida. La puerta se abrió y su novio pasó por ella, Nayuta giró su cabeza sin moverse de donde estaba y le regaló una sonrisa. Shinsuke llevaba una bolsa con algunos snacks que fue a comprar, parando en seco al verla en la escena del crímen.
—Oh, no, no, ya me estoy quedando sin ropa —negó cerrando la puerta detrás de sí. Nayuta puso una mueca aferrándose a la primera camiseta que pudo agarrar, poniendo cara de cachorrito. Shinsuke suspiró dejando la comida en la mesa, sabiendo lo difícil que era negarse cuando lo miraba así.
—¿Ya no me quieres? —murmuró la pelinegra manteniendo su semblante herido, Shinsuke sonrió acercándose a ella, Nayuta se dió la vuelta dando la espalda al clóset y apretando la camiseta con fuerza contra su pecho.
—Que dramática —acusó bromeando, alzando su mano para pasar un mechón de pelo negro detrás de su ojera. Los ojos carmesí de su novia brillaron con diversión.
—Soy una actriz, siempre soy dramática —sonrió con esa mirada que hacía cada vez que se subía a un escenario y era libre de interpretar a cualquier persona, intrépida y hermosa. Shinsuke, en cambio, rió divertido apretando su nariz con su dedo índice.
—Eso lo sé, cariño.
Le robó un beso que fue suficiente para distraerla y olvidar del intento de robo de una camiseta inocente. Nayuta sonrió rodeando su cuello, Shinsuke era mucho más alto que ella y ese detalle siempre le pareció encantador. Se puso de puntitas para intentar alcanzarlo mejor, él le rodeó la cintura inclinando su cabeza sacándole una risa cantarina. Nayuta sintió sus mejillas calientes y su corazón latió más rápido, más fuerte contra sus costillas que pudo sentirlo hasta en sus oídos. Esperaba que Shinsuke nunca se diera cuenta de todo lo que provocaba en ella. Al final solo estaba enamorada, cumpliendo su fantasía de salir con un jugador, se sentía mejor de en sus sueños.
La mano de Shinsuke puesta sobre su cintura la apretó contra él, Nayuta se separó para tomar aire, besarlo siempre le quitaba el aliento. El peliblanco se quedó mirándola, tenía sus mejillas sonrojadas, los labios rojos y las pupilas dilatadas, amaba cuando sus ojos lo miraban. A él, solo a él.
— 🐍 —
A Nayuta nunca le molestó la atención, a veces incluso lo ansiaba. Siempre se sintió una estrella, donde todos los ojos y reflectores estaban sobre ella. Por eso tal vez sus compañeros se alegraron, hasta le dijeron que se merecía lo que le pasó. Por un largo tiempo creyó que fue su culpa, tal vez tenía un ego demasiado grande, tal vez era una forma del universo que le obligaba a ser humilde, así como en las películas donde la protagonista odiosa y malvada caía del podio y buscaba su propio camino en la vida.
Tal vez debía dejar de ver tantas películas americanas, pensó. Ahora sabía, meses después de que su castillo fuera destruido, que ella no era culpable.
Pero esto era demasiado.
Habían pasado algunas semanas desde el primer día de clases y ahí estaba, parada frente a su asiento. La mesa estaba llena de palabras, escritas con pinceles rojos y negros para que resaltara mejor. Escuchó risitas en el fondo del salón entre otro murmullo, ahora entendía la mirada que le dieron cuando llegó, estaban esperando su reacción a su gran obra de arte. Que creativos, se dijo a sí misma.
Mentirosa, infiel, malagradecida, zorra. Mentirosa. Mentirosa. Mentirosa. Mentirosa.
Nayuta se sentó en su asiento sin intenciones de darles lo que querían, se estaba volviendo una experta en ese campo. En silencio y sin dejar que una expresión escapara de su rostro, desenredó el cable de su audífono de su teléfono para volver a poner alguna música mientras esperaba al maestro, indiferente ante las risas y los susurros que afirmaban lo mala persona que era. Rogaba que esa indiferencia que mostraba sea real, aguantó las lágrimas detrás de esa máscara mientras reproducía la playlist de uno de sus musicales favoritos.
Ahora su pregunta era, ¿a los demás qué carajos les importaba si hizo algo o no? No cabía en duda que así de alto tenían a Shinsuke Yamada, siempre lo supo, por la cantidad de regalos que le daban por San Valentín, por cada mirada y grito cuando jugaba, por las miles de veces que una chica se le declaró sin importarle que tuviera novia. Todos lo querían y tal vez eso había sido su crímen.
Se sobresaltó cuando la silla frente a su lugar golpeó la mesa, sacándola de sus pensamientos abruptamente. Alzó la mirada mientras sus oídos seguían ignorando al resto con su música alta. Frente a ella se sentó una chica, diferente a quien siempre lo ocupaba, ella tenía el pelo corto hasta su cuello y flecos sobre ojos marrones, era muy bonita. Nayuta no dijo nada, se quedó mirándola sin saber qué hacer exactamente, hacía mucho tiempo que alguien extraño le dirigía una mirada sin prejuicios. Además Nayuta era una perdedora para charlar con chicas lindas. Vió que movía su boca hablándole, parpadeó con poca confianza pero su rostro no era agresivo, le sonrió y entendió su silencio. La chica alzó un dedo para que la esperara y sacó un quitaesmalte de su mochila, la pelinegra frunció el ceño y tragando la duda se quitó un lado de su audífono.
