Capítulo 9
Nos encontrábamos bajando las escaleras para ir al salón cuando As me detiene.
—Juliette debes ganarte el corazón de todos en ese salón.
—¿Qué? —carcajeo —¿No crees que es imposible caerle bien a todo el mundo?
—Si logras ganarte el corazón de la familia, nadie te hará daño, te querrán proteger, no como a mí que más de la mitad me quiere muerto.
—Es imposible
—Con tu poder y tu belleza nada es imposible.
—¿Tú dices?
—Confía en mí. Ve con las señoras mayores, hazte la pobrecita, háblales de tu desnutrición y de tu pasado en la calle y con los muchachos deja que te cuiden, ríete de sus chistes y hazles saber lo inteligentes y fuertes que son. Con eso los tendrás en tu palma.
—No estoy muy segura de que funcione, pero si te hace feliz lo haré.
—En esta vida pierde el que no intenta Juliette
Asiento.
As me toma de la mano y la besa. —Tú puedes —murmura y entramos al salón
Todo esto se siente tan extraño, hay mucha gente, el aire podría escasear y morirme asfixiada, no tengo dudas de ello.
Nos colocamos en el centro del lugar y él toma la palabra.
—Queridos, es un placer para mí presentarles al nuevo miembro de esta gran familia, Juliette. Por favor háganse un tiempo esta noche para conocer a la persona que salvo mi vida. Por lo que podrán observar ella es muy delgada y es por un tema de salud, esta niña ha estado viviendo en la calle desde muy pequeña y por consecuencia tiene desnutrición. Sean amables y delicados al tratar con ella, por favor. Muchas gracias por escucharme y ¡que siga la fiesta!
—Pobre niña
—Qué vida horrible
—Ahora entiendo por qué se ven sus huesos
—Qué impresión pobrecilla, parece joven.
Como lo predijo, la gente mayor sentía pena por mí.
—Mis manos sudan —susurro para Asmodeo
—Tranquila, tú puedes ver por ahí. Yo tengo que ocuparme de unos asuntos.
Me deja sola entre toda esta gente, moriré aplastada.
Una señora se acerca a mí y me sonríe. Le devuelvo una sonrisa nerviosa.
—Tranquila niña, yo soy Fátima, la madrastra de Asmodeo puedes decirme mamá también.
—¿Disculpe, qué es una madrastra?
—Es terrible, esta muchacha tiene que ponerse a estudiar lo más pronto posible, hablaré para que pueda ponerse al corriente con los estudios.
Ella aclara su garganta y vuelve a sonreír —Significa que no soy la madre biológica de Asmodeo, él no estuvo en mi vientre —toca su barriga —Sino que soy como su segunda mamá.
—Entiendo —asiento —¿Y su primera mamá?
—Esa mujer ya no está en este mundo, no vale la pena mencionarla. Porque no bailas cariño, yo ya debo irme a hacer sociales.
—Esa mujer fue asesinada por su propia familia.
Asiento y camino sin rumbo por el salón.
Así que la madre de As está muerta, la mataron. ¿Con familia se refiere a esta "familia" la que ocupa todo el salón?
Lo busco con la mirada y un muchacho se pone delante de mí.
—¿Eres Juliette cierto?
—Sí, ¿y tú eres?
—Ed, Edmond
—Me gusta tu nombre, el nombre de Asmodeo es feo.
Él carcajea y me mira fijo.
—Eres divertida, ¿quieres bailar? —Extiende su mano hacia mí.
—No sé bailar
—Esta música no tiene que saberse bailar, es un lento. Solo acepta y verás que no es tan difícil.
—Mm, de acuerdo —tomo su mano con duda.
Él me guio entre la gente y colocó mis manos al rededor de su cuello.
—Ves, solo déjamelo a mí.
Sus manos estaban casi tocando mi trasero, se sentía raro, pero no me desagradaba.
—¿Cuántos años tienes Juliette?
—Según el doctor diecisiete. As quiso celebrar mi cumpleaños a partir de hoy. ¿Y tú?
—Dieciocho, te gano por un año —sonríe.
Su sonrisa era muy bonita, ahora que lo veo de cerca noto que se parece un poco a Asmodeo.
—¿Qué eres de la familia?
—Soy el hermano menor del dueño de esta casa.
—Juliette suéltalo, no dejes que te toque así.
—¿As? — intento buscarlo con la mirada.
—Y ¿Cuántos años tiene Asmodeo? —pregunto sin dejar de buscarlo.
—Él tiene Veintiuno, te gana por cuatro años.
—Es joven como para vivir solo, ¿no?
—Si...
—No puedo decirle que mi padre, su propio padre, lo odia.
—Juliette que lo sueltes, no me hagas ir a separarlos.
Reprimo una carcajada y Ed se da cuenta.
—¿Qué es lo gracioso?
—Creo que As viene para aquí por qué no quiere que te toque.
Ambos nos miramos y carcajeamos sin pena, pienso que toda persona en el salón nos escuchó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro