—¿Has oído eso? -El viejo señor Hwan, se incorporó de golpe de su cama, despertando a su mujer.

—No, ¿el qué?

El señor Hwan cogió una escopeta que escondía bajo la cama.

—He oído algo, afuera, creo que venía la granja. Voy a ver.

—¡No! -su mujer lo detuvo agarrándolo del brazo. -Dios santo, ¿y si es ese maníaco asesino? Es peligroso.

El señor Hwan hinchó su pecho en señal de orgullo.

—Entonces le mataré a él y acabaré con esta matanza de conejos de una vez por todas.

El casi anciano, bajó las escaleras de madera crujiente de su casa y abrió la puerta para dirigirse a su granja.

Aquella granja era el orgullo de la familia Hwan, llevaba más de cinco generaciones ahí, resistiéndolo todo. Era la más longeva de aquel pueblo y sus conejos tenían fama de ser los de mejor sabor.

Cuando el señor Hwan abrió la puerta de su granja, la escopeta se le cayó de las manos.

Todos.

Absolutamente todos.

Sus conejos yacían sin vida en el suelo de tierra, teñida de un viscoso color rojo oscuro que avanzaba con lentitud hacia la enorme puerta

El señor Hwan dio un paso adentro, examinando aquella horrible escena sin saber exactamente como reaccionar.

Sacó una caja de cerillas de su bolsillo y se agachó para revisar a un agonizante conejo.

Tenía una "J" grabada en el torso, abriéndolo por completo en canal.

Pero luego se dio cuenta, de que no era solo aquel. Todos los conejos tenían la letra J, como símbolo de muerte en sus abdómenes.

El señor Hwan se disponía a salir de allí cuando se dio cuenta de un detalle.

Las puertas estabas limpias desde dentro. Si el asesino hubiese salido de allí, tanto si llevase guantes o no, debería haber huellas en la puerta. Pero no las había.

El hombre se giró asustado.

La luz de la luna no bastaba para iluminar el granero entero.

Hwan sacó con manos temblorosas de nuevo la caja de cerillas.

Entonces lo vio.

Con la perfecta sonrisa en la boca, y la punta de su escopeta apuntándole, a menos de un metro de él.

—Lo siento, señor Hwan.

Un fuerte ruido se dispersó por toda la parcela.

El señor Hwan cayó primero de rodillas, y luego de cara al suelo.

El pequeño autor de aquella escena untó la sangre de sus manos en las del hombre, y le colocó la escopeta entre ellas. Luego, tomó una cerilla, la prendió, y la arrojó al interior de la granja.

◇◇◇◇

I'm back.

Quiero aclarar que, no sabría decir exactamente en que época situar el tiempo de esta historia, pero no es la actual.
No existen las nuevas tecnologías y la electricidad no es algo que esté en cada casa aún.

Ahora mismo no puedo ponerme a investigar sobre la historia de la electricidad y cuando pudimos disfrutarla en cada hogar la gente de clase media-baja (ya que no lo sé, pero me imagino que probablemente, como siempre, la clase alta la obtuviese antes).

PERO, prometo investigar sobre esto y así poder dar una fecha orientativa para situar la historia.

O si alguien lo sabe...es bienvenida su ayuda!