—¿Qué? —preguntó, demasiado confundida como para estar alerta a una nueva broma.
—¡Hola! No quiero molestarte, soy Suzuki Emiko —le pasó la mano para saludarla, Nayuta parpadeó pasando su vista de su mano y su rostro, achicando sus ojos viendo de reojo su mesa vandalizada. ¿Acaso venían por más? La castaña puso una mueca retirando su mano avergonzada—. Lo siento, tal vez no confías en mí y lo entiendo. Solo quería darte esto —balanceó el quitaesmalte ligeramente antes de dejarlo nuevamente en su mesa—, el alcohol podrá sacar lo que escribieron.
Nayuta parpadeó rápidamente y la miró con desconfianza. La castaña buscó entre su mochila de nuevo y le tendió un paquete de algodón, al ver que no lo agarraría se lo dejó sobre la mesa suavemente. Emiko le sonrió y se dispuso a ponerse de pie.
»Vi tu obra el año pasado, eres muy buena, tengo algunas fotos si quieres —ofreció alegre, el sol que entraba por la ventana la iluminaba dándole una imágen mucho más brillante. Pasó la correa de su mochila por su hombro poniéndose de pie, la detuvo antes de ir a su asiento.
—¿Por qué haces esto? —preguntó alzando su cabeza para mirarla, el soundtrack de El Fantasma de la Ópera sonaba por un lado del audífono que no se había quitado. Emiko apretó la correa y se encogió de hombros.
—Porque esto es estúpido —Miró a los lados, todos los ojos seguían puestas sobre Nayuta y Emiko solo pudo pensar cómo no le incomodaba. Le sonrió de lado despidiéndose con la mano, dejándola con más dudas.
Emiko se sentaba en la fila hacia la pared junto a otras chicas, desde ahí le alzó el pulgar con una sonrisita. Nayuta se fijó en el quitaesmalte y el paquete de algodón puestos sobre la mesa, las palabras escritas parecían sobresalir, deslizarse por los lados como un líquido pesado que se acumulaba alrededor de sus pies, subiendo como la marea que amenazaba con ahogarla. Nayuta tal vez no expresaba nada de lo que sentía, solo para molestar a sus enemigos y negarles sus deseos de verla romperse. Pero eso no significaba que no le dolía, apretando sus manos sobre la falda de su uniforme, se volvió a poner su audífono. No iba a llorar, eso estaba reservado dentro de la seguridad de su cuarto.
Era demasiado tonto y básico, pero Nayuta apreció el gesto con todo su corazón.
— 🐍 —
Nayuta definitivamente quería llorar pero en cambio se limitó a bufar, tal vez demasiado acostumbrada a esta nueva atención. Se limitó a poner la invitación para las personas que quisieran unirse al club de teatro sobre el pizarrón de avisos en uno de los pasillos, requería atención para estas cosas y no su fallida vida romántica. En el centro del pizarrón, ocupando casi todo el puesto, se encontraba la página del periódico de la preparatoria.
Y para sorpresa de nadie, su nombre ocupaba todo el titular.
Una figura alta se puso a su lado y un escalofrío le recorrió al reconocer el perfume de chocolate. Le dió náuseas, ¿de verdad le había gustado antes? Así terminaría odiando el chocolate. Frunció el ceño acomodando su aviso para que sea visible entre todos los papeles pegados. Nayuta sintió su mirada sobre ella y miles de recuerdos llegaron a ella. De todas las veces que Shinsuke la miró con tanta adoración, sus ojos grises habían sido amables, cálidos, recordaba cómo la miraban cuando jugaba y le dedicaba un gol, ella se había enamorado de la forma en cómo transmitía su amor por ella.
Quiso saber a dónde se había ido ese amor o si existió alguna vez.
Quiso voltear para irse y apartarse de su olor, pero otro cuerpo alto se puso a su otro lado, esta vez reconoció la vainilla de Daisuke en él. Deseó que la tierra la tragara.
—Las prácticas empiezan en quince minutos, ¿te perdiste? —habló Daisuke jovial hacia su antigüo mejor amigo, pero la pelinegra reconoció el tono mordaz en su voz, no pudo evitar rodar los ojos—. Vamos antes de que el entrenador se moleste.
—Que amable de tu parte —respondió Shinsuke, en cambio al rubio, él no disimuló para nada la molestia en su voz. Nayuta supo que era suficiente.
Retrocedió saliendo de en medio, hasta que pudo respirar bien no se dió cuenta de lo sofocada que se había sentido. La tristeza y la rabia se mezclaron en ella, todo lo que había aguantado en el día simplemente dejó de importar, ¿qué había hecho ella para merecer esto? Apretó la mandíbula girando sobre su eje sin mirar a ninguno de los dos. En el proceso chocó con otra persona, haciéndola gruñir.
—¿Estás bien? —preguntó el chico, ella no lo miró.
—Lo siento —murmuró dándole un vistazo rápido, era alto, tenía el pelo negro y ojos azules. Creyó que ya lo había visto en algún lado pero no le dió mucha importancia. Se disculpó para seguir su camino y escapar de ese lugar antes de cometer algo completamente ilegal.
¿Cuándo acababa este día?
introduciendo a:
Daisuke Maeda y Emiko Suzuki.
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#freenayuta 🗣️🗣️
sí, con quién choco es kageyama jsnsks díganme que les pareció el capítulo !!
espero les haya gustado <3
mag.
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